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Conclusiones

In document Iconografía de Santa Teresa de Jesús (página 85-91)

4. La difusión de la imagen

4.2. Desarrollo de la difusión

4.3.4. Conclusiones

La imagen de Teresa de Jesús se extendió en toda la escala social de forma pareja al conocimiento de su fama de santidad y la devoción que suscitaba. Aunque las diferencias cualitativas en parámetros artísticos, sin duda fueron enormes entre las imágenes que poseían unos y otros -desde la pintura y grabados de gran finura al grabado más popular, de factura ruda y estampación defectuosa- lo importante en este caso es la penetración por igual de la imagen de Teresa de Jesús en la sociedad y la religiosidad de las últimas décadas del siglo XVI y las primeras del siglo XVII. Tras esta constatación, será interesante el estudio de la función de las imágenes de Teresa de Jesús en la vida de estas personas, aspecto que trataremos en el siguiente capítulo de nuestro trabajo.

304 Declaración del P. Luis de Santander, de la Compañía de Jesús. 25 de octubre de 1595. Id., t. II, p.

167.

305 Declaración de Don Pedro de Heredia. 14 de junio de 1610. Id., t. III, p. 374.

Fig. 16 Retrato de Santa Teresa de Jesús. Colección particular. Salamanca (España).

5. CONCLUSIONES

El ámbito en el que se desarrolló la actividad pictórica de fray Juan de la Miseria fue el de los primeros conventos de carmelitas descalzos306: dentro de los muros de una

clausura, para ser contemplado por un grupo muy concreto de personas y con unos fines determinados. En ningún caso se trataba de obras de arte, sino de un medio para avivar la devoción307, favorecer la oración308 y guardar memoria309, según la propia Teresa de

Jesús. Es decir, la bondad de estas imágenes consistía en la adecuación a la función para la que habían sido realizadas:

“entre muchas imágenes y pinturas, que unas, según el arte de pintor fuesen más primas que otras, si voy a buscar cosas que me mueva a más devoción, no escogeré la pintura más prima sino la que a mí me mueve más”310.

Fray Juan era un pintor técnicamente limitado. Sin embargo, resultaba solvente en la pobreza de las fundaciones del Carmelo Descalzo, más aún cuando a priori el fin de esta imagen, siendo un retrato, consistía en que permaneciese el recuerdo de Teresa de Jesús en el convento sevillano. Por esta razón, porque lograba cumplir esa función, la Madre María de San José afirmaba: “era en todo perfecta como se ve en un retrato que al natural le sacó fray Juan de la Miseria, un religioso nuestro”311.

Sin embargo, el retrato de Teresa de Jesús no permaneció en la clausura sevillana, ni siquiera dentro los límites de la propia Orden de los Carmelitas Descalzos. Su difusión no fue ajena a las intenciones del P. Jerónimo Gracián, que dedicó buena parte de su vida a la promoción del retrato y obra escrita de Teresa de Jesús. Pero la veloz extensión de esta imagen por medio de copias pictóricas y grabados, su alcance a todos los niveles social y geográfico, y su pervivencia temporal seguramente no fueron previsibles. El propio P. Gracián reconocía que “fray Juan de la Miseria no era tan gran retratador ni tan primo y cortesano como otros”312, justificándose ante el reproche del P. Ribera, de la

306Diccionario de Historia Eclesiástica de España..., p. 1250. 307Moradas 6ª, 9, 13. TERESA DE JESÚS, ob. cit., p. 559. 308Camino de Perfección 61, 8. Id., p. 385.

309Ibid.

310 Acerca del patronato de la gloriosa Santa Teresa de Jesús, s. l., s. i., s. f., p. 4.

311 MARÍA DE SAN JOSÉ, ob. cit., p. 189.

Compañía de Jesús, que ya en 1590 intuía la transcendencia de la imagen de Teresa de Jesús fuera del ámbito del Carmelo:

“sacóse, estando ella viva, un retrato bien porque lo mandó su Provincial, que era el Padre Maestro fray Jerónimo Gracián, que se dejase retratar; y sacóle un fraile lego de su Orden, siervo de Dios, que se llamaba fray Juan de la Miseria. En esto lo hizo muy bien el P. Gracián; pero mal en no buscar para ella el mejor pintor que había en España para retratar a persona tan ilustre”313.

Ésta fue una apreciación que pervivió a lo largo del tiempo: “andan sus imágenes en manos de todos: pero son muy raras las que aún medianamente la representan bien, de que se queja un escritor314315.

