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El interés de Freud por el tema del Moisés de Miguel Ángel

I.5. El Moisés de Miguel Ángel

I.5.2. El interés de Freud por el tema del Moisés de Miguel Ángel

Entre diciembre de 1896 y enero de 1897, Freud tuvo los cuatro sueños con Roma que aparecen en la Interpretación de los sueños. Su viaje a esta ciudad se convirtió en un anhelo adolescente y, como él mismo decía, “se transformó en el símbolo de una cantidad de deseos cálidamente acariciados”298. La sensación que le produjo a Freud su primera visita a Roma en el mes de septiembre de 1901 queda recogida en una carta que le envía a Fliess:

296

FREUD, S.: “El ‘Moisés’ de Miguel Ángel”, Obras Completas, tomo II. Madrid, Biblioteca Nueva, 1996,

p. 1876. 297

Jones, op. cit., p. 606. 298 Jones, op. cit., p. 324.

Debería escribirte sobre Roma, pero me resulta difícil. También para mí fue una experiencia fascinante y, como sabes, la realización de un anhelo largamente acariciado. (…) uno de los momentos culminantes de la vida (…) Pero si estuve entero y tranquilo ante la Antigüedad (en el pedacito de templo de Minerva cerca del fórum de Nerva, en su abatimiento y destrucción, yo habría podido orar), no me fue posible un libre disfrute de la segunda Roma [la Roma cristiana]…299

Sin embargo, la realización de este viaje no fue sencilla. Freud descubrió una fuerte resistencia a visitar Roma, poniendo como excusa, entre otras, el calor estival. Para Freud, como para muchas otras personas, Roma contenía en sí misma dos ciudades: la Antigua y la cristiana. Si bien la primera era motivo de su admiración, al encontrarse en ella los orígenes de nuestra civilización, la segunda no podía ser, en palabras de Jones, “más que un enemigo de Freud, la fuente de todas las persecuciones que su pueblo había sufrido a través del tiempo.”300 Además, estaba la identificación con un personaje histórico como Aníbal, que nunca llegó a conquistar la ciudad de Roma, a pesar de lo cerca que estuvo de ella. Así se lo relata a Fliess en 1897: “Mi nostalgia por Roma es profundamente neurótica. Se relaciona con mi admiración de colegial por el héroe semita Aníbal”.301

En esta visita Freud vio por primera vez la escultura de Moisés de Miguel Ángel en la iglesia romana de San Pietro in Vincoli. En palabras de Jones, tras contemplar el

Moisés “mientras reflexionaba sobre la personalidad de Miguel Ángel, tuvo un relámpago de intuición, que le permitió comprender ésta [la personalidad de Miguel Ángel], si bien probablemente no se trataba de la misma explicación que ofreció trece años más tarde”302.

299

Freud, Cartas a Fliess… op. cit., p. 493. Carta nº 271. 300

Jones, op. cit., p. 325. 301

Freud, Cartas a Fliess… op. cit., pp. 309-310. Carta enviada el 3 de diciembre de 1897.

En una postal enviada el 6 de septiembre de 1901 a su esposa Martha Bernays le informa de que había visto la estatua de Moisés de Miguel Ángel al cuarto día de su llegada. Dijo a propósito de ella: Plötzlich durch Mich verstanden (“De repente lo comprendí”). Freud llegó a comprender el significado de la estatua contemplando la intención de Miguel Ángel.303

Como sostiene Peter Gay, Roma permitía vislumbrar la historia secreta de Freud. La ciudad italiana aparecía como un símbolo sobrecargado y ambivalente, que representaba sus deseos eróticos más ocultos y más poderosos y sus deseos más agresivos, sólo ligeramente menos ocultos. La fascinación que sintió ante la estatua del

Moisés de Miguel Ángel en este primer viaje a Roma de 1901 le llevó a escribir el artículo de 1914, y en 1938, Moisés y la religión monoteísta.

En sus vacaciones veraniegas de 1912, Freud decidió volver a Roma. Durante las dos semanas de septiembre que duró su estancia en la capital italiana visitó la estatua de Moisés diariamente como le comenta a su esposa en la correspondencia, y pensaba que podría escribir “algunas palabras” sobre él304. Poco antes, debió de comprar la guía de Roma, Rom und die Campagna, de Theodor Gsell Fels que había sido publicada el mismo año y en cuya primera página está escrito su nombre a lápiz. Precisamente, el único subrayado de este libro, que se encuentra en la biblioteca de Freud de Londres, corresponde a la descripción del Moisés, que comienza así: “En el centro está la magnífica estatua de Moisés, el Zeus del Olimpo del arte moderno…”305

303 Caparrós, op. cit., p. 484-485. 304

Carta de Freud a Martha del 25 de septiembre de 1912, citada por GAY, P.: Freud. Vida y obra de un

precursor. Barcelona, Paidós, 2010, p. 357.

305 KEITH DAVIES, J. y FICHTER, G.: Freud’s Library. A comprehensive Catalogue. Edición bilingüe en inglés

y alemán. Londres, The Freud Museum, 2006, p. 32. La guía de Roma que se conserva en el catálogo de

libros pertenecientes a Freud del Freud Museum de Londres es la siguiente: GSELL FELS, Th.: Rom und

die Campagna, Leipzig y Viena, Bibliographisches Institut, 1912. Debemos destacar el subrayado de la descripción del Moisés de las páginas 752-753.

De ese viaje Freud se llevó a su casa una pequeña réplica en yeso de la estatua, aunque sus ideas aún no habían madurado lo bastante como para escribir el texto definitivo. En su afán de ayudarle, Ernest Jones no hizo sino complicarle la redacción a Freud: “Jones me envió fotos de una estatua de Donatello de Florencia –le escribió Freud a Ferenczi en noviembre- que han hecho vacilar mi punto de vista.”306

Ya en 1914, mientras Freud trabajaba en este ensayo, Jones visitó Roma, y Freud le escribió, en un acceso de nostalgia: “Lo envidio por haber visto Roma tan pronto y en edad tan temprana. Llévele mi más profunda devoción al Moisés, y escríbame sobre él.”307

Si bien en este texto Freud analiza la escultura de Moisés de Miguel Ángel, y se centra en cuestiones de tipo artísticas, debemos recordar que la figura de Moisés, tan importante en la tradición cultural freudiana, será objeto de estudio al final de su vida en el ensayo Moisés y la religión monoteísta, publicado en 1939.308