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CONCLUSIONES SOBRE EL PAISAJE SONORO EN LA CIUDAD DE

7. CONCLUSIONES

7.1.2. CONCLUSIONES SOBRE EL PAISAJE SONORO EN LA CIUDAD DE

CIUDAD DE CÓRDOBA.

Objetivo (b). Realizar una aproximación y diagnóstico a la situación actual del paisaje sonoro de espacios urbanos significativos de la Ciudad de Córdoba, Argentina.

Se abordo el estudio detallado de paisaje sonoro de un conjunto de doce espacios urbanos exteriores de la Ciudad De Córdoba, Argentina, organizados dentro de la estructura vial del área central de la Ciudad. Es una red vial de alto flujo de tránsito vehicular y con alta densidad de vehículos de transporte público. Se detecta que, como en casi todas las ciudades, el tránsito es la principal fuente de ruido presente en el entorno de los espacios estudiados. No obstante, independiente de este ruido ambiente dominante, en cada uno de los ámbitos se observan paisajes sonoros diferenciados motivados por la presencia de fuentes sonoras propias: agua en movimiento, vegetación, circulación de personas, música, etc. Se evidencia que la presencia de estos sonidos propios, capaces de dar identidad a un sector, depende de las posibilidades de enmascarar el ruido de fondo en función de su composición y de las variables urbanísticas que condicionan la propagación del sonido en cada ámbito. La evaluación se realizó mediante mediciones objetivas y relevamiento subjetivo mediante encuestas.

El nivel de presión sonora promedio sobre avenidas y calles perimetrales a los espacios analizados, basado en la medición del nivel sonoro continuo equivalente (LAeq), se ubica entre 70 y 75 dBA, mientras que hacia el interior de los espacios,

alcanza en su mayoría un nivel entre 65 y 70 dBA. La disminución del nivel sonoro hacia el interior de las plazas es de aproximadamente 5 a 10 dBA. Estos niveles están aún por encima de los 55 dBA fijado por la OMS como referencia o límite de molestia grave en el día y en el anochecer.

Desde el punto de vista urbanístico se observa que las diferencias de nivel entre el exterior y el interior de los espacios están determinadas por la capacidad de la estructura formal del espacio, barreras o distancia, para controlar el ruido intruso. En los casos donde las diferencias son menores a 5 dBA se trata de espacios en donde los sonidos propios aún así se encuentran enmascarados por el ruido de tránsito o bien este último ha sido reemplazado por sonidos con altos niveles de intensidad como música y conversaciones propios del sector.

Las mediciones en frecuencia, realizadas por banda de tercio de octava, demuestran un alto contenido de bajas frecuencias producido básicamente por el ruido de tránsito vehicular dominante. Se adoptó como parámetro de evaluación del comportamiento en frecuencia el centro de gravedad espectral CoG y en su defecto la diferencia LCeq- LAeq. Se demuestra que existe un ajuste, mediante la correlación de Pearson, entre las variaciones del centro de gravedad espectral CoG y la diferencia LCeq-LAeq, lo cual permite suponer la representatividad que ambos parámetros tienen para caracterizar el contenido espectral del sonido analizado en situaciones como las descriptas con alto contenido de sonidos de baja frecuencia. En los espacios donde los sonidos de origen natural o humanos son predominantes si bien el ajuste entre los dos indicadores es menor, aún existe una correlación importante.

Como resultado del estudio subjetivo se observa que la apreciación de la calidad acústica en general no tiene una relación evidente con los otros aspectos que en conjunto definen la calidad ambiental del sector. No obstante se evidencia que existe una influencia entre los diferentes parámetros que en conjunto influyen en la apreciación subjetiva ambiental general del espacio. Por otro lado, se observa que un aumento de la calidad acústica está acompañado por al menos otros cuatro parámetros que hacen a la calificación general: lugar adecuado para relajarse, lugar adecuado para pasear, lugar adecuado para encuentros y por su seguridad. Es claro que la función a la cual está destinado el espacio, o la forma de apropiación por parte de los usuarios, influye en la apreciación del paisaje sonoro, la calidad para el desarrollo de una determinada actividad es mayor cuando la calidad sonora es alta.

Se destaca como importante el análisis de los sonidos del paisaje a partir de su clasificación como naturales, tecnológicos o humanos. En general, se evidencia que los sonidos naturales y humanos tienden a ser más aceptados que los tecnológicos,

aunque el nivel de aceptación o molestia depende en todos los casos del tipo de actividad. Las actividades recreativas o ferias priorizan los sonidos de origen humano como las conversaciones o la música, mientras que los de origen natural son los predominantes en espacios destinados al paseo o descanso calificados positivamente. Finalmente, se demuestra que los sonidos tecnológicos no son definitorios en la calificación acústica global cuando los sonidos naturales o humanos tienen un nivel de presencia suficiente como para destacarse sobre ellos. Estando la molestia por sonidos tecnológicos más relacionada con la calidad general del ambiente sonoro esperado por el usuario en el momento del análisis. Paralelamente se ha observado también que a medida que la calidad acústica del espacio es mayor también lo son las exigencias de los usuarios, en relación a los niveles de presencia de sonidos positivos, aspecto que se relaciona con la actividad que pretenden desarrollar diferenciándose de actividades propias de espacios de alto nivel de ruido de fondo.

Se verifica en el análisis realizado que el nivel sonoro continuo equivalente no puede ser el único parámetro objetivo que caracterice el paisaje sonoro de los espacios exteriores. Para niveles de ruido por debajo de los 65-70 dBA el carácter de la fuente sonora tiene mayor influencia que el nivel sonoro general. Se propone, en caso de paisajes sonoros, utilizar el concepto de desagrado para situaciones en donde los niveles sonoros están por debajo de este rango.

