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CAPÍTULO 2. INTEGRANDO LA SALUD AMBIENTA L

2.2 Salud humana en la ecología y el medio ambiente

2.2.1 Los ecosistemas

Ciencias de la naturaleza como la ecología nos ofrecen actualmente conocimientos acerca de los mecanismos de regulación de los ecosistemas, que hacen viable el desarrollo de la vida. En tanto vida (bíos), la vida humana se halla también sometida a las leyes del ecosistema. La ecología-etimológicamente: oikos-casa; lógos-ciencia - estudia las relaciones existentes entre los seres vivos y su medio natural e indaga en los equilibrios inherentes a estas relaciones. La ecología estuvo considerada por Ernst Haeckel, desde 1866, como el conjunto de ciencias que estudian las relaciones de los seres vivos entre sí y con el medio

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San Francisco de Asís, (1182- 1226) vivió el amor hacia los demás (todas las criaturas vivas e inanimadas) tanto como a sí mismo. Consulta en internet: www.oracionescatolicas.com/profiles/blogs/cantico-al-hermano- sol-de-san. Revisado 22 de sept. 2010. Referencia en texto: Julien Green.1997. Hermano Francisco. Editorial de Seúl, Paris. ISBN 94-293-1459-8 Himno a la alegría, pp. 271-272.

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natural en que habitan.33 La ecología responde a un análisis de sistema en el cual el hombre es parte integrante.34 Considerados juntamente, los organismos vivos y la materia inerte con la que actúen en reciprocidad, constituyen el ecosistema.35

Lanuza (1986) indica que el término ecosistema no se acuñó hasta 1936, cuando el inglés Tawnsley lo aplicó por primera vez a una comunidad que adquiere una cierta organización en los planos nutricional o trófico y energético, gracias al intercambio de los organismos entre sí y con el medio y la distribución de energía y materia. Por su parte, Toledo (1993), menciona que al postularse el concepto de ecosistema se puso en evidencia que los recursos naturales (agua, suelo, energía solar, especies vegetales y animales), constituyen elementos que aparecen integrados y articulados entre sí, en conjuntos o unidades medioambientales.36

Los ecosistemas son sistemas compuestos por muchos elementos (complejos) que son susceptibles a estudio y que dependen unos de otros (sensibles). Básicamente se limitan por su capacidad de perseverancia, que se decide tanto por su capacidad de carga (carrying

capacity) como por su capacidad amortiguadora (buffer capacity). La multiplicidad de

factores que inciden en el equilibrio de un ecosistema (homeostasis) debe llevarnos a considerar que cualquier pequeño cambio puede ocasionar variaciones relevantes.

La sensibilidad de los sistemas naturales afecta especialmente a las economías de los países. El científico ambiental que actualmente trabaja en la Universidad de California, Recinto de Santa Bárbara, Ernst Urlich von Weizäcker 37 ve el siglo XX como el tiempo de crisis de la economía industrial de los siglos precedentes, estructurada y desarrollada al margen de las exigencias ecológicas. En el 2009, autor de Factor 5, junto a otros científicos;

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VÁZQUEZ, M. 2006 a. Ecología, Ética y Desarrollo Sostenible. [consulta 10 oct. 2006]. Revista electrónica CICTES

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DUTRY G; LAMBERT G. (1980). Crisis Económica y ecología. Ediciones Miraguano. Colección Amigos de la Tierra. Madrid, España. p.17.

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TURK TURK, WHITES. (1972). Ecología, contaminación y medioambiente. Editorial Interamericana. México, p.1. En esa página también dice: “Cada uno de nosotros es, pues, un sistema vivo de partes interdependientes; el sistema funciona en forma sumamente compleja, tan compleja, que dista mucho de haber sido comprendida por completo”.

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PEDROZA F., R.; ARGUELLO Z., F., (2002). Interdisciplinariedad y Transdiciplinariedad en los Modelos de Enseñanza de la Cuestión Ambiental. Univ. de Chile. Facultad de Ciencias Sociales. Cinta de Moebio. No. 15. Cita a Toledo, et. al. 1993. Consulta julio de 2007. http:/www.moebio.uchile.cl/15/pedroza.htm.

