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14 Delgado, M 2007: página 19.

CAPITULO CUARTO:

La participación social y la lucha por los derechos

En este capítulo, revisaremos cómo han participado social, comunitaria y políticamente los vecinos de los barrios de Santo Tomas, en los distintos momentos de su historia. ¿Qué es participar? ¿Cuáles son los objetivos que los hacen comprometerse y participar? ¿Cómo se organizan y participan socialmente? ¿Qué convicciones políticas tienen? Estas y otras interrogantes son las ideas-fuerza que guiarán este aparatado.

4.1.- ¿Qué es participar?

Participar, o la participación como concepto, se asocia con la capacidad de injerencia que los sujetos -los ciudadanos- tienen en la toma de decisiones respecto de alguna acción que el Estado lleva a cabo dentro de un territorio. Participar es decidir, o contribuir en la toma de una decisión. En términos más concretos, la sociedad está compuesta por tres grandes actores: el Estado, el mercado y la sociedad civil. En este sentido, la participación social o ciudadana refiere, en su relación con el Estado y el mercado, “a la intervención de la Sociedad Civil en el ejercicio de las funciones de administración de un servicio público. Participar significaría entonces la capacidad de las personas de estar presente en los procesos de toma de decisiones que dicen relación con lo colectivo. Desde esta perspectiva, participar no sería solo tomar parte, sino que “sentirse” parte, es decir, supondría un compromiso con lo público”27.

La participación en la actualidad es diversa, adquiere diversas dimensiones y formas (social, jurídica, económica, cultural, etc.) porque las condiciones de la sociedad civil también lo son. Por tanto, si bien el concepto de ciudadanía implica la igualdad ante la ley, en su definición más estricta y formal; varios autores indican que esta definición jurídica, rígida respecto de la ciudadanía y la participación, es una definición más bien reduccionista, que no se ajusta con la realidad actual de un mundo donde, la sociedad civil, exige mayor participación, más allá del voto o el mero pago de impuestos.28

De este modo, la participación, entendida como la capacidad de los individuos de influir en la toma de decisiones, tiene distintos niveles de ingerencia. Algunos autores como Franz Geilfus29, han planteado la existencia de “la escalera de la participación”, señalando además que la participación implica que tenemos que adaptarnos constantemente, puesto que no es un estado fijo: es más bien un proceso mediante el cual la gente puede ganar más o menos grados de participación en el proceso de desarrollo. La “escalera de la participación” indica como es posible pasar

27

Bello, Daniela & Rodríguez, M. Angélica. “Estado de la Participación Social en Chile”. Disponible en: http://www.logolinkla.org/conteudos/documentos/DanielaBello_ParticipacionChile.pdf

28

Para mayor información, consultar: Sandoval Moya, J. “Ciudadanía y juventud: el dilema entre la integración social y la diversidad cultural. Ultima décad. [online]. 2003, vol.11, n.19, disponible en: http://www.scielo.cl/scielo.php?pid=S0718-22362003000200003&script=sci_arttext o Rosaldo, Renato. “Ciudadanía Cultural, Desigualdad, Multiculturalidad” Conferencia magistral sustentada en el seminario "El Derecho a La Identidad Cultural", realizado en la UIA- Noroeste, Tijuana, Baja California, 19 de febrero de 1999, disponible en: http://www.consorcio.org.mx/documentos/ciudadania_cultural.pdf

29

Geilfus, Franz. 80 herramientas para el desarrollo participativo. Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA). San José, Costa Rica, 2002

gradualmente, de una pasividad casi completa (ser beneficiario) al control de su propio proceso (ser actor de su auto-desarrollo).

