El espacio de los flujos sería la forma característica de la sociedad de la información
(sociedad‐red). Aparece como elemento novedoso una crisis de los conceptos espaciales y se
produce una modificación del concepto de lugar y de la idea de proximidad y lejanía surgiendo
un conflicto en las interpretaciones arquitectónicas que da lugar a nuevas formulaciones de la
61
teoría del habitar. La relación actual con los lugares es cada vez menos estable poniendo en
crisis la idea misma de estabilidad que se convierte así en problemática y conflictiva dada su
oposición a la retórica de transformación y cambio característica de la realidad mediática que
nos envuelve.62
Por otra parte también se producen cambios significativos en las categorías
temporales con la desaparición del valor universal y compartido del tiempo y la aparición de
un tiempo atemporal. La tecnología se usa para escapar de los contextos específicos y
apropiarse selectivamente de cualquier valor aprovechable para la construcción de un
presente eterno y aparece una nueva percepción de la espacialidad y la temporalidad que
plantea una relación conflictiva entre globalización y localización. Espacio y tiempo son las
dimensiones materiales fundamentales de la vida humana y Castells propone la hipótesis de
que en la denominada sociedad‐red el espacio organiza al tiempo. Una sociedad en la que
tanto el espacio como el tiempo han sido transformados bajo el efecto combinado del nuevo
paradigma de la tecnología de la información y de las formas y procesos sociales inducidos por
el proceso de cambio histórico contemporáneo.
En un primer momento se vaticinó que las telecomunicaciones avanzadas permitirían
una libertad total en el emplazamiento de las oficinas y se pronosticó el descenso de las
formas de elevada densidad urbana unido a una disminución de la interacción social en el
ámbito territorial. La realidad de los últimos años no se corresponde con estas previsiones.
Nicholas Negroponte, del MIT Media Lab, ya afirmaba en su obra Being Digital que «la era de la postinformación eliminará las limitaciones impuestas por la geografía. La vida digital incluirá una dependencia cada vez menor del hecho de estar en un lugar específico en un momento específico, y la misma transmisión de lugar comenzará a ser posible».63 Sin embargo, para
Carlo Ratti,64 del MIT SENSEable City Lab, "en los años que siguieron a la primera oleada de entusiasmo sobre lo digital, resultó evidente que ese no era el destino ni de nuestra raza mejorada digitalmente ni de los paisajes y los espacios construidos en los que se desarrollan nuestras actividades. Las ciudades y los espacios construidos contenidos en ellas se han multiplicado a una velocidad sin precedentes, y la producción y el consumo espaciales de la humanidad siguen estando fuertemente vinculados al ámbito físico. De hecho, las ciudades nunca habían prosperado tanto como lo han hecho en las dos últimas décadas". 65
Lo que sí resulta evidente es la complejidad que presenta el análisis de la interacción
entre la tecnología, la sociedad y el espacio y que produce una transformación de los patrones
62
SUSTERSIC, Paolo (2001) Ibídem, p. 37.
63 NEGROPONTE, Nicholas (1995) Being Digital. New York: Alfred A. Knopf, pp. 163‐171 . Versión en
español: (2000) El Mundo Digital. Barcelona: Ediciones B.
64
Carlo F. Ratti (Turín, 1971) arquitecto, ingeniero, inventor, maestro y activista italiano, profesor en el Massachusetts Institute of Technology, USA, donde dirige el MIT Senseable City Lab, un grupo de investigación que explora la forma en que las nuevas tecnologías están cambiando la forma de entender, diseñar y vivir las ciudades. Es socio fundador de la oficina de diseño internacional Carlo Ratti Associati. Los diseños de Ratti vinculan lo físico y lo digital de una manera inventiva como en su proyecto The Digital Water Pavilion en la Exposición Universal de 2008 en Zaragoza
65
RATTI, Carlo; NABIAN, Nashid (2010) "La ciudad venidera", en AAVV (2010) INNOVACIÓN. Perspectivas
de localización de las principales actividades económicas dentro del nuevo sistema
tecnológico, aunque no siempre en las direcciones previstas, tanto para los servicios
avanzados como para la fabricación de productos de consumo. Castells denomina “espacio de
los flujos” a la nueva lógica espacial, en oposición a la lógica de organización espacial arraigada
en la historia, el “espacio de los lugares”, y cuya oposición dialéctica se ve reflejada en los
debates recientes en el campo de la arquitectura y el diseño urbano.
