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sectores antivacunas (con más de un tercio de la población europea y estadounidense sin un esquema completo) y el predominio del lobby de las grandes farmacéuticas para conservar las patentes de vacunas y los tratamientos contra el COVID-19, determinaban un panorama social y sanitario problemático.

Con respecto al panorama laboral y social, se encontraba una situación muy compleja previamente a la pandemia y agudizada luego por la pandemia en sí. Del mismo modo, se apreciaba una importante fragmentación del mercado de trabajo, niveles altos de informalidad y precariedad. El gobierno organizó un programa de subsidios para poder contener a las personas que no podían desempeñar su trabajo de forma habitual o no contaban con trabajo. Así también, se observaba sobre todo en los momentos de mayor cantidad de contagios muchas dificultades para las industrias de poder mantener la productividad al nivel habitual, ya que tenían muchas bajas por contagios o personal de riesgo. En este aspecto también, el Estado lanzó programas específicos para acompañar a las industrias y empresas para pasar la situación de emergencia que se generó. En una primera instancia a todas las personas que tenían patologías de riesgo se les recomendaba quedarse en su casa y también, en el periodo que no hubo clases a los padres con hijos no se les exigía la presencialidad porque debían cuidarlos. En este punto también, el Estado estuvo presente reforzando las asignaciones universales por hijo.

Como consecuencia, empezó a ser un gran problema para el gobierno la educación. Luego de tratar de adaptar las clases a la virtualidad durante 2020, en el 2021 aparece la necesidad de normalizar el dictado de clases para poder retomar el trabajo de los adultos y también porque se comenzaban a observar grandes problemas con respecto a la educación, ya que muchísimos alumnos habían abandonado sus estudios, sobre todo del nivel secundario. Un aspecto fundamental era la falta de accesibilidad a dispositivos electrónicos para poder realizar las clases virtuales. Por otro lado, muchos niños en vez de ir a la escuela comenzaban a realizar trabajos informales o tareas del hogar. Recién un año y medio después del comienzo de la pandemia, en julio de 2021, se retomaron las clases presenciales.

Debido a todo lo anteriormente mencionado, el Estado tenía la necesidad de lograr el mayor porcentaje de vacunación en el menor tiempo posible, concientizando a la población de la importancia de vacunarse y completar los esquemas.

Los jóvenes por su parte, tenían otra perspectiva totalmente diferente de la situación. El aislamiento fue muy difícil para ellos, aunque en un primer momento toda la población

respeto la cuarentena. Cuando empezaron a habilitarse las encuentros sociales, los jóvenes comenzaron a retomarlos y junto con ellos comenzaron a surgir las llamadas fiestas y encuentros clandestinos, en los cuales había muchas más personas de lo permitido. Por otra parte, como toda la sociedad muchos se vieron influenciados por los discursos antivacunas y la desconfianza de la seguridad y eficacia de las mismas. Por último, como he mencionado anteriormente cuando fue específicamente el momento de su vacunación, se observó mucho temor y hasta pánico a la vacuna en sí. Muchos jóvenes sufrían desmayos o se retiraban de los vacunatorios antes de poder concretar la inoculación.

Las modalidades de vínculo comunicación en esta campaña

La campaña comunicacional durante la vacunación COVID-19 del Ministerio de Salud de la provincia de Santa Fe, orientada a los jóvenes, a diferencia de otras, estuvo atravesada por una pandemia mundial, la cual profundizó las condiciones de producción y volvió atípicas las formas y el contexto en el cual se desarrolló. Se dió en un contexto muy cambiante e impredecible. La pandemia nos llevó a trabajar sobre una gran incertidumbre, sobre el supuesto del dato, ni nosotros los que estábamos en el Ministerio teníamos una verdad, porque los datos y las informaciones se modificaban minuto a minuto. Era muy difícil trabajar la informacionalidad cuando los datos eran tan cambiantes. Las acciones y los sucesos que se iban desarrollando modificaban las órdenes y contraordenes que iba definiendo el Gobierno según lo que observaba. El contexto de incertidumbre y las diferentes situaciones sociales, políticas, económicas que iban dándose y la presión de la población modificaban también las directrices del Estado. A su vez, a lo largo de toda la pandemia la falibilidad de la ciencia funcionó en tiempo record. Ninguna validación de las vacunas había llegado a las etapas finales pero la urgencia de la emergencia sanitaria exigía saltarse todos estos controles.

En febrero de 2021, cuando se comenzó a difundir la campaña de vacunación junto con la página web para realizar la inscripción, el rol que tomamos desde el Ministerio de Salud a la hora de comunicar fue meramente informativo. El objetivo era difundir la posibilidad de vacunarse, que la gente conociera que se había definido un plan estratégico de vacunación que establecía que la vacunación se iba a realizar de manera escalonada para diferentes grupos según el riesgo y la exposición que tenían frente al virus. Por otro lado, se publicaron preguntas frecuentes para poder resolver las dudas más generales de la población.

También, en una primera instancia, como el tema de la vacunación era central en la agenda de los medios de comunicación, se informaba cada una de las llegadas de vacunas. Se

buscaba además, detallar la procedencia de cada una, su composición y que las entidades y personas calificadas en el área de Inmunizaciones dieran su visto bueno para la vacunación COVID-19.