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sugieren que el desarrollo sostenible se puede lograr con un aumento en la productividad de los recursos. Presenta ejemplos de cómo el Factor 5 aumenta la eficiencia de la economía sin perder la calidad del servicio y el bienestar. Defiende el autor la necesidad de arbitrar algunos procedimientos para una alternativa sostenible o un nuevo modelo tecnológico, comprometido con un mínimo de exigencias medioambientales, que ahorre energía, sin perder eficiencia. Para ello establece una serie de criterios a tomar en consideración en la elaboración del nuevo modelo tecnológico38:

1º) Tecnologías limpias. La limpieza significa que se ha de tender hacia tecnologías que no producen o producen muy pocas emisiones de residuos.

2º) Eficiencia energética. Hay que elevar la productividad de la energía. Desde finales del siglo XIX se orientó la producción al logro de la productividad laboral. Las experiencias que se recogen en el libro Factor 4 39 van en la dirección de lograr que con la cuarta parte de la energía se obtenga el mismo efecto.

3º) Productividad de las materias primas. La elevación de los niveles de productividad ha de alcanzar también a las materias primas, a fin de reducir su explotación y comercialización, impulsando el reciclaje, la durabilidad y la recuperación de las materias primas tras su uso.

4º) Utilización ecológica del suelo. Se impone una utilización ecológica de la superficie terrestre en la agricultura, urbanización y vías de comunicación reservando siempre extensos espacios al mantenimiento de funciones de valor ecológico.

5) Información y miniaturización. Se ha de buscar la alta intensidad de información y la difusión de la miniaturización, a las que habrán de servir la ciencia y la técnica actuales que, orientadas hacia el destinatario, apenas producen cargas sobre el medio ambiente, y en cambio generan libertad y bienestar.

6º) El error benigno: en el medio humano siempre son posibles los errores, pero la política y la técnica han de prestar la máxima atención a la limitación de errores y han de guiarse por el principio del error benigno.

7º) Adecuación de las técnicas para el trabajo propio. Un creciente número de técnicas han de optimizarse, teniendo en cuenta, no tanto su aprovechamiento industrial,

38 Weizsäcker, Ernst Ulrich von, Política de la Tierra, editorial Sistema, Madrid 1993, p. 227 – 228.

39 Weizsäcker, Ernst Ulrich von y otros, Factor 4. Duplicar el bienestar con la mitad de los recursos, editorial

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cuanto su adecuación al trabajo doméstico. Crecen la demanda de actividades satisfactorias y en consonancia con las aficiones.

Las características fundamentales que han de poseer las medidas tecnológicas, según Daly, serían lo que denomina “principios obvios parar el desarrollo sostenible”: 1) las tasas de recolección no deben superar a las de regeneración o para el caso de recursos no renovables, el encuentro del sustituto renovable; 2) Las tasas de emisión de residuos deben ser inferiores a las capacidades de asimilación de los ecosistemas a los que se emiten esos residuos y 3) en cuanto la tecnología, la norma asociada al desarrollo sostenible consistiría en dar prioridad a las tecnologías que aumenten la productividad de los recursos y la eficiencia energética 40. Ya hemos visto anteriormente que según Vilches y Gil-Pérez41 a los criterios técnicos es preciso añadir otros de naturaleza ética y política: dar prioridad a tecnologías orientadas a la satisfacción de necesidades básicas y que contribuyan a la reducción de la desigualdades, aplicación del principio de precaución o cautela, para evitar posibles consecuencias de efectos perversos y la utilización de instrumentos que evalúen con rigor la aplicación de los precedentes criterios.

