Dolor IV bolo IV Perfusion IM Epidural Intratecal Rectal Niños
Módulo 3. Estr ategias ter apéuticas (II)
Módulo 3
ESTRATEGIAS TERAPÉUTICAS (II).
Tema 1: • Vías de administración: PCA, infusiones continuas(indicaciones y contraindicaciones) Tema 2 : Bloqueos centrales Tema 3: Bloqueos periféricos(indicaciones y contraindicaciones) Tema 4∙ Aplicación de protocolos y guías clínicas Tema 5∙ Dolor agudo en grupos especiales de pacientes: anciano, politraumatizado, adicto a drogas, otros Tutoría: Mónica Galindo Palazuelos Objetivo: Que el alumno conozca las medidas terapéuticas contra el dolor, tanto las farmacológicas como las no farmacológicas. Tiempo estimado: 10 horas Método de seguimiento: Tutorías y foro libre Evaluación: Cuestionario de 10 preguntas con una sola respuesta válida
Monica Williams
Tema 1. VÍAS DE ADMINISTRACIÓN: PCA, INFUSIONES CONTINUAS
(INDICACIONES Y CONTRAINDICACIONES)
VIAS DE ADMINISTRACIÓN DE LA ANALGESIA a. BOLO
b. INFUSIÓN CONTÍNUA c. PCA
Monica Williams
VÍAS DE ADMINISTRACIÓN: PCA, INFUSIONES CONTINUAS
(INDICACIONES Y CONTRAINDICACIONES)
Introducción y generalidades
Las vías más adecuadas para el control inicial del dolor postoperatorio del paciente son la vía intravenosa y los bloqueos centrales o periféricos, ya que mediante éstas se alcanza rápidamente el efecto terapéutico. La posibilidad de utilizar sistemas de infusión que administren los fármacos a dosis prefijadas y durante un tiempo determinado, ha significado un gran avance en el campo del dolor. Pero también ha suscitado cuestiones con respecto a su adecuado funcionamiento, así como a los fármacos y vías que pueden ser utilizados mediante estos métodos.
El uso de la PCA y las infusiones continuas está indicado en el postoperatorio de aquellas intervenciones que van a tener un dolor de moderado a intenso en las primeras 2448 horas. La ventaja del empleo de estas técnicas es mantener una concentración mínima analgésica eficaz (MEAC), ya que de esta forma se disminuyen los efectos secundarios asociados a la administración por bolus intermitentes y se consigue un mejor control del dolor. A la hora de usar estas pautas hay que tener presente que la MEAC depende de una serie de factores. Varía en relación a la intensidad del estímulo nociceptivo (tipo de incisión); no es constante en el caso del dolor postoperatorio, disminuyendo con el paso del tiempo y siendo máximos los requerimientos en las primeras 4872 horas; y además se incrementa transitoriamente como consecuencia del dolor incidental. Todos estos factores deben tenerse en cuenta al calcular las dosis de los fármacos a pautar y el tiempo de administración, ya que superar la MEAC no significa mejorar la analgesia, sino incrementar los efectos secundarios.
Modos de administración de los analgésicos 1. Bolus intermitentes. 2. Infusión continua. 3. PCA (por sus siglas en inglés “patient controlled analgesia”) o analgesia controlada por el paciente. 4. PCA más perfusión continua. 1. Bolus intermitentes
La forma más habitual de pauta analgésica en el postoperatorio es la inyección intravenosa rápida de una cantidad fija de analgésico a determinados intervalos (cada 4, 6 u 8 horas). Esto da lugar a importantes variaciones en las concentraciones plasmáticas del fármaco; de modo que cuando éste alcanza su concentración pico, la incidencia de efectos secundarios es mucho mayor, con el consiguiente riesgo de sobredosificación; en cambio, si no se respeta su intervalo de administración, se pueden alternar periodos de analgesia insuficiente, lo que conlleva a un inadecuado control del dolor.
La transición de una analgesia efectiva a un dolor intenso depende de pequeños cambios en la concentración plasmática, por lo que una ligera disminución de la concentración por debajo de la MEAC puede inducir la aparición de dolor intenso. En esta situación, el retraso que se produce desde que el paciente solicita analgesia hasta que esta se administra y se distribuye, suele originar periodos prolongados de dolor intenso (figura 1).