En paralelo se plantea el concepto de "no lugar" como núcleo de la actividad del arte
contemporáneo teorizado por el antropólogo francés Marc Augé a principios de la década de
los noventa, un momento en el que el pensamiento francés disfrutaba de un enorme éxito
internacional motivado por la definición y desarrollo de la posmodernidad como categoría de
pensamiento que acompaña a la aparición de la sociedad‐red. Dentro de este contexto Augé
sitúa su reflexión en dos ámbitos superpuestos. Por una parte, una relectura crítica de la
tradición antropológica francesa y por otra, una interpretación de la realidad actual a partir de
esa misma tradición, pero una vez que ha sido adaptada a la lógica de la nueva coyuntura que
Augé denomina "sobremodernidad". Se trata de una modernidad en exceso, desbordada y
salida de su propio eje.66 Se puede hablar de una modernidad expandida o aumentada
empleando una terminología propia de la cultura digital. Una modernidad que lleva al extremo
sus lógicas excesivas y en la que el "no lugar" se identifica con espacios de tránsito y de flujo
desplazando la hegemonía del lugar antropológico fijo y estable que había sido hasta ahora la
sede de la identidad y de la subjetividad. Este exceso y dislocación característica de la
sobremodernidad provoca una "inquietud antropológica" del individuo y produce un
extrañamiento del yo respecto de su entorno.
También ha sido importante la influencia de las ideas de Augé en el arte tanto en la
identificación de espacios, agentes y objetos como en las relaciones que se establecen entre
ellos y la consideración de las nuevas lógicas de lo real derivadas del objeto central de estudio
de la obra de Augé: las dislocaciones espacio‐temporales de la sociedad global. Se produce una
reivindicación de lo real, entendido como red de relaciones, y de la ciudad como objeto
fundamental de la investigación y la práctica artística. En la actualidad algunas de las
propuestas de Augé son cuestionadas debido a la percepción de la evidencia del caos, la
opacidad y la imprevisibilidad del comportamiento de las redes y los flujos que vertebran lo
real. Esto se traduce en el auge de prácticas orientadas hacia el campo de la ficción (lo
metafórico y lo narrativo) o que proyectan estrategias tácticas dirigidas a la acción.
Además Augé considera lo social como un territorio de relaciones espaciales en un
análisis cercano a la teoría de la arquitectura y la ciudad debido a la importancia demográfica,
económica y cultural de la ciudad‐megalópolis y a su papel en la generación de relaciones de
identidad de la nueva sociedad global. Puede encontrarse un paralelismo entre estas
consideraciones y las reflexiones de arquitectos como Rem Koolhaas reflejadas en obras como
La ciudad genérica (2006) y Espacio basura (2006).
66 CARRILLO, Jesús (2010) "Los no lugares de Marc Augé", en Revista El Cultural, ABC, 30/04/2010.
Disponible en: <http://www.elcultural.es//version_papel/ARTE/27111/Los_no_lugares_de_Marc_Auge> [Fecha de consulta: 24/03/2015]
La economía informacional/global se organiza en torno a determinados centros de
mando y control capaces de coordinar, innovar y gestionar las actividades entrecruzadas de las
redes empresariales. Servicios avanzados como finanzas, seguros, inmobiliaria, consultoría,
servicios legales, publicidad, diseño, mercadotecnia, relaciones públicas, seguridad, producción
de contenidos y gestión de los sistemas de información, pero también el I+D y la innovación
científica, se encuentran en el centro de todos los procesos económicos, ya sea la fabricación,
la agricultura, la energía o los servicios de diferentes clases. Todos ellos pueden reducirse a la
generación de conocimiento y los flujos de información. Esta situación supone un modelo de
emplazamiento basado en la dispersión y concentración simultáneas.
Apareció así a comienzos de la década de los 90 el concepto de ciudad global (también
denominado ciudad mundial, ciudad alfa o centro), concepto de geografía urbana acuñado por
la socióloga holandesa y especialista en asuntos urbanos Saskia Sassen (premio Príncipe de
Asturias de Ciencias Sociales 2013). Se caracteriza por el dominio conjunto de tres ciudades
que cubren el espectro de las zonas horarias mundiales: Nueva York, Tokyo y Londres, junto a
las que se sitúan los centros regionales y los denominados mercados emergentes que hace
necesaria la gestión de las nuevas unidades que se unen al sistema y de las condiciones de sus
conexiones siempre cambiantes.67 El fenómeno de la ciudad global no puede reducirse a unos
cuantos núcleos urbanos del nivel superior de la jerarquía, sino que es un proceso que implica
a los servicios avanzados, los centros de producción y los mercados de una red global, con
diferente intensidad y a una escala distinta según la importancia relativa de las actividades
ubicadas en cada zona frente a la red global.
