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fuentes de rasgo o rasgos de superficie Cattell añadió 10 más obtenidos de la literatura sobre psicología anormal y de algunas

In document TEORICOS DE LA PERSONALIDAD (página 54-60)

evidencias experimentales publicadas. (B. Sandín y P. Chorot, 1990).

Las 45 (otros autores postulan 46) categorías ya podían ser manejadas con los métodos disponibles en aquella época, y fueron factorizadas. (S. Karson y J. W. O’Dell, 1989). Este análisis factorial permitió identificar 15 factores más uno de inteligencia que se estimaron a partir de las intercorrelaciones entre las variables y se denominaron “factores primarios de personalidad”. (M. Torres, 1994).

En una última fase, Cattell elaboró una serie de ítems que representaran a estos 16 factores, ítems que, de manera hipotética, se refieren a aspectos de la conducta humana.

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Estos factores figuran en el test de manera jerarquizada, según la lengua inglesa se denominaron de “A” a “Q” y al ir avanzando en el orden del alfabeto los factores disminuyen algo en importancia, aun siendo todos útiles.

Cabe mencionar, antes de pasar a otra cuestión, que los factores de primer orden denominados “Q” son dimensiones que Cattell observó en los inventarios de papel y lápiz, no aparecidas en el análisis del lenguaje, y que Cattell consideró oportuno incluirlas en el test. A medida que se ha ido trabajando el cuestionario han resultado ser de una importancia primordial.

Ahora, para concluir, vamos a tratar de analizar algunos de los factores, concretamente los de Ansiedad y Extraversión (que son los más relevantes en las pruebas de personalidad) del 16PF, ya que no está en nuestro ánimo entrar a profundizar más en otros aspectos. De estos factores vamos a tratar de encontrar posibles antecedentes teóricos y/o analizar los diferentes tratamientos que le han dado Cattell y otros autores, siempre de un modo muy breve.

Leyendo a P. Kline, (1985) a menudo nos ha sorprendido el hecho de que en los factores, e incluso en algunos aspectos de la teoría de Cattell y de otros psicólogos encuadrados dentro del modelo psicométrico, busca y/o encuentra antecedentes provenientes del psicoanálisis o bien relaciona estos dos modelos psicológicos de personalidad.

Así podemos leer en su libro en un apartado sobre los trabajos de Cattell: “Cattell y Child (1975) enumeran setenta y ocho índices que engloban medidas fisiológicas y variables tales como un elevado nivel de información, la habilidad perceptual, una memoria mejor para el material preferido y menor distracción... ...los resultados de factorizar esas pruebas han arrojado cinco factores claros, de primer orden, que tratan del vigor de la actitud, y dos factores de segundo orden:

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1. alfa-Id consciente; el “yo deseo” componente de

actitudes.

2. beta-Intereses realizados, integrados,

racionales.

3. gamma-Componente moral de los intereses; el

sentimiento de que uno debería estar interesado en un tema.

Estos tres factores no son diferentes del ego, id y super-ego de la teoría psicoanalítica”.

Pero en otro punto nos dice: “En términos de nomenclatura, los factores primarios de Cattell (pese a los problemas de su claridad factorial) parecen apoyar las hipótesis de Freud concernientes a la dimensión de la mente (esto es, el id, el ego y el super-ego) dado que hay tres factores con tal nombre: C, intensidad del ego; G, Super-ego; y Q4, tensión del id. Ahora bien no debemos dejarnos confundir por esos nombres, dado que el propio Cattell estaba influido por la teoría psicoanalítica al denominarlos así”.

Seguidamente, hace un análisis de los resultados obtenidos con estos factores y concluye “en relación a la teoría freudiana, puede decirse que surge un cierto grado de respaldo a partir de la obra de Cattell, a pesar de los problemas y dentro del temperamento. La conceptualización de la actitud mental que queda subsumida en tres estructuras, id, ego y super-ego no anda absolutamente fuera de lugar; aún así, está claro que las hipótesis concernientes a la naturaleza y actuación del super- ego requieren modificación, a la luz de los hallazgos del análisis factorial”.

Otras citas: “dos síndromes de la personalidad, el carácter oral- optimista, y oral-pesimista, sí parecen obtenerse”. “En conclusión, pues, la evidencia a partir del análisis factorial de los test mencionados, respalda las observaciones de Freud acerca de que cabe anotar los diversos síndromes de personalidad; sin

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embargo, las afirmaciones que enlazan estos últimos con el erotismo pregenital, de donde justamente se derivan sus nombres, no han quedado todavía confirmadas de una manera muy convincente”.

Ahora vamos a analizar brevemente, como ya dijimos, los factores de segundo orden

Extraversión

y

Ansiedad,

los cuales son claves en las distintas teorías de la personalidad.

La Extraversión

El primero de los factores de segundo orden (en el 16PF) es la dimensión tan conocida Intraversión-Extraversión, identificada por Jung hace muchos años (S. Karson y J. W. O’Dell, 1989). Pero para Jung esta dimensión corresponde a una tipología, un individuo es introvertido o es extrovertido, forzosamente ha de estar incluido en alguna de estas dos categorías, sin embargo en los trabajos de análisis factorial, como el desarrollado por Cattell esta dimensión es un continuo con la mayoría de la población agrupada en torno a la media de una distribución normal. Para evitar éste y otro tipo de confusiones, Cattell prefirió utilizar el nombre

exvia

en lugar de extraversión.

