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La fundación del modelo de negociación colectiva durante la etapa de industrialización sustitutiva

Si bien existen características comunes a ambas etapas, a fi nes analíticos, se subdivide ésta en dos: la primera ISI y la segunda ISI.

Primera etapa de industrialización por sustitución de importaciones

Con la crisis del 30 emergen dos nuevos fenómenos que refl ejan el quiebre de las condiciones políticas, económicas y sociales predominantes (Torre y Pas- toriza, 2002). En primer lugar, se produce un giro en las políticas económicas que dejan atrás las erosionadas bases estructurales del modelo agroexportador para pasar a promocionar la industrialización. En segundo lugar, se asiste a un proceso migratorio por el cual un importante segmento de la población pasa a engrosar los grandes centros urbanos principalmente del área pampeana.

Además, aparece Perón en escena como un nuevo líder político alrededor del cual ha gravitado la trayectoria del movimiento obrero. Perón promueve durante toda su gestión el ascenso social de un nuevo sujeto asalariado, rele- gado en épocas previas, que comenzaba a confi gurarse como la base política de sustento de su gobierno.

Estos factores establecerán las condiciones para que se desarrolle un modelo de negociación colectiva con un Estado que asumirá un papel más activo, defi - niendo el marco de regulación de las relaciones entre trabajadores y empresas, reduciendo la incidencia del libre mercado, y proponiendo una nueva forma de organización del movimiento obrero.

Con estos nuevos elementos se confi gura un esquema de negociación co- lectiva que se describe, a partir de aquel momento, en términos de un modelo “paradigmático” (Catalano y Novick, 1994, Novick y Trajtemberg, 2000), cuyos rasgos más salientes consistían en: i) la centralización en los grandes sindicatos de actividad y en las cámaras empresarias de los sectores correspondientes; ii) una fuerte injerencia estatal derivada tanto de la regla de “homologación” por parte del Estado para habilitar la vigencia de los convenios, como de su rol en la defi nición del ámbito de representación sindical a través del otorgamiento de la personería gremial y de la constitución de las unidades negociadoras; iii) la identidad política de los sindicatos, afín a uno de los principales partidos del sistema político; iv) la extensión de la cobertura de los convenios a todos los trabajadores –sindicalizados y no sindicalizados; y v) la ultraactividad de los convenios, cuyas reglas permanecen hasta tanto sean renovados total o par- cialmente. La centralización de la representación sindical por rama de actividad otorgó más poder y homogeneidad al movimiento obrero para enfrentar a las organizaciones empresarias en la negociación colectiva. Se derivaron a partir de las mismas, principalmente, convenciones colectivas de trabajo de ámbito geográfi co nacional que tomaban lugar a nivel de la industria.

La cobertura de la negociación colectiva, a través del canal de la extensión, se independiza del grado de adhesión de los trabajadores a las asociaciones que los representan; no se requiere la afi liación del trabajador al sindicato para que se le apliquen las regulaciones laborales emanadas del convenio colectivo. Sin embargo, ello no impidió que durante el peronismo la incorporación de mano de obra al sector industrial fuera acompañada de una creciente sindicalización de los trabajadores.

LAREVITALIZACIÓNSINDICALEN ARGENTINAYSUSHETEROGENEIDADESSECTORIALES

El primer gobierno peronista construye y amplía la dimensión del mercado interno, logrando el encuentro de la oferta industrial con la demanda efectiva de la población. Las paritarias salariales aportaron mayores ingresos a los tra- bajadores que se incorporaron al empleo en los ámbitos urbanos. Los salarios experimentaron un crecimiento muy signifi cativo7 al mismo tiempo que la

participación de la masa salarial en el producto alcanzaba niveles semejantes a los de la participación de los benefi cios.

Segunda etapa de industrialización por sustitución de importaciones

En la segunda etapa de sustitución se evidencian las limitaciones para la profundización del modelo, dados por la estructura productiva desequilibrada que caracteriza a la economía argentina (Diamand, 1972) la que genera un mo- delo de crecimiento conocido como de “stop and go”. La negociación colectiva, se constituye, en este sentido, en un reaseguro para la clase trabajadora frente a los consecuentes desequilibrios cíclicos de la economía.

