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CAPITULO I: MARCO TEÓRICO

1.2. Clima escolar

1.2.4. Clima social de aula: concepto desde el criterio de varios autores y de Moos y Trickett

Para Bethencourt & Baez, (1999) el clima del aula o ambiente de aprendizaje es el conjunto de propiedades organizativas, tanto instructivas como psicosociales que permiten

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describir la vida del aula y las expectativas de los escolares se asocian significativamente a sus resultados de aprendizaje a su atención y a su comportamiento.

Moos (1974) definió el clima social como la personalidad del ambiente en base a las percepciones que los habitantes tienen de un determinado ambiente y entre las que figuran distintas dimensiones relacionales. Así una determinada clase de un centro escolar puede ser más o menos creativa, afiliativa, orientada a las tareas, etc.

Así como una específica familia puede ser más o menos controladora, cohesiva, organizada.

Para Vaello, (2006) el clima de clase es el contexto social inmediato en el que cobran sentido todas las actuaciones de alumnos y profesores. El mismo que puede facilitar o dificultar en gran medida el trabajo del profesor y de los alumnos, pues aunque los conflictos pueden aparecer en cualquier momento, suelen aparecer cuando las oportunidades son favorables.

Un clima de trabajo y convivencia pacífica tiene especial importancia para determinar hacia dónde se inclinan los alumnos dubitativos, instalados en la zona de incertidumbre, si hacia el lado del trabajo y la convivencia, o hacia el lado del fracaso académico y la disrupción.

El paso de cada alumno a uno de los dos polos modifica el clima general (sea para mejorarlo o empeorarlo), y éste a su vez facilita los desplazamientos hacia uno u otro extremo, por lo que se crea un círculo cerrado que es necesario canalizar.

López, Pérez y Ramos (2009) señalan al clima social de aula como la percepción que cada miembro del aula tiene sobre la vida interna y diaria de la misma. Esta percepción promueve una conducta individual y colectiva (forma de relacionarse entre sí y con el profesor) que a su vez influye en el propio clima.

El clima de aula, entendido como la calidad de las relaciones entre los alumnos y de éstos con el docente es, según este estudio, el factor que más incide en el rendimiento. Según lo anterior, lo que realmente caracteriza a un aula en la que los estudiantes aprenden es la calidad del ambiente que se constituye en la sala de clase para estimular y provocar el aprendizaje de los niños y las niñas (Román, 2008).

El clima está constituido por el ambiente percibido e interpretado de los miembros que integran la escuela y, a su vez, ejerce una importante influencia en los comportamientos

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de los alumnos y profesores en ese contexto (Martínez, 1996), así como en su desarrollo social, físico, afectivo e intelectual (Schwarth y Pollishuke, 1995).

El clima social, por tanto, hace referencia a las percepciones subjetivas y al sistema de significados compartidos respecto a una situación concreta, que en el caso de la escuela se traduce en la percepción compartida que tienen los miembros de la escuela acerca de las características del contexto escolar y del aula (Trickett y Cols, 1993).

Analizando estos conceptos se puede decir que el clima de aula es el ambiente que se percibe y que caracteriza un aula, el mismo que constituye el aspecto principal de cohesión entre los miembros que la conforman, es decir que de la calidad del clima de aula dependerán los resultados de aprendizaje de los estudiantes.

Al clima social del aula lo componen dos elementos fundamentales: el funcionamiento y la comunicación.

 El funcionamiento hace referencia al tipo de regularidades que podemos observar en la forma de organizar las clases, a la claridad con que se conocen las reglas establecidas por los miembros de la comunidad escolar, así como a la vinculación afectiva entre profesores y alumnos.

Por lo tanto el funcionamiento es adecuado cuando los alumnos tienen claras las reglas y la relación entre profesores y alumnos es positiva, de modo que se favorece el desarrollo cognitivo, afectivo y social de los alumnos.

 La comunicación es una dimensión facilitadora que conforma el clima general en el que se interpretan las interacciones en la escuela y el aula; es decir, constituye un marco interpretativo de las dinámicas de la escuela y del aula, y en el cual se pueden introducir cambios y reajustes en el funcionamiento.

 La comunicación es adecuada cuando se da el hecho de que tanto los alumnos como los profesores puedan expresar abiertamente sus preocupaciones, dificultades o inquietudes, se constituye un recurso indispensable para hacer frente a los problemas que puedan surgir.

Por lo general, el clima social del aula se considera positivo cuando los estudiantes se sienten aceptados, valorados, pueden expresar sus sentimientos y opiniones, se les escucha, se les considera como personas y puede realizar aportaciones e implicarse en varias actividades (Trianes, M. 2000).

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Al seguir las dos dimensiones generales, funcionamiento y comunicación, el clima del aula será positivo cuando el funcionamiento y la comunicación sean adecuados.

Existen, además, dos aspectos relativos a la organización del centro que impiden un clima social adecuado en el aula: la competitividad como valor, que subyace a la organización escolar y a las relaciones entre los alumnos, y la existencia de alumnos con problemas de integración en el aula.

Por un lado, la competitividad entre alumnos, repercute de manera negativa en el clima del aula, puesto que provoca una ruptura entre escolares aventajados y los fracasados académicamente lo cual hace subsistir las etiquetas sociales.

