El mundo, reflexiona finalmente Spencer-Brown, solo puede verse a sí mismo en la medida en que se divide en al menos un estado que ve y otro que es
II. TEORÍA DEL CONOCIMIENTO: OBSERVACIÓN DE SEGUNDO ORDEN Y SISTEMAS SOCIALES
2.4 AUTOPOIESIS Y CLAUSURA OPERACIONAL
Un sistema cuya unidad se determina a partir de sus propias operaciones recursivas es, evidentemente, un sistema autopoiético. Como vimos en el capítulo anterior, el concepto de autopoiesis fue propuesto por Maturana y Varela con el fin de definir la organización de los sistemas vivos. Luhmann generaliza este concepto, de modo que en su teoría ya no se considerará que los organismos vivos, y específicamente las células, sean los únicos sistemas propiamente autopoiéticos. Sistemas con operaciones muy diferentes a las de los seres vivos también podrán ser caracterizados con este concepto.
Como sabemos, el concepto de autopoiesis implica la autonomía y la clausura operacional. Luhmann conecta estas características con la distinción sistema/entorno para explicar la producción de esta diferencia en términos del surgimiento de “espacios de libertad”
internos al sistema, en el sentido de que la autopoiesis “suprime la determinación del sistema por parte del entorno” :
El sistema adquiere libertad y autonomía de regulación mediante la independencia frente al entorno. De aquí que sea posible describir el proceso de diferenciación de un sistema como aumento de sensibilidad para lo determinado (capacidad interna de enlace) y aumento de insensibilidad frente a todo lo demás –por lo tanto, aumento de dependencia e independencia a la vez.
Una vez que empezamos a hablar de sistemas autopoiéticos, operativamente clausurados, resulta evidente que en la distinción sistema/entorno el lado interno, nuestro espacio
marcado, es necesariamente el sistema. Por esta razón, el entorno no puede ser sino “un estado de cosas relativo al sistema”, más aún, “es sólo un correlato negativo del sistema”, o, simplemente, “todo lo demás” . Incluso la atribución de algo al entorno es solo una estrategia del sistema .
Esto no quiere decir, sin embargo, “que el entorno dependa del sistema, o que el sistema pueda disponer a placer del entorno” . Por supuesto, no existe sistema sin entorno; la
autopoiesis no es una autohipóstasis: “no nos dice que el sistema exista por sí mismo, por sus propias fuerzas y sin ninguna aportación del entorno” . De allí la importancia del
concepto de acoplamiento estructural, para dar cuenta de las relaciones que un sistema operativamente clausurado establece con su entorno.
A partir de este concepto, podemos reconocer que el sistema registra permanentemente irritaciones, es decir, perturbaciones, ambigüedades, decepciones, desviaciones e inconsistencias atribuidas al entorno, bajo la condición de acoplamientos estructurales entre sistema y entorno. No obstante —y esto es lo crucial del concepto—, las irritaciones pertenecen al lado interno (o sea, al lado del sistema) del acoplamiento estructural; solo existen irritaciones a partir de estructuras propias del sistema. Paradójicamente, las irritaciones no pertenecen al entorno; toda irritación es una construcción propia del sistema y se trata siempre de una autoirritación, si bien posterior a estímulos provenientes del entorno. Así pues, el entorno ejerce un influjo en el desarrollo únicamente en un marco de autoirritación . Cualquier otra manera en que el entorno sea capaz de influir en el sistema solo puede tener efectos destructivos, y queda excluida del acoplamiento estructural . Así como el entorno no puede determinar las operaciones de un sistema autopoiético, del mismo modo este sistema no puede operar en el entorno. No tendría sentido afirmar que un sistema de este tipo opera en parte dentro y parte fuera; todas sus operaciones son internas .
