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Los elementos entregados en el presente análisis para un concepto de cultura como producto del acoplamiento entre individuo y sistemas sociales no pueden ir más allá del ámbito de acoplamiento. Por tanto, lo que ocurre frente a una inclusión cultural en términos de inclusión/exclusión social pertenecen al dominio conceptual de los sistemas sociales, y en particular al dominio coevolutivo de los sistemas sociales. La cultura aparece específicamente ante el logro de acoplamiento entre individuo y sociedad, y desde allí también puede observarse coevolutivamente en los términos propuestos para ese acoplamiento y no otro.

Sin embargo, hemos hecho un esfuerzo por observar más allá del ámbito de acoplamiento, es decir, considerar las perturbaciones de la cultura al interior de los niveles de emergencia de los sistemas sociales. En este punto se observa que ya no hablamos de transformaciones de memoria social irritada por individuos. Para observar en tal dimensión de lo social, pensamos que se debe apuntar a distinguir los elementos de la memoria de los sistemas, y no solo aquellos elementos producidos en su acoplamiento con individuos que se transforman en memoria: los esquemas y guiones. Podría afirmarse que, tal como hemos propuesto a la cultura como un producto residual del ámbito de acoplamiento individuo/sociedad, Luhmann plantea a la memoria como un producto residual de los sistemas sociales (Luhmann, 1998b).

Para observar la cultura de los sistemas sociales se requiere una observación de segundo orden que indique, en primer lugar, las posibilidades de

variación que la estructura mantiene consigo misma y, en segundo lugar, distinguir en tal conjunto cuáles son las posibilidades de variación que pueden imputársele al acoplamiento individuo/sociedad. En este sentido, un observador externo puede distinguir rápidamente el aspecto cultural de un sistema social, en tanto observa la cultura del sistema como novedad con respecto a su propia observación. Rodríguez advierte en relación a esto: “La culturas organizacionales son invisibles

para quien esta inmerso en ella. Si bien un recién llegado detecta, con facilidad, ciertos rasgos propios de la cultura organizacional, paulatinamente estos trazos se van desperfilando, haciéndose invisibles para él” (Rodríguez, 2001). De igual forma en todo sistema social, en la medida que el observador se anexa a las operaciones del sistema social, los esquemas o guiones que observa dejan de ser novedosos para sus observación. El observador deja de observar la cultura, asumiéndola –al igual que el sistema- como elemento de la estructura social.

Por otra parte, debe atenderse que la inclusión de novedad en la estructura del observador esta sujeta a la selectividad contingente de su relación con el entorno. Si bien una organización puede utilizar a otra organización (consultoría) para que observe su cultura, las condiciones de inclusión cultural están determinadas por la selección de variabilidad del observador. Sería ingenuo asumir que una consultora organizacional cambiara completamente sus formas de hacer las cosas cada vez que hace una consultoría.

Para que una observación de segundo orden logre construir el esquema o guión del sistema observado en su observación, debe distinguir cultura de estructura social. Para ello, debe observar las características evolutivas del sistema y distinguir cuáles son las condiciones estructurales por las que el sistema observado distingue la novedad en sus operaciones. Es muy importante distinguir que la novedad en sí no es cultura para el sistema observado, sino que es un elemento de su entorno14 y, en este sentido, cultura para otro sistema social. Para observar la cultura de un sistema social se debe observar, en primer lugar, cómo

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el sistema observa aquello que le resulta novedoso. Lo novedoso es una relación contingente con el entorno dada por las operaciones del sistema. Entre tales operaciones debe distinguirse, en segundo lugar, qué elementos operativos se relacionan con los esquemas o guiones que han sido producidos por los acoplamientos entre individuo y sistema social. Para el caso de un sistema organizacional, los esquemas o guiones han sido producidos por los miembros de la organización y acoplados selectivamente a las operaciones sistémicas.

La observación de segundo orden sobre la cultura de un sistema es metodológicamente compleja pues debe lograr describir el esquema o guión en su observación. Para identificarlos, no se debe observar sólo el comportamiento individual en el sistema, sino cómo tal comportamiento produce contingentemente los esquemas o guiones. Por ejemplo, el esquema o guión “hacer fila en un banco” deriva de la novedad de un comportamiento individual repetido en otro individuo (un individuo que se coloca tras otro, quien se encuentra tras la ventanilla). En tanto novedad, puede comenzar a ser asumida por las operaciones del sistema organizacional “banco”. En este punto, cuando aún no se construye el esquema o guión, el comportamiento individual no asegura que la fila sea una fila –puede tomar cualquier forma-, pero el sistema observa la posibilidad de integrarlo a sus operaciones pues reduce complejidad en el sentido que existe solo un individuo frente a la ventanilla, lo cual simplifica sus operaciones. Cuando el sistema organizacional construye el esquema o guión, racionaliza en sus operaciones el comportamiento individual y los transforma en social produciendo el esquema o guión. Así, la fila se vuelve fila y el esquema o guión obtiene niveles de racionalización al interior de las operaciones sistémicas. Piénsese en las especializadas formas de hacer fila en el banco o en un parque de atracciones.

La construcción del concepto de cultura, finalmente, tiene presupuestos de la teoría de sistemas y proposiciones para desarrollarlas en la teoría de sistemas sociales. A continuación presentamos sintéticamente los presupuestos y proposiciones que hemos descrito.

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