• No se han encontrado resultados

1 I NTRODUCCIÓN

1.1 El éxito electoral como pregunta de investigación

Los partidos políticos son instituciones políticas de innegable relevancia para la democracia, en donde son ellos, quienes sustentan el monopolio de la representación política. Los partidos políticos aún ejercen el papel de engranaje y operatividad del sistema democrático, por lo que su estado, se encuentra íntimamente ligado a su desempeño (Scarrow, Poguntke y Webb, 2016; Ware, 2004:25-26; Puhle, 2007; Katz y Crotty, 2006; Gunther y Montero, 2003). En este sentido, “el análisis de los partidos políticos supone una contribución esencial al estudio de la democracia, y las teorías sobre los partidos pueden contribuir a la teoría democrática”

(Puhle, 2007:71).

Bajo este marco, Wills-Otero (2016:759) señala que el desarrollo académico sobre el estudio de los partidos realizado a finales del siglo XX e inicios del siglo XXI, se enfocó en cuestiones específicas de adaptación, sobrevivencia y cambio. Lo cual permitió definir las formas en que las dinámicas y condiciones ambientales y las propias estructuras organizativas de los partidos, afectaban su desempeño (Katz y Mair, 1992; Koelble, 1991; Kitschelt, 1994;

Katz y Crotty, 2006; Scarrow, Poguntke y Webb, 2016). Sin embargo, en la actualidad, los partidos se estructuran y operan en sistemas políticos muy disímiles a los experimentados durante el siglo pasado, y muchos de ellos, han logrado adecuarse a las nuevas condiciones de competencia política1 (Katz y Mair, 1995; Mair, Müller y Plasser, 2004; Linz, Gunther y Montero, 2007:19-20; Wills-Otero, 2009; 2016). En esta línea, el estudio de los partidos políticos ha carecido de aproximaciones que unifiquen las categorías analíticas y puntualicen los efectos externos e internos en el desempeño de los partidos de forma holística (Wills-Otero, 2016:759; Katz y Mair, 1992; Koelble, 1991; Kitschelt, 1994; Katz y Crotty, 2006).

1Por ello Gunther y Montero (2007:15-16) indican “que es precisamente por ello anterior, que una mirada a los partidos políticos es más pertinente que nunca. Inicialmente porque los partidos están afrontando una serie de problemas y dificultades que no han sido previstos ni adecuadamente tratados por la literatura. Ya que poco tienen que ver con los partidos que emergieron en el siglo XIX o XX”. Por lo anterior según Gunther y Montero (2007:19-20) es importante preguntarse “¿En qué medida los partidos han declinado verdaderamente como organizaciones, como objeto de lealtad del ciudadano, como movilizadores de votos y como actores clave en la política democrática? (p.19). La descentralización política y administrativa, la extensión del acceso a los medios de comunicación, el internet, la corrupción, el financiamiento, la democratización de los sistemas políticos. Son elementos que han configurado los nuevos retos que los partidos políticos, están enfrentado en el nuevo siglo”.

En este panorama, reside la necesidad de nuevas categorías conceptuales arropadas por teorías de rango medio como respuesta al continuo cambio contextual en el cual, los partidos son causa y efecto (Sartori, 1999; Gunther y Montero, 2007:19-20; Wills-Otero, 2016). Lo anterior, claramente asistido por la vasta literatura (Janda, 2015), paralelamente a la introducción de nuevas interpretaciones, a la luz de nuevas fuentes de evidencia empírica (Katz y Mair, 1995; Diamond y Gunther, 2001; Ware, 2004:25-26; Katz y Crotty, 2006;

Wolinetz, 2006; Linz, Gunther y Montero, 2007:15-16). Esto último, como lo indica Ware (2004:578), puede ser alcanzado a partir de dos áreas de análisis “el primero […] está compuesto por aquellos […] estudios comparados en áreas como América Latina; el segundo, por aquellos cuyo campo de investigación son los países que configuran casos especiales como Estados Unidos o Japón. La nueva situación debería contribuir a la realización de una serie de estudios comparados mucho más ricos”2.

En este sentido, la gran diversidad de estudios sobre los partidos políticos, permite establecer líneas de investigación poco exploradas (Martínez, 2009; Scarrow, Poguntke y Webb, 2016), una de ellas, es precisamente los cambios en los procesos de competencia política evidenciada por la amplitud y entrada de partidos de oposición al poder, su orientación programática, organización interna y su relación con el rendimiento político y electoral (Gunther y Montero, 2007:15-17; Alcántara, 2004; Mainwaring y Torcal, 2005;

Wills-Otero, 2011; 2016). Lo anterior, principalmente a nivel comparado y en el ámbito latinoamericano, que, como lo menciona Wolinetz (2007:159-160), “es necesario realizar un ambicioso estudio comparado sobre los partidos políticos, las circunstancias en las que operan y la importancia que tienen, requiere que los consideremos en un rango mucho más amplio de sistemas y contextos. Sin embargo, las categorías existentes tienen poco que ofrecer a ese respecto. Un simple vistazo a América Latina confirma este punto”.

En esta perspectiva, la tradición académica respecto al estudio de los partidos en términos comparativos en las realidades latinoamericanas, es relativamente reciente (Kitschelt, 1994; Mainwaring y Scully, 1995; Coppedge, 1997; 1998; Burgess, 1999; 2004;

Alcántara y Freidenberg, 2001; Levitsky, 2003; Jones y Mainwaring, 2003; Burgess y Levitsky, 2003; Alcántara, 2004; Mainwaring y Torcal, 2005; Langston, 2006; Greene, 2007;

Freidenberg y Levitsky, 2007; Ruiz, 2006; 2007; Jones, 2007; Levitsky y Freidenberg, 2007;

Altman, et., al., 2009; Alcántara y Freidenberg, 2009; Kitschelt, Hawkins, Luna, Rosas y

2 Según Wolinetz (2007:129) hace falta el análisis comparado sobre partidos en otras realidades, como las presidenciales, asumiendo lo que Linz (2007:278), al mencionar que “en las democracias parlamentarias como presidenciales los partidos juegan distintos papeles y toman distintas formas de organización”.

