2.5¿Qué ha pasado con las Mujeres en el Caribecolombiano?
3. El aislamiento de las expresiones culturales relegadas a poblaciones afrodescendientes e indígenas en Colombia con respecto a
propuestas de reparación cultural
Se presenta un aislamiento de las expresiones culturales de poblaciones indígenas y afrocolombianas, cuando se plantean propuestas de reparación de tipo cultural y simbólico que quedan reservadas exclusivamente a estas regiones y no se involucra a la sociedad colombiana en este tipo de iniciativas.
Por tal motivo, es necesario apelar a la creatividad para explorar nuevas propuestas de reparación e iniciativas de memoria desde las voces y las miradas de las mujeres y la potencialidad de sus saberes ancestrales, con el fin de propiciar la recuperación y el fortalecimiento de la identidad cultural a través de las músicas tradicionales a partir de la siguiente premisa: el Bullerengue, comotoda música ancestral, es reparador.
Así las cosas, vemos que aún no es clara una política pública de reparaciones en Colombia, en medio de un conflicto y una violencia vigente. No podemos afirmar que estamos ante un postconflicto. Para explicar el significado de la memoria en un país como Colombia, que durante generaciones ha padecido y soportado la violencia, partidista a principios de siglo, en los 60s y 70s, confrontación guerrillera, 80s narcotráfico y crímenes de Estado, 90s, y última década, paramilitarismo, crímenes de Estado, bacrim, etc., es necesario entender fenómenos como la reingeniería paramilitar y el control territorial de las tierras, los cuales son estrategias que desde el mismo establecimiento se han impuesto para
acabar con un proyecto de sociedad y democracia en nuestro país. Por eso, la memoria es un instrumento de las víctimas. La memoria es un medio y un fin de justicia de las víctimas. Porqué hacer memoria es un derecho ciudadano, que no solo involucraa las víctimas sino a la sociedad entera.
¿Cómo tramitamos las mujeres las ausencias? De aquellos que no están, mujeres que quedan a la dirección del grupo familiar restante, luego de la pérdida de sus hijos, hijas, maridos, sobrinos, familiares, conocidos. ¿De qué forma lasmujeres utilizan su tiempo libre, cuando no están realizando las labores reproductivas?. La música a través de los bailes cantados permite eso: que las mujeres se reconozcan en la comunidad y se reconozcan a sí mismas como sujetas de derecho. Como el cuerpo atraviesa lo político y viceversa, lo político atraviesa el cuerpo de las mujeres, el gesto se hace visible, en la forma de caminar, en las manos, en la mirada y el desplazamiento, sin sumisión (Bourdieu). El poder de una mujer con sus vestidos, preparándose para una presentación con su grupo de Bullerengue en un festival. El reconocimiento de una cantadora antes de salir a la tarima y después, los aplausos y sonrisas al público, y si son cantadoras compositoras, el reconocimiento de sus letras y temáticas. La cotidianidad se revela entonces no solo como evocación de sus propias experiencias, sino además, como la evidencia más clara del capital político que incorpora su práctica artística como proyección, como acción política en todo su esplendor en tanto representa la conciencia activa de una sociedad y el soporte cultural de una región devastada por la guerra y los enfrentamientos armados.
Vemos entonces, que es claro que el desarraigo y el desplazamiento forzado “afectan de manera diferenciada a mujeres y hombres. La mujer campesina es especialmente afectada por la ruptura con su mundo primario de relaciones sociales; por su abrumadora presencia como viuda y/jefa de hogar. En segundo lugar es afectada por una trágica paradoja: siendo la más afectada en su identidad social, la menos preparada para emprender nuevas actividades, y la
más aislada, tradicionalmente de una vida organizativa, es, sin embargo, quien debe enfrentarse a la supervivencia física de la familia y a la reconstrucción de una identidad social en un medio desconocido y hostil.”106El despojo y el
abandono no solo proviene o se genera en el conflicto. Las mujeres víctimas se despojan de sí mismas cuando la cultura patriarcal les reserva un espacio limitado en la exigibilidad de sus derechos. Ceferina Banquéz, la protagonista principal del documental “Las Marcas del Tambor” (anexo audiovisual dela investigación), es claro ejemplo de lo anteriormente descrito. En este sentido nos parece pertinente enfatizar en la idea de que la visibilidad de las víctimas va unida a las formas de aparición en el espacio público ciudadano, y en el caso que nos ocupa, las mujeres cantadoras tienen un reconocimiento político en sus comunidades (lideran procesos culturales y artísticos) y ejercen un liderazgo casi natural, con su canto y la difusión de la tradición, se visibilizan en la comunidad política como portadoras legítimas de su saber ancestral heredado de la tradición.
