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D30 DIRECCIÓN DE LAS LÍNEAS:

El avance en línea de los movimientos de izquierda a derecha es un indicador del estado de ánimo, del humor y de la voluntad, es decir, refleja el grado de energía, de seguridad, de esfuerzo renovado y de estabilidad que tiene cada persona en la dirección del logro de los objetivos deseados, del cumplimiento de sus deberes y obligaciones y su fuerza moral frente a los obstáculos, dificultades o problemas que plantean los enfrentamientos con la realidad vital. Si tenemos en cuenta que “vivir” es un enfrentamiento constante con las presiones, los problemas, los obstáculos y dificultades que ofrece nuestro entorno a nuestra propia conservación y desarrollo de la vida, la dirección de las líneas, es un indicador de nuestra vitalidad, de nuestra fuerza interna, de nuestro espíritu de lucha para supervivir y realizarnos.

Las líneas pueden ser horizontales y estables (figs. 16 y 26); sinuosas (fig. 27); ascendentes (fig. 39b); descendentes (fig. 79); con palabras escalonadas en ascenso o en descenso; de dirección convexa o cóncava (fig. 39e y 39f).

En el caso de las líneas horizontales y estables, el ánimo, el humor y la voluntad se mantienen firmes y estables y el sujeto prosigue sin grandes cambios, vacilaciones o inseguridad, hacia los objetivos que se propone o que le son impuestos por las obligaciones morales, sociales o de trabajo. La adaptación puede ser pasiva y ceder a las exigencias del entorno en forma conformista, si en el grafismo predomina la forma sobre el movimiento; es controlada, reflexiva y dinámica, capaz de modificar lo externo para adaptarlo a las propias necesidades y a las de la colectividad, si predomina el movimiento sobre la forma.

Cuando las líneas son sinuosas, el exceso de vibración emocional, produce la inestabilidad del ánimo, del humor y de la voluntad. El sujeto es permeable, se deja influir por inhibiciones internas (temores, desconfianza, inseguridad, etc.) y por las personas y acontecimientos externos. El avance del sujeto hacia el logro de los objetivos deseados o hacia la realización de sí mismo, sufre los efectos de la vacilación, de la indecisión, de la falta de confianza en las propias fuerzas para enfrentarse con serenidad estable a las presiones de su medio ambiente. El sujeto no ataca de frente las dificultades, los obstáculos u oposiciones, las evade o las rodea.

En el caso de la escritura ascendente, hay que tener en cuenta la fuerza del dinamismo, la tensión del trazado, su dimensión, su ritmo, la cohesión de los movimientos, etc. Una escritura ascendente, con fuerte ritmo, presión y cohesión, sin signos inhibitorios, señala un avance eufórico, emprendedor y triunfador del sujeto que se siente con sobradas fuerzas y facultades para llegar a los objetivos deseados e incluso para sobrepasarlos.

Ahora bien, un grafismo ascendente, lleno de inhibiciones, de irregularidades de la presión, de la dimensión, de la cohesión, etc., no refleja otra cosa que un estado de excitación, ya sea esporádico o temperamental, tras del cual puede haber un ánimo, y una voluntad insegura.

La escritura descendente indica, en general, una situación desfavorable a las necesidades (físicas, afectivas o espirituales) del sujeto. Puede deberse a una disminución de las fuerzas vitales (estrés o fatiga física, enfermedad, traumas afectivos o morales, pérdida de personas o de objetos amados, pérdida de empleo, fracasos sentimentales, escolares o profesionales, etc.).

Todas estas situaciones son determinantes de un descenso en el tono del ánimo, del humor y de la voluntad.

Los imbricados o escalonados en ascenso (palabras cuyas letras finales ascienden por encima de la base de la línea) reflejan los intentos de freno o de control de la excitación. Esta excitación puede ser de predominio físico, afectivo o espiritual, según lo indique el conjunto del grafismo.

El signo contrario, los imbricados o escalonados en descenso, son un indicador de lucha contra una situación desfavorable a las necesidades del sujeto que se niega a aceptar o no quiere reflejar al exterior.

Las líneas en arco convexo (primero suben y hacia la mitad bajan), parecen ser un indicador de sujetos que inician objetivos llenos de entusiasmo de fervor y de confianza en sí mismos, pero a medida que van surgiendo dificultades, problemas u obstáculos en la realización de los objetivos, van perdiendo empuje, ilusión y renovación del esfuerzo, sin que, a veces, lleguen a alcanzar de manera completa el objetivo en su totalidad (ver fig. 39e).

En el caso de las líneas en arco cóncavo (primero bajan, luego suben, (fig. 39f), el sujeto inicia con cierto temor, desconfianza o falta de entusiasmo, los objetivos deseados y, a medida que se va dando cuenta que las dificultados son menores de lo que imaginó en principio, se va animando y termina por lograr las metas deseadas.

D31 - DISARMÓNICA, Escritura:

Llamamos escritura disarmónica al grafismo que muestra, a la vez, una cierta superioridad evolutiva en los rasgos de la escritura, pero con anomalías o desequilibrios de movimiento, de espacio y forma (figs. 82, 85b, 90 y 93).

Suele ser un indicador de emotividad exagerada, de humor inestable, de una conducta irregular y de una imaginación fantasmagórica que falsea los juicios y desproporciona el sentido de la realidad. Suele darse, a veces, en personas de inteligencia brillante, pero parcial o muy subjetiva en los juicios. Un estudio muy

amplio de este tipo de grafismo y su significado ha sido realizado por el Dr. Gille Maisani en su obra “Psicología de la escritura”, pág. 63.

Toda desarmonía es el producto de un desarreglo mental, de un deterioro en las funciones físicas (mala regulación de las tensiones emocionales y de las pulsiones instintivas), de una afectividad distorsionada o patológica (psicopatía) y como consecuencia un comportamiento desadaptado o conflictivo.

D32 - DISCORDANTE, Escritura:

Discordancia o falta de coherencia o de armonía entre unos aspectos y otros del grafismo. Por ejemplo, escritura, a la vez, inclinada e invertida, grande y pequeña, ascendente y descendente, apoyada y tenue, rápida y lenta, dextrógira y sinistrógira, ordenada y desordenada, clara y confusa, etc.

Posibilidad de desequilibrios parciales de la personalidad (psicopatías), que pueden afectar a la vida emocional, tensiones repentinas, cambios bruscos de humor, crispaciones nerviosas, desadaptaciones, anomalías en la conducta sexual, etc. Suele coincidir este signo con la sobrecarga de los grados IVb y V en la escala de tensión-dureza de Pophal.

El Dr. Gille-Maisani ha dedicado un amplio e interesante artículo sobre este tema en su obra: “Psicología de la escritura”, Ed. Herder, Barcelona.