Por otra parte, la globalización estimula la regionalización a través de redes de
cooperación entre instituciones y empresas basadas en el ámbito de la región. Regiones y
localidades no desaparecen sino que quedan integradas en redes internacionales que
conectan sus sectores más dinámicos. Para Sassen la combinación de dispersión espacial e
integración global ha creado un nuevo papel estratégico para las principales ciudades que
funcionan ahora de cuatro formas nuevas: como puestos de mando altamente concentrados
en la organización de la economía mundial; como emplazamientos clave para las finanzas y las
empresas de servicios especializados; como centros de producción, incluida la de innovación
en los sectores punta; y finalmente, como mercados para los productos y las innovaciones
producidos. Estas ciudades o, mejor, sus centros de negocios, son complejos de producción de
valor basados en la información, donde las sedes de las grandes compañías y firmas financieras
pueden encontrar tanto proveedores, como la mano de obra altamente cualificada que
precisan.
Por tanto, las características fundamentales de este fenómeno se relacionan con las
características del nuevo paradigma: flexibilidad, adaptabilidad y versatilidad. Para Castells la
"ciudad global" no es un lugar, sino un proceso.68 Un proceso mediante el cual los centros de
67
Este modelo descrito por Castells sigue siendo válido a pesar del tremendo impacto de la crisis económica y financiera mundial de 2008 y el nuevo papel de China como actor en la esfera internacional con un modelo tecnocrático de capitalismo autoritario y dirigista.
68
producción y consumo de servicios avanzados y sus sociedades locales auxiliares se conectan
en una red global en virtud de los flujos de información, al tiempo que restan importancia,
aunque sin hacerlas desaparecer, a las conexiones con sus entornos territoriales.69
Como resultado, la fabricación de alta tecnología fundada en los avances de la
microelectrónica y en la fabricación asistida por ordenador define una nueva lógica de
localización industrial basada en estrategias que dependen de los nuevos procesos de
producción basados en la información. El perfil del nuevo espacio industrial se basa en
aspectos relacionados directamente con la conectividad, la precisión y la flexibilidad y en una
estructura bipolar de la mano de obra diferenciada en dos grupos: mano de obra altamente
cualificada desde el punto de vista científico y tecnológico y una masa de obreros no
cualificados dedicados al montaje y las operaciones secundarias siempre amenazados por la
posibilidad de implementación de procesos de automatización o por estrategias de
externalización (outsourcing) basadas en la competitividad del precio de la mano de obra. Este modelo presenta cuatro tipos diferentes de localización: centros dedicados a la
investigación y desarrollo en núcleos industriales innovadores, plantas dedicadas a la
fabricación cualificada, montaje semi‐cualificado a gran escala y, finalmente, centros de
adaptación del producto al cliente, mantenimiento del servicio postventa y del respaldo
tecnológico cercanos a los principales mercados. Un elemento clave de este modelo
descentralizado de producción es la importancia de los denominados “medios de innovación”,
conjunto específico de relaciones de producción y gestión encaminadas a generar nuevo
conocimiento, nuevos procesos y nuevos productos y cuya especificidad se define por su
capacidad para generar sinergias, como un valor añadido resultado de la interacción.
Aparecen así las denominadas “tecnópolis” de las cuales el ejemplo más
representativo sería Silicon Valley en la zona sur del área de la bahía de San Francisco y en las
que la materia prima fundamental es el nuevo conocimiento, en paralelo al desarrollo de las
redes sociales que permiten la comunicación de ideas, la circulación del trabajo y la
fertilización cruzada de la innovación tecnológica y la actitud emprendedora. Este nuevo
espacio industrial se organiza según una jerarquía de innovación y fabricación articulada en
redes globales y en torno a flujos de información. La nueva lógica espacial se expande creando
una multiplicidad de redes industriales globales cuyas intersecciones y exclusiones
transforman la propia noción de ubicación industrial.
Junto a la aparición del nuevo espacio industrial, el desarrollo de las comunicaciones
electrónicas permite la disociación creciente entre las funciones de la vida cotidiana y la
proximidad espacial. Los procesos de transformación del espacio se vuelven más complejos,
provocando un aumento del trabajo a distancia con la consiguiente descentralización urbana y
la diversificación de los lugares de trabajo. En el ámbito académico se produce una
combinación del aprendizaje on‐line a distancia y la educación presencial en un sistema que se
69
Resulta interesante destacar esta diferenciación entre “lugares” y “procesos”. El concepto de “proceso” vinculado a la gestión de la información se convierte en una idea clave en este trabajo de investigación y la dialéctica "proceso" vs. "objeto" se retomará en el apartado dedicado a las metodologías y estrategias de diseño y fabricación.
constituye en redes entre nodos de información, aulas y el lugar de residencia de los
estudiantes.
