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B: RC: se designa así toda respuesta que incluye el color ƴ C: indica la cantidad de respuestas que incluyen el color.

El “color” como determinante de respuestas en el Rorschach:

N. B: RC: se designa así toda respuesta que incluye el color ƴ C: indica la cantidad de respuestas que incluyen el color.

Ausencia de colores:

En las depresiones faltan en general tanto las respuestas como otras reacciones al color; pueden aparecer aunque limitadamente en depresiones reactivas, más raramente en severas, particularmente endógenas; maniÞ estan a veces los sujetos “no haberse dado cuenta” de la presencia de colores; ven “todo gris”, Þ guradamente, ya que están desconectados de sus impulsos, de todo lo placentero. Esto sucede también cuando hay un estado de ánimo “bajo”, sin llegar a la depresión, lo que puede ser circunstancial.

Faltan también colores en la “desolación afectiva psicótica” de algunos esquizofrénicos; en los que Rapaport llama “preesquizofrénicos coartados”, que, “como con miedo de que el estado caótico de su mente y sus afectos se haga evidente, dan pocas respuestas y ningún color”; tampoco reaccionan al color los lesionados del diencéfalo (2) y los “oligofrénicos tórpidos”.

Los que utilizan masivamente mecanismos de intelectua- lización tienen en sus protocolos sólo respuestas de Forma; tam- bién excluye el color la rigidez formalista de sujetos pedantes. La deÞ nición autoritaria de la “situación de test” elimina

la espontaneidad y con ella, los colores, que son suplantados por F+.

En general puede aÞ rmarse que donde no hay color, hay chatura emocional y ausencia de respuesta al estímulo afectivo que proviene del medio ambiente, particularmente si predominan las F; un protocolo así sugiere algo de patológico tras esa apatía emocional.

Pero esta falta de respuestas al color, no indica la total imposibilidad de reacciones afectivas, sino la gran diÞ cultad que encuentran los afectos para manifestarse: hay trabas para el contacto afectivo, retracción de la libido objetal y bloqueo de la descarga motriz; aunque no siempre sabemos en estos casos cuál es el destino de la energía afectiva teóricamente disponible; alguna claridad sobre esto debe buscarse en otros factores del test, o en el conjunto de datos clínicos.

Ciertamente que esa energía no ha desaparecido: cuando no hay colores en un protocolo, o apenas alguno, hay que contar con la posibilidad de reacciones abruptas, desencadenadas muchas veces por estímulos objetivamente desproporcionados. En especial cuando hay evidencia de extremado control, al punto de hacer desaparecer las reacciones afectivas, puede suponerse una gran impulsividad subyacente, y consiguiente riesgo de actuación .

Levy considera que hay una fuerte tendencia a la actuación cuando, no habiendo colores, o sólo alguno, vemos en el protocolo: marcado predominio de Dd , gran numero de M, F+% = 100 – 2 ó más respuestas con predominio del tono muy oscuro. 8 O sea, todos indicadores de control.

Ante ausencia de respuestas de color, la situación merece un juicio más favorable si en las áreas coloreadas las respuestas son de buena calidad formal, sobre todo O y alguna M; también si hay muchas respuestas en las tres últimas láminas, o se cita frecuentemente el color como localizador.

Recuérdese también que el impacto del color, incluso cuando es fuerte, puede traducirse en una “reacción al color”, no necesariamente en una “respuesta” con color.

Rorschach dice que si las RC aparecen pronto en el protocolo, indican más disposición a liberar las emociones que

cuando aparecen tardíamente; en sujetos muy cautelosos en su expresión emocional, suele aparecer en la última lámina, y a veces como última respuesta, una RC, casi siempre FC y usando el color verde o el azul.

En protocolos sin colores:

Para Zulliger, pocas G, muchas F+ muy nítidas, indican una actitud poco afectiva, formalista; son sujetos no enérgicos, pero sí aplicados, “y a veces alguna vivencia que les causó una impresión duradera los entristeció para siempre”.

Si hay muchas y variadas G F+, puede tratarse de “hábiles para la abstracción con riqueza de asociaciones, pero algo pesimistas, y aparentando ß ema, gustan de cavilaciones solipsistas”.

La represión, muchas veces apoyada por mecanismos de intelectualización, es, en los neuróticos, la causa principal de ausencia de RC.

El signiÞ cado de la ausencia de colores en un protocolo, sólo puede establecerse si se toman en cuenta los determinantes sustituyen al color.

