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6. EL RAP COMO LITERATURA AL MARGEN: APUNTES CONCEPTUALES

7.1 Una mirada retrospectiva al rap que se hace en Cali

7.2.3 El análisis de la lírica de Zona Marginal

7.2.3.2 Las líricas de ZM vistas desde las formas

7.2.3.2.2 Estación 2: la dimensión referencial

En esta sección del análisis, vamos a mirar, apoyados en lo que Marita Mata (1993) denomina la dimensión referencial del lenguaje: qué tipo de acciones, personajes y espacios constituyen el universo narrativo que construye la Zona Marginal en sus letras. En ese sentido miraremos algunos de esos ámbitos que pasan, por un lado, por el tipo de relatos en los que se funda la intención narrativa de la Zona; por otro lado, por el tipo de espacios en los que se mueven estas historias, es

decir, cómo se configura el universo narrativo a partir de la sumatoria de campos de referencia en el que la Zona soporta sus líricas; por último, identificaremos algunos de los sujetos sociales que de forma recurrente son protagonistas de los discursos cantados.

La producción lírica de Zona Marginal tiene una frecuente presencia del relato tipo crónica, que da cuenta de las distintas violencias que afectan los espacios en los que se mueve la comunidad/sujeto que le interesa a la agrupación. La Zona Marginal funge como una suerte de juglar que va recogiendo las gestas de los héroes y de las víctimas que son golpeadas por el sistema opresor. Son distintos los ámbitos. Uno de ellos, el histórico-político; relatos que dan cuenta de hechos concretos, que, aunque mediáticos en su momento, necesitan una forma distinta y tal vez más profunda, de relatarlo:

Que confusiones, que un tropel Un estudiante que nada tenía que ver Así decía, la gente que salía de la universidad Cuando el SMAD entró al alma mater como una fiera

Golpeando y estropeando al estudiante que cogiera Y ay de aquel que no corriera, que no corriera!

Después de una corta confrontación Suena el disparo de un cañón

Un orificio de bala, la vida de un hombre se escapa La esperanza de padre y madre que apagan la llama

Crimen de lesa humanidad Crimen de estado Relatamos y denunciamos [Johny Silva – Zona Marginal] [16]

Hay un interesante ejercicio de síntesis del relato que recoge en unas cuantas líneas un tristemente célebre evento que necesitó ser recogido en por lo menos tres cuartillas de papel; también encontramos una sagaz apropiación del rumor como dispositivo válido de narración en el que no se busca la exactitud del dato ni la necesidad de evidenciar la presencia de una autoridad oficial informativa. Por el contrario, se legitima el lugar de la versión popular, no oficial. No se confronta tampoco con la versión de las autoridades, simplemente se emite y desde el detalle que

da cuenta de la cercanía y de la vivencia del hecho, se espera que sean argumentos suficientes para que el relato sea asumido como una verdad. Esto se refuerza con la inclusión de actores concretos como el ESMAD y conceptos claves como lo del crimen de lesa humanidad. Igual sucede en A dónde van (2004), cuando la historia se ocupa de un fenómeno de violencia sistemática que afecta a la sociedad en su conjunto o al menos, a un conglomerado bastante grande:

Lloran las almas en penas de hermanos y hermanas Testigos son, los que siempre han estado ahí

El árbol, las plantas y el río Lo saben todo, pero no pueden decirlo

Los crímenes, deben admitirlo, no hay forma de impedirlo Muchos miraron,

como arrastraron a mis hermanos, los torturaron y los mataron, los mutilaron

Luego los enterraron, Por mucho tiempo los buscaron

Y jamás los encontraron

Solo ellos saben dónde se encuentran exactamente En esos senderos brutales han estado presentes

Han sido cómplices, sin quererlo ser, Por lograr ver lo que no debían ver Trágicos momentos, de los acontecimientos Cosas que no pasan, aunque pase el tiempo

[A dónde van – Zona Marginal] [24]

