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3.1. Algunas consideraciones sobre el estado actual de la celebración eucarística

3.1.2. Amenaza del fast-food al sentido de la Eucaristía

El Misterio Pascual se inscribe en la realidad de una comida significativa, en la cual Jesús Resucitado es el centro. Con el ritmo imparable de la globalización, se abre un nuevo modo de relacionarse con la comida por causa del afán con que se establecen hoy las relaciones impersonales y, ello, conduce a la reducción de los valores hogareños. Hay, pues:

(…) nuevas manifestaciones de transformación de la vida familiar y de la sociedad en general. Entre estas transformaciones se pueden citar el aumento del consumo fuera de casa, la preocupación por la vida alimenticia y la preferencia de productos de fácil preparación. De esta manera surgen nuevas identidades gastronómicas como es el caso de los restaurantes fast-food (comidas rápidas), los vegetarianos (que no consumen carne animal) y los macrobióticos (adeptos a una dieta alimenticia basada en cereales integrales y alimentos frescos)140.

El fast-food, es una categoría, desarrollada por corrientes antropológicas contemporáneas que recogen un modo de vida particular de las grandes urbes que privilegian las comidas rápidas y descentran los valores tradicionales de la familia141. Estas nuevas identidades

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Nunes, "Somos lo que comemos". En: Estudios y perspectivas de turismo, Vol. 16, 238.

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75 revelan nuevas relacionalidades, no propiamente pascuales, sino alternativas y posmodernas subordinadas al afán individualista de nuestro tiempo. Desde la perspectiva cristiana, ellas deterioran los valores familiares, comunitarios y rituales, porque responden a la demanda de relaciones impersonales frías y carentes de sentido. Por eso, el acto de comer y beber juntos no es hoy un valor priorizado por la cultura light. Es inminente el cambio de la constelación familiar actual, que tiende a reducir el tiempo invertido en las relaciones interpersonales y a buscar nuevos patrones relacionales alternativos e interactivos, por medio de las nuevas tecnologías de la información y comunicación. Del mismo modo, los espacios habitables tienden a encogerse cada vez más, dada la creciente densidad poblacional, particularmente en países en vía de desarrollo. En consecuencia, la desritualización de la comida y la falta de comunicación interrelacional, transforman y reducen el mundo simbólico de la comida a una operación de reabastecimiento142.

Con estas características, la cultura urbana actual satisface la necesidad del afán y permite que las cadenas de mercado y consumo se instalen, de tal modo, en la cultura, que deterioran y amenazan los valores familiares tradicionales, en particular, aquellos reflejados en los ritos de alimentación. Por ello, el acto de comer se ha reducido al ejercicio instintivo de nutrición y manducación, tan opuesto al encuentro comunitario y hospitalario entre Jesús y los discípulos de Emaús. El fenómeno del fast-food se encarna en las estructuras de la cultura contemporánea del afán y del trabajo y desplaza, a un segundo lugar, las riquezas relacionales del encuentro interpersonal y social. Este fenómeno se convierte, pues, en una amenaza para el encuentro comunitario de la eucaristía y a su vez, representa un desafío que invita a los creyentes en Jesucristo, a recuperar la nueva relacionalidad que provoca la comensalidad neotestamentaria.

La cultura del fast-food cambia rotundamente la mentalidad actual y se instituye como el nuevo rito de iniciación de las grandes urbes. Se reemplazan los antiguos ritos, incluso, los religiosos, por los nuevos ritos de la actualidad, en relación con la comida: "Un auténtico rito de iniciación para muchos adolescentes de nuestros días es entrar en una

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76 hamburguesería o en un lugar semejante de comida rápida, porque ello equivale a ingresar en el mundo cosmopolita y adulto y a salir de la casa propia y de la infancia"143.

Por consiguiente, cambia la concepción antropológica y con ella, se transforman los intereses existenciales. El hombre está en función de lo que come y su ser-en-sí se subordina a la dinámica del consumismo. La cocina familiar no es tan valorada, como lo son los restaurantes de cadena. Igualmente, la preparación de los alimentos se transforma, deja de ser sencilla y prescinde de esos toques secretos que requieren de tiempo y afecto. En los restaurantes se implantan otros componentes externos como los insumos, aderezos, marcas y salsas de origen internacional. Se opta por los lugares que no disimulen lujos, colores, luces, utensilios de cocina y el hombre se introduce así, en el amplio mundo de la cocina gourmet que penetra las estructuras socio-económicas, humanas y rituales de la actualidad:

En la comida se reflejan ejemplarmente los cambios más profundos e importantes que están afectando a nuestra sociedad: los lazos familiares se recortan y se reducen a la pequeña familia nuclear; cambia el papel de la mujer, que aspira a participar en la vida pública sin circunscribirse al hogar; los alimentos se industrializan (perfectamente envasados, precocinados y listos para la condimentación; aditivos, fecha de caducidad; proliferación de sucedáneos de todo tipo…)144.

El hombre contemporáneo, en especial, el joven, internaliza un modo de relación especial con la comida, de manera que su ser-en-el-mundo se define por lo que come. Esta situación hace posible comprender la desafección actual de las generaciones más jóvenes por participar asiduamente en la celebración eucarística. Al lado de esta realidad, es de vital importancia recuperar los valores relacionales que subyacen a la eucaristía y cómo estos constituyen una alternativa evangélica ante el pesado mundo de la comensalidad del fast- food. 143 Aguirre, Ibid., 29. 144 Ibid.

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