Presencia del color:

El color en la prueba cumple siempre una función expresiva, pero agrega a ella la adaptativa, cuando se integra a la estructura formal: enriquece la forma y agrega, a las funciones citadas, más singularidad, facilita un reconocimiento más fácil y preciso, y particularmente comunica a la forma una expresividad que no lograría por sí sola.

Que el sujeto reaccione ante el estímulo cromático de las láminas, sobre todo cuando hay verdaderas RC, supone capacidad para verse afectado por los estímulos externos, para experimentar sentimientos ante ellos; la 6 C es la “medida de la extratensividad, orientación psíquica que permite al sujeto salir de sí mismo y entrar en relación afectiva con el medio”;(5) “indica el grado de responsividad emocional al entorno o la cantidad de interés emocional puesto en el mundo externo… de modo que cuando mayor la 6 C, más fuertes los deseos de ligarse o a

separarse de los otros… 6C como valor absoluto, da una medida de la impresionabilidad, excitabilidad, reactividad, capacidad para sintonizar emocionalmente con el medio ambiente… es la carga afectiva de que dispone el sujeto, que acepta y que directamente exterioriza”(2); un ánimo alegre puede inß uir en esto.

“Los afectos son representantes psíquicos de tendencias impulsivas; tienen pues un carácter activo, en cuanto se orientan a la descarga motriz; están en juego libido, “yo” y objetos del mundo exterior, catectizados con mayor o menor labilidad e intensidad… de modo que las respuestas de color nos permiten un vistazo sobre las exigencias impulsivas, su fuerza y la modalidad del sujeto para la descarga, así como sobre la energía y actividad con que el individuo encara sus problemas, y las características de sus catexias objetales”(5). “Hay relación entre las respuestas al color y el grado de permeabilidad del yo: el individuo que responde más al mundo exterior es el que reacciona más ante el color; y cuando los límites entre el yo y el mundo externo se debilitan, se tiende más a responder al color en sí”(6).

Debe tenerse presente que, si bien las respuestas cromá- ticas suponen una disposición o tendencia a la descarga motriz, eso no signiÞ ca que en cada caso la misma se efectuará sin más, ya que diversos factores del mismo protocolo (F, K, M) indican la posibilidad de control, inhibición o demora de dicha reacción.

La sola presencia de color en las respuestas, la “Σ C”, no alcanza para hacer un juicio adecuado sobre el asunto “afectos”; si no se consideran todas las características de la respuesta de color y del contexto en que se encuentra, tal juicio puede ser equivocado.

División primaria de tipos de RC, según la relación con F:

En esta prueba la intervención del color se da en un continuo que va desde la percepción del color difuso, sin continente formal alguno, hasta la integración en una forma precisa y adecuada a la realidad; este continuo tiene (por razones prácticas) tres modalidades según predomine C ó F, que marcarán la diferente incidencia del afecto o de la racionalidad en la reacción del examinado.

FC (respuestas de forma – color, morfocromáticas):

Predomina el factor formal, al que el color acompaña como una diferenciación o enriquecimiento, de modo que si éste se elimina, la respuesta se puede mantener aunque tal vez algo

“empobrecida”. En estas respuestas, la F es vista con

suÞ ciente precisión y habitualmente con adecuada semejanza como para ser considerada una F+; la notación es para estos casos simplemente FC (III, D2: “Moño de payaso”; VIII, D5: “Dos banderas de libre paso”; X, D2: “Culebras”).

Si falta la suÞ ciente semejanza en la F, entonces será FC- (VIII, D2: “Pulmones”).

CF (respuestas de color – forma, cromoformales):

Si la F es imprecisa, confusa o vaga, porque lo que más ha impactado es el color, que tiene tal importancia que esa respuesta no se daría si la lámina se presentara en versión acromática; “si la F en una respuesta con color puede ser notablemente alterada sin que por eso varíe la respuesta, sin hacerla más ni menos plausible” se trata de CF. (Esta regla es útil para no confundir las CF con las FC-); II, D2, “Manchas de sangre”; IX, G, “Flores”; X, D1, “Un lago”; G, “Fuegos artiÞ ciales”.

Puede signarse CF- si la forma no es tanto vaga o imprecisa,

sino particularmente mala : VIII, G: “Sistema circulatorio de una persona” // (sangre de distintos colores en arterias y venas)

Y también puede haber CF+, cuando si bien la forma es suÞ cientemente precisa, el color se utiliza con una especial intensidad: II, c (½ sup. de la lámina): “Sol que asoma tras montañas, un sol fuerte, anuncia un día tórrido”

C (respuestas de color puro, cromáticas puras):

Son respuestas en las que interviene sólo el color de la mancha, sin presencia alguna del factor formal; son, por tanto, perceptualmente “amorfas”, sean G o D.- II, D2: “Sangre”; VIII, D5: “El mar”; IX: G: “Arco iris”; X, D1: “El cielo”.

