• No se han encontrado resultados

El presente estudio tiene como objetivo principal determinar la relación que

existe entre el nivel de funcionamiento familiar y el riesgo de embarazo en adolescentes de la Institución Educativa “Virgen del Carmen”, 2019. Se consideró el tema de estudio, ya que la prevalencia de este problema, como es el embarazo

en adolescentes, ha aumentado de manera sostenida a lo largo de los años.

La adolescencia es un período difícil para la mayoría de las personas

jóvenes, porque tienen que afrontar decisiones respecto a la educación, trabajo y

matrimonio, que determinarán el curso de sus vidas. En este período de vida

ocurren comportamientos poco responsables como tener relaciones sexuales sin el

uso de métodos anticonceptivos, el cual puede tener efectos negativos en el ámbito

social, económico y de salud porque derivan en embarazos no deseados y/o

enfermedades de transmisión sexual (OMS, 2017).

Se considera que el ambiente familiar influye en las conductas del

adolescente por el efecto que produce en sus actitudes, es así que el embarazo

adolescente puede contextualizarse como una consecuencia de la disfunción

familiar. Por lo que se hace necesario comprender su conflictiva en el contexto de

sus relaciones con la familia, al enfatizar que la presencia de un modelo familiar

adecuado es de suma importancia para la adolescente en el logro de su madurez

y favorecer estilos de vida saludable, al promover el bienestar y el desarrollo de los

42 A partir de lo expuesto con relación al estudio, se encontraron los siguientes

resultados. Estos responden a los objetivos planteados.

En la tabla 1, se muestra la distribución numérica y porcentual del nivel de

funcionamiento familiar de las adolescentes, donde del 100 por ciento de

adolescentes, el 48 por ciento presentó un nivel de funcionamiento familiar medio,

el 34 por ciento un nivel de funcionamiento familiar bajo y el 18 por ciento presentó

un nivel de funcionamiento familiar alto.

Al comparar los resultados obtenidos, existen investigaciones cuyos

resultados son similares con los resultados encontrados, tales como: Garay, Mayta

y Paredes (2018), en el estudio Funcionalidad familiar y embarazo en adolescentes

que acuden al Hospital Felix Mayorca Soto De Tarma 2017, reportan que el 45 por

ciento de las adolescentes presento funcionamiento familiar medio, el 37,5 por

ciento funcionamiento bajo y el 17,5 por ciento funcionamiento familiar alto.

Asimismo, Carranza y Vera (2016), en el estudio Funcionamiento familiar

en adolescentes gestantes del Centro de Salud Otuzco y del Centro de Salud Simón Bolívar, Cajamarca 2016, reportan que el 76 por ciento presento un funcionamiento

familiar de rango medio, el 16 por ciento rango extremo y el 7,8 por ciento rango

balanceado. Del mismo modo, Castellón (2014), en su estudio Caracterización de

la funcionalidad familiar en adolescentes gestantes en una comunidad urbana del

Municipio de Malambo, Atlántico, Colombia, reporta que el 63,75 por ciento

presento un nivel de funcionalidad familiar medio, un 23,75 por ciento funcionalidad

43

Además, Viteri (2017), en el estudio Repercusión del Embarazo en

adolescentes en el funcionamiento familiar, consultorios de medicina familiar, Centro de Salud Pascuales, junio del 2015 a junio del 2016, reporta que el 54,34

por ciento de las adolescentes presento familia moderadamente funcional, 23,91

por ciento presento familia funcional y el 17,39 por ciento presento familia

disfuncional.

Resultados semejantes son reportados por Santa Cruz y Visaico (2016), en

el estudio Funcionamiento familiar y actitud hacia la sexualidad en adolescentes de

4to y 5to grado de secundaria, obteniendo como resultados que el 52,38 por ciento

de las adolescentes presentaron funcionamiento familiar moderado, el 26,87 por

ciento presento familia funcional y el 17,35 por ciento familia disfuncional. De igual

modo, Llaza y Ocoruro (2018), en el estudio Funcionamiento Familiar y Conductas

de Riesgo en Adolescentes, reportan que el 57.1 por ciento de las adolescentes

tuvieron familia moderadamente funcional, 21.9 por ciento familia disfuncional y

17.7 por ciento funcional.