Desde 1970, la teoría económica ha desarrollado un ámbito de especialización que trata de incluir las consideraciones ecológicas en los modelos económicos precedentes. Iniciada esta nueva corriente por Georgescu- Röegen, tiene hoy en Herman E. Daly uno de sus más notables teóricos. Daly habla de la necesidad de encontrar la escala óptima del crecimiento económico (desarrollo sostenible, después del Informe Brundtland), para la que se requiere necesariamente la integración de los conocimientos aportados por la economía, la ecología y la ética: “La ecología nos muestra las consecuencias de la expansión económica debidas a la hiperexplotación de las reservas de recursos y a la invasión del „hábitat medioambiental‟ (exceso de población) y sus consecuencias para las generaciones futuras y para las otras especies. La ética nos da la sensibilidad y la agudeza para determinar el punto más allá del cual estas consecuencias de la expansión de la escala no son justificables.”42

40 Daly, Herman E., “Desarrollo sostenible y escala óptima de la economía”, en Francisco Díaz Pineda (editor), Ecología y desarrollo, editorial Complutense, Madrid 1996, p. 79.

41 Vilches, A. Gil Pérez. (2003). Construyamos un futuro sostenible. Diálogo de supervivencia. Diálogos de

supervivencia. Madrid. Cambridge University Press.

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El cambio necesario en el pensamiento económico que nos lleva del concepto de

crecimiento al de desarrollo introduce la mediación de los planteamientos éticos. Aquí se

efectúa un viraje en la valoración desde lo cuantitativo a lo cualitativo. Para Donella Meadows, las virtudes de orden moral han de constituir el núcleo de la nueva cultura, que no se agota en el crecimiento cuantitativo o la expansión constante o eficiencia, apoyada siempre sobre el crecimiento poblacional, sino que apunta a alcanzar otros valores humanos, otros fines, como la suficiencia y la seguridad. Para avanzar hacia esta meta, el hombre ha de moverse en un contexto de verdad. Asumir la verdad implica afirmar que no todo crecimiento es bueno per se, por el mero hecho de serlo, que los avances humanos no han de medirse en clave cuantitativa sino cualitativa. Para Meadows, el hombre ha de retomar un sentido para su existencia, más allá de su actividad productiva: “[retomar] su rumbo y su espiritualidad y ha de actuar desde el amor, que no es un recurso escaso, sino un recurso apenas sin estrenar que significa la ampliación de fronteras, el darse cuenta de que otra persona, familia, tierra, nación o el Planeta entero, está tan íntimamente relacionado contigo que tu bienestar y el suyo son una unidad indivisible (...). Debemos y podemos crear una cultura que no solo estimule nuestra creatividad tecnológica y nuestra inteligencia emprendedora, sino también nuestra sabiduría y bondad.” 43

2.2.2.- Huella ecológica

La huella ecológica es un indicador agregado definido como el área de territorio ecológicamente productivo (cultivos, pastos, bosques o ecosistemas acuáticos) necesario para producir los recursos utilizados y para asimilar los residuos producidos por una población dada con un modo de vida específico de forma indefinida. Su objetivo colonial. Tesis doctoral para filosofía en la Universidad Complutense de Madrid. Pp. 94-95. La cita es de

Daly, Herman E., 1966: Más allá de los Límites. En Ecología y Desarrollo Económico. Editorial Complutense. Madrid. pp. 83–84. Para Georgescu-Röegen “el objetivo primario de la actividad económica es la conservación de la especie humana” y “la salida del proceso económico no es un flujo de salida de desechos sino el placer de vivir. Esta cuestión representa la segunda diferencia entre este proceso y el avance entrópico del entorno material. Sin reconocer este hecho y sin introducir el concepto de placer de vivir en nuestro armamento analítico no estamos en el mundo económico ni podemos descubrir la verdadera fuente de valor económico que es el valor que la vida tiene para cada individuo portador de vida.” http://www.ecoportal.net/content/view/full/88838 Consulta el viernes, 8 de oct. 2010

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fundamental consiste en evaluar el impacto sobre el planeta de un determinado modo o forma de vida y, comparado con la biocapacidad del planeta. Consecuentemente es un indicador clave para la sostenibilidad.