Kuhn, aplicando la conocida distinción de Katz, ha mostrado que las FC son “colores de superÞ cie”, y tienen por

tanto una estrecha relación con el mundo de los objetos y la percepción de la realidad; mientras que las C como “colores difusos” están como “suspendidos en el espacio, sin relación real con el mundo exterior, desprendidos del ambiente”; las CF estarían en una situación intermedia.

Signifi cado de los diferentes tipos de RC.

F+ es en la prueba un representante muy importante del operar racional y consciente, del ajuste a la realidad, del vigor y estructura del yo; es el continente y límite, supone por tanto también la inß uencia del súper yo; el color está referido a la reactividad emocional ante los estímulos externos, que activan los impulsos del examinado (lo “afectan”); se relaciona pues con el ello; supuesto lo cual queda claro cuán importante es sacar conclusiones de la relación entre ambos determinantes. Pero no sólo eso, para una correcta evaluación de las RC, es importante todo el contexto en que estas respuestas están, lo que sobre todo vale cuando más predomina el color: hay que considerar el nivel evolutivo de todo el protocolo, la relación que tienen entre si los diferentes tipos de RC, la cantidad de respuestas, los contenidos de las RC, etc.

FC.- FC+ es un tipo de respuesta en la que el color queda

“contenido” en una forma; esta integración con factores cognitivos indica una afectividad más evolucionada, que es capaz de demorar la exigencia impulsiva para someterla a la más compleja organización formal; representa el control racional regulando el impulso y la consiguiente capacidad para adaptar la satisfacción del mismo a las exigencias de la realidad; es señal de que las reacciones afectivas son acordes y proporcionadas al estímulo que las provoca, apropiadas cuantitativa y cualitativamente; estas respuestas son representantes de reacciones afectivas que toman en cuenta el objeto, implican pues una orientación alocéntrica de la afectividad y consiguiente socialización de la expresión impulsiva, catexias objetales estabilizadas, etc.; en suma, hablan de una afectividad “madura” y son un signo importante de “buen ajuste”.

etc., de las reacciones afectivas no se logra sino a costa de renunciar en alguna medida a la espontaneidad e intensidad de los sentimientos.

Como siempre repetimos, cada dato de la prueba debe verse en el “campo”, y tampoco las FC tienen una signiÞ cación constante para toda situación: así, en lugar de ser expresión de adaptación afectiva madura, pueden evidenciar una actitud pasiva, dependencia afectiva (oralidad) si en el protocolo hay una clara presencia de factores narcisistas y regresivos: Gv, pocas D, sucesión suelta, claroscuros, reß ejos, habiendo varias FC como única expresión cromática.

Varias FC (como únicos colores) con F+ alto, sucesión ten- diendo a ordenada, pocas O, sugieren un sujeto “sobreeducado” en límites estrechos, sin espontaneidad y poca vivacidad y cali- dez; una persona así será en mayor o menor grado dependiente, conformista, pasivamente sumisa a los estereotipos sociales, con poca energía para mantener los propios criterios y valores (sobre todo si faltan las B).

Poner tanta cautela en expresar los sentimientos, en un contexto de regular oralidad, hace suponer que para el sujeto es muy importante mantener buenas relaciones con los demás y eludir conß ictos aún renunciando a la espontaneidad, esperando así obtener respuestas positivas a sus necesidades de afecto; ha aprendido, casi siempre ya de pequeño, que la impulsividad y aún la espontaneidad le trae problemas, y así evita reacciones que asocia con un sufrimiento anterior, y eso incluso a costa de una constricción del yo.

En un cuadro con matices obsesivos, las FC pueden indicar un Þ ltro racional y consciente muy ajustado para los afectos, en quienes temen posibles desbordes impulsivos y deben extremar los controles, aunque tales desbordes no se pueden excluir como reacción al menos ocasional. Pero en un contexto maduro donde no falte la espontaneidad (alguna CF), varias FC son convenientes en quienes necesitan tacto y prudencia en la relación con los demás.

Las FC- no son muy frecuentes, y se ven en sujetos que quieren adaptarse, pero no lo logran bien por que los afectos perturban el funcionamiento de la inteligencia: sus reacciones

afectivas, aunque moderadas, no son las adecuadas a la realidad, separándose así del modo como la generalidad se adapta. Un nivel intelectual bajo, puede ser en algunos casos el responsable.