Para el autor, lo que determina realmente la participación de los individuos, es el grado de decisión que pudiesen llegar a tener en un proceso determinado. Esto es válido tanto en las relaciones entre los miembros de la comunidad y la institución de desarrollo, como dentro de las propias organizaciones comunitarias:

ESCALERA DE LA PARTICIPACIÓN

Geilfus, F. 2002: pp. 3

“Podemos tratar de subir paso a paso la escalera de la participación. El éxito dependerá entre otras cosas: del grado de organización de la gente misma, de la flexibilidad de la institución (y de sus donantes), y de la disponibilidad de todos los actores, empezando por los técnicos, que deben modificar ciertas actitudes y métodos de trabajo30”.

Así, la participación podemos entenderla también como el ejercicio del poder ciudadano, que aspira a una sociedad más democrática, directa y participativa, donde la igualdad de derechos confluye de modo armonioso con la diversidad cultural que implica la vida en sociedades modernas, donde todas las voces sean incluidas y escuchadas.

30 Idem. PASIVIDAD SUMINISTRO DE INFORMACIÓN PARTICIPACIÓN POR INCENTIVOS PARTICIPACIÓN FUNCIONAL PARTICIPACIÓN INTERATIVA PARTICIPACIÓN POR CONSULTA AUTODESARROLLO

4.2.- La participación en campamentos y comités de allegados: la política de la necesidad Según nos relatan nuestras entrevistadas, la participación social y política ha ido decayendo a lo largo de la historia de sus familias, o por lo menos se ha transformado drásticamente. Desde que sus padres se organizaban para la toma de terrenos, para la defensa de la población o para la logística del campamento, a la actualidad, ha cambiado todo, las familias, los barrios, las viviendas y la sociedad en general. Con ello, podemos inferir que la participación y la organización no han desaparecido, sino que se han transformado de acuerdo a como la sociedad en su conjunto se ha transformado:

“Antiguamente, no sé, era más unida la gente, era mucho más unida que hoy y mejor, tenía mejores sentimientos. Nos juntábamos en el pasaje y con mis hermanos, por ejemplo, hacíamos la navidad. Mi papá ponía el chuzo, un fierro y cuando iban a ser las 12 del año nuevo, mi papá tocaba y salía toda la gente a darse los abrazos. Ahora no se ve eso. Ahora cada uno en su casa y como que nadie mira a la otra. Antes hacíamos fiesta de navidad, de 18, porque mi papá era bien bueno para las fiestas, mi mamá también, entonces siempre organizaban, eran bien organizados”. (ROSSANA JELDES)

El relato de Rossana apunta en esa dirección, hacia una sociedad cada vez más individualista, donde las nuevas condiciones del mercado inhiben la acción comunitaria en varios aspectos. Pero volvamos a los tiempos de la toma de terreno y los campamentos. Recuerda Rossana por ejemplo, que la participación política era mucho más activa, en la toma de San Rafael por ejemplo, recuerda que su padre y otros pobladores eran activos dirigentes políticos:

“Mi papá también era político, casi, casi es un desaparecido. Era dirigente comunista. Secretario. Mi papá me llevaba a las marchas, a mí me gustaba ir porque a mí siempre me ha gustado eso también, como que lo llevo en la sangre”. (ROSSANA JELDES)

El golpe de estado y la dictadura militar son recuerdos que están muy fuertemente presentes en la memoria de varias de nuestras informantes. Sin necesidad de consultarlo directamente, el tema surgió, desde las propias personas, porque, de acuerdo con lo que relatan, en el contexto de la vida en poblaciones y campamentos, el tema pegó fuerte, con distintas apreciaciones por parte de los pobladores:

“El golpe militar no fue tan aterrorizante donde vivíamos nosotros. Yo estaba estudiando para el 73. Yo estaba en el colegio, y nos mandaron a todos para la casa. Pero traumático no fue. Si teníamos que ir a hacer cola, que no había esto y lo otro: no había leche, azúcar, entonces todos íbamos a hacer lo que teníamos que hacer” (ELIZABETH CORTÉS)

