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Bingo Bolger Bolsón da la fiesta,

DE HOBBITON AL BOSCAJE CERRADO

[63]

Los borradores originales m anuscritos del segundo capítulo de El Señor de los Anillos no son una narración com pleta, aunque m uy poco elaborada, sino m ás bien pasaj es inconexos de la narración, que en algunos casos se encuentran en varias versiones y que iban tom ando form a a m edida que la historia se iba desarrollando y evolucionando. El hecho de que m i padre hubiese m ecanografiado el prim er capítulo para el 1 de febrero de 1938 (pág. 57), pero que el 17 de febrero hay a escrito (pág. 62) que si bien le había sido fácil escribir los prim eros capítulos « la continuación de El Hobbit está todavía donde estaba» perm ite pensar que redactó el segundo capítulo después de escribir a m áquina la cuarta versión de « Una reunión m uy esperada» .

A continuación escribió a m áquina un texto que tituló « Tres es com pañía y cuatro aún m ás» ; ese texto se presenta en su totalidad, pero antes de hacerlo conviene analizar etapas anteriores del relato (una de las cuales es m uy interesante).

Al com ienzo del prim er m anuscrito, un borrador, Odo y Frodo Tuk (aunque Frodo fue sustituido de inm ediato por Drogo) están sentados de noche en un portalón y com entando lo ocurrido esa tarde en Bolsón Cerrado, m ientras « Frodo Brandigam o estaba sentado sobre una pila de m orrales y fardos y contem plando las estrellas» . Al parecer, este Frodo Brandigam o se basa en el personaj e descrito en las notas presentadas en las págs. 60-61, en una de las cuales fue sustituido por Marm aduque (Brandigam o). Bingo se aparece a sus espaldas en silencio e invisible, em puj a a Odo y Drogo de m odo que se caen del portalón; y después de la brom a que les hace luego el borrador continúa con lo siguiente:

—¿Tienen alguna idea de adónde vam os? —preguntó Bingo.

—Ni la m enor idea —dij o Frodo—, si lo que quieres saber es dónde llegarem os al final. Con este capitán sería im posible adivinarlo. Pero todos sabem os adónde nos dirigim os prim ero.

—Lo que no sabem os —dij o Drogo— es cuánto tardarem os en llegar cam inando. ¿Lo sabes? Tú sueles llevar un poney.

—Eso no es m ucho m ás rápido, aunque es m enos agotador. Déj enm e pensar; nunca he hecho este viaj e de prisa y por lo general [64] he tardado unas cinco sem anas y m edia (descansando bastante). En realidad, siempre he tenido alguna aventura, ligera o no tanto, cada vez que he ido a Rivendel.

—Muy bien, avancem os un poco esta noche —propuso Frodo—. Es agradable cam inar baj o las estrellas, y está fresco.

—Es m ej or que partam os pronto y nos pongam os rápidam ente en cam ino — dij o Odo (que era m uy dorm ilón)—. Mañana avanzarem os m ás si descansam os bien.

—Estoy de acuerdo con el consej ero Frodo —dij o Bingo. De m odo que partieron, luego de echarse los fardos al hom bro y llevando largas varas en la m ano. Cam inaron sigilosam ente, atravesando prados y bordeando setos y bosquecillos, hasta que cay ó la noche, y cubiertos con m antos oscuros [?verdes] eran invisibles a pesar de no llevar anillos. Y, claro está, por ser Hobbits nadie podía oírlos, ni siquiera otros Hobbits. Finalm ente Hobbiton quedó m uy atrás y las luces de las ventanas de la últim a granj a parpadearon en la cum bre de una colina a lo lej os. Bingo se volvió y agitó la m ano en señal de despedida.

Al pie de una colina baj a tom aron el cam ino principal hacia el este, que se alej aba grisáceo en la oscuridad, entre altos setos y árboles m ecidos por el viento. Ahora cam inaban de a dos en dos, hablando un poco, entonando una canción a veces, a m enudo cam inando pesadam ente por una m illa o algo así sin decir nada. Las estrellas se m ecían sobre sus cabezas, y se hizo m uy tarde.

Odo lanzó un enorm e bostezo y em pezó a cam inar m ás despacio. —Tengo tanto sueño —dij o— que m e caeré en el cam ino. ¿Por qué no buscam os un lugar donde pasar la noche?

