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74 LA CONSTRUCCIÓN DE LA REALIDAD SOCIAL

In document La construcción de la realidad social - (página 36-38)

nalidad colectiva de los usuarios, cada uso de la institución es una expresión renovada del compromiso de los usuarios con la institu- ción. Cada uno de los billetes de veinte dólares acaba gastándose; pero la institución del papel-moneda se robustece con el uso.

El sexto y último rasgo que necesitamos explicar tiene que ver con el papel del lenguaje en la realidad institucional, asunto al que dedicaremos el próximo capítulo.

CAPÍTULO 3

LENGUAJE Y REALIDAD SOCIAL

El objetivo primordial de este capítulo es explicar y justificar mi tesis de que el lenguaje es esencialmente constitutivo de la realidad institucional. He sostenido esta tesis en términos generales, pero ahora quiero sentar de un modo completamente explícito lo que significa, así como ofrecer argumentos que la avalen. Al final del capítulo mencionaré algunas funciones adicionales del lenguaje en los hechos institucionales.

Ya quedó dicho en el anterior capítulo que parece impasible tener estructuras institucionales como el dinero, el matrimonio, los gobiernos y la propiedad sin que haya alguna forma de len- guaje, porque, en cierto sentido misterioso que aún no he expli- cado, las palabras u otros símbolos son parcialmente constituti- vos de los hechos. Esto parecerá empero enigmático cuando veamos que los hechos sociales en general no necesitan el len- guaje. Los animales prelingüísticos pueden tener todo tipo de conductas cooperativas, y los infantes humanos son claramente capaces de interactuar socialmente de maneras harto complejas sin necesidad de mediar palabra. Por lo demás, si nos aprestamos a sostener que la realidad institucional necesita del lenguaje, ¿qué pasa con el lenguaje mismo? Si los hechos institucionales necesitan del lenguaje y el lenguaje es él mismo una institución, parecería que el lenguaje necesita del lenguaje, con lo que tene- mos o regreso infinito o circularidad.

Mi tesis puede tener una versión débil y una versión fuerte. La versión débil dice que, para que se dé algún tipo de hecho institu- cional, la sociedad debe disponer al menos de una forma primitiva de lenguaje, y que, en este sentido, el lenguaje goza de primacía ló- gica sobre las demás instituciones. Desde este punto de vista, el len- guaje es la institución social básica en el sentido de que todas las demás presuponen el lenguaje, pero el lenguaje no las presupone a ellas; ustedes pueden tener lenguaje sin tener dinero ni matrimo- nio, pero no al revés. La versión fuerte de la tesis dice que cada ins- titución necesita de elementos lingüísticos de los hechos que están

a cubierto de la institución misma. Creo que las dos versiones son verdaderas. Me limitaré a argumentar en favor de la versión fuerte; la versión fuerte implica la débil.