Para Elizabeth, este hecho de la historia nacional no fue tan dramático como para otras familias. Ella vivía en un cité de Santiago Centro, tenía trece años y su familia no estaba vinculada a ningún tipo de adscripción política, de modo que su experiencia fue más bien lejana. No así el caso de María, el que fue un poco más duro. Ella vivía en la toma de Conchalí y tenia ocho años cuando fue el golpe militar:

“Me acuerdo que en ese tiempo había toque de queda, no podía andar nadie en la calle, a las doce ya no podía andar nadie en la calle. Me acuerdo que escuchaba los balazos de las personas que andaban en la calle. Para ir a comprar pan o para obtener un alimento era un atado, nosotros éramos cuatro hermanos y para obtener un alimento teníamos que ponernos cada uno en una fila, por ejemplo uno se ponía en una fila para el kilo de azúcar, otro para el arroz y así… (MARÍA LUCO)

Rossana es quizás quien más duro le tocó vivir este hecho, como su padre era dirigente, además recuerda que muchos de sus vecinos fueron desaparecidos, mientras que su padre y otros pobladores se escondieron durante varios días en algunos lugares que el partido tenía destinado para tales efectos. Su recuerdo personal es el siguiente:

“Para el golpe lo vivimos fuerte nosotros. Yo tenía 13 años, pero yo…UFFF! Estábamos solas con mi mamá y mis hermanos chicos cuando empezó el menjunje de las bombas y todo eso, y de repente sale en la radio, empiezan a hablar de la cosa y van los vecinos que también eran del partido y me dicen a mí que había que quemar todo lo que había de mi papá: diarios, Revistas, todo, tenía montonera de cosas” (ROSSANA JELDES)

La quema de libros y revistas es una imagen recurrente acerca de esos tiempos, el miedo y el terror es la sensación que viene a la memoria. María recuerda también, al igual que Rossana, imágenes muy violentas de esos tiempos, imágenes que están asociadas a la vida de niños en poblaciones y campamentos, en tiempos donde los pobres eran una amenaza para el poder:

“Tengo marcado en mi memoria el recuerdo de que yo estaba comprando, y delante mío había un caballero. En ese tiempo uno tenía que comprar el pan según la cantidad de las personas que vivían en la casa no más, nada más. Nosotros éramos seis, nos correspondían seis panes. Bueno, a este caballero le preguntan los milicos – vestido todos como militares con metralletas y todo- “cuantos integrantes son en tu hogar” seguramente que el caballero le dijo que eran menos integrantes que los panes que llevaba, entonces cuando le cuentan los panes y tenía más, van y le pegan con la parte de atrás de la metralleta en la cara, más encima le quitaron todo el pan y no tenía derecho de llevar nada”. (MARÍA LUCO)

Con este hecho, se pone un abrupto y violento fin a la historia de participación política tradicional en las poblaciones y las familias que estudiamos. Tal es el grado de violencia, que finalmente a través del miedo, anula toda (o casi toda) forma de participación política. La adscripción a partidos políticos, la pertenencia a tal o cual ideal, desaparece en manos de los militares y las comunidades vulnerables viven una larga época de exclusión y desamparo.

4.3.- Los comités de allegados

Otra instancia importante de participación, lo constituye el trabajo en comités de allegados. Luego de vivir prácticamente toda la década de los ‘80s como allegados, la gran mayoría de los pobladores de los barrios de Santo Tomás que estudiamos, se inscriben y participan en comités de allegados. Es mediante esta estructura organizacional que las familias accedieron a las viviendas sociales donde actualmente habitan:

“Primero empecé a hacer los papeles de la casa individualmente no más, por las mías, y después me metí en un comité de allegados. Después de un tiempo le dije a la persona que mejor me retirara, porque no iba a tener nunca mi casa. Pero esta persona no me retiró. Cuando me llama y me dice que salí favorecida con casa, imagínese, me caí de la impresión, me desmaye de la emoción. Así es que ahí me vine para acá, yo me vine el 28 de febrero de 1994, fui una de las últimas en venirme”. (MARÍA LUCO)