Por otro lado, existen investigaciones que no coinciden con el presente

estudio, como Amazifuen, Angulo y Barría (2015), en el estudio Variables asociados

al embarazo relacionado a la funcionalidad familiar en las adolescentes del P.S I-2 Zungaro-Cocha; San Juan 2015, reportan que el 82 por ciento de los adolescentes

presentaron familia funcional mientras que el 18 por ciento presento familia

disfuncional. Asimismo, Valera (2017), en el estudio Calidad de Vida y

Funcionalidad Familiar en Adolescentes Embarazadas. Centro Materno Perinatal

44 presentan familia funcional, el 41,0 por ciento presentan familia moderadamente

funcional y el 2.6 por ciento familias disfuncionales.

De manera similar Álvarez y Horna (2017), en el estudio Funcionamiento

familiar y autoestima en adolescentes de la I.E. San José-La Esperanza, 2016,

reportan que el 38,3 por ciento de los adolescentes presentaron funcionamiento

familiar extremo, el 32,8 por ciento funcionamiento familiar medio y el 28,9 por

ciento funcionamiento familiar balanceado.

Como se puede apreciar, dichos resultados en gran parte guardan relación

con el presente estudio, en donde el mayor porcentaje de las adolescentes

presentaron un funcionamiento familiar medio, siendo una situación preocupante,

pues al no contar con una familia cuyo funcionamiento familiar sea alto, predispone

a la adolescente a adoptar conductas de riesgo para su salud.

Según Olson, 2008 citado por Escobar y Vela (2014), refiere que las

familias con funcionamiento familiar medio, en su mayoría tienden a presentar

problemas e inestabilidad entre la cohesión y adaptabilidad, lo cual repercute en

mayor tendencia hacia un bajo funcionamiento familiar. Asimismo, establecen lazos

afectivos débiles, desconfían de la comprensión y apoyo de sus integrantes, razón

por la cual asumen ayudas poco eficientes por parte de personas que son ajenas a

su núcleo familiar. También en este tipo de familia se comparten algunos roles, los

cuales no suelen ser claros y propician conflictos producto de que el adolescente

en ocasiones toma decisiones teniendo en cuenta la opinión de sus padres y en

otras ocasiones no, lo cual podría impulsar a los adolescentes a caer en conductas

45 Asimismo los resultados del presente estudio y de las investigaciones

confrontadas, también muestran un porcentaje considerable de adolescentes que

presento un nivel de funcionamiento familiar bajo, hecho que es preocupante, ya

que su existencia según lo descrito por los autores, no garantiza el cumplimiento

de su rol protector frente a sus integrantes, como es la comunicación, muestras de

afecto, definición de los roles, apoyo en la solución de conflictos, lo cual pone en

riesgo al adolescente a adoptar conductas de riesgo como es el inicio temprano de

relaciones sexuales, puesto a que el adolescente trata de buscar en los amigos u

otras personas esas carencias que no encuentra en casa.

La familia funcional garantiza el crecimiento y desarrollo de sus integrantes,

es parte del equilibrio emocional que facilita afrontar acontecimientos de la vida e

influir en los estilos de vida saludables individuales y grupales como el expresar

afecto, relacionarse con los demás, resolver conflictos, sin embargo la presencia

de una relación parental fría, poco comunicativa, apego inseguro, disciplina

inconsistente y supervisión inadecuada, están vinculadas a familias que presentan

conflicto familiar (violencia, divorcio, pobreza, condiciones económicas baja), los

cuales son indicadores que aumentan el riesgo de desarrollar conductas de riesgo

y problemas emocionales en el adolescente (Apupalo y Arguello, 2016).

Lo mencionado por el autor se asemeja a la realidad de la población en

estudio, quienes en su mayoría según los ítems de la encuesta refirieron poca

comunicación familiar, lazos débiles de confianza y escasas muestras de afecto,

46 En este marco, cobra importancia el fortalecimiento del funcionamiento

familiar, puesto que confiere identidad propia de cada uno de sus integrantes

(Melgar y Flores, 2015). Así como también, la familia tiene un rol esencial en la

prevención de conductas de riesgo, siendo el primer agente protector y facilitador

del desarrollo sano en el adolescente, en donde al interior se educa y su nivel de

funcionalidad admitirá que éste se convierta en un individuo autónoma, con

capacidad de enfrentarse e integrarse a la vida, asimismo los padres son

primordiales por el modelo que ejercitan en el desarrollo de hábitos de vida, formas

de expresar afectos, relacionarse con los demás, de resolver conflictos y de

desarrollar conductas de autocuidado en sus integrantes.