Basándonos en J. M. Tous (1986) hay modelos, como el que este autor propone, que se limitan a tan sólo dos factores bipolares de la personalidad (introversión-extroversión y estabilidad-inestabilidad) basados en la sistematización de las teorías tipológicas de la tradición temperamental (Hipócrates, Galeno, I. Kant, W. Wundt, I. Paulov). Eysenck estaría dentro de este modelo de no haber postulado una tercera dimensión: el psicoticismo. De cualquier modo la manera de tratar el factor de extraversión, como el resto de los factores, por Eysenck es significativamente diferente a la de Cattell; y esta diferencia ya proviene desde los mismos fundamentos teóricos de ambos. Mientras para Eysenck el factor de extraversión ya es por sí, (y en su medición), altamente fiable y replicable, Cattell, sin embargo, considera que semejante enfoque va a desperdiciar

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información. (P. Kline, 1985). Concluye este autor diciendo que Cattell “prefiere extraer un amplio número de factores, tantos cuantos puedan hallarse en replicables rotaciones de estructura simple, combinando los mismos para alcanzar factores más amplios”.

Ansiedad (o Neuroticismo)

Este factor de segundo orden frecuentemente resulta ser el primero en importancia entre las dimensiones secundarias del 16PF, además de ser el índice principal de patología. (S. Karson y J. W. O’Dell, 1989).

Este factor es sin duda alguna una de las principales dimensiones en cualquier teoría de la personalidad, incluso en la psicología dinámica o psicoanálisis. Como dice P. Kline, (1985) “emerge de la mayoría de los tests de personalidad donde entran en juego los factores, y cabe poca duda de que buena parte de la varianza en el MMPI, un test orientado al criterio, se explica a través de dicho factor".

Los tests de Eysenck, como no, el de Guiltord y otros, amén de por medios indirectos, miden esta dimensión de la personalidad.

Todos los factorialistas están de acuerdo en medir lo mismo cuando están midiendo este rasgo. Aunque Eysenck prefiere hablar de neuroticismo porque tal es el rasgo que predispondrá a un individuo a responder ante la tensión o stress con síntomas neuróticos. Cattell considera, aunque no niegue este punto, que los neuróticos difieren de las personas normales en otros factores, por tal motivo prefiere utilizar el término ansiedad por ser, para él, menos inapropiado y confuso.

Como en la extraversión, la ansiedad constituye una dimensión en la que la mayor parte de la gente se sitúa en el punto medio. (P. Kline, 1985): “No cabe duda de que en el terreno de lo temperamental, extraversión y neuroticismo son dos

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dimensiones que constituyen aspectos fundamentales de la personalidad. Si tan sólo pudieran medirse dos variables de personalidad, en cualquier investigación, ésas serían las dos a escoger”.

CONCLUSIONES

Después de haber intentado una modesta aproximación a la teoría subyacente a la construcción del 16PF, a la metodología utilizada, y a los antecedentes histórico-conceptuales y

metodológicos del trabajo de Cattell centrado,

preferentemente, en la elaboración de su

Cuestionario factorial

de personalidad,

hemos advertido que no es tarea fácil llevar a cabo tan ingente trabajo. Los textos existentes se centran, fundamentalmente, en analizar los aspectos metodológicos y de aplicación del 16PF, en analizar los resultados de su pasación a diferentes muestras de población, en buscar patrones comparativos, en resumen, en llevar a cabo investigaciones de carácter empírico, movidos seguramente por lo atractivo que resulta trabajar con esta escala a nivel práctico.

Se encuentran textos, también, sobre la interpretación clínica de los diversos perfiles, algunos muy interesantes como el de S. Karson y J. W. O’Dell (1989). Pero ha sido harto difícil hallar material, sobre todo en lengua española, que realizase un análisis conceptual del trabajo de Cattell. Hemos encontrado algún texto en este sentido, como el de P. Kline (1985), el cual no deja de tener un cierto interés, amén de metodológico, conceptual pero, de cualquier modo y en un gran porcentaje, salía fuera de nuestro propósito.

La limitada extensión de nuestro trabajo no nos ha permitido ahondar más en otras cuestiones, y nunca ha estado tampoco en nuestro ánimo hacer un análisis ni mucho menos exhaustivo. Llevar a cabo una revisión más profunda de los aspectos que hemos tratado de esclarecer sería un arduo trabajo pero ni por ello menos interesante. Encontraríamos de gran aportación cualquier investigación en este sentido.

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Por otro lado, advertimos que ni tan sólo existe acuerdo entre los diferentes autores en cosas como los 4.000/4.500 conceptos de Cattell/Allport y Odbert, entre otras cuestiones, como en el análisis de las fases metodológicas conducentes a la discriminación de los factores primarios. Otro motivo no menos interesante de investigación sería desentrañar las

causas de esas posibles “desavenencias histórico-

metodológicas”.

A pesar de todo concluimos este trabajo con la idea de que detrás de toda elaboración humana subyace una teoría latente. Aunque, a menudo, es tan difícil desentrañarla que, como punto final, nos quedaríamos con la cita de R. I. Lanyon y L. D. Goodstein (1977): “En un enfoque puramente empírico del desarrollo de las pruebas, el reconocimiento de las conexiones racionales o teóricas sería irrelevante, ya que los estímulos se seleccionarían sobre la base de su capacidad para llevar a la descripción o predicción deseadas”.

BIBLIOGRAFÍA

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Interpretación de la normativa

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Barcelona: Universitat de Barcelona.

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Madrid: TEA Ediciones.

- Kline, P. (1985).

La personalidad. Teoría y medida.

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