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6. DISCUSIÓN

6.1. DISEÑO DEL ESTUDIO

Se decidió hacer un estudio seccional, como la mayoría de los autores revisados (16) (19) (22) (23) (24) (25) (27) (28) (35) (36) (37) (41) (42) (43) (44) (46) (47) (50) (51) (52), porque se requería obtener una visión instantánea del problema en nuestra población.

El estudio seccional persigue elaborar una muestra y analizar unas determinadas características, signos y síntomas en este caso, en un momento en el tiempo. Sin embargo, no permite constatar si estos signos o síntomas se van a mantener o transformar en el tiempo en una patología. Por el contrario, sí que aporta una información de la presencia de signos y síntomas en la muestra establecida.

Los estudios longitudinales ofrecen una visión más dinámica de la situación y permiten detectar los cambios individuales y su relación con la patología observada. En general se trata de muestras más pequeñas, pero también se debe asumir la pérdida de elementos con el tiempo. Los autores que optaron por hacer un estudio longitudinal (7) (9) (15) (26) (33) (53), disponían de una estructura de asistencia adecuada para atender a los individuos de forma sistemática con cobertura estatal a lo largo del tiempo, que no existía en nuestro entorno cuando se comenzó el trabajo.

En este estudio se ha reunido una muestra de 120 niños. Las muestras de los estudios revisados oscilan entre 50 y 3428 individuos; este margen tan amplio pone en evidencia la gran variabilidad de las investigaciones a este respecto.

El tamaño de la muestra de este estudio es semejante a los trabajos de Mincione

(28) que estudiaron la incidencia de las disfunciones de la ATM en 120 niños, de

Guedes (43) en un estudio de la DCM en 50 niños, de Graciela Ribeiro (41) 180 niños y de Virginie Tuerlings (52) que investigaron el índice de prevalencia de DCM y la posible relación con las características individuales en 136 niños. Sin embargo, puede parecer pequeño cuando lo comparamos con los estudios de Alan Gross (22), Ogura

(24), Riolo (16) y Farsi (50), que tienen tamaños de muestras más voluminosas, pero también tienen límites más amplios de edad, lo cual puede hacer que los resultados sean menos específicos de las edades jóvenes que es lo que tratamos de determinar. Aún

teniendo un tamaño muestral pequeño, tenemos poca variabilidad de edades y los resultados son más específicos.

Al seleccionar el grupo, se establecieron los límites de edad entre 6 y 12 años, la edad promedio fue de 9 años y 3 meses, por considerar que son edades límites del cambio de la dentición temporal a definitiva, es decir, a los 6 años los niños presentan la dentición temporal completa y a los 12 años la dentición definitiva, con excepción de los terceros molares. Se trata además de un periodo de dinamismo, con un importante desarrollo de la relación entre forma y función en el sistema estomatognático. En estas edades se pensó, podrían detectarse ciertas alteraciones en el desarrollo normal que desencadenarían en el futuro una disfunción craneomandibular.

También es cierto que a partir de los 6 años los niños son suficientemente cooperativos, tienen más facilidad de comunicación y expresión de su percepción corporal, por ejemplo en cuanto a la localización de alguna molestia o dolor.

La edad elegida de la muestra de este estudio coincide con los estudios de

Keeling (35) y de Virgine Tuerlings (52). En la mayoría de los estudios revisados, los límites de edad son parecidos a los límites elegidos, con ligeras variaciones, como es la muestra de Nilner (19) que estudió niños de 7 a 14 años de edad, la de Egermark (14) que estudió niños de 7 años y de 11 años, De Boever (15) que investigó niños de 8 a 11 años, Vanderas (25) investigó la prevalencia de DCM en niños de 6 a 10 años, Guedes

(43) estudió niños de 7 a 10 años, Sonmez (46) en 2001 eligió los límites de edad de su estudio de 9 a 14 años, Sari (47) estudió niños de 9 años hasta 14 años de edad, Farsi

(50) tiene un estudio de niños en el periodo de 3 hasta los 15 años. Algunos autores estudiaron edades más variadas (22) (33) (12) (50), ampliando los límites inferiores y superiores a veces en extremo, lo que influye en los resultados porque dentro de una misma muestra hay niños que responden un cuestionario y otros que no pueden hacerlo por que son muy pequeños, o se evalúan también adultos y en algunos casos de edad avanzada.

Los niños de esta muestra han sido seleccionados de entre los que acuden libremente a la clínica de Odontopediatría de la Universidad de Valencia para revisión o tratamiento odontológico. Aunque no fuera un requisito previo, todos eran de raza caucásica y de una estructura socio-económico-cultural propia del entorno de la ciudad.

La mayoría de los estudios revisados proceden de Europa, seguidos de América del Norte, América del Sur, África y Asia.

Es probable que la idiosincrasia de la muestra influya en la prevalencia de DCM. En 1995, Widmalm (37) encontró relación significativa entre la raza y la disfunción craneomandibular. También podría influir en la prevalencia de DCM, la presencia de algunos hábitos, que se podría decir forman parte de la cultura de un pueblo en un determinado momento de su historia. Por ejemplo, Gavish (44) en estudio sobre hábitos orales y su asociación con signos y síntomas de DCM en niñas adolescentes, encontró una alta prevalencia entre otros del hábito de masticar chicles (92%) y concluyeron que masticar chicles, comer pipas y masticar hielos son hábitos dañinos para el buen funcionamiento del sistema masticatorio, sin embargo algunos de estos hábitos no son habituales en otras poblaciones de la misma edad.

Los resultados pueden variar entre muestras de poblaciones con diferencias ambientales y socioeconómicas. El presente estudio supone un punto de partida para conocer mejor esta patología en la población de nuestro entorno y analizar las diferencias que se encuentren con otras poblaciones.

La desventaja de esta elección es que algunos niños pueden estar acudiendo a la clínica precisamente por experimentar alguna molestia relacionada con la DCM, esto enmascararía los resultados respecto a la prevalencia. Muchos autores seleccionaron los niños de entre los que acuden al colegio (19) (24) (27) (35) (37) (38) (40) (41) (42) (46) (48) (50), sin embargo en estos estudios no se tenían una serie de facilidades para la estandarización del método, que sí ofrece la exploración en un sillón odontológico, con todos los recursos de una clínica de odontología.

Farsi en 2003 (50), apunta que la diversidad de las cifras sobre prevalencia entre los diferentes estudios sobre disfunción craneomandibular, podrían deberse a los diferentes grupos de edades estudiados, al tamaño de la muestra, al entrenamiento del investigador y a los criterios de diagnóstico usados.

Para soslayar esto, se tomó el cuidado de elegir una muestra y un método que facilitase la comparación de los resultados obtenidos, con el mayor número posible de los trabajos revisados.

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