En la tabla 2 se muestra la distribución numérica y porcentual del riesgo de embarazo en adolescentes, observándose que, del 100 por ciento de

adolescentes, el 51 por ciento presentó un mediano riesgo de embarazo, el 33 por

ciento un alto riesgo de embarazo y el 16 por ciento presentó bajo riesgo de

embarazo.

Estos resultados coinciden con los encontrados por Surichaqui y Vera

(2018), en el estudio Funcionalidad familiar y embarazo en adolescentes de los

consultorios externos del Hospital Regional Docente Materno Infantil El Carmen – Huancayo, 2018, quienes reportan que, el 91,75 por ciento de las adolescentes

presentó un nivel medio de tendencia al embarazo y el 7,22 por ciento presentó un

nivel de tendencia Bajo.

Resultados semejantes son reportados por Gamero y Montalvo (2018), en

47

Institución Educativa Pública, Chiclayo, 2015, donde, el 41 por ciento de las

adolescentes presentó un nivel medio de riesgo y solo el 11 por ciento presentó un

nivel bajo en las actitudes de riesgo hacia el embarazo precoz, destacándose que

la mayoría alcanza un nivel alto de riesgos de 62 por ciento en presión social.

Estos resultados difieren con los resultados encontrados por Pérez y

Tamayo (2016), en el estudio Percepción de riesgo sobre el embarazo en

adolescentes de noveno grado, quienes reportan que, el 56 por ciento de

adolescentes presentó una percepción de riesgo bajo de embarazo, el 24 por ciento

riesgo medio y el 5 por ciento un riesgo alto. Así mismo el 72 por ciento no son

susceptibles o vulnerables ante el embarazo y solo el 28 por ciento si son

susceptibles ante el embarazo. De igual manera, Laiza y Navarro (2012), en el

estudio Nivel de comunicación familiar y el riesgo a embarazo en adolescentes,

reportan que, el 78.0 por ciento de adolescentes presentó un bajo riesgo de

embarazo y el 22.0 por ciento presentó un moderado riesgo de embarazo.

Como se puede apreciar, dichos resultados en gran parte guardan relación

con el presente estudio, en donde el mayor porcentaje de las adolescentes presento

mediano riesgo de embarazo, seguido de un alto riesgo de embarazo. Situación

preocupante, puesto a que refleja la posible inefectividad de las distintas estrategias

planteadas en el país para reducir la tasa de embarazos adolescentes, pues aún

no se logra una disminución significativa y los resultados dan a entender que existe

el riesgo de que nuevas adolescentes puedan quedar embarazadas.

Según la OMS (2017), la adolescencia constituye una etapa de riesgos,

48 tempranas, lo que entraña para ellos un elevado riesgo de embarazos. Ante ello se

asume que existen factores que influyen en el desarrollo e inhibición de conductas

de riesgo, cuyos factores al influir en forma negativa propician al adolescente a ser

vulnerable a un embarazo. Asimismo, la influencia negativa de los factores no

garantiza una transición satisfactoria hacia la edad adulta, el desarrollo de la

identidad y la adquisición de aptitudes necesarias para establecer relaciones y

asumir funciones adultas.

Según Flórez y Soto (2013), los factores que conllevan a un embarazo

adolescente lo conforman: factores individuales, sociales e interpersonales. A nivel

individual se centra en el desconocimiento, muchas adolescentes en la actualidad

no conocen como prevenir un embarazo, por falta de educación sexual y

empoderamiento en la atención al adolescentes; a nivel contextual, la mayoría de

los embarazos en adolescentes, se reportan en comunidades rurales y/o urbano-

marginales, situación característica de nuestro país y a nivel interpersonal centrada

en el funcionamiento familiar, base importante para la construcción y regulación de

los comportamientos en los adolescentes, que probablemente, no está siendo

priorizado en la atención de salud integral del adolescente.

