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1 “BULLYING” O ACOSO ESCOLAR

3. LOS PROTAGONISTAS DIRECTOS DE LA RELACIÓN DE ACOSO ESCOLAR Se ha mostrado que el acoso escolar no es el resultado de la interacción simple

3.1. Los acosadores

El aspecto que más se destaca de los acosadores es que disponen de más poder que sus víctimas ya sea en términos de tamaño o fuerza física, status en el grupo, edad, origen étnico, etc., y usan su poder para dominar (Keltikangas-Jarvinen y Pakasiahti, 1999; Olweus, 1998; Olweus et al., 2002)

En relación al aspecto físico, los chicos son descritos como más fuertes (véase, por ejemplo, Olweus, 1998); por el contrario, las muchachas que intimidan tienden a ser físicamente más débiles que otras muchachas de su clase (Roland, 1989)

En cuanto a sus características psicológicas, hay estudios que plantean la presencia de variables de personalidad que están presentes en mayor medida en los acosadores. Así, Slee y Rigby (1993) y Mynard y Joseph (1997), señalan que los agresores muestran tendencia al psicoticismo que se manifiesta porque presentan mayor dureza emocional, despreocupación por los sentimientos de los demás, insensibilidad, etc., y, además, destacan en extraversión.

Cerezo (2001) identifica en los agresores las siguientes dimensiones de personalidad: elevado nivel de Psicoticismo, Extraversión y Sinceridad, y un nivel medio de Neuroticismo.

Habilidades sociales…

Olweus (1987b) señala otras características para identificarlos: impulsividad, dificultad para experimentar empatía hacia sus víctimas y ausencia de remordimiento en relación con sus conductas de intimidación. Con cierta frecuencia se ha planteado que el comportamiento de los acosadores podría estar motivado por presentar problemas de autoestima, bajo autoconcepto, etc., Olweus (1998) por el contrario, señala que los acosadores tienen una autoimagen positiva y no manifiestan signos de ansiedad ni de inseguridad.

En su vida de relación social los acosadores son controladores y dan muestras de una fuerte necesidad de dominar a los otros (Bosworth y Espelage, 1999) Estas relaciones de dominio procuran mantenerlas en la escuela, donde tienen una popularidad media o ligeramente inferior a la media, pero en todo caso, siempre se rodean de un grupo que les apoya (Olweus, 1998) Tienen baja tolerancia a la frustración y presentan problemas para ajustarse a las reglas de la institución escolar. Académicamente se ha señalado que su rendimiento tiende a decaer a lo largo de la escolaridad.

Bentley y Li (1995), señalan que los acosadores valoran especialmente el comportamiento violento y, por lo general, creen que los problemas se solucionan mejor usando métodos agresivos y la exclusión social. Por otra parte, Stephenson y Smith (1989) informan que tienden a ser provocados fácilmente, que les atraen las situaciones con contenidos agresivos y que tienen actitudes positivas hacia la agresión. Por lo general, su agresión no se detiene en sus compañeros sino que puede alcanzar también a profesores, padres y hermanos (Olweus, 1991, 1998)

Se ha planteado que los acosadores carecen de habilidades sociales adecuadas; no obstante, Smith, et al. (1993), citado en Bosworth y Espelage (1999) señalan que los acosadores no sólo no carecen de habilidades sociales sino que intencionadamente elijen esos métodos agresivos para obtener poder y dominio en sus relaciones. Una prueba de sus habilidades es que para evitar posibles sanciones fingen ante las figuras de autoridad y son capaces de mostrar que su agresión estaba justificada o que no ha existido (véase Olweus, 1998)

Entre setenta aspectos que podrían ser aplicables para caracterizar a los acosadores, un grupo de expertos (véase Hazler, Carney, Green, Powell y Jolly, 1997) acordaron la presencia de las siguientes características que estarían presentes en los acosadores:

• Controlan a los otros por medio de amenazas verbales y acciones físicas.

• Se enfadan y utilizan la fuerza más rápidamente que el resto de alumnos.

• Tienden a tener poca empatía con los problemas de los otros.

• Sus comportamientos agresivos se repiten crónicamente.

• Perciben erróneamente la intención y las acciones de los otros de forma hostil.

• Frecuentemente se muestran airados y son vengativos.

• Tienen más probabilidad de tener problemas familiares.

• Es frecuente que hayan presenciado en la familia modelos de acoso.

• Es frecuente que hayan tenido en su familia modelos inadecuados para

• Con frecuencia han sido educados con procedimientos de disciplina inconsistentes.

• Es frecuente que sus padres desconozcan lo que hacen, dónde y con quién están.