2. Infusión continua
Esta técnica permite alcanzar concentraciones plasmáticas estables manteniendo su efecto analgésico a lo largo del tiempo. Se recomienda empezar con la administración de un bolus para alcanzar un nivel de analgesia adecuado y luego iniciar la perfusión continua bien mediante dispositivos electrónicos programables o bien no electrónicos (figura 2).
Figura 2: Elastómero
Mediante esta técnica, se evita la presencia de efectos secundarios asociados a bolus intermitentes; sin embargo, para que la infusión sea efectiva
y segura debe programarse de acuerdo con las características
farmacocinéticas del analgésico empleado. Establecer dosis convencionales puede dar lugar a dosis insuficientes o a sobredosificación con el riesgo de efectos secundarios, por lo que las dosis se deben individualizar según la respuesta farmacodinámica, ya que la MEAC puede presentar una gran variabilidad entre un paciente y otro. Por otro lado una concentración plasmática determinada, incluso en perfusión continua endovenosa, puede no ser efectiva a lo largo del periodo postoperatorio, debido a la variabilidad intraindividual (dolor incidental: fisioterapia, movilización y los ritmos circadianos del dolor). Además, dado que los requerimientos suelen ser menores con el paso del tiempo, puede existir sobredosificación del fármaco y la aparición de efectos secundarios. Para evitarlo estas técnicas generalmente se pautan tan solo las primeras 2448 horas del postoperatorio.
Ventajas Inconvenientes Buena analgesia
Estabilidad plasmática
Mayor vigilancia
No adaptación individual
Esta modalidad de infusión continua sirve para la administración de cualquier fármaco por cualquier vía.
· Vía endovenosa
Los fármacos más frecuentemente utilizados son los siguientes: Opioides ±
AINES ± antieméticos o procinéticos. La forma de preparación será la siguiente: calcular la dosis total para 48 horas y diluirlo hasta un volumen total de 100 ml; iniciar la perfusión a una velocidad fija de 2 ml/h. Según la intensidad del dolor se administrará una u otra pauta:
Dolor moderado (EVA 47): Tramadol ± AINE ± antieméticos.
Dolor severo (EVA 710): Opiaceo mayor ± AINES ± antieméticos o procinéticos.
· Bloqueos centrales o periféricos
El fármaco más utilizado son los anestésicos locales ± opioide (morfina o fentanilo).
Intradural: Se utiliza en dolor crónico, mediante catéteres conectados a reservorios subcutáneos o a bombas implantadas.
Epidural: el ritmo de infusión fijo (ml/h) y la concentración dependerán del nivel de colocación del catéter. Los fármacos usados son la morfina cuando se administra como único analgésico y el fentanilo asociado a un anestésico local.
Paravertebral: anestésico local administrado a un ritmo de infusión que dependerá del peso del paciente 0,1ml/kg/h en el caso de lidocaina. Plexos (axilar, femoral….): Tras la colocación del catéter se
administrarán un anestésico local a un ritmo de infusión fijo dependiendo del bloqueo realizado. Esto permitirá prolongar los efectos analgésicos más allá de las 1218 horas de la analgesia proporcionada por la punción única.
De forma orientativa las pautas de administración de anestésicos locales en los bloqueos periféricos continuos serán las siguientes: Técnica Infusión (ml/h) Bloqueo interescalenico Bloqueo infraclavicular Bloqueo Axilar Bloqueo del plexo lumbar Bloqueo femoral Bloqueo ciático Bloqueo poplíteo Bloqueos distales (tibial y peroneo) 8 8 8 10 10 10 10 5 Como complicaciones derivadas de la colocación del catéter tendremos sobretodo de tipo infeccioso y las derivadas del desplazamiento del catéter.