Al confrontar lo mencionado por el autor con la realidad de estudio, se

evidencia que las adolescentes en su mayoría presentan los factores antes

mencionados por el autor, pues a nivel individual cierta cantidad de ellas según la

encuesta aplicada refirió haber iniciado relaciones coitales y no haber recibido

información sobre sexualidad, esto refleja el desconocimiento y la vulnerabilidad

hacia un embarazo. De igual manera, al considerar el factor social y/o el contexto,

49 cuales la educación sobre este tema posiblemente no está bien impartida por los

docentes.

No obstante, la adolescente no solo debe recibir información sobre la

sexualidad en el área educativa, sino que esta, debe ser impartida también en la

familia. Sin embargo, hoy en día principalmente en las áreas rurales y urbano

marginales, hablar de sexualidad en la familia, aún sigue siendo un tabú, por lo que

la adolescente ante su desconocimiento, trata de buscar información en lugares no

apropiados, lo cual la hace vulnerable en asumir conductas de riesgo que pueden

desencadenar en un embarazo, relaciones sexuales promiscuas y quizá

enfermedades de transmisión sexual.

Ante esto, determinamos que la influencia negativa del factor individual y el

factor social puede ser reconstruido y mejorado si existe una influencia positiva del

factor interpersonal, pues para que se pueda compartir una buena información

sobre sexualidad, se necesita de familias funcionales y/o donde su funcionamiento

familiar sea alto. Este último factor pone en relevancia el funcionamiento familiar,

principalmente el buen funcionamiento familiar o funcionamiento familiar alto,

donde se imparta confianza, afecto y comunicación entre padres e hijos.

En este sentido al analizar el factor interpersonal, se pudo apreciar que

según el instrumento aplicado las adolescentes, evidenciaron no tener buena

comunicación con sus padres, además de indicar la existencia de conflicto familiar

y de carecer de expresiones de amor y cariño por parte de sus padres.

Evidenciándose de esta manera el factor interpersonal, que corresponde a la

50 profesional de enfermería en las escuelas, para poder atender esta problemática y

brindar un cuidado integral al adolescente y su contexto familiar.

Asimismo, según Mellado y Ninacivincha (2016), la disfuncionalidad familiar

es un predisponente para el embarazo precoz, debido a que existe un déficit en las

relaciones familiares, que refleja la falta de autoridad de los padres, ausencia de

valores y escasas muestras de afecto entre los integrantes de la familia causando

de esta manera la aparición de problemas como el embarazo en los adolescentes.

Lo mencionado por dicho autor también se refleja en la realidad del estudio, pues

las adolescentes según el instrumento aplicado, refirieron que sus padres no

controlan sus salidas, no conocen sus amigos con los que la adolescente se reúne

y suelen ir a fiestas sin el permiso de sus padres.

Esta situación que evidencia la existencia de un mayor número de

adolescentes con mediano riesgo de embarazo, lleva a la reflexión de que se debe

fortalecer el factor predisponente, para que no desarrollen un alto riesgo de

embarazo. Asimismo, la existencia de adolescentes que ya tienen un alto riesgo de

embarazo, nos hace pensar que es necesario priorizar las intervenciones en el

primer nivel de atención, que según nuestro estudio sería trabajar con el factor

interpersonal (familia), a fin de disminuir la incidencia de embarazos precoces.

En la tabla 3, con respecto al funcionamiento familiar y riesgo de embarazo adolescente, se encontró que, del 100 por ciento de adolescentes que presentaron

alto riesgo de embarazo, el 87 por ciento tuvo funcionamiento familiar bajo y el 13

por ciento un funcionamiento familiar medio; del 100 por ciento que presentó

51 familiar, el 11 por ciento funcionamiento familiar bajo, el otro 11 por ciento

funcionamiento familiar alto y del 100 por ciento de adolescentes que presentaron

bajo riesgo de embarazo, el 80 por ciento tuvo funcionamiento familiar alto y el 20

por ciento funcionamiento familiar medio. Según los resultados obtenidos sobre la

relación de variables de estudios, el Funcionamiento familiar guarda relación

estadísticamente significativa con el riesgo de embarazo en las adolescentes de la I.E. “Virgen del Carmen” (p= 0.000).