La huella ecológica como indicador de las actividades humanas sobre el Planeta nos permite hacer comparaciones. Es posible comparar desde las emisiones de transportar un bien en particular con la energía requerida para el producto sobre la misma escala (hectáreas). La huella ecológica aspira a ser sobre todo un indicador cuantitativo y preciso, actualmente, es un marco conceptual que permite comparar sociedades completamente dispares y evaluar su impacto sobre el medio ambiente planetario. En una vida básicamente agraria bien organizada y sin monocultivos extensivos, se estima que entre una y dos hectáreas son aproximadamente el terreno necesario para atender a las necesidades de una familia de forma autosuficiente. Se ha llegado a la conclusión de que serían necesarios otros dos planetas como este para que los 6.000 millones de seres humanos actuales pudieran vivir todos de la manera en que, por ejemplo, vive un ciudadano francés medio, es decir, en una sociedad industrial basada en la disponibilidad de combustibles fósiles. Estas primeras conclusiones hacen necesario distinguir dos elementos fundamentales: a) en el mundo industrial actual los impactos se producen a nivel planetario y b) la huella ecológica poco tiene que ver con el espacio físico ocupado por un grupo humano. La huella ecológica de la mayoría de los países desarrollados supera ampliamente su propia superficie, ya que extraen recursos y vierten residuos en lugares muy alejados de su territorio.

A este respecto Donella Meadows nos anima a mejorar el ambiente. Si reconocemos nuestra aportación para la recuperación del medioambiente sabemos que es necesario medir la influencia que hemos ejercido y estamos ejerciendo sobre los ecosistemas naturales. La medida que se considera aquí es la huella ecológica. Fue definida en 1996 por William Rees y Mathis Wackernagel en la School for Community & Regional Planning (Escuela para la Planificación Comunitaria y Regional) de la Universidad de la Columbia Británica. La huella ecológica es el impacto que ejerce una comunidad humana, país, región o ciudad sobre su entorno Es el área de terreno necesario para producir los recursos consumidos y para asimilar los residuos generados por una población determinada con un modo de vida

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específico, donde quiera que se encuentre esa área.44

Meadows define la huella ecológica en su libro Los límites del crecimiento 30 años

después, usando la definición de Wackernagel: la superficie de terreno necesaria para

sostener el nivel de vida actual. Esta definición, por lo simple, permite que todos o ninguno estén de acuerdo con ella. Según Donella, “el crecimiento demográfico y económico comporta un aumento de la huella ecológica humana a menos o hasta que cambien en profundidad las preferencias de consumo y mejore sustancialmente la eficiencia del consumo de recursos. Ninguno de estos cambios o mejoras se ha producido todavía. La población humana, los bienes de capital y los flujos de energía y materiales que los sustentan han crecido exponencialmente durante al menos un siglo, aunque no con regularidad, no de forma simple y no sin fuertes repercusiones de otros ciclos de realimentación. El mundo es más complejo que esto.”45

Usando la descripción del libro Los límites del crecimiento 30

años después Donella, (2006: 450), la huella ecológica es la sumatoria de seis categorías

ecológicas: cultivos, pastos, bosque, mar, superficie construida y áreas de absorción de CO2.

Suma la extensión forestal necesaria que se precisaría para absorber el dióxido de carbono emitido por la energía fósil utilizada por la población. En palabras de Donella, (2006: 451) todos los tipos de superficies se convierten en tierra de productividad biológica media. La unidad de medición de la HE es la hectárea. La HE se mide para un individuo y para un país. Es necesario decir aquí que la superficie de terreno se amplía dependiendo del método de cultivo (por ej. hidrocultivo, terrazas simulando escaleras).

La huella individual para cada recurso es (6 aa=c/p), donde; aa = área apropiada per cápita para la producción de cada artículo de consumo; c = consumo medio anual de ese artículo (kg/cap); y p=su productividad media o rendimiento (kg/Ha). La Huella ecológica per cápita será el sumatorio de huellas individuales. Para un país la Huella global será HG = (producción + importación - exportación)/productividad media mundial. La Huella local es HL= HG x (factor de rendimiento). La metodología de cálculo consiste en contabilizar el consumo de las diferentes categorías y transformarlo en la superficie biológica productiva apropiada a través de índices de productividad. Estas categorías son: 1) Cultivos: área para

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MEADOWS, D., (1972). Los límites del crecimiento.