3 PCA “ patient controlled analgesia” o analgesia controlada por el paciente.
Desarrollo histórico de la PCA
La utilización a demanda de protóxido de nitrógeno durante el trabajo de parto a partir de los años 30, se puede considerar la primera introducción del método de PCA. Pero es a partir de un trabajo pionero publicado por Roe en 1963 cuando se crean las bases del método de PCA. En su estudio se demostró que pequeñas dosis de opioides endovenosos administrados por enfermería conseguían una mejor analgesia que las pautas fijas habituales de opioides intramusculares. En el año 1968, el mismo investigador realiza el primer estudio controlado en el que enfermería administra pequeñas dosis de opioides endovenosos a demanda del paciente, y tres años más tarde repitió el estudio utilizando una primitiva bomba de PCA. Las conclusiones de estos estudios fueron que este método de administración mejoraba la analgesia, disminuyendo la dosis total de opioides utilizados, constatando además la
existencia de grandes diferencias en los requerimientos de analgésicos entre los pacientes (intervariabilidad). En los años siguientes fueron desarrollándose dispositivos mecánicos para la administración de analgésicos, hasta llegar a las actuales bombas de PCA, cada vez más sofisticadas, que permiten utilizar pautas específicas pero con un uso más fácil y seguro. Su aplicación clínica se ha extendido a otras vías y en la actualidad se utilizan, además de por vía endovenosa, por vía espinal, subcutánea, perineural y transdérmica.
De forma paralela a estos hechos se publicaron diversos estudios epidemiológicos que demostraron que un alto porcentaje de pacientes hospitalizados manifestaban dolor moderado intenso, y pusieron de manifiesto las grandes diferencias entre las dosis de opioides pautados y los realmente administrados (opiofobia). Es en este contexto de insuficiente tratamiento del dolor e inadecuada administración de los analgésicos opioides donde el método de PCA despierta grandes expectativas de constituir la solución para la mejora del tratamiento del dolor postoperatorio.
Fundamentos de la PCA
La PCA es, por tanto, un sistema conceptual de administración de analgésicos, que hace referencia a cualquier método que permita al paciente autoadministrarse el analgésico prescrito, en pequeñas dosis, a intervalos previamente prefijados, cuando percibe la presencia de dolor. Esta técnica, ya sea mediante una bomba programable (bomba de PCA) o mediante métodos más sencillos como sería la disponibilidad de analgésicos, permite individualizar la terapéutica del dolor, ajustando la dosis de acuerdo a la intensidad del dolor y a las necesidades del paciente, proporcionando autonomía al enfermo y eliminando el retraso en la administración de la analgesia. Cualquier vía y cualquier fármaco pueden ser susceptibles de administración mediante esta modalidad. Esta técnica está indicada en cirugías que cursan con dolor postoperatorio de intensidad severa (EVA 710), en aquellas en las que no se consigue un alivio adecuado del dolor con las pautas convencionales, y cuando exista un riesgo claro de complicaciones respiratorias o cardiacas secundarias a un mal control del dolor.
El método de PCA pretende solventar dos problemas del tratamiento del dolor postoperatorio en cuanto a los requerimientos de analgésicos:
• La variabilidad interindividual: No se puede predecir con precisión la dosis que se requiere para obtener una analgesia efectiva ya que dependiendo del paciente puede variar la percepción del dolor y/o la respuesta a los analgésicos debido a factores farmacodinámicos, farmacocinéticos, psíquicos…
• La variabilidad intraindividual: Ésta tiene diversas causas como son el dolor incidental (fisioterapia, movilización), los ritmos circadianos del dolor, y la disminución progresiva del dolor a lo largo del postoperatorio.
Los objetivos que se pretenden conseguir con el método de PCA son: individualizar las dosis con el fin de alcanzar la concentración analgésica
mínima efectiva (MEAC), y mantener concentraciones plasmáticas
relativamente constantes del analgésico para así evitar oscilaciones pronunciadas que podrían inducir efectos secundarios o analgesia insuficiente. La administración por el propio paciente de pequeñas dosis de analgésicos permite conseguir los objetivos anteriores. Además, teniendo en cuenta que el dolor es una experiencia subjetiva del paciente, el método de la PCA permite alcanzar el grado de analgesia que éste considera adecuado sin los retrasos habituales en la administración de analgésicos.
Aplicación clínica de la PCA
La aplicación clínica del método de PCA precisa tres requisitos para su correcto funcionamiento:
1. La adecuada selección del paciente.
2. Una programación precisa de los parámetros de la bomba de PCA. 3. Un programa de seguimiento para evaluar el efecto analgésico y los
posibles efectos secundarios, así como la realización, en caso de que sea necesario, de las modificaciones pertinentes en la pauta analgésica.