• Es frecuente que hayan sufrido abuso físico y/o emocional durante su desarrollo.

• Es probable que hayan tenido o tengan contacto con grupos agresivos.

• Ven la agresión como un modo de conservar su autoimagen positiva.

• Dan importancia a la imagen física para mantener el sentimiento de poder y

control.

• Con frecuencia se encuentran enfadados o se enojan fácilmente.

• Crean resentimiento y frustración en el grupo de iguales

La agresión se ha asociado con la existencia de un déficit en el procesamiento de la información social, déficit que causaría la percepción de amenaza y que provocaría la respuesta agresiva (Dodge, 1980) De las teorías basadas en el modelo de déficit de habilidades surge un perfil de agresor similar al estereotipo popular de matón: una persona fuerte pero 'torpe' y con poca capacidad para conocer y entender a los otros.

Para los autores que apoyan la teoría de un déficit de habilidades, la agresión podría ser parcialmente explicada en función de una dificultad para comprender las emociones (Arsenio y Fleiss, 1996) y las intenciones de los otros (Dodge y Frame, 1982) Desde ese planteamiento, la atribución de una intención hostil en el comportamiento de los otros tiene una influencia directa en las respuestas agresivas (Dodge y Frame, 1982), y esta tendencia parece exacerbarse bajo condiciones en las que el “yo” se siente amenazado (Dodge y Somberg, 1987)

Crick y Dodge (1996) señalan que esta predisposición para realizar atribuciones hostiles es una característica particular de los niños agresivos reactivos. Desde este planteamiento de déficit, se dibuja un perfil de la agresión que parece corresponder a la agresión emocional que fue descrita anteriormente.

Sin embargo, la relación entre carecer de habilidades cognitivas para entender las relaciones sociales y la conducta de acoso no es asumida de manera unánime. Aunque se producen situaciones de acoso e intimidación llevadas a cabo de forma reactiva, es frecuente que la situación de acoso se produzca con la apariencia de la agresión que denominábamos como depredadora. La naturaleza de esta agresión fría, típica de las situaciones de acoso escolar, puede ser explicada desde una perspectiva teórica en la que se sostiene que tener habilidad para la relación social puede facilitar la conducta de acoso y, en general, el comportamiento antisocial.

Sutton, Smith y Swettenham (1999) señalan que los matones necesitan una buena cognición social para manipular a los otros y ocasionar sufrimiento de modo sutil y evitar ser descubiertos. Esas habilidades serían particularmente utilizadas por los cabecillas de los grupos de acosadores y cuando se realizan formas indirectas de intimidación. Los autores citados muestran que los acosadores son buenos estrategas cognitivos, hábiles para manipular los sentimientos ajenos, capaces de percibir los detalles de sus actos y, en consecuencia, de reconocer el dolor de los demás, aunque muestran baja capacidad de empatía sentimental. Esto es, no se trataría de un problema cognitivo ya que los acosadores se dan cuenta del efecto de

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sus actos, sino de una desconexión entre el conocimiento de lo que sucede y el afecto o la emoción que suscitaría normalmente el acto producido. Happe y Frith (1996) sugieren que estos niños acosadores han desarrollado una “mente malévola”. Desde esta perspectiva se podría considerar la figura del acosador como una persona socialmente tortuosa y con capacidad para manipular. Este tipo de personalidad ha sido definida como "maquiavélica" y se caracterizaría por tener una actitud amoral, manipuladora y cínica.

John McHoskey y sus colegas desarrollaron la escala de Kiddie-MACH para evaluar el constructo psicológico denominado “maquiavelismo” (véase, McHoskey, Worzel, y Szyarto 1998) y conocer las estrategias que se utilizan para obtener y mantener el poder interpersonal. Esta personalidad manipuladora tendría los rasgos siguientes:

 Carencia de afectos interpersonales.

 No preocupación con la moralidad convencional.

 Ausencia de problemas psicopatológicos graves.

 Bajo compromiso ideológico.

¿Carecen los acosadores de inteligencia social y de capacidad empática y, por lo tanto no son totalmente conscientes de sus acciones? ¿Son, por el contrario, capaces de conocer lo que piensan y sienten los otros, y tienen poder para manipularlos y hacerles daño conscientemente? ¿Puede sentir empatía el acosador con inteligencia social y con buena capacidad para darse cuenta de los pensamientos de los otros?