Esto implica que tampoco sería correcto hablar de la “adaptación” al entorno como parte
de la operación del sistema; el sistema, en la medida en que opera, se encuentra ya adaptado gracias a los acoplamientos estructurales como condición para su funcionamiento en la realidad . En la teoría de la autopoiesis no decimos que un sistema opera para adaptarse a su entorno, pues tratamos con sistemas que operan internamente y solo internamente; se puede hablar de adaptación solo en el sentido de que las operaciones del sistema presuponen siempre acoplamientos estructurales con el entorno.
Sin duda, el entorno puede influir cambios en el sistema, y las operaciones del sistema pueden influir en los estados del entorno. Sin embargo, ninguna de estas influencias puede tener efecto a menos que, una de dos, o estén mediadas por los acoplamientos estructurales, o desencadenen efectos destructivos . En cualquiera de estos casos, las relaciones causales dependen de su pertinencia para la autopoiesis del sistema. Y lo que no puede afectar al sistema de ninguna de estas dos maneras, simplemente carece de relevancia y es ignorado.
La teoría de la autopoiesis posee importantes consecuencias para la teoría del conocimiento. Las observaciones deben considerarse operaciones de un sistema autopoiético, operativamente clausurado; en consecuencia, han de asumirse como pertenecientes al sistema, ya no pueden entenderse en términos de contacto, apropiación, conexión, intercambio, correspondencia etc. con el entorno:
Para los sistemas que observan tampoco existe en el plano de su operar ningún contacto con el entorno. Toda observación del entorno debe realizarse en el mismo sistema como actividad interna con ayuda de distinciones propias —para las que no existe en el entorno ninguna correspondencia. De otra manera no tendría sentido hablar de observación del entorno. Toda observación del entorno presupone la distinción (autorreferencia/ heterorreferencia), que puede hacerse solo en el mismo sistema (¿dónde más?).
Claro está, no se afirma que las observaciones de un sistema puedan hacerse sin un entorno, lo cual implicaría proponer un observador solipsista. Como toda operación de un sistema, la observación depende siempre de los dos lados de la forma: sistema/entorno; y, en tanto sistema autopoiético, el sistema que observa también está expuesto a irritaciones que pueden modificarlo. No obstante, las observaciones referidas al entorno solo pueden entenderse en términos de acoplamientos estructurales que dependen de las operaciones propias de un sistema operativamente clausurado. En consecuencia, las observaciones están constituidas siempre al interior del sistema que observa, nunca en el entorno observado .
Estas consideraciones respecto de la clausura operacional de la cognición ya las encontramos en la teoría de Maturana-Varela. No obstante, existen al menos tres diferencias importantes (aparte de que la autopoiesis ya no esté ligada exclusivamente a la biología). En primer lugar, para Maturana y Varela la diferencia entre sistema y entorno no existe para el sistema mismo, sino que depende de un observador externo; de allí su
propuesta de “mantener la contabilidad lógica” entre el dominio cognoscitivo del sistema y
el dominio de nuestras observaciones, para evitar el dilema de representacionismo y solipsismo . Para Luhmann, en cambio, la diferencia sistema/entorno no depende necesariamente de otro sistema como observador , sino que puede ser producida por el mismo sistema, sin que por ello reemplacemos el representacionismo por el solipsismo (ya veremos la propuesta de Luhmann al respecto).
En segundo lugar, para Maturana y Varela el observador es un ser humano, con lenguaje y conciencia, aunque enraizado en la organización de lo vivo. Luhmann es mucho más radical al respecto: el concepto de observador se maneja en un alto nivel de abstracción, no
Por último, mientras para Maturana y Varela la teoría de la autopoiesis es, al mismo tiempo, una teoría del conocimiento (recordemos la frase de Maturana: “los sistemas vivos son sistemas cognoscitivos, y la vida, como un proceso, es un proceso de conocimiento” ),
para Luhmann el concepto de conocimiento se entiende en términos de operaciones recursivas de observación, y, si bien estas presuponen un sistema autopoiético, del concepto de autopoiesis no se deriva automáticamente una teoría cognitiva . Luhmann considera que, en principio, el sistema autopoiético opera sin cognición; las operaciones cognitivas dependen de la observación, y esta constituye un tipo especial de operación de un sistema.