Aquí term ina el borrador original del pasaj e inicial. Es notable que los hobbits se propongan ir a Rivendel y que Bingo y a hay a estado allí varias veces; com párese con la nota presentada en la pág. 60: « Bilbo… se queda a vivir en Rivendel. Eso explica las frecuentes ausencias de Bingo de su casa» . Pero no hay ninguna indicación, ni ha habido ninguna, del m otivo por el cual tienen que darse prisa.

Es evidente que cuando los hobbits llegan al Cam ino del Este siguen por él hacia el este. En esta etapa no se hace ninguna alusión a un cam ino lateral que lleve a Los Gam os, ni a que Los Gam os estuviese en sus planes. [65]

A continuación se escribió una versión revisada del com ienzo del capítulo. Se elim inó a Drogo Tuk, dej ando sólo a Odo y Frodo com o com pañeros de Bingo (es prácticam ente indudable que ahora Frodo es un Tuk). El pasaj e en el que se hablaba de Rivendel ha sido suprim ido y en su lugar aparece la idea de « ir a buscar a Marm aduque» . La descripción del cam ino recorrido desde Hobbiton es m ucho m ás detallada y m uy sim ilar a la que aparece en el texto

m ecanografiado (pág. 69-70); es interesante observar que aquí se origina el cam ino a Los Gam os:

Después de descansar en un terraplén baj o unos abedules de follaj e escaso, continuaron la m archa hasta llegar a un cam ino angosto. El cam ino se alej aba, grisáceo en la oscuridad, subiendo y baj ando, pero elevándose poco a poco hacia el sur. Era el cam ino que llevaba a Los Gam os y que subía desde el cam ino principal, el Cam ino del Este de Valle del Agua, y que seguía zigzagueante m ás allá de las laderas de las Colinas Verdes hacia el extrem o sudeste de la Com arca, el Bosque Cerrado, com o lo llam aban los Hobbits. Siguieron por ese cam ino hasta que se perdió entre altos setos y árboles oscuros con hoj as secas que susurraban en el aire de la noche.

La com paración entre este texto y la descripción del Cam ino del Este que aparece en el prim er borrador (« que se alej aba grisáceo en la oscuridad, entre altos setos y árboles m ecidos por el viento» ) dem uestra que uno deriva del otro. Es probable que por este m otivo no se hay a m encionado el cruce en el Cam ino del Este; sólo se dice que el cam ino hacia Los Gam os era una bifurcación del prim ero (lo que contrasta con la CA, págs. 104-105).

Después de que Odo dice (texto m ecanografiado, pág. 70): « ¿Pensáis dorm ir de pie?» , viene lo siguiente:

El Cam ino sigue y sigue desde la puerta:

el Cam ino ha ido m uy lej os delante de nosotros, y aquellos que podam os lo seguirem os; recorriéndolo con pie fatigado, hasta llegar a un cam ino m ás ancho, donde se encuentran senderos y cursos.

¿Y de ahí adónde irem os? No podríam os decirlo. [66]

En el m anuscrito original no se indica quién recitaba el verso (del cual tam bién hay m uchas versiones tentativas en borrador); en el texto m ecanografiado (págs. 72-73) se asigna a Frodo y se lo incluy e en un pasaj e posterior del relato.

El segundo borrador pasa entonces abruptam ente al día siguiente, y em pieza en m itad de una frase:

… en la planicie de una pradera salpicada de altos árboles, cuando Frodo dij o: —¡Oigo un caballo que viene por el cam ino detrás de nosotros!

Miraron hacia atrás, pero el cam ino zigzagueante ocultaba al viaj ero. —Creo que es m ej or que nos escondam os —dij o Bingo—, o al m enos escóndanse ustedes. Por supuesto, no es que im porte m ucho, pero preferiría no encontrarm e con nadie que conozcam os.

Los dos [escrito encima en la misma oportunidad: Odo & F.] corrieron rápidam ente hacia la izquierda, se m etieron en un pequeño aguj ero que había j unto al cam ino y se agazaparon. Bingo se puso el anillo y se sentó a unas pocas y ardas del cam ino. El ruido de cascos se acercaba. En el codo del cam ino apareció un caballo blanco, y sobre él había un bulto, o eso es lo que parecía: un hom bre de baj a estatura envuelto en un gran m anto y tocado con una capucha, por lo que sólo se le veían los oj os, y las botas en los estribos.