En este fragmento de la lírica hay varios elementos para destacar. Principalmente la subjetivación de los árboles y los matorrales como agentes testigos de un fenómeno mortal que por fuera del universo literario no tiene muchos testigos vivos. Se denuncia que la verdad está ahí, así ningún ser humano pueda ratificarla; que la naturaleza que los vio morir y probablemente los cubrirá para siempre, por siempre será el elemento que impide que estas almas y estos cuerpos sean olvidados. Unos testigos sabedores callados por su naturaleza, como prueba fiel de un crimen serial que intenta ser perfecto. Hay pues una descripción del proceso de tortura, muerte y desaparición de individuos bajo un régimen que trabajó escudado en la oscuridad silente de la selva, de los ríos y de los mangones. Esto, puede interpretarse también como un llamado a la no

negación del proceso y mucho menos al no olvido de las víctimas que están ahí y que no pueden ser condenados a esa doble desaparición: la física que los sacó de este mundo y la de la memoria que los borre del imaginario colectivo.

Los procesos electorales también son contados desde la óptica de la Zona Marginal. En Abajo el Rey (2004), la narración, si bien no descubre nada nuevo, lo fundamental aquí, es hacerlo visible:

Nuevamente las elecciones, y la preparación Tiempo de campañas, hace presencia un cabrón

Y habla y habla, hasta quedar seco Y siempre con su muela: prometo, promete

Promete maricadas, promete guevonadas A mí no me prometes, prométele a tu mama Pues todas tus promesas el viento se las llevó

Ya no te creemos, el juego terminó

Todos suben por una misma cuerda Ahora la romperemos para acabar esta mierda

A la politiquería cada día se pone más grave Tenemos que destruirla antes de que nos acabe Cuando tu menos pienses estarás en el cementerio

Ojo compañeros, destruyamos el imperio Hay que ir contra las reglas, hay que quebrantar la ley

Empecemos derrocando de su silla al chimbo rey [Abajo el Rey – Zona Marginal] [7]

Desde el inicio se hace énfasis en lo cíclico del problema y en la metodología con la que operan los agentes de la politiquería. No se habla del político como tal, se habla del “cabrón” que cubre a todos los actores de la cadena: desde el cacique electoral, pasando por el personaje de mediana importancia en el partido, hasta el líder comunitario que copta inicialmente a los votantes. La denuncia es neutra, no toma partido alguno, sugiriendo que todos los partidos hacen lo mismo, suben por la misma cuerda, una cuerda que hay que romper, pues al representar el sistema corrupto electoral con este elemento, romperla significa terminar con esa práctica. La lírica avanza utilizando elementos en clave de sinécdoque, cuando plantea que en un futuro se estará en el cementerio para significar como este sistema político enfermo terminará convirtiendo el territorio

en un escenario radical que atentará no solo contra el bienestar económico, sino también contra la vida de todos y todas. Finalmente, habla de la necesidad de derrocar a un “chimbo rey”, a un gobierno ilegítimo, que llega al poder en un proceso viciado. Un rey chimbo que no tiene un nombre específico, que no está dirigido a un personaje específico, sino que habla de la figura genérica del político que llega al poder con las patrañas propias del sistema que se quiere terminar.

El otro tipo de relato que escuchamos se mueve en los terrenos de las angustias íntimas de los individuos y en los dramas propios, ligados a las dinámicas del espacio en el que habitan. La pobreza que obliga a incurrir en actividades extremas que rayan en lo prohibido; los conflictos de los jóvenes enredados por fenómenos como el consumismo; las complejidades de una maternidad no deseada y todas las contrariedades que esto puede producir:

Dimanaste, partiste y al mundo caíste Te fuiste creciendo, tu cuerpo formando

Y etapa tras etapa te estas enamorando Tu primer beso fue tu emoción Et sentiste atada por aquella atracción Llega el verano y tu romance comienza Tu hombre el proceso de conquista empieza Te acaricia, te convence y a tu lecho te lleva Tu caes en sus brazos entre cobija de seda

Transcurre 15 días, un mes y hasta más Te haces un chequeo y cuenta te das Que has fecundado y a tu hombre le cuentas El brinca de alegría, pero tú no te das cuenta

Lo que él te promete son solo mentiras Tú sales a buscarlo, el desaparece de tu vida Deprimida te encuentras, y te quieres suicidar