A medida que comenzaron a llegar más vacunas empezaron a aparecer diferentes discursos y opiniones acerca de las vacunas, su procedencia, su eficacia, su aprobación, etc. Como he mencionado anteriormente por ejemplo la vacuna Sputnik-V era muy criticada al no recibir la aprobación de ninguno de los países de la Unión Europea. Asimismo, crecían cada vez más los discursos antivacunas y cada vez eran más las personas que defendían estas ideas. En esta instancia, el Ministerio de Salud se vió obligado a pararse desde otro lugar, mucho más ideológico, para poder defender y argumentar, por un lado el porqué de la eficacia y seguridad de las vacunas que se estaban utilizando y por otro lado, reafirmar la necesidad de poder inmunizar a la población.

En este mismo momento, cuando llegó la vacunación de los jóvenes, en julio de 2021, los cuales se encontraban afectados por estas teorías que circulaban y por la exigencia de pedir con exclusividad una vacuna, lo que no siempre se podía cumplir, ya que se aplicaba la vacuna que estuviese disponible. Ya era algo común que las personas se retiraran sin vacunarse por no poder aplicarse la vacuna que querían. Por ejemplo, muchos querían la vacuna Astrazeneca cuando se empezaron a permitir los viajes porque era la aprobada en otros países. Esto se profundizó durante la colocación del primer refuerzo, con la llegada al país de las vacunas Moderna y Pfizer.

Tras todo esto, comenzó a desplegarse la campaña de vacunación para jóvenes desarrollada anteriormente con el objetivo específico de interpelarlos ideológicamente, hablando de la seguridad y eficacia de las vacunas, de la importancia de su aplicación. Por otro lado, se hizo mucho hincapié en que eran la población más expuesta porque era la que más circulaba y luego estaba en contacto con sus familiares adultos, quienes tenían más posibilidades de tener complicaciones con la enfermedad. Entonces en este momento apareció la idea que debían vacunarse para protegerlos, este concepto tomó mucha fuerza.

Esta campaña fue acompañada de acciones específicas en la que jóvenes promotores sanitarios generaban un vínculo cercano con la población objetivo contándoles acerca de la vacunación. En estos encuentros siguiendo el análisis planteado por Sandra Massoni (2016) de las dimensiones de vínculo comunicacional, se observa la dimensión interaccional como soporte para poder consolidar la dimensión ideológica descripta anteriormente.

En ninguna de todas las acciones comunicacionales, por lo rápido y urgente que era desarrollarlas, los equipos pudieron hacer los diagnósticos necesarios que se realizan habitualmente antes de emprender una campaña de comunicación. Las acciones se hacían en respuesta a las necesidades y a las problemáticas que iban surgiendo, ya que debían ser prácticamente inmediatas. En muchos momentos eran pruebas sobre pruebas hasta encontrar la que mejor funcionaba, la que más éxito tenía. En estas situaciones fue muy importante el trabajo multidisciplinar con los profesionales que se encontraban más cerca de la problemática, funcionarios responsables de áreas, médicos, enfermeros, promotores sanitarios, etc. A su vez, también fue clave que se haya conformado un equipo responsable de la vacunación que se ocupaba integralmente de atender cada una de las situaciones.

Esto permitió que se pudiese trabajar siempre de la misma manera, rápida y ordenada.

Análisis de marcas de racionalidad

En este apartado se realiza un análisis de piezas comunicacionales utilizando la técnica de marcas de racionalidad de la autora Sandra Massoni (2016). El objetivo es observar, en una primera instancia cuál fue la modalidad de vínculo que predominó en las piezas comunicacionales, para luego poder observar qué marcas de racionalidad se presentaban.

Estas piezas fueron las utilizadas al inicio de la campaña de vacunación para la población en febrero/marzo de 2021, cuando surgió la página web de la campaña y comenzaron a abrirse los grandes centros de vacunación. La modalidad de vínculo predominante en estas piezas fue la informativa ya que lo que se buscaba era transmitir una determinada información con un objetivo específico; difundir el registro y la población objetivo para que

las personas supieran en qué momento iba a llegarles el turno según su grupo. Lo central era el mensaje y la mayor distribución posible. Por su parte, se observa la verticalidad, como una de las marcas de racionalidad presentes, ya que hay un emisor jerarquizado como fuente que es el Ministerio de Salud de Santa Fe. Además, la segmentación, ya que es posible diferenciar emisores, mensajes, productos comunicacionales y receptores.

Específicamente para la campaña de jóvenes se crearon estas piezas en las cuales ya el objetivo no era meramente informacional, se empezó a observar la dimensión ideológica, ya que se construyó un discurso que buscaba reproducir una idea. Estos mensajes fueron pensados para poder hacer parte a los jóvenes de la vacunación: “Ahora te toca a vos”;

“Vacunate salimos todos juntos”. Buscaban reforzar la necesidad de que para dejar atrás la pandemia nos debíamos colocar todos la vacuna y también destacar que ahora era el momento de los jóvenes. Asimismo, “Yo me vacuné” fue pensado para reproducir imágenes de quienes se habían vacunado para poder generar contagio en otras personas que los vieran. En este caso, la comunicación fue pensada como aparato de reproducción ideológica.

Las marcas de racionalidad que aparecían en estas piezas eran la linealidad, la verticalidad y la segmentación. Estaba muy claro quien producía el mensaje y para quien estaba

destinado, estaba destacada la jerarquía del gobierno dando un mensaje y además se observaba la segmentación, que el mensaje estaba destinado para los jóvenes y no para toda la población. Por otro lado, en estos materiales a diferencia de los anteriormente analizados apareció muy fuerte el denuncismo, la necesidad de generar una toma de conciencia que se posicionaba desde un lugar exhortativo, tratando de sugerir, decir y hasta casi ordenar, que se realizará la acción.

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