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producir los vegetales que se consumen. Constituye la tierra más productiva ecológicamente, y genera la mayor producción neta de biomasa utilizable por las comunidades humanas. 2)

Pastos: área dedicada al pastoreo de ganado. 3) Bosques: área en explotación para producir

la madera y el papel. 4) Mar productivo: área para producir pescado y mariscos. 5) Terreno

construido: áreas urbanizadas u ocupadas por infraestructuras. 6) Área de absorción de CO2:

superficie de bosque necesaria para la absorción de la emisión de CO2: debida al consumo

de combustibles fósiles para la producción de energía. Aquí se contabilizan consumos en la producción de bienes, gastos en vivienda y transportes, entre otros.

En el cálculo de la huella ecológica existen diversos métodos de estimación a partir del análisis de los recursos que una persona consume y de los residuos que produce. Los resultados están basados en cada uno de los seis criterios antes mencionados: en la cantidad de hectáreas utilizadas para urbanizar, generar infraestructuras y centros de trabajo; Hectáreas necesarias para proporcionar el alimento vegetal necesario; Superficie necesaria para pastos que alimenten al ganado.; Superficie marina necesaria para producir el pescado; Hectáreas de bosque necesarias para asumir el CO2 que provoca nuestro consumo

energético. Aquí el grado de eficiencia energética y las fuentes de energía determinan el resultado de la HE: a mayor uso de energías renovables, menor huella ecológica. La alerta de CO2, utilizando la HE se puede decir: si la HE disminuye se entiende que el CO2

disponible en la atmósfera se ha reducido, porque se ha limitado su emisión a la atmósfera o porque se está absorbiendo por el entorno natural. En este punto cabe entonces mencionar otros conceptos: el déficit ecológico y la capacidad de carga. El déficit ecológico es la diferencia entre el área disponible (capacidad de carga) y el área consumida (huella ecológica) en un lugar determinado. Donella (2006:451) pone de manifiesto la sobreexplotación del capital natural y la incapacidad de regeneración tanto a nivel global como local. La capacidad de carga es la capacidad local disponible, teniendo en cuenta la productividad del terreno y una reserva del 12% para conservación de la biodiversidad. Supone la máxima explotación a que puede ser sometido un terreno sin dañar de manera permanente su productividad. A continuación estimamos la capacidad de carga del planeta teniendo en cuenta que existen 11.300 millones de hectáreas de terreno productivo y espacio marino, y que la población mundial es de 6.100 millones de personas. La distribución de áreas per cápita es:

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El resultado sería 2.00 Ha/ habitante por año, restando el 12% de biodiversidad, resulta un 1.75 Ha/ habitante. La huella ecológica media global es de 2,85 hectáreas / persona, lo que la sitúa 2/3 por encima de la capacidad de carga. En la actualidad, los seres humanos estamos consumiendo el 120% de lo que produce el planeta Esto se suma como 0,8 Ha de cultivo. 1,5 Ha de pastos. 0,5 Ha de bosque. 0,2 Ha de mar. 0,1 Ha construidas. 1,7 Ha absorción CO2. Lo cual es insostenible. Concretamente, la huella ecológica superó

la capacidad de generación de recursos del plantea en los años 80. El concepto de huella ecológica hace evidentes dos realidades. Primero, que el modo de vida característico de los países más ricos del planeta no puede extenderse al conjunto de sus habitantes. Esto lo sabemos debido a que la cantidad de espacio de cultivo necesario para su desarrollo supera la superficie del Planeta. Segundo, que una economía sostenible exige de esa misma minoría acomodada una reducción de sus consumos; y también de su confort, porque la realidad demuestra que no existe un aumento equivalente en la eficiencia de sus procesos productivos. Para reducir tu huella ecológica puedes: reducir, reutilizar y reciclar

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