Grande es el fracaso, Y decides malograr Malpariste… Y su vida terminaste Arrepentida estas por lo que pasaste Atrapada en la soledad, condenada a recordar Aquel ser en tus entrañas que en la mente te quedara

[Adentro o afuera – Zona Marginal] [19]

Una rima que logra resumir en unos cuantos versos, un largo y traumático proceso de vida y de muerte. La historia, aunque utiliza referentes poco cercanos al contexto cercano, intenta generar

un escenario de identificación con los públicos/sujeto. Hablamos del uso de palabras clasificadas dentro de lo que López Vigil denomina el lenguaje pasivo, es decir, aquellas que su significado puede ser conocido, pero su uso doméstico es mínimo o nulo (López Vigil, 2000). Nos referimos a palabras como “dimanaste”, con la que abre la canción, que pudo reemplazarse por una más activa como “naciste”, o el uso del verbo pasivo “malparir”, para remplazar uno más activo como “abortar”. También hablamos de referentes que tienen más relación con otros contextos u otras culturas; Vr.gr. la idea de relacionar el verano como el tiempo del amor, una práctica más de la cultura gringa que se inocula desde el cine y la televisión, y que poco tiene que ver con un contexto cercano en el que el verano ni siquiera existe como estación. Sin embargo, el relato logra simplificar el proceso, tal vez al extremo, pero potenciando su capacidad didáctica y las posibilidades de generar identificación en el oyente, independiente del rol con el que esta suceda.

Es también frecuente encontrar en los relatos de Zona Marginal, la reconstrucción de las dinámicas de violencia que desde distintos actores y sustentadas por diversos sentidos –a veces desconocidos- llegan por temporadas ponen en jaque la dinámica social:

Al llegar la noche en las moradas de ladrillo Las familias se recuestan, apagan los bombillos

Las calles están frías, solitarias Guardando los murmullos con murmullos Los reinos de los pasos, de los golpes en los muros

Trato de sumirme en un sueño bien intenso Alejarme de los sustos que perturban en mis sueños

Intento reposar, pero casi ya ni duermo Escucho disparos que percibo a lo lejos Me asomo al balcón, pero no contemplo nada Solamente es un sueño que concluye en la mañana

Se oyen vario tiros, varios golpes, varios gritos A quien le habrá tocado haber caído sobre el piso

Cubierto en sangre y su madre está llorando Mi primo aun no llega y no se qué está pasando

Será que fue atrapado por la limpieza social Los capuchos apuntando, otra bala a despojar

Se aguardizan los pasos, sonrisas acabadas No se comenta nada y otra noche titulada

[Sufridas realidades – Zona Marginal] [22]

En estas rimas que hacen parte de Sufridas Realidades (1999), podemos sumergirnos en el ambiente de tensión que produce el miedo a la llegada de una muerte que se sabe que vendrá, pero que se desconoce a quién se llevará. Hay una descripción tanto física de los espacios, como de la antesala y de los macabros rituales de la silenciosa espera que a oscuras deben hacer los habitantes de un barrio popular que ha sido declarado objetivo de las organizaciones de la muerte. La rima da cuenta también de los dramas colectivos y personales, de la incertidumbre y la doble sensación de seguridad por estar resguardado, pero también de la tensión que se siente por aquellos que no lo están y que podrán terminar silenciados por las balas y tirados en el piso bañados en su sangre. Nuevamente aparece la “limpieza social” como un concepto que, aunque políticamente incorrecto, ha sido naturalizado y se convierte en una entidad que está ahí, a la que se le tiene miedo, contra la que poco se puede hacer, porque al igual que sus ejecutores -los capuchos-, se desconoce su origen, su motivación, su modo de operar. Es un modo de escritura que se afinca en los postulados de la novela negra, en donde la muerte y el crimen son más que una anécdota o un evento ocasional y se inscriben como un elemento fundamental que toca y relaciona todas las acciones, dramas y conflictos del conglomerado humano sobre el que se escribe (Herrera, 2008). Acá, el fragmento es suficiente para dejar la sensación de que es una muerte asidua visitante y que esa escena de terror que se describe es un ciclo macabro en el espacio vital.