1. Selección del paciente
Durante la visita preoperatoria se ha de evaluar si el paciente es apto para utilizar este método de analgesia. Debido a que se requiere su colaboración activa, el paciente deberá comprender el concepto de la técnica, los beneficios y los posibles riesgos. Se considera que esta visita es el momento idóneo para explicar el funcionamiento esencial del aparato (bolus, intervalo de cierre,...), la analgesia que puede esperarse del mismo y cómo prevenir las exacerbaciones del dolor (movimientos, cambios de vendajes...) con el fin de alcanza un buen alivio del dolor.
Los factores relacionados con el paciente que contraindican el empleo de esta modalidad son los siguientes:
Incapacidad para entender la técnica: o Pacientes de edad avanzada.
o Pacientes con deficiencias mentales.
o Pacientes con alteraciones psiquiátricas graves o deterioro cognitivo.
o Niños menores de 5 años.
Historial de abuso a drogas o farmacodependencia.
superiores.
Pacientes que rehúsen este tipo de tratamientos.
Realmente estos factores no van a constituir contraindicaciones absolutas pero sí relativas, por lo que deberemos extremar las precauciones y la vigilancia. 2. Parámetros de programación Para conseguir una analgesia adecuada utilizando el método de PCA deben programarse los parámetros siguientes: dosis de carga, perfusión basal (o no), la dosis o volumen del bolo que puede autoadministrarse el paciente, el tiempo mínimo que ha de transcurrir entre dos dosis (“intervalo de cierre”) y el número máximo de dosis en un determinado intervalo de tiempo; por otra parte el cociente entre dosis administradas/dosis solicitadas tiene gran utilidad para evaluar si la programación realizada es adecuada.
a. Dosis de carga. Su objetivo es obtener un nivel de analgesia inicial. Se considera imprescindible para iniciar la PCA, sobre todo si el paciente no está en condiciones (físicas o psicológicas), como en ocasiones ocurre en el postoperatorio inmediato.
b. Dosis a demanda (bolus). Es la cantidad de medicación analgésica que se administra a través de la bomba de PCA cuando el paciente aprieta el botón. El objetivo de los bolus es mantener el nivel de analgesia obtenido mediante la dosis de carga, por lo que ésta debe ser adecuada antes de iniciar las dosis a demanda. La dosis administrada en cada bolo ha de cumplir dos requisitos: no ha de ser muy elevada para evitar la aparición de efectos secundarios, pero tampoco demasiado baja, pues en este caso aumenta la frecuencia de autodemanda, pudiendo no alcanzar una analgesia suficiente y surgir un rechazo hacia la técnica. La dosis inicial programada se fijará de acuerdo al paciente y al analgésico utilizado y, en función de su ineficacia o de la aparición de efectos secundarios, la dosis del bolo puede ser aumentada o disminuida en un 2550 %.
c. Intervalo de cierre. Es el tiempo mínimo que ha de transcurrir entre dos bolos consecutivos. Éste debe ser igual o algo mayor al tiempo en que se consigue el máximo efecto analgésico del fármaco utilizado, para así posibilitar que el paciente pueda percibir el efecto del bolo, evitando nuevas administraciones precoces que pueden originar acumulación y sobredosificación. El tiempo no deber ser excesivamente largo, ya que en este caso aunque el paciente se administre todos los bolos disponibles, nunca podrá alcanzar concentraciones analgésicas terapéuticas. Este parámetro evita la sobredosificación del fármaco. En resumen, el intervalo de cierre depende del fármaco y de la vía de administración utilizada, ya que estos dos factores determinan el tiempo de consecución del máximo efecto analgésico.
d. Perfusión basal. Tiene como objetivo mantener una tasa plasmática constante y por tanto una analgesia mantenida. La administración de una perfusión basal de analgésico, junto con la posibilidad de recibir bolos a demanda mediante una PCA, ha sido y continúa siendo un tema de controversia. Conceptualmente, la administración de una perfusión asociada a pequeños bolos para controlar los accesos de dolor incidental sería el mejor método analgésico. Otro argumento a favor de la utilización de una perfusión basal es la posibilidad de mejorar el descanso nocturno. Sin embargo, en el análisis de diversos estudios que han comparado la administración de diversas perfusiones de morfina intravenosa, se ha demostrado que la perfusión basal no mejora la analgesia, no modifica el número de bolos solicitados, y, en cambio, aumenta la dosis total administrada, así como la incidencia de náuseas, sedación y depresión respiratoria. En el estudio de la PCA con otros fármacos y vías de administración, tampoco se han encontrado resultados concluyentes. Por lo tanto, no se recomienda la utilización de una perfusión basal en la PCA.
