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CURRICULO BASADO EN COMPETENCIAS EN LA EDUCACION SUPERIOR

ENTORNO SOCIAL

PROYECTO EDUCATIVO INSTITUCIONAL

VII. CURRICULO BASADO EN COMPETENCIAS EN LA EDUCACION SUPERIOR

En la sociedad actual, la educación y especialmente la educación superior, posee la tarea de desarrollar en los estudiantes las habilidades que les permitan operar de manera adecuada, pertinente y eficaz en esta sociedad.

La incorporación de las competencias en el currículo universitario implica una serie de planteamientos, toma de decisiones y cambios en la formación universitaria. Estos cambios tienen como objetivo desarrollar y diseñar la formación universitaria como un proyecto formativo integrado, es decir, un plan de actuación pensado y diseñado en su totalidad; que tiene la finalidad de “obtener mejoras en la formación de las

personas que participan en él”, y que como proyecto es una unidad con manifiesta coherencia interna (Zabalza, 2003)57.

Tareas como garantizar el trabajo intencional de todas las competencias recogidas en el perfil académico-profesional con actuaciones identificables, definir competencias incluidas en cada proyecto, haciéndolas comprensibles para todos los implicados; promover metodologías que favorezcan el aprendizaje activo y acerquen la realidad profesional y social a la formación y utilizar procedimientos de evaluación pertinentes y válidos, entre otras, son algunos de los elementos que deben constituir el plan de acción para llevar a cabo un currículo basado en competencias.

La incorporación de las competencias al lenguaje y a los saberes universitarios responde a diversos motivos, siendo unos de los principales el de acercar la universidad a la sociedad y al ámbito laboral y desarrollar una enseñanza más práctica y útil para los estudiantes. Para ello el enfoque de las competencias contribuye a incrementar la pertinencia de los programas educativos debido a que busca orientar el aprendizaje acorde con las necesidades, retos y problemas del contexto actual y futuro, a través de una formación más práctica, centrada en el saber hacer para garantizar un aprendizaje significativo y funcional, con sentido integral.

Si bien es cierto, las reformas universitarias de los últimos tiempos han contribuido a incorporar gradualmente disciplinas vinculadas a la práctica profesional, aún es necesario que los planes de estudio favorezcan la practicidad, profesionalización y diversificación, en las disciplinas, más que los contenidos como meros aglomerados de saberes que los estudiantes deben dominar. Es decir, cambiar la mirada sobre los contenidos, ya que estos, son un medio para desarrollar competencias; se vuelven relevantes en función de las competencias que se requiere que los estudiantes logren.

Para esto, los planes de estudio requieren modificaciones y la necesidad de una planificación que incluya desde explicitar objetivos y aprendizajes esperados, la organización de unidades de aprendizaje que permitan lograr de la manera más eficaz posible los objetivos propuestos, incluyendo actuaciones interdisciplinares en forma de prácticas, seminarios, debates, etc.; así como la selección de metodologías que respondan al conjunto de objetivos, tomando en cuenta los recursos disponibles,

57

Zabalza, M., 2003 La enseñanza universitaria. El escenario y sus protagonistas. Madrid: Narcea.

seleccionando contenidos pertinentes y coherentes con las prestaciones, y la preparación de un plan de evaluación de los procesos y de los resultados garantizando a través del diseño y de los procedimientos que utiliza el rigor y la validez de esta evaluación.

Los programas o planes de estudio de formación basados en competencia deben caracterizarse por:

• Enfocar la actuación, la práctica o aplicación y no el contenido;

• Mejorar la relevancia de lo que se aprende;

• Evitar la fragmentación tradicional de programas academicistas;

• Facilitar la integración de contenidos aplicables al trabajo;

• Generar aprendizajes aplicables a situaciones complejas;

• Favorecer la autonomía de los individuos;

• Transformar el papel del profesorado hacia una concepción de facilitador58.

Si bien es cierto que cada una de las características anteriormente señaladas son importantes, es esencial en este enfoque un cambio en el rol que los docentes desempeñan. Transformar el papel del profesorado hacia una concepción de facilitador implica llevar a cabo adecuaciones principalmente en la enseñanza, la cual debe estar centrada en el estudiante. Organización, seguimiento y evaluación continua del aprendizaje de los estudiantes, son tareas esenciales de los docentes para desarrollar el enfoque por competencias.

Según Villa y Poblete (2007)59, existen cuatro elementos fundamentales del proceso de enseñanza-aprendizaje para lograr competencias, a saber:

1. estrategias y metodologías de enseñanza-aprendizaje, las cuales se pueden definir como el diseño de un proceso regulable compuesto por una serie de procedimientos y normas que aseguran una decisión óptima en cada situación, en función de los objetivos perseguidos, incorporando los métodos y técnicas adecuados y ajustándolos a los tiempos previstos.

58 Yaniz, C. Las competencias en el currículo universitario: implicaciones para diseñar el

aprendizaje y para la formación del profesorado.

59

Villa, A., Poblete M. 2007 Aprendizaje basado en competencias. Una propuesta para la evaluación de las competencias genéricas, Universidad de Deusto.

2. Las modalidades es otro de los elementos, y se entienden como formas de globales de organizar el proceso de enseñanza-aprendizaje. Estas pueden ser presencial, semi presencial y virtual.

