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El experimento de la tensión muscular

In document Se Lo Que Piensas - Thorsten Havener (página 50-53)

• Siéntese cómodamente en una silla. Tómese un tiempo para relajar todos los músculos y siéntase tranquilo y distendido.

• Una vez lo haya conseguido piense en una experiencia pasada que lo haya enfurecido y concéntrese en ella. Hasta el último detalle.

• Imagine esta experiencia de nuevo y revívala en sus pensamientos. ¡Siga relajado! ¿Es capaz de cumplir ambas exigencias a la vez? Se dará cuenta enseguida: tan pronto se relaja es imposible estar enfadado a la vez. La ira y el miedo precisan tensión muscular para producirse. Esto quiere decir que cuando consiga mantenerse relajado y tranquilo entonces la ira y el miedo no aparecerán, y viceversa.

Los sentimientos extremos son humanos. Cada uno de nosotros llega en ocasiones al límite, y a veces la ira y el miedo son reacciones importantes que tienen que salir al exterior. No obstante, debemos ser conscientes de que siempre tenemos la opción de reaccionar de una u otra manera. ¿Estoy tenso y me enfado con facilidad, o reacciono en esa situación conforme al principio «el mundo es lo que yo pienso» y enfoco mi problema a vista de pájaro para poder solucionarlo con sensatez?

El psicólogo ycoachJens Corssen describe sus pensamientos en estas situaciones de manera muy expresiva y da en el clavo cuando en momentos de dificultad piensa: «Esta situación es micoachy yo soy el alumno. Gracias,coach, por ponerme esta prueba; estaba empezando a pensar que ya no creías en mí». Con ello genera una distancia hacia sí mismo. En las situaciones en las que sí se enfada emplea el método del guiño, que funciona como sigue: suponiendo que se enfade por algo, entonces desahóguese con tranquilidad. Como consecuencia volverá a relajarse, y ya sabemos que ese es el objetivo. Sin embargo, debe ponerle límites a este comportamiento y concluirlo de manera positiva. La próxima vez que se exalte por algo hágase un guiño interno. Verá cómo su cuerpo recupera el control y relaja los músculos, de modo que también puede serenar sus emociones y calmarse.

Yo mismo soy el mejor ejemplo para demostrar que estos procesos son posibles: hace algunos años rodaron un reportaje sobre mí. Durante todo un día anduvimos por el centro de Múnich realizando experimentos con viandantes. Como colofón llevé a cabo

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un ejercicio en el que, con los ojos vendados, reconocía, describía y dibujaba un letrero que no había visto nunca. Al retirarme después la venda de los ojos me sorprendió la presencia de otra persona desconocida en la mesa. Este me insultaba delante de la cámara de la peor manera posible y me tildó de charlatán y farsante. Se trataba de un golpe planeado por el equipo de producción, ¡me habían tendido una trampa! ¿Por qué cuento esto? Solo porque quiero mostrar una cosa: usted va a sacar, como el público y yo, las conclusiones adecuadas. Imagine que enciende la televisión y aparecen dos personas sentadas a una mesa. Uno de ellos permanece relajado, tranquilo y seguro; el otro está ahí sentado, rojo de ira y profiriendo insultos. ¿Quién de los dos le cae más simpático? Con este pensamiento en la cabeza estaba en situación de relajarme. Como dije: nuestro cuerpo tiene efecto en el pensamiento, y nuestros pensamientos tienen efectos concretos en el cuerpo.

Mi consejo: si está de capa caída y quiere sentirse mejor, entonces adopte la postura corporal que le permita hacerlo. Es una medida sencilla pero efectiva. Manténgase recto, sonríase a sí mismo y continúe relajado.

¿Recuerda el experimento del limón (página 49)? También es una prueba de lo que quiero decir aquí. Al leer acerca de darle un mordisco a un limón, su boca ha producido cada vez más saliva —solo con el poder de los pensamientos—. Justo de eso es de lo que se trata en los ejercicios de relajación y meditación. Esta última es una estrategia probada para concentrarse, encontrar su interior y focalizar la atención manteniendo el control. Cuando alguien lo hace por nosotros —como he hecho con el experimento del limón—, entonces hablamos de sugestión o también de hipnosis. Son dos caras de la misma moneda. Se trata en ambos casos de herramientas cuya ayuda permite focalizar la energía para aprovechar sistemáticamente el poder que emana de ellas. Y para interpretar los pensamientos a través de la expresión corporal.

3. Definir el mundo con nuestros pensamientos

«Todo el poder proviene del interior». Según Serge Kahili King, doctor en Psicología y autor de innumerables obras, este testimonio significa algo inaudito: estamos siempre en condiciones de otorgar poder a otras personas y sucesos, o de prohibírselo.

Todos tenemos este poder, está repartido equitativamente. Yo, como mentalista, podría mostrarlo de múltiples maneras. Sin embargo, si quisiera emocionarle y entusiasmarle de verdad, solo funcionaría si consiguiera provocar las sensaciones oportunas en su mente. Tan pronto como desencadeno los pensamientos apropiados, mis métodos suelen funcionar. Esto puede tener un efecto en sus actividades o incluso en sus funciones corporales. El cuerpo reacciona conforme a la imagen que ha aparecido en su mente —morder un limón, por ejemplo—. Quizás surjan otras posibilidades diferentes. Ya lo veremos.

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EL PODER DE LA AUTOSUGESTIÓN

Según la definición del hipnotizador estadounidense Ormond McGill, es «una sugestión entendida como hipnosis de la ejecución inconsciente de una idea». Se trata por tanto de hacer llegar una inspiración sin rodeos al subconsciente de otra persona y conseguir su transformación. Una sugestión es siempre una forma de influencia. Dependiendo de su fuerza, se controlarán los sentimientos y decisiones con mayor o menor intensidad. El hipnotizador puede implantar objetivos en el subconsciente de un desconocido, o modificarlo, cambiar su manera de pensar. En esos casos se habla de autosugestión o sugestión externa.

Una sugestión es muy poderosa. Con la ayuda de métodos sugestivos he llegado incluso a conseguir en mi espectáculo que personas perdieran el equilibrio, fueran incapaces de mover un brazo u olvidaran su nombre. Tan pronto como el subconsciente acepta el intento de sugestión ¡se vuelve realidad! Así, es posible que alguien sin ningún otro motivo aparente confunda un papel en blanco y unas chapas con dinero o que olvide su propio nombre. Sin embargo: las sugestiones solo dan resultado cuando nosotros mismos —consciente o inconscientemente— las aceptamos y creemos en su poder. Pues en primer lugar despliegan su fuerza en nuestro interior. Porque en cuanto estamos convencidos de algo nuestra voluntad se reduce, y el camino para la influencia queda libre. Nuestras creencias son siempre más intensas que nuestra voluntad. Antes de que se enfade y tire el libro tras haber leído esta afirmación y la rechace por absurda, imagine lo siguiente:

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