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Los ataques de la Fuerza Aérea Argentina

En el ulterior informe sobre de las naves que fueron alcanzadas, no se incluyen las unidades auxiliares de la flota inglesa como ser el HMS Stromness, buque de apoyo frigorífico que fue bombardeado y sorpresivamente sobrevivió a los intensos ataques. Así también el Canberra fue sometido a intensos bombardeos que milagrosamente pudo escapar, a los buques RFA Resourse, Olmeda, Olna y Engadine que también se encontraban en el Estrecho de San Carlos o en lo que se conoció como la batalla de “Avenida de las bombas”.

Seguramente peor suerte le hubiesen tocado a estos si nuestras bombas hubiesen estallado todas al momento de impactar en sus cubiertas. El bautismo de fuego de nuestra Fuerza Aérea empezó el 1° de mayo; durante ese día se consiguió hacer impacto en la Plymouth y alejar al Exeter. Por esas cosas del destino o seguramente de la falta del chequeo previo, nuestras bombas no estallaron como se esperaban. Según investigaciones posteriores a éstas, y muchas de fabricación-irónicamente- inglesas, le faltaba una vuelta más a la espoleta y dar el tiempo necesario para que se activen. Las bombas que se usaron, muchas de ellas datan de tiempo de la Segunda Guerra Mundial.

Según estrategas, si éstas hubiesen estallado, principalmente en fragatas y destructores se hubiesen ido al fondo del mar, obligando a la Royal Navy a replantear la cuestión de las islas o un posible armisticio y cese de las hostilidades. Nuestros pilotos hicieron lo que se pudo, usando todo medio que estaba a su alcance y hasta el límite de las posibilidades tanto humanas como la de los esfuerzos que daban los nobles aviones de nuestra Fuerza Aérea. En la primera incursión de la Fuerza Aérea, se pudo decir que ganamos el primer round; ya para la segunda, los ingleses estaban preparados y hubo incluso hasta algunos derribos. De esta manera la estrategia de la flota

falló porque la flota venia preparada para ataques a una altura considerable, según lo establecían en su teoría gracias a sus radares de gran precisión, pero la Fuerza Aérea planteó una estrategia distinta de vuelo bajo y ellos no estaban preparado para eso. Poco y hasta

infructuoso le sirvieron sus radares de vigilancia y de superficie en sus naves. Aun así nuestros pilotos de gran temple preparación y profesionalismo, que sabían esto, dieron todo y hasta se pagó con vidas las incursiones de difícil regreso al continente. Imaginemos entonces… había

primero que llegar a la zona donde estaban los buques sin ser detectados por los radares, lanzarse a pique contra los buques, calcular el tiro de bombas, luego escapar rápidamente de los aviones Harriers con sus temidos misiles “Sidewinder” y luego otra dificultad más, el de regresar rápido a la base ya que se iba con el combustible justo para la operación. Viéndolo entonces así era una verdadera odisea. Para los ataques a la flota se utilizaban a aviones “señuelos”, es decir aviones civiles y de escasa preparación logrando distraer así la cobertura de los Harriers a los buques más importantes, y luego desde todos lados aparecían los que llevaban bombas: los Mirage y Skyhawk.

El tema de la autonomía de muchos de nuestros aviones era un problema, en especial la de los Mirage, al ser estos de vuelo supersónico, y consumir demasiado combustible al accionar los quemadores en caso de encontrarse con un Harrier; la principal ventaja que tenían era el escape match II (supersónicos). No obstante había en la ruta a la flota dos aviones cisterna “Hércules” para el reabastecimiento en vuelo. En cuanto a los armamentos, nuestros aviones disponían de medios razonablemente eficaces para hacer frente a otro avión. Para ese tiempo se usaba el misil “Shafrir” de fabricación israelita y un modelo tipo “B” Sidewinder, pero menor al Sidewinder norteamericano y al que estaban equipados los Harriers de la RAF. Esto era una seria desventaja porque al toparse con los Harriers, como señalo un brigadier, “lo único que teníamos para

tirarle, era el avión mismo” Además el Harrier podía disparar en cualquier posición ya sea

delante del avión enemigo o de atrás. Es decir su radio de acción bélica era total. Nuestros aviones para derribar a uno enemigo había que conseguir ponerse atrás mismo del Harrier; no obstante la principal ventaja, aparte del profesionalismo y la valentía de los pilotos era el número de aviones (superados a los Harriers en diez a uno), el vuelo supersónico del Mirage, y su principal virtud el combate a gran altura.

En las bases del sur Patagónico se esperaba muchas veces las misiones triunfantes con júbilo y algarabía cuando se infringía algún tipo de daño a la Task Force, pero hubo pilotos que nunca volvieron, desatándose así controvertidos debates entre los brigadieres y comandantes, si continuar con las operaciones aéreas o no. Muchos alegaban hasta cuando se podía resistir, ya que se estaba aniquilando a la Fuerza Aérea, cuando aún así hubo solidaridad de países como Perú, que contaban entre sus filas con aviones Mirage para posibles refuerzos.

En una operación aérea planeada racionalmente y conforme a la situación del País de ese tiempo, de cierta tensión con Chile, había escuadrones de aviones que quedaron de reserva en el continente, como el caso de escuadrillas de Mirage en la base aérea de “El Plumerillo”, en Mendoza, al resguardo de posible ataque chileno. Entre los componentes de la Fuerza Aérea Argentina se contaba con el excelente avión de ataque a tierra de función “antiguerrilla”, (como lo había demostrado en Tucumán, en 1975, al aniquilar los movimientos guerrilleros subversivos) era el temido avión biturbohélice de fabricación argentina I A 58 “Pucará”. Fueron movilizados al aeródromo de Puerto Argentino, en la isla Soledad. Este avión tenía como virtud su vuelo, de gran maniobrabilidad, con su potente artillería, cohetes y su rol de ataque a tierra, cuando aun así, demostró mas que lo esperado al derribar algunos helicópteros enemigos.

Los ingleses veían con terror el vuelo de esos biturbohélices argentinos, tanto es así que se planeó una operación entre sus tropas elite, un plan expeditivo de destrucción de aviones Pucará que se encontraban en un aeródromo; dicho plan de ataque lo llevo adelante las fuerzas especiales SAS, cerca de la isla Borbón. Se movilizó a los Pucará en las islas debido a que estos aviones son aptos para el despegue a corta distancia, a diferencia de los interceptores A 4 y Mirage que son a reacción, o sea que necesitaban una pista más larga.

Foto: avión Mirage III