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6 CARACTERÍSTICAS DEL TÉRMINO MUNICIPAL DE CARTAGENA 6.1 LÍMITES GEOGRÁFICOS

Para un estudio de los molinos de viento del Termino Municipal de Cartagena se hace necesario precisar, en principio, las características geográficas de la zona, fundamento básico que determina la proliferación de estas construcciones.

Al sur de la Región Murciana, y formando parte de un gran plano inclinado que desciende desde las sierras prelitorales (Carrascoy, del Puerto, Villares, Columnares y Escalona), aparece el término municipal de la ciudad de Cartagena, asomada al Mar Menor y al Mediterraneo por 50 Km de Costa.

Figura 14.

Antes de llegar al litoral, una serie de sierras inmediatas a la costa (Algarrobo, Muela, Pelayo, Gorda, Fausilla y Minera) precipitan el territorio en poco trecho, originando bellas calas y playas de singular belleza. Toda la comarca está inmersa geológicamente en el complejo Nevado-Filabride, Alpujarride, que forman parte del Macizo Bético interno.

La erosión ha motivado una planicie de 1700 Km. Aproximadamente, con cierta inclinación, que desciende paulatínamente desde las pequeñas elevaciones montañosas hasta la franja costera.

Por el este el Campo Cartagenero queda abocado al Mar Menor desde Los Urrutias (al sur de Los Alcázares) hasta Cabo de Palos y la Manga. Son zonas de eterna horizontal animadas por labrántios y pesqueras y la estampa grácil de sus peculiares molinos de viento, que trituraron cereales o sal o sacaron agua de los artesianos. La tierra es rojiza y fértil, mejorada sensiblemente por las aportaciones del transvase Tajo-Segura.

6.2. - AGUA

Desde épocas muy remotas, el carácter vital del agua ha anidado siempre en la conciencia del hombre. En el siglo VI a. C. Tales de Mileto sostenía ya, que el agua era el “principio” de todas las cosas. Desde el origen de la humanidad, el hombre ha dado un valor enorme a este líquido y fue reconocido ya en la prehistoria como fuente de energía y poder, ya que, sin ella no es la tierra más que un desierto árido, lugar de hambre y sed, en el que hombres, animales y plantas están destinados a la muerte.

Los primeros hombres, que casi acababan de descubrir el fuego, conocían ya la importancia del agua; por eso, no es extraño que los ríos se vieran muy pronto colonizados, y fueron estos mismos pobladores los que, comprendieron las ventajas de la proximidad del agua, situaron a sus dioses y diosas cerca de ella. Estos seres míticos, a veces favorables, les permitían el agua para sus pequeños cultivos. Por el contrario, otras eran perjudiciales, proporcinandoles una fuerte sequía o inundaciones devastadoras que arrasaban las tierras, enseres y vidas.

La importancia del agua ocupa un primer lugar desde el punto de vista de la agricultura. La primera actividad económica que el hombre conoció, ya que, trdicionalmente ésta ha sido esencial para la producción de alimentos y, por tanto, para la subsistencia del hombre. El aprovechamiento directo de la Naturaleza, la depredación, les obliga a una constante trashumancia. Generación tras generación, mantuvo esta forma de vida hasta el momento en que la multiplicación de la especie obligó a buscar formas sedentarias para obtener de la tierra los productos que le eran indispensables para la vida y, por ello estableció dicha actividad agraria junto a los cursos de agua e hizo necesaria la aventura de crear artificialmente una situación más favorable a cultivos.

Con el paso del tiempo las necesidades de alimentos han sido creciendo y la huerta y el campo deben abastecer a la ciudad de productos con los que satisfacer las necesidades de los que allí residen. Por tanto, a la producción agrícola le es indispensable el aporte de grandes cantidades de agua a la tierra. Estos volúmenes se los suministran, bien las precipitaciones o bien artificialmente, por medio de la irrigación. Además, este incesante aumento de las necesidades obliga a una utilización cada vez más racional del regadío. Desde el punto de vista expuesto, los aparatos elevadores de agua desempeñarían, sin duda, hasta hace dos o tres décadas, un importante papel en la expansión de las tierras irrigadas del Término Municipal de Cartagena.

En la actualidad, a pesar de todos los objetivos logrados en la utilización y aprovechamiento del agua con fines agrícolas, urbanos, energéticos, industriales, etc., su falta sigue siendo la obsesión constante de los hombres de aquellas tierras áridas o con tendencia a la aridez. Estas tierras secas, han venido practicando el regadío desde hace milenios, acrecentando así la superficie total de las tierras con posibilidades de ser cultivadas, aumentando la gama de productos y asegurando otros que de lo contrario hubieran tenido un crecimiento incierto.

El territorio comprendido en la actualidad por el Término Municipal de Cartagena pertenece a estas tierras, y la busqueda y aprovechamiento del agua ha sido y será el objetivo principal y hasta la obsesión de los hombres que pueblan las Huertas y el Campo. En estos sectores se observan los usos más antiguos, las tradiciones más vivas, las prácticas más sabias, una mayor y más generalizada experiencia. Muestra de este ingenio y tradición fue el uso, desde hace siglos, de los sistemas tradicionales de elvación del agua, ya que gracias a estos artefactos, aquella pudo llegar a las parcelas y transformar así un paisaje que de mantenerse el curso natural hubiera continuado siendo de secano; por eso han valido la pena los esfuerzos realizados por el hombre a lo largo del tiempo.

Además hay que señalar que el amor de dichos hombres a la tierra, su inclinación nata a la agricultura les llevó no sólo a buscar los medios necesários para aprovechar las escorrentías superficiales, sino también a explotar las aguas del subsuelo mediante la perforación de pozos, algunos de relativa profundidad.