PENSAMIENTOS DEPENDIENTES DEL LENGUAJE Y HECHOS DEPENDIENTES DEL LENGUAJE

Para explicar los asuntos y los argumentos que iré presentando, necesito proceder -ya sea taquigráficamente- a ciertas clarificacio- nes y distinciones elementales. Necesito, por lo pronto, hacer ex- plícitos los rasgos del lenguaje que son relevantes al respecto. No trataré aquí de definir «lenguaje», y muchos rasgos que resultan esenciales a los lenguajes naturales plenamente desplegados -como la capacidad generativa infinita, la presencia de mecanismos indi- cadores de fuerza ilocucionaria, cuantificadores y conectivas lógi- cas- son irrelevantes para nuestra discusión. El rasgo del lenguaje esencial para la constitución de los hechos institucionales es la existencia de mecanismos simbólicos, como las palabras, que, por convención, significan, o representan, o simbolizan algo que va más allá de ellos mismos. Así, cuando digo que el lenguaje es parcial- mente constitutivo de los hechos institucionales, no quiero decir que los hechos institucionales requieran lenguajes naturales plena- mente desplegados, como el francés, el alemán o el inglés. Mi tesis de que el lenguaje es parcialmente constitutivo de los hechos insti- tucionales monta tanto como decir que los hechos institucionales contienen esencialmente algunos elementos simbólicos, en este sentido de «simbólicos»: hay palabras, símbolos u otros mecanis- mos convencionales que significan o expresan algo, o representan o simbolizan algo que está más allá de ellos mismos, y lo hacen de un modo que es públicamente comprensible. Pretendo que esto suene por el momento muy vago y genérico, porque lo único que me he propuesto hasta aquí es determinar el rasgo del lenguaje del que afirmo que posee un papel constitutivo en la realidad institucional. El lenguaje, según estoy usando aquí la noción, contiene esen- cialmente entidades que simbolizan; y en el lenguaje, a diferencia de los estados intencionales prelingüísticos, esas capacidades in- tencionales no son intrínsecas a las entidades, sino que les son im- puestas por -o derivan de- la intencionalidad intrínseca de los hu- manos. Así, la sentencia «Estoy hambriento» es parte del lenguaje porque tiene capacidades representatorias o simbólicas por con-

vención. Pero la sensación real de hambre no es parte del lenguaje porque representa intrínsecamente sus condiciones de satisfac- ción. Ustedes no necesitan del lenguaje, ni de ninguna otra clase de convenciones, para sentirse hambrientos.

Necesitamos distinguir en primer lugar entre hechos independien- tes del lenguaje (como el hecho de que el monte Everest tiene nieve y hielo en la cúspide) y hechos dependientes del lenguaje (como el hecho de que «El monte Everest tiene hielo y nieve en la cúspide» es una sentencia castellana). Aunque hay sin duda casos marginales, el prin- cipio es suficientemente claro: un hecho es independiente del len- guaje si el hecho mismo no necesita de elementos lingüísticos para su existencia. Borren todo el lenguaje y el monte Everest seguirá te- niendo nieve y hielo en su cúspide; borren todo el lenguaje y habrán borrado también el hecho de que «El monte Everest tiene hielo y nie- ve en la cúspide» es una sentencia castellana.

Una segunda distinción que nos resulta necesaria es la distinción entre pensamientos dependientes del lenguaje y pensamientos indepen- dientes del lenguaje. Algunos pensamientos dependen del lenguaje en el sentido de que ningún animal podría albergarlos si no dispusiera de palabras o de otros mecanismos lingüísticos para pensar ese mismo pensamiento; pero otros pensamientos son independientes del len- guaje en el sentido de que un animal puede albergarlos sin disponer de palabras u otros mecanismos lingüísticos. Un caso obvio de pensa- miento dependiente del lenguaje es el pensamiento de que «El monte Everest tiene hielo y nieve en su cúspide» es una sentencia castellana. Un ser que no dispusiera de lenguaje no podría albergar ese pensa- miento. Los casos más obvios de pensamientos independientes del lenguaje los ofrecen las inclinaciones y cogniciones no institucionales, primitivas, biológicas, que no necesitan de mecanismos lingüísticos. Por ejemplo, un animal puede tener sensaciones conscientes de ham- bre y sed, siendo ambas formas un deseo. El hambre es un deseo de comer y la sed un deseo de beber, y los deseos son estados intenciona- les con contenidos plenamente intencionales; se trata, en la jerga filo- sófica contemporánea, de «actitudes proposicionales». Por lo demás, un animal puede tener percepciones prelingüísticas y creencias pre- lingüísticas derivadas de esas percepciones. Mi perro puede ver y oler un gato trepando a un árbol y formar la creencia de que el gato está encaramado al árbol. Puede incluso corregir su creencia y formar una nueva creencia cuando ve y huele al gato correr hasta el patio del ve- cino. Otros casos de pensamientos prelingüísticos los constituyen emociones como el miedo o la ira. Debemos darnos margen para ad-

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