Zechmeister, 2010; Siavelis y Morgenstern, 2012; Alcántara y Cabezas, 2013; Luna, 2014;

Torcal, 2015; Wills-Otero, 2009; 2011; 2016), a pesar de que los sistemas políticos de América Latina, manifiestan una vida altamente dinámica y heterogénea de los partidos políticos, los cuales, como menciona Alcántara (2004:223), “han estado presentes desde antes de los procesos de las transiciones a la democrática y han ido evolucionando a lo largo de su activa vida pública” (Coppedge, 1997; Alcántara, 2004; Wills-Otero, 2011; 2016).

El contexto latinoamericano ofrece una vasta fuente de evidencia empírica, que aporta elementos de contraste a la teoría de partidos en diferentes procesos políticos (Alcántara, 2004:223; Alcántara y Freidenberg, 2001; Wills-Otero, 2016). En este punto, Ruíz y Otero (2013:160-161) y Otero y Rodríguez (2015) resaltan que el universo partidista latinoamericano es evidencia de una gran diversidad en cuanto a sus tipos y categorizaciones (Coppedge, 1997; 1998; Mainwaring y Scully, 1995; Alcántara, 2004; Mainwaring y Torcal, 2005; Jones, 2007; Torcal, 2015). No obstante, a pesar de esta gran heterogeneidad de partidos en la región, su estudio no ha adquirido un papel sustantivo en el interés académico (Ware, 2004; Wills-Otero, 2009; 2011; Kitschelt, et. al, 2010; Ruiz y Otero, 2013; Luna, 2014; Otero y Rodríguez, 2015; Torcal, 2015).

En este sentido, la investigación promueve el interés académico que no ha alcanzado un papel relevante en la consolidación de los estudios sobre las organizaciones de partidos en la región. La investigación, centra su atención en la discusión teórico-metodológica del rendimiento político de los partidos, en específico, el éxito electoral. Bajo este entendido y en este contexto de continuo cambio al que se hizo referencia anteriormente, la investigación intenta responder ¿por qué unos partidos tienen más éxito que otros?, específicamente ¿Las características internas de los partidos (factores internos o endógenos) y las condiciones sistémicas, de competencia (factores externos o exógenos) determinan el nivel de éxito de los partidos políticos?, si esto es así ¿de qué forma lo hacen? La investigación retoma la importancia de observar a los partidos desde sus distintas caras de forma simultánea (V.O.

Key, 1964; Katz y Mair, 1993; 2007; Kenneth, 2006; Krouwel, 2006). La organización interna, la ideología y su relación con el sistema de competencia, asumen una dinámica que es ineludible para un estudio holístico de los partidos en la actualidad (Katz y Mair, 1995;

Wolinetz, 2007). El argumento central y en el que se fundamenta la investigación, es que, la organización interna y la ideología de los partidos importan en la medida que afectan a su capacidad obtener parcelas de poder, mantenerse y posicionarse como oferta política exitosa, lo anterior, es especialmente relevante en contextos de cambios políticos abruptos como el caso latinoamericano (Alcántara, 2004; Wills-Otero, 2009; 2011; 2016). La tesis principal,

es que los partidos que dependen de estructuras verticales, que priorizan la concentración de poder tanto en el líder como en la cúpula del partido y en la dirección del mismo, con estructuras y militancia poco activas y fragmentadas, son más proclives a ver mermada su capacidad electoral que los partidos que se basan en estructuras menos jerárquicas, plurales, descentralizadas y con menor peso político-organizativo en el líder del partido y su aparato dirigente, lo que se traduce en estructuras y militancias activas (Wills-Otero, 2011:IV; 2016), con un proyecto político homogéneo y una organización poco fragmentada. De manera paralela, los partidos con posturas ideológicas radicales (izquierda-derecha) son incapaces de mantenerse en el tiempo como organizaciones exitosas debido a su inmovilismo ideológico que paraliza a la organización, en cambio, los partidos con ideologías moderadas (centro, centro-izquierda y centro-derecha) se posicionan como las opciones más viables y electoralmente exitosas, dada su ambigüedad programática, encontrando un espacio político en la proximidad ideológica con su estructura interna y con el elector (Downs, 1957; Sartori, 1999; Ware, 2004). Lo anterior cobra sentido en la medida que el sistema de competencia y el diseño institucional, les permite alcanzar y mantener su organización como vehículo de representación política (Lijphart, 1995; Nohlen, 1998; 2013; Wills-Otero, 2009; 2009b).

La aportación y objetivo principal de la investigación, tiene que ver con la observación de los partidos políticos en América Latina a partir de los factores internos y externos, que explican el éxito de las organizaciones partidistas desde dos perspectivas (Alcántara, 2004).

La primera asume que la organización interna y la ideología del partido, son elementos que influyen en su desempeño electoral (Scarrow y Gezgor, 2010). La segunda presta atención a los efectos externos, añadiendo importancia a los sistemas de competencia (sistema de partidos y electoral) y su influencia en el rendimiento electoral de los partidos (Mair, Müller y Plasser, 2004). Estas dos perspectivas, permiten una delimitación conceptual que auxilia a la identificación de características aplicables en distintos contextos, proporcionando un marco metodológico útil para comparar el rendimiento político de los partidos políticos en otras realidades.