Se sugiere que los acosadores son capaces de manipular a los demás porque pueden entenderlos fácilmente y predecir las consecuencias de sus acciones, lo que facilita que puedan ejercer su control. Dautenhahn y Woods (2003) consideran a los acosadores como sujetos que poseen tanto la capacidad para realizar una empatía automática como una empatía controlada y que, posiblemente utilicen de forma intencionada procesos de empatía controlada con el objetivo de no ser empáticos. Así, un matón podría ser capaz de reconocer y entender el sufrimiento de su víctima debido a que su capacidad para procesar las emociones le permite interpretar “correctamente” lo que sucede al otro chico. La comprensión de lo que sucede al otro podría activar automáticamente aquellas respuestas empáticas que tenga almacenadas en su memoria relacionadas con ese hecho (p.ej. respuestas relacionadas con el recuerdo de una vez en la que él sintió dolor) y, de este modo, podría manifestar su empatía. Ahora bien, dado que el acosador pretende conseguir unos objetivos determinados y, esa respuesta empática evitaría su consecución,

intervendrían unos procesos cognitivos1 dirigidos a evitar esa manifestación

empática como forma de asegurar el logro de aquellos objetivos (ver gráfico 2)

La hipótesis propuesta sugiere que los acosadores controlan su empatía para evitar ser empáticos cuando intimidan ¿Qué predicciones se derivarían de esta hipótesis, y cómo podrían ser probadas?

1 Se postula que los objetivos personales tienen un papel importante en las manifestaciones

empáticas de todos los sujetos. Sin embargo, en los acosadores la tendencia de mostrar la empatía controlada sería más pronunciada, según la hipotesis que se plantea.

Si los acosadores tienen intactas sus habilidades empáticas así como los procesos implicados para instigar automáticamente a la empatía, es previsible que sean capaces de expresarla en diferentes contextos estraescolares. Este hecho queda probado por la existencia de acosadores que sólo muestran el comportamiento de intimidación en ciertos contextos, pero no en otros; por lo tanto se confirmaría la hipótesis que se propone en relación al perfil de un acosador que puede controlar sus habilidades empáticas según el contexto y en función de sus propias metas. Además, en un estudio longitudinal sobre acosadores se podría predecir que mientras que algunos puedan preferir conscientemente hacer una carrera como "matones", otros podrían no mostrar comportamientos de intimidación después de un cierto período (p.ej debido a un cambio de objetivos personales)

Por otra parte, si los acosadores tienen capacidad para empatizar en función de sus objetivos, será posible encontrar más acosadores en situaciones en las que los sujetos están obligados a competir por obtener recursos, (por ejemplo, conseguir atención y/o afecto de padres o cuidadores, o recursos elementales tales como el alimento en circunstancias extremas) Dautenhahn y Woods (2003) predicen que tales contextos pueden facilitar el comportamiento de intimidación, y hay pruebas (Pellegrini y Bartini, 2001; Pellegrini y Long, 2002) que muestran que la intimidación puede estar relacionada con experiencias críticas de la vida, y con objetivos personales tales como ir a una nueva escuela y establecer (adaptarse o negociar) las nuevas relaciones con los iguales. Los resultados de un estudio longitudinal de dos años, (Pellegrini y Long, 2002) revelaron que el acoso y la agresión aumentaron al principio con el ingreso a una nueva escuela y luego disminuyeron una vez que las jerarquías entre los iguales habían sido redefinidas.

Relación con los otros

Respuesta empática Empatía automática Empatía controlada Se reconocen y procesan

los afectos de los otros

Se conoce lo que sucede a los otros

Altruistas Egoístas

Respuesta no empática

Gráfico 2.- Se plantea que los acosadores poseen la capacidad de empatizar, y que para conseguir los objetivos que se proponen mediante la intimidación, inhiben esa respuesta controlando su empatía. Modificado parcialmente de Dautenhahn y Woods (2003)

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Se ha planteado que los acosadores podrían tener un procesamiento emocional deteriorado similar al de los psicópatas. En este sentido, las investigaciones que examinan los perfiles de los acosadores “puros”, en particular en el acoso relacional, destacan algunas semejanzas con el perfil del psicópata. Por ejemplo, Sutton, Smith y Swettenham (1999) afirman que “aunque no se puede sugerir que todos los matones son psicópatas en ciernes, se encuentra que tienen niveles más altos de psicoticismo que las víctimas y los sujetos de control.” No obstante, no parecen existir evidencias que sugieran que ser acosador en la infancia conduzca automáticamente a la psicopatía en la vida adulta.

La inconsistencia de los estudios sobre el perfil de los acosadores “puros” probablemente se deba a una combinación de diferentes factores que estarían relacionados con la definición de lo que constituye el comportamiento de intimidación; la metodología empleada para evaluar el comportamiento de acoso; las diferencias entre el comportamiento de los acosadores 'puros' y los “acosadores/victimizados”, y el hecho de que los estudios hayan considerado la intimidación física 'directa' o la intimidación relacional.

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