Transformar y acabar con la muerte hermenéutica de las víctimas a la que se refiere Reyes Mate, -que se traduce en la condena a la insignificancia política de la víctima-, debe ser un compromiso político en cualquier democracia que ha pasado por estados de barbaries y guerra. Al contrario, propiciar las condiciones para que esa transformación sea posible es el camino que podemos proponer, dentro de un proyecto político abierto en el que se haga justicia a las víctimas en Colombia. Por eso, frente al daño que se le hace a una persona que es víctima de la violencia sociopolítica y el conflicto armado en Colombia, debemos tener la claridad política de entender que las víctimas tienen todo el derecho a que se les haga justicia. “La víctima es singular y su significación coincide con su existencia: lo que esencialmente la define no es su ideología política o las motivaciones del agresor, sino la injusticia de la violencia recibida. Por eso son inocentes.”107 Y otro
punto esencial en este debate que queremos visibilizar, es que los objetivos de las reparaciones deben pensarme más en términos políticos que en términos
106 Meertens, Donny. Tierra, violencia y género: Hombres y mujeres en la historia rural de Colombia, p. 236. 107 Mate, Reyes. Justicia de las víctimas, p. 184.
jurídicos. De otra parte, si la víctima es singular, debemos partir también, de hacer frente al daño político de esta víctima y su reconocimiento político en la sociedad y la comunidad. Antes de eso, no podemos hablar de reconciliación. La práctica en Colombia nos muestra que hablar de reconciliación es un término problemático, en latinoamérica durante las dictaduras se habló indiscriminadamente de reconciliación nacional sin pasar las páginas y sin una perspectiva de justicia de las víctimas.
Como señala Pablo de Greiff, “Aun cuando las reparaciones son medidas legales bien establecidas en diferentes sistemas en todo el mundo, en los períodos de transición las reparaciones buscan, en última instancia, como lo hace la mayor parte de las medidas transicionales, contribuir (modestamente) a la reconstitución o constitución de una nueva comunidad política. En este sentido también, la mejor manera de concebirlas es como parte de un proyecto político.”108 (negrilla fuera de texto).
Concluye Pablo de Greiff, que debemos partir de una concepción amplia de la justicia que vaya más allá de la satisfacción de reclamos individuales, lo cual incluye: reconocimiento, confianza cívica y solidaridad social, como condición y consecuencia de la justicia.109 Así pues, cuando se refiere al reconocimiento,
hace alusión a la necesidad de restituir la condición de ciudadana a las personas, es decir, reconocer a los individuos como ciudadanos. “La ciudadanía en una democracia constitucional es una condición que los individuos se confieren unos a otros, donde cada uno de los cuales se concibe como valioso en sí mismo.”110
La confianza cívica hace referencia a la disposición que se desarrolla entre los ciudadanos que no se conocen, y que son miembros de la misma comunidad política. Y la solidaridad social hace referencia a la capacidad de las personas de
108 De Greiff, Pablo. Justicia y reparaciones En Reparaciones para las víctimas de violencia política. Estudios
de caso y análisis comparado. Catalina Díaz (Ed.), Centro Internacional para la Justicia Transicional, 2008, p., 307.
109 De Greiff, Pablo. Justicia y reparaciones En Reparaciones para las víctimas de violencia política. Ibíd., p.
308.
ponerse en el lugar de otros. Vemos entonces que “en la medida en que las víctimas sientan que se ofrece un nuevo “contrato social” en el que su dignidad y sus intereses son ampliamente reconocidos, tendrán razones para interesarse en intereses comunes, contribuyendo de esta manera al fortalecimiento de las bases de una sociedad justa.”111
La visibilidad de las víctimas va unida a las formas de aparición en el espacio público ciudadano, y en el caso que nos ocupa, las mujeres cantadoras tienen un reconocimiento político en sus comunidades (lideran procesos culturales y artísticos) y ejercen un liderazgo casi natural, con su canto y la difusión de la tradición, se visibilizan en la comunidad política como portadoras legítimas de su saber ancestral heredado de la tradición.
Igual sucede con la memoria, “la memoria no es una única memoria. Las memorias son siempre diversas y están marcadas por la forma de hacer las distintas narraciones que ellas producen”112. Así pues, antes que hablar de
perdón y reconciliación es necesario problematizar sobre cuáles son las condiciones sociales, jurídicas y políticas de la convivencia en libertad, así, “repensar el sufrimiento de la víctima requiere recuperar su memoria como acto de justicia y como cimiento básico para deconstruir la cultura de la violencia”113.
111 De Greiff, Pablo. Justicia y reparaciones. Ibíd., p. 329. 112 Mate, Reyes.Ibíd., p. 170.