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2. PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA

4.2. Satisfacción marital

4.2.1. Definición de Satisfacción marital

Cuando dos individu@s se casan, integran una nueva unidad social, un ―sistema marital‖, este sistema marital no es la simple suma de dos personalidades o dos individu@s, con sus respectivas necesidades y esperanzas, sino una entidad nueva y cualitativamente distinta. Sea como fuere la historia individual de l@s cónyuges y el tipo de relación que hayan llevado durante el noviazgo, se empiezan a establecer nuevas pautas de relación, así el nuevo sistema diádico pasa a ser una ―tercera persona autónoma‖ cuyos propósitos pueden ampliar o contrariar los objetivos maritales de uno u otro cónyuge. Además existe la

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posibilidad de que sus efectos sobre cualquiera de ellos afecten profundamente su funcionamiento dentro de otros sistemas.

Ese ambiente que se establece, crea el concepto de satisfacción o insatisfacción marital; sin embargo, el término se presenta un tanto confuso, ya que se carece de un consenso generalizado para definirlo.

Aguilar (1990), opina que la satisfacción marital es la correspondencia entre la relación actual y la esperada, en términos de comparación.

Con un enfoque similar, la satisfacción marital es considerada por Pick y Weiss y Andrade (1988) como la actitud hacia la interacción marital y aspectos del cónyuge, quienes la definen también como el grado de favorabilidad (actitud) que el cónyuge expresa con respecto a aspectos de su pareja y de la interacción conyugal.

Según Boland y Follingstad (1987), la satisfacción marital es una descripción general de actitudes, sentimientos y auto-reporte de su matrimonio, tradicionalmente visto en extremos tales como feliz vs. infeliz, satisfactorio vs. insatisfactorio, etc. Ideas más recientes han visto la satisfacción marital como influida por la interacción del individu@, la díada y el medio ambiente.

En las relaciones de género, la satisfacción marital, considerada como un indicador del grado de estabilidad y felicidad de l@s cónyuges (Pick, 1988), ha sido estudiada en relación con una serie de variables que influyen en diferentes grados y formas en la relación matrimonial. La preocupación por las relaciones de género en la pareja, a partir de su aspecto fundamental que es la satisfacción marital, ha sido objeto de estudio compartido por la psicología clínica y la psicología social, sobre todo a partir de los años 70 debido al incremento en la tasa de divorcios (Diez Bolaños 1989).

La teoría de Sistemas, en su vertiente de Socio Construccionismo y los Estudios de Género, serán la base de la presente investigación, ya que la terapia familiar con las dos primeras

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especialidades mencionadas es una técnica terapéutica que se basa en nuevas suposiciones acerca del comportamiento y la interacción humana; y los estudios de género aportarán herramientas básicas para comprender las diferencias entre hombres y mujeres en el grado de favorabilidad o actitud hacia sus relaciones de pareja.

Hoffman (1987) expresa que no es posible estudiar los comportamientos por separado de los campos en que ocurren, sino que los campos deben integrarse lo suficiente para hacer el estudio, principio básico de la Teoría de Sistemas, sin embargo, siendo el Psicoanálisis la cuna de la psicología, se considera importante tomar en cuenta este punto de vista, como un apoyo importante a la presente investigación.

Para hablar de temas relacionados con el desarrollo familiar y social/rural, es necesario considerar los aspectos referentes a la satisfacción marital y su relación con las cuestiones de género, identificando la diferencia entre las parejas rurales y urbanas.

Al hablar de pareja, generalmente asociamos la genitalidad, que según Gómez (1992) es un concepto que abarca no sólo la relación sexual, sino la posibilidad de disfrutar este encuentro con la pareja; implica la compenetración emocional en todos los ámbitos y el comprometerse en el trabajo para encontrar satisfacciones económicas, emocionales y poder transmitir esto a l@s hij@s. Cuando se ama, se acepta al otro con sus cualidades y defectos; siempre hay partes de su manera de ser y de su físico que gustan más y otras que desagradan, pero el amor hacia la persona hace que se le acepte y que se reconozcan las partes con las que cuesta trabajo ser compatibles pero que pasan a un segundo término, opacadas por las que son aceptables. Las personalidades sanas integran la relación con los demás en forma constante con la plena sexualidad genital. Con la posibilidad de fusionarse con el otro, sin perder su propia autonomía e identidad, se conjugan los deseos eróticos con los sentimientos tiernos. Da la posibilidad de mantener un vínculo amoroso duradero (Gómez, 1992).