Otra consecuencia es la aparición de una nueva forma urbana, que más que una forma
es un proceso: la ciudad informacional caracterizada por el dominio estructural del espacio de
los flujos. Estos flujos de intercambio constituyen el núcleo de "ciudad borde" estadounidense
(edge city).70 Pero el perfil de la ciudad informacional estadounidense no lo representa la edge city sino la relación entre el rápido desarrollo exo‐urbano, la decadencia del centro de las
ciudades y la obsolescencia del entorno suburbano construido. Las ciudades europeas en
cambio han entrado en la era de la información a través de un mundo suburbano constituido
por un espacio socialmente diversificado, segmentado en periferias diferentes en torno a la
ciudad central. El factor crítico en ambos casos es el hecho de que el espacio urbano cada vez
se diferencia más en términos sociales y se produce una interrelación funcional más allá de la
contigüidad física. La separación entre el significado simbólico, la localización de las funciones
y la apropiación social del espacio en las áreas metropolitanas da lugar en las zonas de
industrialización reciente al desarrollo de megaciudades que son centros de dinamismo
económico, tecnológico y social, centros de innovación cultural y política y puntos de conexión
con las redes globales.
Es indudable que la transformación estructural de las sociedades da lugar a nuevas
formas y procesos espaciales que están formados por las dinámicas de la estructura social
general, que incluye tendencias contradictorias derivadas de conflictos y estrategias de los
actores sociales en función de sus intereses y valores. Los procesos sociales conforman el
espacio al actuar sobre el entorno construido en una dinámica en la que el espacio es tiempo
cristalizado. Tiempo y espacio no pueden comprenderse fuera de la acción social. El espacio es
el soporte material de las prácticas sociales que comparten el tiempo y Castells añade que
todo soporte material conlleva siempre un significado simbólico. Pero la novedad consiste en
la posible existencia de soportes materiales de la simultaneidad que no se basan en la
contigüidad física. Este es el caso de las prácticas sociales dominantes en la era de la
información con una sociedad construida en torno a flujos: de capital, de información, de
70 El término "edge city" fue acuñado por el periodista y escritor Joel Garreau para definir lo que, según
él, es la principal transformación en la forma de hacer ciudades que se ha producido en Estados Unidos desde hace siglos. Para otros, las Edge Cities son la última generación de suburbios norteamericanos, si bien sus características formales y funcionales difieren tanto de las de los suburbios tradicionales que muchos autores tienden a contemplarlas como un fenómeno diferente. Entre estas diferencias destacan una ubicación excepcionalmente lejana de los centros urbanos, la mezcla de la función residencial con la del trabajo de oficinas, una extrema dispersión que hace que se confundan con el territorio natural, etc. Las Edge Cities nacieron en Estados Unidos en la década de los 80 y su éxito ha sido tan fulgurante que actualmente dos terceras partes del espacio de oficinas existente en el país se concentra en ellas. La razón que explica este fenómeno es que, en comparación con los centros urbanos, las Edge Cities ofrecen a las corporaciones globales muchas ventajas: suelo más barato, seguridad, eficientes comunicaciones terrestres, avanzado equipamiento tecnológico y una elevada calidad de vida para sus empleados y directivos. Las Edge Cities se emplazan muy lejos de los downtowns, en áreas fronterizas entre el campo y la ciudad, y siempre cerca de alguna gran arteria de comunicación (con preferencia por las intersecciones de las rondas de circunvalación con las autopistas radiales). Aún así, al mezclar residencias y centros de trabajo se convierten en unidades urbanas funcionalmente autónomas.
tecnología, de interacción organizativa, de imágenes, sonidos y símbolos. Estos flujos son la
expresión de los procesos que dominan la vida económica, política y simbólica.
Castells propone la idea de que hay una nueva forma espacial característica de las
prácticas sociales que dominan y conforman la sociedad red: el espacio de los flujos. El espacio
de los flujos es la organización material de las prácticas sociales en tiempo compartido que
funcionan a través de los flujos. Por flujo se entienden las secuencias de intercambio e
interacción, determinadas, repetitivas y programables entre las posiciones físicamente
inconexas que mantienen los actores sociales en las estructuras económicas, políticas y
simbólicas de la sociedad. El espacio de los flujos como forma material de soporte de los
procesos y funciones dominantes en la sociedad informacional puede describirse (más que
definirse) mediante la combinación de al menos tres capas de soportes materiales.
La primera capa está formada por un circuito de impulsos electrónicos
(microelectrónica, telecomunicaciones, procesamiento informático, sistemas de radiodifusión
y transporte de alta velocidad, también basados en las tecnologías de la información) que
forman la base material de los procesos estratégicamente cruciales en la sociedad‐red. La
segunda capa la constituyen sus nodos y ejes, organizados de forma jerárquica. Finalmente, la
tercera capa hace referencia a la organización espacial de las élites gestoras dominantes (más
que clases) que ejercen las funciones directrices en torno a las que ese espacio se articula.