Estos resultados coinciden con los encontrados por Alvarado (2016), en el

estudio Relación entre el funcionamiento familiar y el embarazo de las adolescentes

usuarias del Hospital Nacional Hipólito Unanue de Junio a Octubre del año 2016 ,

reporta que, el 71,05 por ciento de adolescentes con familia no funcional si

presentaron embarazos, mientras que el 52,43 por ciento de adolescentes no

presentaron embarazo, en cuanto a las adolescentes con familia si funcional el

28,95 por ciento de adolescentes presento embarazo y el 47,57% no presentó

embarazo. Existe relación estadísticamente significativa entre el funcionamiento

familiar y el embarazo.

Asimismo, Orellana (2017), en el estudio Influencia de la Funcionalidad

familiar en el Inicio de las Relaciones Sexuales en Adolescentes de la Parroquia San José de Raranga, SIGSIG 2015, reporta que, el 25 por ciento de los

adolescentes, refirió inicio de las relaciones sexuales tempranas y tan solo el 8,2

por ciento de los adolescentes presentó una familia funcional, por lo que se

determinó que la funcionalidad familiar se encuentra asociada con el inicio de

relaciones sexuales, pues los adolescentes con familias no funcionales tuvieron 6,2

52

De igual manera, Flores (2017), es el estudio sobre Funcionamiento familiar

y su relación en el desarrollo de conductas de riesgo en salud en adolescentes de la Institución Educativa Juana Moreno Huánuco-2016, reporta que el 69,9 por ciento

manifestaron nivel medio de funcionamiento familiar, el 24,8 por ciento mostraron

nivel alto de funcionamiento familiar y el 5,3 por ciento manifestaron bajo

funcionamiento familiar y el 51,3 por ciento indicaron la ausencia de conductas de

riesgo, mientras que el 48,7 por ciento si presentaron conductas de riesgo,

encontrándose relación significativa entre el funcionamiento familiar y el desarrollo

de conductas de riesgo en salud en adolescentes.

Resultados semejantes son reportados por Arpasi (2018), en el estudio

Relación entre funcionalidad familiar y comportamiento sexual de riesgo en adolescentes de 14 a 19 años de edad del distrito de Azángaro, Puno – 2018, reporta que el 47.1 por ciento de los adolescentes que provienen de familias

disfuncionales iniciaron su actividad sexual con edad menor e igual de 15 años y el

44.1 por ciento tuvieron con edad mayor a los 15 años. El 2.9 por ciento de

adolescentes que provienen de familias funcionales iniciaron su actividad sexual

menor e igual de 15años y el 5.9 por ciento inicio con edad mayor a 15 años.

encontrándose que, si existe relación entre funcionalidad familiar y comportamiento

sexual de riesgo en los adolescentes.

Sin embargo, los resultados obtenidos difieren con los encontrados por

Mendoza (2014), en el estudio Funcionamiento familiar y conductas sexuales de

riesgo en estudiantes adolescentes de la Facultad de Enfermería. Universidad Nacional Toribio Rodríguez De Mendoza, Chachapoyas – 2013, reporta que del 100% de adolescentes, dentro de las conductas sexuales de bajo riesgo, el 10.9%

53 provienen de familias funcionales, el 23.9% de familias moderadamente funcional

y el 8.7% de familias con disfuncionalidad; mientras que dentro de las conductas

sexuales de mediano riesgo el 26.1% provienen de familias funcionales, el 23.9%

de familias moderadamente funcional, el 2.2% de familias con disfuncionalidad y

finalmente el 4.3% presentan conductas sexuales de alto riesgo y pertenecen a

familias funcionales; concluyendo que estadísticamente no existe relación

significativa entre el funcionamiento familiar y las conductas sexuales de riesgo de

los estudiantes adolescentes.

Como se puede apreciar, dichos resultados en gran parte guardan relación

con el presente estudio, en donde el mayor porcentaje de las adolescentes

presentan mediano funcionamiento familiar y mediano riesgo de embarazo, seguido

de un bajo funcionamiento familiar y un alto riesgo de embarazo, por lo que se

Documento similar