Hemos mencionado ya, en capítulos anteriores, que la organización de los pobladores en comités de allegados aceleró sus postulaciones a viviendas sociales, que muchas de las familias las habían realizado (las postulaciones) de manera individual, estando cinco, seis, hasta siete o nueve años pendientes:

“Nosotros pertenecíamos a un comité de allegados. La postulación duró 4 años, éramos más de 100 familias, todas de La Bandera. El Comité se dividió en 3 poblaciones; a esta villa llegamos pocos, éramos como unas 15 familias, otras se fueron a Valle de Lluca, otras se fueron a San Bernardo, otras para el lado de Avenida La Feria. Yo estuve postulando individual primero, durante 2 años. Después me dijeron que la casa salía más rápido si nos inscribíamos en un comité. (ELETICIA ROJEL)

El comité de allegados era una organización formal, que debía tener personalidad jurídica y ser reconocida a nivel institucional. Sus funciones eran, principalmente, las de identificar a las familias con la necesidad de una vivienda, organizar a los pobladores bajo la orgánica del comité y comenzar las gestiones (y el lobby) con las autoridades, para que las familias entraran en el proceso de postulaciones: se debían recolectar las carpetas con documentación requerida, asistir a reuniones con el municipio y el SERVIU y coordinar las visitas sociales para la obtención de la Ficha de Protección Social, Ficha CAS en esos tiempos. Rossana fue dirigente del comité de allegados “Patagonia del futuro”, el que, junto con el comité “Jaime Pavez” organizaron cerca de 100 familias del campamento Patagonia. Pero según nos relata, ese comité no fue el primer intento:

“Don Jaime Estévez dice “tanta juventud que veo acá, podrían formar un comité de allegados”, dice. Se me pararon las antenas y opiné como cinco o seis palabras de atrás, así fuerte, no me acuerdo qué dije pero como que me pusieron atención al tiro, me dijeron acérquese, me acerqué y me dicen “¿usted podría formar un comité?” ¿Cómo se hace? “nosotros la vamos a asesorar” hice un comité de allegados. Estaba súper bueno, lamentablemente todas las chiquillas que estaban en el comité eran menores de edad, entonces no pude sacar personalidad jurídica, no pude sacar el comité. (ROSSANA JELDES)

Este primer intento, no desmoralizó a las pobladoras, quienes después de fundar junto con otras vecinas el campamento, insisten en la figura del comité de allegados:

“había otra señora que ahora se fue de acá del barrio, ella hizo otro comité, hicimos dos comités entre las dos. Mi comité se llamaba “Patagonia del Futuro” y el de ella se llamaba “Jaime Pavez”. En total eran 100 familias. Ella pensó que si le ponía Jaime Pavez iba a salir primero y resulta que yo salí primero, porque nosotros

teníamos la encuesta más baja, las familias que tenía mi comité tenían más niños, teníamos dos, tres, cuatro, hasta seis niños”. (ROSSANA JELDES)

De este modo, las familias de las villas de Santo Tomas consiguen la casa propia, la figura del comité de allegados, si bien cumple una función importantísima para los objetivos de las familias, no tiene la continuidad organizacional una vez llegados al barrio, ya sea porque, como nos relataba Eleticia anteriormente, no todas las familias del comité se iban a los mismos barrios, o bien como nos comenta Beatriz, los vínculos terminan una vez que el objetivo se ha cumplido. El hecho es que una vez llegadas las familias a las viviendas definitivas, comienza todo de nuevo:

“Bueno, fue todo súper bonito. Yo estaba súper feliz, tenía mi casa, estaba feliz de tener algo mío. Mi esposo ya había traído algunas cosas de a poco, como le fue arreglando y todo eso, entonces ya cuando yo me vine estaba casi listo *…+ Había otros vecinos cambiándose, pero yo era tan independiente en mi metro cuadrado, que me quedé aquí no más. O sea, yo salía a comprar, pero no me mezclaba con lo demás vecinos. No sé por qué, pero yo llegué así, llegue embarazada aquí de mi hija y me encerré, yo hacía lo que me gustaba a mí, después salí a trabajar”. (ELIZABETH CORTÉS)

Con los primeros años de vida en el barrio, los comités de allegados quedan en el olvido y comienza a surgir la figura de las juntas de vecinos.