Cuando llegó frente a Bingo, el caballo se detuvo. La silueta asom ó la nariz y olfateó; luego se quedó sentada en silencio, com o escuchando. De repente una carcaj ada escapó de la capucha.

—¡Bingo, hij o m ío! —dij o Gandalf, apartando las ropas que lo cubrían—. Tú y tus m uchachos están en algún lado. Salid y dej aos ver, ¡quiero hablar con vosotros! —Dio vuelta el caballo y se dirigió directam ente al aguj ero donde estaban Odo y Frodo—. ¡Hola! ¡Hola! —llam ó—. ¿Ya estáis cansados? ¿No vais a seguir cam inando hoy ?

En ese instante Bingo reapareció.

—¡Cielos! —exclam ó—. ¿Qué haces en este cam ino, Gandalf? Creí que habías regresado con los elfos y los enanos. ¿Y cóm o sabías que estábam os aquí? [67]

—Fue m uy fácil —dij o Gandalf—. Nada m ágico. Os vi desde la cim a de la colina y entonces supe a qué distancia estabais. Apenas dej é atrás el codo del cam ino y vi que no había nadie en la planicie que se extendía delante de m í, m e di cuenta de que os habíais apartado del cam ino cerca de aquí. Y puedo ver una huella com o la que dej asteis en la alta hierba, por lo m enos cuando m e pongo a rastrearla.

Aquí se interrum pe este borrador, al pie de una página, y si m i padre siguió escribiendo después de este punto, el m anuscrito se ha perdido; pero m e parece m ucho m ás posible que lo hay a dej ado a un lado, porque apenas lo escribió descartó la idea de que el j inete fuese Gandalf. Es m uy interesante observar que la descripción de Gandalf es m uy sim ilar a la del Jinete Negro, ¡y que originalm ente era Gandalf quien olfateaba! De hecho, la transform ación de uno en el otro se realizó inicialm ente m ediante cam bios a lápiz hechos en el borrador de la siguiente m anera:

En el codo del cam ino apareció un caballo blanco [> negro], y sobre él había un bulto, o eso es lo que parecía: un hom bre de baj a estatura [> baj o]

envuelto en un gran m anto [agregado: negro] y tocado con una capucha, por lo que sólo se le veían los oj os [> su cara era invisible en la som bra]… Si se com para la descripción de Gandalf en el borrador con la del Jinete Negro en el texto m ecanografiado (pág. 74), se observa que, pese a cierta depuración, el Jinete Negro sigue basándose en Gandalf. El nuevo giro del relato fue realm ente « inesperado» (pág. 62).

El siguiente borrador com ienza con variaciones iniciales de la canción En el hogar el fuego es rojo y continúa hasta la segunda aparición del Jinete Negro y la llegada de los Elfos al final del capítulo. El texto m ecanografiado es m uy sim ilar a este m aterial y no es necesario analizarlo (en las Notas se m encionan uno o dos elem entos interesantes de m enor im portancia en el desarrollo de la narración). Pero hay un pasaj e m anuscrito aislado que no se incluy ó en el texto m ecanografiado; y este pasaj e, que es m uy interesante, se presenta por separado (véase la pág. 97).

A continuación presento el texto m ecanografiado, que llegó a ser extrem adam ente com plej o y que ahora es un docum ento que está m uy deteriorado. Es evidente que apenas term inó de escribirlo, o poco tiem po antes, m i padre com enzó a revisarlo, en ciertos casos volviendo a escribir a m áquina algunas páginas (aunque conservando las descartadas), [68] y tam bién introduciendo m uchos cam bios aquí y allá; la m ay oría de éstos son m odificaciones poco im portantes de la redacción.[25] En el siguiente texto incluy o todos esos cam bios sin ningún com entario, pero en las Notas que se presentan al final (págs. 87 y siguientes) se incluy en algunos pasaj es y frases anteriores de interés.

II

Tres es compañía y cuatro aún más[26]

Odo Tuk estaba sentado en un portalón silbando dulcem ente. Su prim o Frodo estaba tendido en la tierra j unto a una pila de fardos y m orrales, contem plando las estrellas y oliendo el frío aire del crepúsculo otoñal.

—Espero que Bingo no se hay a quedado encerrado en el aparador o que le hay a pasado algo —dij o Odo—. Ya es tarde; son m ás de las seis.

