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Independientemente de la modalidad en que la re- ciban, la atención compensatoria a los alumnos en situación de extraedad involucra decisiones y accio- nes diversas por parte de diferentes agentes educati- vos –padres de familia, maestros, directores, asesores técnico-pedagógicos, supervisores, por mencionar algunos–. Para que las decisiones sean tomadas y las acciones llevadas a cabo, es imprescindible que el programa sea conocido por estos agentes y consi- deren que la extraedad es un problema que requiere

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una atención educativa que nivele al alumno. Dar a conocer el pro- grama y convencer a los directores y maestros suele ser labor de supervisores y asesores técnico-pedagógicos. A juzgar por la infor- mación disponible, el punto más débil de este proceso es la sensibili- zación de los docentes, ya que es frecuente encontrar casos de niños que están en el programa y son promovidos a mitad del año escolar pero no reciben la atención educativa que requieren para aprender lo que deben saber en el grado al que se incorporan, sino que vuelven a rezagarse porque su nuevo grupo les lleva una ventaja de seis meses –sin considerar las probables lagunas de conocimientos del grado del que fueron promovidos que aún pueden presentar.

Muy relacionado con la difusión y la sensibilización está que la par- ticipación en el programa sea voluntaria. Ésta puede ser una de las razones de la baja cobertura que, en general, se aprecia en cada estado y en el conjunto. A reserva de la capacidad de la organización estatal para atender a los alumnos en situación de extraedad, puede ser que o el programa no se conozca o la mayoría de los docentes, directores y padres de familia decidan no participar en él. Esto nos hace pensar en la necesidad de fortalecer la difusión del programa, las acciones de sensibilización y considerar la posibilidad de volverlo obligatorio, en el caso de la atención en grupos integrados.

El punto central de la sensibilización es que los maestros y los directores hagan suya la tarea de atender a los alumnos en situación de extraedad. Esto parece darse más en el caso de las escuelas y los grupos especiales, porque brindar tal atención es su labor primordial. En uno de los estados donde está presente esta modalidad de aten- ción, el personal de los centros de recuperación es quien difunde la atención que presentan entre los padres de niños reprobados de las escuelas cercanas. Esto nos muestra que han hecho suya la razón de ser solucionado. Éste es el objetivo de difundirlo y sensibilizar a los

agentes educativos involucrados: contar con su participación para aten- der pedagógicamente a los alumnos en situación de extraedad. Ahora, consideremos las acciones que en los estados se realizan para lograrlo.

En la mayoría de los casos son los asesores y supervisores quie- nes difunden el programa y tienen la tarea de sensibilizar al resto de las fi guras educativas. Cuando se trata de los grupos especiales, por ejemplo en centros de recuperación, los padres de familia y los directores de las escuelas de origen son los agentes que tienen ma- yor peso para que el alumno sea atendido, pues implica un cambio de escuela que afecta a unos y otros. A los padres, porque tendrán que enviar a su hijo a otra escuela, en muchos casos más alejada que aquella en la que estaba inscrito; a los directores, porque la reduc- ción de la matrícula de su plantel educativo puede orillarlos a cerrar grupos y perder maestros por este motivo. Esta situación ha traído como consecuencia que los directores de las escuelas de origen no den a conocer el programa entre los padres de familia y que éstos decidan no cambiar a su hijo de escuela, lo cual se refl eja en grupos especiales de menos de quince alumnos, a pesar de que la población en extraedad llegue a ser hasta 20 veces la que es atendida por el programa. Existe, así, una tensión entre las escuelas regulares y los grupos específi cos que generalmente se resuelve en detrimento de estos últimos.

En el caso de la atención de alumnos integrados en grupos re- gulares, los maestros y los directores tienen mayor injerencia sobre si los alumnos en extraedad participan o no en el programa. Ya se encargarán ellos, principalmente el director, de hablar con los padres para conseguir su aceptación, pero antes de que eso suceda, deben decidir entrar en el programa, puesto que eso implica seguir proce- dimientos especiales de promoción y acreditación, así como brindar

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El apoyo a las ac

ciones pedagógicas

Criterio: Difusión

Generar conciencia acerca de la extraedad como un problema del sistema educativo en su conjunto, en cuya solución deben concurrir distintos actores: maestros, padres de familia, directores, asesores, supervisores, jefes de sector y autoridades estatales.

Orientaciones

Las autoridades federales y estatales han de concienciar a to- dos los agentes educativos acerca de que la mejor forma de reducir la extraedad es previniendo las causas que provocan la reprobación y la deserción.