La calificación acústica final de un espacio urbano la define el usuario que se encuentra condicionado por una serie de factores objetivos y subjetivos: niveles sonoros en dBA, niveles de presencia de sonidos humanos, naturales y/o tecnológicos, niveles de aceptación de los sonidos presentes, tipo y patrón de uso del espacio urbano. El escenario urbano le transmite un determinado mensaje o efecto emocional que define el carácter y valoración del paisaje sonoro. Las relaciones entre los factores o indicadores son solo parciales, pues indicadores que en una situación son negativos en otros juegan un rol positivo.

7.1.3. CONCLUSIONES SOBRE LA CALIDAD DEL PAISAJE

SONORO Y ANÁLISIS MEDIANTE LÓGICA DIFUSA.

Objetivo (c). Profundizar en el estudio de indicadores destinados a la caracterización del confort acústico de los espacios urbanos.

Los parámetros acústicos físicos no pueden por si solos definir el carácter del paisaje sonoro. Se ha verificado que la calidad acústica de los espacios urbanos depende, dentro del rango de niveles sonoros aceptables, donde no se produce molestia, de

factores que se relacionan con la respuesta subjetiva de los usuarios condicionados por patrones culturales o sociales. Por lo tanto, paralelamente al análisis de los niveles de presencia y/o molestia de los sonidos de un paisaje sonoro y del nivel de intensidad del ambiente en general es necesario tener en cuenta variables relacionadas con la percepción de los usuarios, para lo cual se complementa el análisis del paisaje sonoro urbano con indicadores psicoacústicos, utilizados en los estudios de calidad acústica. De los indicadores psicoacústicos analizados se verifica que la nitidez (sharpness) alcanza una correlación importante con la calidad sonora subjetiva derivada de las encuestas y que la sonoridad (loudness), si bien la relación no es lineal, tiene relación con el concepto de desagrado. Condiciones de paisajes sonoros positivos ubican la sonoridad en valores medios complementados con una buena relación figura – fondo. Un valor de nitidez (sharpness) alto se relaciona casi directamente con la apreciación positiva del espacio. La música, voces, los sonidos naturales, poseen en general un nivel de nitidez alto. La presencia de este tipo de sonidos implica un contenido mayor de componentes medias y altas en el espectro. Así la calidad sonora de los ambientes urbanos será positiva cuando el centro de gravedad espectral CoG sea alto o la diferencia LCeq-LAeq baja. La relación señal-ruido representada por la diferencia L10-L90, permite definir la relación figura-fondo del paisaje sonoro. Cuando los sonidos son positivos, propios del espacio y con contenido semántico para los usuarios una diferencia L10-L90 alta se relaciona con un mayor destaque de los sonidos positivos por encima del fondo y por lo tanto una mayor calidad acústica del espacio. Se deduce que, cuando el nivel de presión sonora LAeq no supera los 65 a 70 dBA, la calidad acústica de un paisaje sonoro puede ser estudiada a partir cuatro descriptores combinados: nitidez, sonoridad, L10-L90 y CoG o LCeq-LAeq. Se observa que la calificación sonora alcanzada por cada descriptor por separado no puede ser aplicada o generalizada al ambiente sonoro, en este último es el conjunto de descriptores que interactúan para definir la calidad sonora del espacio urbano. La influencia que cada indicador tiene sobre la calidad depende de la interrelación con los otros parámetros considerados.

De acuerdo a este análisis un paisaje sonoro de alta calidad o “hi-fi” se puede caracterizar por una nitidez alta, un nivel de sonoridad media, poco contenido de bajas frecuencias (LCeq-LAeq) y una relación figura fondo adecuada (L10-L90). Los paisajes definidos como “hi-fi” o de alta calidad en general poseen una espacialidad marcada, para lo cual es necesario que los sonidos percibidos en primer plano sigan una variación temporal propia que permita la complementariedad entre ellos a la par de poder distinguirlos en el conjunto. Esta variación o alternancia temporal no es solo de intensidad, también lo puede ser en frecuencia. Cuando por el contrario el sonido se

percibe como un continuo de alta intensidad enmascarando los sonidos propios o distantes característicos el paisaje sonoro se define como “lo-fi”.

Se adoptan los postulados de la lógica difusa como adecuados para el estudio de los paisajes sonoros, en los cuales los límites de aceptabilidad o calidad para cada uno de los descriptores acústicos y psicoacústicos que intervienen en la calificación del paisaje sonoro no son precisos. Este comportamiento de interrelación no lineal entre los descriptores se aproxima a los postulados de la lógica borrosa o difusa, lo cual justifica adoptar esta metodología como herramienta de análisis de la calidad sonora de los espacios exteriores a partir de la interrelación de los descriptores acústicos objetivos con la respuesta subjetiva.

Se propone un modelo de lógica difusa destinado a definir un mecanismo que permita alcanzar la calificación del paisaje sonoro mediante el análisis de los indicadores o descriptores acústicos y psicoacústicos identificados como caracterizadores de la calidad acústica del espacio. Las reglas que definen el modelo fueron precisadas de acuerdo a las conclusiones del análisis cruzado entre variables físicas, psicofísicas y calidad acústica subjetiva resultante del estudio realizado y por lo tanto son validas a la situación socio-cultural propia de los espacios analizados. Se alcanza una relación muy precisa entre la calificación alcanzada en las encuesta con el valor calculado mediante la técnica de lógica difusa.