CF.- En las CF, en general se impone el estímulo cromático,

que hace pasar a un segundo plano la preocupación por el ajuste formal, quedando la forma concomitante en condición de vaguedad e imprecisión.

Donde F se debilita, siempre puede pensarse en una menor participación de la conciencia, en un aß ojamiento del control de la razón, en algún grado de falencia en el yo: la indiferenciación formal en un adulto marca una situación con al menos matices regresivos.

Correlativamente, el impulso se maniÞ esta con más in- tensidad, menos coartado, los límites para el mismo son difusos; pero por otra parte esos límites tienen alguna presencia, el con- trol es al menos intentado y el yo no está severamente debilita- do; esta condición de intensidad del impulso ante una relativa debilidad de los factores yoicos es lo que en general caracteriza a las CF; que pueden describirse, en lo negativo, como expresión de una afectividad en la que predomina la impulsividad, la ac- titud egocéntrica, la labilidad; o dicho de otro modo: emociones poco disciplinadas por el predominio de los impulsos sobre un control racional que está presente de modo muy precario, con consiguiente debilitamiento del juicio crítico en la reacción afec- tiva, sugestibilidad, fuerte tendencia a la descarga del impulso con poca atención a los intereses de los demás, pretendiendo más bien que sean los demás los que se adapten (con los conß ictos que pueden originarse por la necesidad del entorno de defender- se de sus demandas), afectos no ligados sólidamente al objeto, reß ejando “hambre de estímulos”, “permanente provisoriedad”, inestabilidad, “veleidad”e incluso “caprichos”, facilidad para establecer contacto con los demás, pero con relaciones que sue- len ser inestables y superÞ ciales.

Donde hay varias CF, eventualmente alguna C, y ningu- na o sólo alguna FC, asumimos que un objeto ha sido alejado de la conciencia por la represión, pero no ha sido renunciado, será entonces reemplazado por “objetos sustitutivos”, ninguno de los cuales es suÞ cientemente satisfactorio; de donde los rasgos arri-

ba citados: la inestabilidad en la elección de objeto, el “eterno hambre de estímulos”, etc..

Estas características describen reacciones típicas de la niñez, que son normales entonces; corresponden al estado en que el niño, que ha tomado conciencia del mundo que lo rodea, modera un tanto la espontaneidad de su reacción para evitar la respuesta desagradable del medio; pero sigue buscando su satisfacción, su punto de referencia sigue siendo él mismo (7). Esto vale también para las frecuentes CF de los adolescentes.

Las CF son asimismo las típicas respuestas cromáticas de las personalidades neuróticas, sobre todo de orientación histeroide, y también de los trastornos de carácter con rasgos impulsivos y narcisistas.

Las personas con amplio predominio de CF son descritas como “de carácter veleidoso, caprichosas, impacientes, irritables, impresionables”; esto los hace más proclives a ser inß uidos por las actitudes de los demás, o sea, más “sugestionables”; Bohm (8) dice que esta “sugestibilidad” es fuerte o débil según haya muchas o pocas CF; la presencia de varias M la hace persistente (duradera), mientras que sin M el sujeto se muestra fácilmente inß uenciable, pero tal estado dura poco. La sugestibilidad es mayor cuando no hay B, y es menor a medida que B se acerca o supera el número de CF (como suele suceder en adolescentes con rasgos oposicionistas).

No se debe, sin embargo, “demonizar” las CF; los rasgos arriba descritos corresponden a estas respuestas cuando están en un protocolo con evidencia de inmadurez; pero dentro de uno más evolucionado pueden mostrar una faceta positiva, y precisamente fuerza del yo y seguridad en el manejo de los impulsos, ya que un yo sano puede permitirse alguna relajación del control; generalmente en tales casos hay a la vez FC, y/o están presentes otros factores de control (F+% óptimo, varias M, alguna FK o F(C) ).

Pero evaluar las CF no sólo supone deÞ nir si están en un contexto de suÞ ciente madurez, sino también atender a la cualidad de la forma que acompaña al color, que aunque poco precisa o menos exacta, no debe ser bizarra ni aberrante; y a su

contenido, que tiene que ser neutro o mejor, agradable. A veces, aunque no haya formas precisas, la respuesta tiene una correcta organización: IX, c: “Un lago con playas, una zona boscosa y al fondo el atardecer”.

En estas condiciones las CF hablan de vitalidad, espontaneidad, calidez en las relaciones, posibilidad de alguna reacción impulsiva sin excesiva culpa, a veces de una “actitud lúdica”, y capacidad de entusiasmo; entre los que dan varias de estas CF suelen estar las personas activas, enérgicas, decididas.