4.4.- La junta de vecinos: La organización formal del barrio.

La obtención de la vivienda definitiva, genera la desintegración de los comités de allegados, desaprovechándose con ello todo el capital social que se había construido sobre la base de este modelo organizacional. No obstante, y debido al surgimiento de nuevas necesidades y desafíos acordes con el nuevo contexto, las familias de estos barrios comienzan poco a poco a visualizar la necesidad de reorganizarse, ya no como comités de allegados sino por la figura que corresponde en cualquier barrio de Santiago: la Junta de vecinos:

“No me recuerdo bien como fue la fundación de la Junta de vecinos, porque yo no me metía con nadie. Yo me inscribí y nada más. Tampoco iba a las reuniones. Yo entré [a la directiva] cuando ya estaba formada la junta de vecinos. Cuando llegamos acá, el primer presidente fue el “Billie Billie” que ya falleció. Después hubo varios presidentes, pero no hicieron nunca nada”. (ELIZABETH CORTÉS)

Así como Elizabeth, muchos otros vecinos no veían, de principio, la necesidad de organizarse, sino que pensaban que el barrio estaba listo con el solo hecho de tener sus casas propias. Pero al poco andar, van notando las necesidades de hacer vida social y establecer una organización que los represente y de solución a sus nuevos problemas y necesidades:

“Al principio no había junta de vecinos porque se estaba recién organizando la población, toda la gente estaba llegando y después se formó. Yo fui a votar, me acuerdo, pero en ese tiempo no estaba tan metida en la organización”. (MARÍA LUCO)

Entonces comienzan a observarse los primeros indicios de problemas de participación, el trabajo y la familia son priorizados por sobre el bienestar común, el que no se percibe como una instancia social importante:

“Nadie quería postular, entonces entré yo, para poder participar en proyectos y cosas así, que se estaban perdiendo. Yo no quedé como directiva, porque era del Tricel (Tribunal Calificador de Elecciones), ¡pero nadie se movía! ni la directiva que habíamos elegido. Entonces empecé a postular a proyectos. Hacíamos los proyectos con la Adelina y a la presidenta le hacíamos firmar los papeles. Cuando ganábamos los proyectos, nosotros ejecutábamos, porque la presidenta trabajaba en otra cosa y no tenía tiempo. Ganamos iluminación para los blocks, porque antes eran oscuros. La Adelina y yo fuimos trabajando, postulábamos a los proyectos del Programa de Mejoramiento de Vivienda y siempre postulábamos para que los niños tuvieran fiesta de fin de año, hacerle una once, algo para ellos, una biblioteca, ellos donaron un libro y nosotros le dábamos su torta y su bebida… esas eran las cosas que nosotros hacíamos” (ELIZABETH CORTÉS)

Así es como, paulatinamente comienza a generarse un tímido tejido social, a partir de acciones comunitarias muy concretas: la construcción y administración de la sede social, la fiesta de navidad para los niños, los proyectos de mejoramiento de vivienda y cosas de ese tipo. Desafortunadamente, la Villa las Américas es muy grande y el beneficio no llegaba a todos:

“Decidimos formar otra junta de vecinos, porque nos sentíamos abandonados, porque siempre que llegaba algún beneficio nunca tocábamos nosotros, nunca alcanzamos algo de esos beneficios, siempre llegaba hasta el frente, hasta las casas, o había que inscribirse para darle juguetes a los niños para navidad y nunca nos enterábamos, siendo que también pertenecíamos a la junta de

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