Y por otro, cuando hablamos de la interacción social entre los alumnos, consideramos que en las relaciones sociales que tienen lugar en el aula es habitual que existan grupos vinculados entre sí y un pequeño porcentaje que tienen problemas de integración social con sus compañeros.

Estas características estructurales que delimitan el clima social del aula están inscritas dentro de un sistema formal más amplio que viene siendo el carácter institucional de la escuela. Sin embargo, el responsable último de lo que acontece en el aula, clima, relaciones, motivación, ilusión, etc., es siempre el profesor que es educador, es decir, instructor y socializador (Martínez, 2001).

Vaello, (2006) destaca las siguientes áreas esenciales que ayudan al aprendizaje:

 Control.- Debe ser mínimo pero suficiente, y debe procurar la sustitución progresiva por autocontrol del alumno, el control viene a ser un requisito inicial e imprescindible para poder plantearse objetivos de toda índole, y en este caso el educativo. Para conseguir control en el aula se debe cuidar de los siguientes elementos:

 Establecimiento de límites.- Conductas adecuadas o inadecuadas

 Advertencias.- Avisos por incumplir reglas o para cambios de conducta.

 Compromisos.- Cuando el alumno tiene la intención de cumplir.

 Sanciones.- Como último recurso y como vía para cultivo de responsabilidad.

 Derivaciones. - Cuando los problemas sobrepasan la capacidad de gestión del centro educativo.

 Relaciones interpersonales.- En el transcurso de la clase se dan todo tipo de interacciones sociales entre alumno y profesor, por lo tanto se generan toda clase de

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conflictos, aunque también lo son de satisfacción. Las relaciones son gratificantes si se cumple con lo siguiente:

 Respeto.- Muestra de reciprocidad y asertividad mutua.

 Empatía.- Supone ponerse en la perspectiva del otro, tanto profesor como alumno.

 Rendimiento.- Es el objetivo fundamental hacia lo cual va dirigido todo proceso. Se debe procurar que el rendimiento sea óptimo y mutuo (profesor-alumno), es decir rendir dentro de sus posibilidades, este rendimiento se favorece con las siguientes herramientas:

 Inducción de expectativas.- Toda tarea implica una gratificación. Todos los estudiantes deben tener algo que ganar en el desarrollo de la clase, este debe ser un objetivo central para el maestro en el desarrollo de la clase.

 Motivación.- Mientras mayor motivación menos control, un estudiante motivado tienen predisposición favorable a las actividades.

 Atención. - Captar y saber mantener la atención.

 Atención a la diversidad.- Adaptación a las características de cada alumno para evitar la exclusión.

 Autoestima.- Potenciar un buen auto concepto académico y la adopción de roles compatibles con la convivencia y el trabajo escolar.

Respecto a las variables del hogar y entorno familiar que inciden en los logros de aprendizaje, se destaca el nivel socioeconómico familiar, el nivel educativo de los padres (particularmente la escolaridad de la madre), las condiciones de alimentación y salud durante los primeros años de vida, el acceso a educación preescolar de calidad.

Con respecto a las variables de comunidad de origen que mayor peso tienen sobre los resultados escolares son de carácter estructural: pobreza del vecindario, índices de trabajo infantil y niveles de violencia en el barrio.

Sin embargo, también existe evidencia acerca de variables no estructurales en la comunidad de origen que se correlacionan con los resultados escolares de los estudiantes. Destacan aquí variables relacionadas con el tejido social existente en la comunidad: niveles de participación en organizaciones sociales y en actividades voluntarias, niveles de confianza entre las personas y respecto de la escuela (Brunner & Elacqua, 2004 cit. en Cornejo, R. et al 2007).

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 La incorporación y acogida de los intereses y necesidades de los niños y niñas por parte del profesor;

 Promoción de la participación y autonomía de los estudiantes; la confianza entre alumnos y de ellos con el profesor, el reconocimiento de la vida cotidiana al proceso de aprender;

 Existencia de reglas justas y claras; ausencia de violencia y mediación de conflictos, desarrollo de actividades motivadoras y desafiantes que consideran la diversidad;

 Trabajo de grupo;

 Mayor autocontrol y autodisciplina, entre otros aspectos.

De esta forma, para que un alumno aprenda tiene que sentirse bien con sus compañeros y con el docente. Esta satisfacción afecta positivamente la mirada sobre sí mismo, sus capacidades y posibilidades de aprender, al mismo tiempo que su legítimo derecho a equivocarse (Román, 2008).

En la adaptación española de la escala de clima social se identifican cuatro dimensiones en las que se valora la percepción de las personas respecto al centro escolar, atiende especialmente a la medida y descripción de las relaciones alumno- profesor y profesor-alumno y a la estructura organizativa del aula (Moos, Moos & Tricket, 1989, p. 12).

En principio se debe destacar que Bernstein (cit. en Molina & Pérez, 2006) propone estudiar el clima escolar y de aula en base a cuatro contextos:

 El contexto interpersonal, referido a la percepción que tienen los alumnos de la cercanía de las relaciones que mantienen con los profesores.

 El contexto regulativo: que se refiere a la percepción de las reglas y las relaciones de autoridad en la escuela;

 El contexto instruccional: respecto al interés o desinterés que muestran los profesores por el aprendizaje de sus alumnos;

 El contexto imaginativo y creativo, que se refiere a los aspectos ambientales que estimula a recrear y experimentar.

1.2.5. Caracterización de las variables del clima de aula, propuestas por Moos y