3. El seguimiento del aprendizaje del estudiante, es un elemento clave en este enfoque, ya que permite un feedback de su progreso, además permite que efectúe su propia autoevaluación o reflexión sobre cómo va desarrollando su estudio y trabajo académico. Los sistemas de seguimientos pueden ser presenciales o virtuales, a través de sistemas tutoriales, portafolios u otros medios.

4. El aprendizaje basado en competencias requiere un sistema de evaluación variado, pues cada competencia tiene componentes muy distintos que necesitan procedimientos diversos para ser evaluados correctamente. Lo verdaderamente importante de la evaluación es la coherencia entre el propósito a evaluar y el procedimiento seleccionado para ello. Qué y cómo se va a evaluar son preguntas fundamentales a la hora de poner en práctica este último elemento. Evaluar por competencias significa, en consecuencia, saber qué se desea evaluar; en segundo lugar, definir explícitamente cómo se va evaluar, y en tercer lugar, concretar el nivel de logro que se va evaluar.

Cómo se describen las competencias en los procesos de formación en la educación superior?

El aprendizaje basado en competencias no debe entenderse como un aprendizaje fragmentado, sino hay que entenderlo desde una perspectiva integradora, posibilitando una dinámica entre los conocimientos, las habilidades y el comportamiento efectivo.

Para desarrollar las competencias se requieren los conocimientos, ya que no se pueden desarrollar en el vacío, tienen un componente cognoscitivo imprescindible, pero ofrecen un sentido al aprendizaje y al logro que se pretende.

La formación por competencias incluye saber (los conocimientos teórico propios de cada área científica o académica), saber hacer (aplicación práctica y operativa del conocimiento a las situaciones determinadas), saber convivir (actitudes y habilidades personales e interpersonales que facilitan la relación y el trabajo con los demás) y el

saber ser (los valores como un elemento integrador del modo de percibirse y vivir en el mundo, compromiso personal de ser y estar en el mundo) (Villa, Poblete, 2007)60.

La competencia, desde un enfoque integrado, representa una dinámica combinación de atributos que según Heywood (1993), en Villa y Poblete (2007)61proporciona:

• Una descripción de la acción en la medida en que la persona busca realizarla como un tipo de de actividad particular;

• Un desempeño en situaciones específicas, incorporando la idea de juicio;

• La capacidad interpretativa y la consiguiente toma de decisiones;

• La integración y la relación en contextos específicos y tareas fundamentales que, como “acciones intencionales”, son una parte central de la práctica profesional;

• El rescate, como clave de un desempeño competente, la ética y los valores;

• El contexto y la transferencia a diversas situaciones.

De acuerdo a Tobón (2008) existen cinco grandes modelos para describir y normalizar las competencias en la Ed. Superior, tal como aparecen en el Cuadro Nº 2, a continuación62:

Cuadro 2.

Modelos para la Normalización de Competencias, Tobón (2008)

Tipo de modelo de descripción y normalización de competencias

Énfasis en la descripción a. Normalización basada en el enfoque de

unidades de competencia laboral-profesional

- Unidades de competencia - Elementos de competencia b. Normalización basada en niveles de dominio y

rúbricas

Niveles de dominio de cada competencia y rúbricas

c. normalización basada en niveles de dominio solamente

Solo niveles de dominio en cada competencia d. Normalización sistémico-complejo: problemas

y criterios

- problemas - competencias - criterios e. Normalización basada en criterios de

desempeño

- Competencias

- Criterios en cada competencia

60 Villa, A., Poblete, M., 2007 Aprendizaje basado en competencias. Una propuesta para la

evaluación de las competencias genéricas, Universidad de Deusto.

61

Villa, A, Poblete, M., 2007, op. cit.

62

Tobón, S., 2008 “La formación basada en competencias en la Educación Superior: el enfoque complejo”. Curso Iglu 2008, Guadalajara, México

El modelo más reciente de identificación, normalización y descripción de competencias es el Sistémico Complejo. A juicio del autor, el modelo se basa en identificar y normalizar las competencias con base en tres componentes: problemas, competencias y criterios. El modelo se presta bien a hacer más rápido y ágil el proceso de describir las competencias y establecerlas como el centro de un perfil académico profesional de egreso, sin dejar de lado la pertinencia y la integralidad del desempeño humano antes los problemas (Tobón, 2008).

Este modelo complejo normaliza las competencias con base en los siguientes principios:

1. las competencias se determinan a partir de las identificación de problemas sociales, profesionales y disciplinares, presentes o del futuro.

2. los problemas se asumen como retos que a la vez son la base para orientar la formación.

3. cada competencia se describe como un desempeño íntegro e integral, en torno a un para qué.

4. en cada competencia se determinan criterios con el fin de orientar tanto su formación como evaluación y certificación.

5. los criterios buscan dar cuenta de los diferentes saberes que se integran en la competencia. Es así como se tienen criterios para el saber ser, criterios para el saber conocer y criterios para el saber hacer.

Desde esta mirada, el fin del diseño curricular en una institución educativa es generar un claro liderazgo y trabajo en equipo que gestione con calidad el aprendizaje, con base en un proyecto educativo institucional compartido por toda la comunidad educativa, con estrategias de impacto que promuevan la formación integral de los estudiantes y dentro de ésta el desarrollo y fortalecimiento del proyecto ético de vida, el compromiso con los retos de la humanidad, la vocación investigadora y la idoneidad profesional mediante competencias genéricas específicas.

VII. IMPACTO DEL CURRICULUM BASADO EN COMPETENCIAS