El autor comenta que el cambio del enamoramiento a la capacidad de amar en forma permanente o al menos duradera, se da en forma gradual. En el enamoramiento la persona

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amada se nos presenta maravillosa, pero a medida que se le conoce más y se coteja esta imagen con lo real, se le ama con sus características verdaderas, o se pierde ese enamoramiento y hay una separación de la pareja.

Para Gómez (1992), la sana relación de pareja es un recurso primordial para el individu@ adulto, ya que facilita el diario vivir, da el estímulo necesario para desarrollar las funciones parental, académica, profesional, social y cultural, entre otras, contribuye a la auto valoración y enriquece las demás relaciones interpersonales del individu@ pese a las dificultades que puede conllevar el vivir con la pareja durante un largo período.

Una persona está bien adaptada interna y externamente cuando su rendimiento, su capacidad para disfrutar de la vida, su capacidad de amar y su equilibrio emocional no están trastornados. La adaptación implica una relación recíproca entre el organismo y su ambiente en condiciones tales que favorezca la supervivencia. Una persona sana posee tanto la capacidad de sufrir, de sentirse triste, deprimida, enojada, aburrida, así como optimista, alegre, emprendedora, etc., pero es capaz de recuperarse de las experiencias y emociones negativas que esté sufriendo o haya padecido.

Framo (1979) comenta que los integrantes de la pareja sana interactúan en general, sin malos entendidos; tratan de ser objetivos en cuanto a sus propias intenciones y las de su pareja; se comprenden y sobrellevan en las situaciones difíciles; intentan no distorsionar los acontecimientos. Son capaces de dar un matiz de humorismo sano, de espontaneidad, creatividad y originalidad a la convivencia en pareja.

Cada uno de los miembros de la pareja experimenta de manera estable su individualidad, su autoestima y su imagen corporal, sin dejar de empatizar con el otro, es decir, con entendimiento y apoyo mutuos y de acuerdo con las circunstancias externas (estados de ánimo, salud, preocupaciones, deseos, intereses, entre otros) y externas (condiciones socioeconómicas, presiones laborales o familiares, oportunidades o circunstancias adversas imprevistas, etc.).

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Fontanot (1992) afirma que en casi todas las relaciones amorosas ―destructivas‖ encontramos una especie de confusión entre el yo y la pareja, como si por momentos ésta fuera tratada como el propio yo, sólo que visualizado hacia el exterior. Sin embargo, una relación de pareja sana, independientemente de su capacidad hacia el ejercicio de la individualidad e independencia por parte de cada uno de sus miembros, su relación recíproca y con los demás es idealmente constante, flexible, cercana, con adecuada comunicación y satisfactoria.

La expectativas que se tienen acerca de la conducta adecuada de sí mism@ como del otr@ dentro de la pareja, son un factor determinante en la relación, así como la tolerancia a las frustraciones cotidianas cuando lo que se vive no es parecido a lo que se espera. Una buena parte de estas expectativas se encuentran basadas en el género, de aquí la importancia de relacionarlo con el tema de pareja, así como con sus consecuencias emocionales, sociales y económicas.

Al hablar de pareja, es importante conocer en qué etapa del ciclo vital se encuentra ésta, ya que las relaciones entre l@s individu@s que la conforman varían según el conjunto de vivencias que se estén presentando en un momento determinado, dependiendo si se tienen hij@s o no, las edades de ést@s, si se encuentran en casa o no, etc. Estos aspectos sumados a las percepciones diferenciadas por género darán como resultado relaciones de pareja satisfactorias o insatisfactorias. Por lo tanto, en la investigación relacionaremos la satisfacción marital con las diferencias de género.