No obstante, la negociación colectiva tuvo breves períodos de plena vigencia entre 1953 y 1973, por las sucesivas y periódicas suspensiones, intervenciones y limitaciones del accionar sindical. Se buscó despolitizar a los sindicatos, fo- mentando un sindicalismo gremialista, intentando quebrar a la línea peronista. Los aumentos de salarios se trataban de moderar. Muchos interpretan que la causa del control y los intentos de debilitamiento de las comisiones internas se hallaba en la necesidad de aumentar la productividad.

En 1973 se restituye la ley de negociación colectiva, con algunas limitaciones que provinieron de la fi rma del acta de compromiso nacional por parte de la representación sindical (CGT) y de la representación empresarial (CGE)8. El

acuerdo nacional consistió en el establecimiento de lineamientos de aumentos de precios y salarios hasta su vencimiento que se había estipulado en 1975.

Tras el “Rodrigazo”9, se les presenta a los sindicatos el dilema de enfrentar o

no a un gobierno peronista: la decisión que se toma es la realización del primer paro general en la historia a un gobierno peronista. Finalmente, el gobierno

7 Los salarios reales crecieron un 60% en ese periodo (Torre y Pastoriza, 2002).

8 El pacto social se acordó en junio de 1973, poco después de que Cámpora fuera electo

presidente de los argentinos. En este acuerdo se estableció un aumento de salarios y un congelamiento de precios con el objetivo de frenar el proceso infl acionario, recomponer el poder de compra de los asalariados y amortiguar la creciente confl ictividad sindical. El pacto social establece congelar paritarias por dos años y sujetar aumentos a productividad. Lo que habría que decir es que el Pacto Social remplaza la libre discusión de los niveles salariales entre las organizaciones sindicales y los empresarios de las distintas ramas industriales en el ámbito de la ley de convenciones colectivas de trabajo, por un acuerdo en el más alto nivel entre la CGT, la CGE y el Estado.

9 Tras la muerte de Perón, el ministro de economía Celestino Rodrigo impulsó un plan de

ajuste que consistió en la devaluación de la moneda, afectando la capacidad de compra del salario y se opuso a homologar los aumentos de salarios acordados por los sindicatos.

cede frente a la presión de los trabajadores habilitando la apertura de la ronda de negociación de 1975.

En 1975 se presenta la famosa Ronda de negociación del ‘75, que fue extensiva a más de 600 convenios colectivos de trabajo, producto de lo cual, entre otros fac- tores, la participación asalariada en el producto consigue su máximo histórico.

La negociación colectiva siguió principalmente un patrón de negociación de tipo imitativo (pattern bargaining), que le otorgó cierto grado de coordinación a la puja distributiva, al alinearse las paritarias salariales en función del acuerdo logrado por el sindicato metalúrgico que sirvió como caso testigo frente a los restantes gremios.

La ronda de negociación de 1975 fue de un proceso de negociación realmente extensivo, que involucró simultáneamente un número muy importante de sin- dicatos y de trabajadores. Según un análisis efectuado respecto a la negociación colectiva de la época se fi rmaron más de 600 convenios que comprendieron más de 5 millones de asalariados (Aldao Zapiola, 1994).

En síntesis, hacia mediados de la década del ‘70 los asalariados se alzaban nuevamente con una proporción del ingreso nacional similar a la que habían llegado 20 años antes, cuando concluía abruptamente el segundo gobierno peronista. El aumento de la capacidad competitiva de la economía debido a la profundización del proyecto industrialista rindió sus frutos. La maduración de las inversiones que se habían desarrollado en las décadas anteriores relajó la restricción externa, se podía sostener una tasa de crecimiento signifi cativa sin caer en el clásico freno impuesto por la insufi ciencia de divisas. La protección de la que gozaba el mercado interno y las políticas de redistribución del ingreso entre sectores y entre factores productivos completa el cuadro de un país que en comparación al inicio del proyecto industrialista lucía más integrado social- mente. Pero la puja derivada del confl icto distributivo en un contexto de pleno empleo agudizó las presiones infl acionarias que acompañado de un clima de violencia e inestabilidad políticas pusieron fi n a un ciclo realmente exitoso en materia económica, independientemente de la inestabilidad de la negociación colectiva y las limitaciones impuestas sobre las organizaciones sindicales.

La negociación colectiva en tiempos de políticas

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