e. Dosis máxima. La mayoría de bombas de PCA permiten limitar la dosis administrada en un intervalo de tiempo (1, 4 o 24 horas). Este parámetro se utiliza como elemento adicional de seguridad para evitar superar la dosis máxima permitida de un determinado analgésico. Sin embargo no se ha
demostrado que realmente produzca ningún beneficio. f. Dosis administradas / dosis solicitadas. Es el número de dosis administradas en relación al número de solicitudes realizadas. Aunque este cociente se utiliza en ocasiones para valorar la adecuación de la programación (se considera que es inadecuada en ratios superiores a 3:1), existen múltiples causas que pueden aumentarlo: ansiedad, confusión, uso inadecuado por el paciente. 3. Programa de seguimiento y evaluación
Incluso con una correcta selección del paciente y una adecuada programación de los parámetros de la bomba de PCA, es posible que los enfermos presenten dolor moderadosevero. Por este motivo, ha de existir un programa de seguimiento del paciente postoperado con el fin de evaluar la intensidad del dolor, la eficacia de la analgesia, los efectos secundarios y su tratamiento.
Finalmente, el uso eficaz del método de PCA requiere que todo el personal implicado en su manejo esté formado en su uso y conozca los riesgos de su aplicación.
Vías de administración
Aunque conceptualmente el método de PCA se puede utilizar por cualquier vía de administración, la más utilizada y estudiada ha sido la endovenosa. Otras vías en que con frecuencia se utiliza este método son: epidural, bloqueo periféricos, subcutánea, oral, intranasal, intratecal, transdérmica y perineural.
La PCA endovenosa está indicada en el control del dolor agudo intenso y cuando no son aplicables las técnicas de anestesiaanalgesia locorregional. En su empleo deben tenerse encuenta las siguientes precauciones: disponer de un acceso venoso seguro, que no favorezca la acumulación del analgésico con posterior liberación accidental del bolus, no administrar fármacos incompatibles por la misma vía y evitar asociación de medicaciones que pudieran potenciar los efectos secundarios.
La PCA epidural está considerada como la mejor opción terapéutica en los casos de dolor intenso, sobre todo tras cirugía ortopédica de extremidades inferiores, cirugía torácica y abdominal. Permite utilizar la asociación de anestésicos locales y opioides, potenciándose el efecto analgésico y reduciéndose los efectos secundarios de cada uno de estos fármacos. Cuando se empleen técnicas de PCA regional deberán tenerse en cuenta una serie de precauciones: disponer de un acceso venoso seguro, vigilar los efectos secundarios de los fármacos administrados, fundamentalmente el grado de sedación y la posibilidad de depresión respiratoria cuando se utilicen opioides, y las consecuencias derivadas del bloqueo simpatico cuando se usen anestésicos locales.
Ventajas e inconvenientes de las distintas modalidades de PCA
· PCA pura
Ventajas Inconvenientes
Individualización de las
necesidades analgésicas.
Mejor calidad de analgesia con dosis totales inferiores a las
empleadas en los
procedimientos habituales y menos efectos secundarios. Evita exacerbaciones del dolor
ligadas a la actividad del paciente.
Disminuye la ansiedad asociada al dolor al permitir al paciente un mejor control del mismo. Mayor satisfacción.
Proporciona una rápida
Requiere colaboración activa del paciente.
Precisa que tanto el paciente como el personal de enfermería entiendan la técnica.
No aplicable a todos los
pacientes.
Efectividad ligada al
funcionamiento correcto del sistema.
Coste elevado.
Durante el sueño menos
administración del medicamento.
Mejora de la función respiratoria y del nivel de actividad durante el postoperatorio (al disminuir el dolor).
Disminución de las
complicaciones asociadas al empleo de opioides.
Técnica sencilla.
Menor dependencia de
enfermería y personal médico.
· PCA más infusión continua.
Ventajas Inconvenientes
Mejor control durante el sueño.
Disminución del número de
bolus.
Estabilidad analgésica.
Más consumo de medicación.
Precauciones en el empleo de sistemas electrónicos
Con la utilización de los sistemas electrónicos pueden aparecer distintos problemas, por lo que hemos de intentar averiguar la causa que lo origina para