Atendiendo a méritos técnicos y estéticos, fray Juan de la Miseria y su obra habrían pasado desapercibidos. No fue así por una razón que expresó Antonio Palomino al incluir la biografía de fray Juan en El Parnaso español pintoresco laureado:

“[fray Juan de la Miseria] retrató por su propia persona a la madre Teresa de Jesús, cuya circunstancia basta para constituirle a fray Juan eminente en esta profesión”316.

Efectivamente, fray Juan de la Miseria fue conocido y reconocido porque pintó el retrato de Teresa de Jesús y porque este retrato no era una obra cualquiera: fue tomado in vivo del propio rostro de Teresa de Jesús, constituía su vera effigies. En definitiva: más allá de todo planteamiento desde criterios puramente artísticos, este retrato realizado por fray Juan no era ni bueno ni malo, era valioso.

En cuanto a la difusión, a partir de un punto, el Convento de San José de Sevilla y del retrato realizado por fray Juan de la Miseria, se configuró toda una red de difusión de la imagen de Teresa de Jesús. Esto fue posible gracias a la iniciativa del P. Jerónimo Gracián de la Madre de Dios y la M. Ana de Jesús, que propiciaron el retrato sevillano, algunas de sus primeras copias, en ocasiones llevaron consigo la imagen de Teresa de Jesús, crearon de nuevos temas iconográficos y utilizaron todos los medios organizativos a su disposición para extender la imagen de Teresa de Jesús. Traslados de

313 RIBERA, F. de, ob. cit., p. 324. 314 Se refiere al P. Francisco de Ribera.

315 INTERIÁN DE AYALA, J., El pintor cristiano y erudito, Tomo I, Barcelona, Imprenta de la Viuda e

Hijos de J. Subirana, 1883, p. 259.

conventos de monjas y frailes de la Orden, viajes de amigos y conocidos, la estafeta, arrieros y carreteros, transporte marítimo, fueron algunos de estos medios.

El inicial ámbito de difusión fue el de los conventos de carmelitas descalzos. Desde ellos se repartió la imagen a religiosos de otras órdenes y también a fieles, en principio familiares o allegados a la Orden. Este sistema se mantuvo durante algunos años en España, pero con la aprobación de las Constituciones de los Carmelitas Descalzos y la fundación de nuevos conventos, la imagen de Teresa de Jesús pasó a Roma, París, y Bruselas. Estas tres poblaciones relevantes se convertían a su vez en potenciales y reales centros difusores, de manera que esa primitiva red se densificó y se extendió por Europa de modo tal que se hace difícil precisar.

En líneas generales, podríamos establecer dos fases diferentes en la difusión de la imagen de Teresa de Jesús, sin tomar en consideración el periodo sin obras entre 1576, cuando se realizó el retrato in vivo, y 1582, muerte de Teresa de Jesús.

La primera fase salvaría la distancia entre los años 1582 y 1596. Se trata de un periodo inicial en los que la imagen se mantuvo en España dentro de los límites de los conventos de carmelitas descalzos, fundamentalmente de la rama femenina, con algunas excepciones a personas cercanas. En datos cuantitativos, tomando el Proceso Informativo del Nuncio Gaetano -llevado a cabo entre 1595 y 1596- es escaso el número de declarantes que afirma tener o conocer imágenes de Teresa.

La segunda fase, que datamos entre 1596 y abril de 1614, cuando tuvo lugar la Beatificación de Teresa de Jesús. Desde al menos las fechas, si no antes, de 1596, 1602 y 1607, el retrato teresiano existía respectivamente en Roma, París y Bruselas. La extensión social experimentó un notable avance: del restringido ámbito de los conventos carmelitas mudó a oratorios de palacios civiles y episcopales, celdas y dependencias comunes de diferentes órdenes religiosas, iglesias y viviendas populares. Tomando las declaraciones del Proceso Remisorial in Specie, entre 1609 y 1610, análogo al citado proceso del Nuncio Gaetano en número de declaraciones y poblaciones en que fueron efectuadas, un número mucho mayor de testigos afirman poseer o conocer imágenes teresianas.

Con todos estos datos, podemos afirmar que la imagen de Santa Teresa de Jesús se difundió de un modo veloz, geográficamente amplio y estuvo presente en todas las estructuras sociales. Las fuentes procedentes del momento en que hablamos, 1576-1614, y que hacen referencia explícita a imágenes de Teresa de Jesús, revelan un panorama desconocido para la iconografía de Santa Teresa, panorama que ni puede ni debe

reconstruirse sólo con las obras conservadas, que atendiendo a los datos manejados, hoy estimamos escasas. La constatación de la rapidez de difusión pone de manifiesto tanto la relevancia del soporte gráfico en la religiosidad del momento, como la importancia que adquirió Teresa de Jesús en los años previos a su beatificación.

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