La coordinación estatal ha de llevar a cabo campañas de sensi- bilización para la inscripción oportuna a la primaria, a través de la difusión y promoción en los medios de comunicación locales y las redes de agentes educativos, especialmente en zonas rura- les e indígenas, en donde los padres suelen inscribir a sus hijos cuando tienen más edad.

Sensibilizar a jefes de sector, supervisores de zona y asesores técnicos para que ellos, a su vez, difundan, acompañen y apo- yen en las escuelas las acciones educativas adecuadas a los alumnos en situación de extraedad.

Es deber y responsabilidad de la coordinación estatal dar a co- nocer a los diversos agentes educativos los resultados del diag- nóstico sobre la población en extraedad en el estado.

Es un deber del área de Control Escolar, director y profeso- res de escuela aceptar en el aula regular a todo alumno que venga de un aula de acción compensatoria, a fi n de apoyar su ser del centro y por ello lo promueven. En cambio, lo que suele ocu-

rrir en los grupos regulares es que el docente considera a los niños en extraedad como un trabajo adicional y atenderlos, lejos de ser una prioridad, se convierte en un obstáculo para el logro de sus objetivos con el resto del grupo.

Sabemos que el apoyo de los padres es un factor importante en el logro educativo de los alumnos; de hecho, en todos los estados se asocia la falta de éste con la reprobación y la extraedad –“alco- holismo de los padres”, “familias desintegradas”, “no les dan tiempo porque trabajan”, entre otros comentarios que apuntan a lo mismo–. De lo anterior se desprende que el apoyo de los padres es considera- do deseable, como algo que puede contribuir a la atención educativa de los alumnos en situación de extraedad. En algunos estados se les entrega un cuadernillo con información o se les hace fi rmar una carta compromiso que incluye los aspectos en los que se espera su apoyo. Esto parece un buen recurso para hacerles saber qué pueden hacer para contribuir al logro educativo de sus hijos; sin embargo, no parece ser sufi ciente. Otro camino que se ha ensayado es brindarles talleres, sobre todo de temas relacionados con la parte afectiva, e involucrarlos en actividades escolares –no obstante, esta opción re- quiere que los padres tengan cierta disposición inicial y condiciones para participar–. En los casos donde se ha ensayado dicha vía, los docentes notan mejores resultados en los hijos de los padres más participativos. Una de las lecciones que podemos aprender de la ex- periencia de los estados al dar a conocer el programa entre los padres es que requieren saber qué se espera de ellos, pero también ser mo- tivados a participar.

El análisis de este rubro lleva a plantear el siguiente criterio, junto con las orientaciones operativas que le corresponden.

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en las acciones de enseñanza destinadas a atender a alumnos en situación de extraedad y, sobre todo, a prevenir la reprobación o, dicho de otra manera, garantizar que en cada salón de clases todos los alumnos aprendan. Uno de los caminos por los cuales se pueden promover estos cambios es la formación integral de los docentes, y en algunos estados hay claridad sobre ello, por ejemplo cuando men- cionan que los maestros no diversifi can sus acciones de enseñanza o no proceden conforme al enfoque del modelo de atención basado en el aprendizaje cooperativo, por proyectos y talleres, y concluyen que es necesario fortalecer la capacitación que se les brinda.

Según la revisión de las propuestas estatales es posible agrupar los mecanismos de capacitación de docentes de la siguiente manera:

Capacitación inicial por parte de la coordinación del programa

En algunos estados, los docentes son capacitados dos veces al año –a principios de cada semestre– en aspectos básicos de la operación del programa, como los procedimientos de conformación de grupos especí- fi cos, las normas de acreditación y el manejo de los contenidos curricu- lares destinados a los niños en situación de extraedad. Este esquema de capacitación está asociado con la atención en grupos regulares que integran alumnos en situación de extraedad; en él participan los docen- tes que recibirán a un alumno en situación de extraedad en su grupo y requieren saber: 1) qué le van a enseñar para que pase al siguiente grado, un semestre después de haber ingresado a su grupo; y 2) cuál será el procedimiento para promoverlo. Algunos de los docentes en- trevistados durante las visitas a estos estados comentaron que esta capacitación es básicamente administrativa y no les ayuda a enfrentar situaciones pedagógicas con sus alumnos en situación de extraedad. reintegración; esto en función de la operatividad específi ca de

las entidades.

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