—No hay por qué preocuparse —replicó Frodo—. Ya aparecerá cuando le parezca oportuno. Tal vez se le ocurrió una últim a brom a irresistible o alguna otra cosa; es m uy Brandigam o. Pero y a va a aparecer; tío Bingo es m uy digno de confianza a la larga.

—Me alegro de oírlo —dij o Bingo haciéndose repentinam ente visible—, porque éste será un viaj e m uy largo. Y bien, m uchachos, ¿estáis listos para partir?

—No está nada bien eso de andar escabulléndose con el anillo —dij o Odo—. Algún día vas a oír lo que pienso de ti, y no te va a gustar tanto.

—Ya lo sé —dij o Bingo riendo— y, sin em bargo, sigo de buen hum or. ¿Dónde están m i fardo y m i vara?

—¡Aquí los tienes! —contestó Frodo, poniéndose de pie de un salto—. Aquí tienes tus cosas: fardo, saco, m anto, vara.

—Estoy seguro de que m e han dado los bultos m ás pesados —dij o Bingo, resoplando y forcej eando con las correas. Era m ás bien corpulento.

—¡Y bien! —dij o Odo—. No em pieces a com portarte com o un Bolger. No hay nada allí, salvo lo que nos pediste que em pacáram os. Sentirás m enos la carga cuando cam ines un rato y pierdas un poco de tu propio peso. [69]

—¡Sean am ables con un pobre y viej o hobbit! —dij o Bingo riendo—. Estoy seguro de que estaré tan delgado com o una vara de sauce antes de una sem ana. Pero ¿qué vam os a hacer ahora? Celebrem os un conciliábulo. ¿Qué harem os prim ero?

—Yo pensaba que eso y a estaba decidido —dij o Odo—. Ante todo tenem os que ir a buscar a Marm aduque.

—¡Oh, sí! No es eso lo que quería decir —se corrigió Bingo—. Lo que quería decir es: ¿qué vam os a hacer esta noche? ¿Cam inarem os poco o m ucho? ¿Cam inarem os durante toda la noche o no cam inarem os nada?

—Sería m ej or que buscáram os un hueco cóm odo en un paj ar, o en algún lugar, y que nos acostáram os pronto —dij o Odo—. Mañana avanzarem os m ás si descansam os bien.

—Avancem os un poco esta noche —propuso Frodo—. Quiero alej arm e de Hobbiton. Adem ás, es agradable cam inar baj o las estrellas, y está fresco.

—Estoy de acuerdo con Frodo —dij o Bingo. De m odo que partieron, luego de echarse los fardos al hom bro y blandiendo gruesas varas. Cam inaron sigilosam ente, atravesando prados y bordeando setos y bosquecillos hasta que cay ó la noche. Cubiertos con m antos oscuros, eran invisibles a pesar de no llevar anillos, y por ser hobbits no hacían ningún ruido que pudieran oír ni siquiera otros hobbits (o las criaturas salvaj es de los bosques y los cam pos).

Al cabo de un rato cruzaron El Agua, al oeste de Hobbiton, donde no era m ás que una serpenteante cinta negra, bordeada por inclinados alisos. Se encontraban ahora en las Tierras de Tuk, y com enzaron a trepar por el País de la Colina Verde, al sur de Hobbiton.[27] Alcanzaban a ver las luces de la villa parpadeando en el agradable valle de El Agua. La escena desapareció pronto entre los pliegues del terreno oscurecido, y entonces vieron Delagua, a orillas de la laguna gris. Cuando la luz de la últim a granj a quedó m uy atrás, asom ando entre los árboles,

Bingo se volvió y agitó la m ano en señal de despedida.

—Ahora sí que nos m archam os —dij o—. Me pregunto si volverem os a ver este valle alguna vez.

Después de cam inar durante unas dos horas, descansaron. La noche era clara, fresca y estrellada, pero unas nubes de brum a [70] ascendían por las faldas de las colinas desde los arroy os y las praderas profundas. Unos abedules de follaj e escaso, que una fría brisa m ovía allá arriba, creaban una tram a negra contra el cielo pálido. Com ieron una cena m uy frugal (para los hobbits), y continuaron la m archa. Odo no quería seguir cam inando, pero los dem ás dij eron que esa colina desnuda no era un buen lugar para pasar la noche. Pronto encontraron un cam ino m uy angosto que ascendía y descendía, y se perdía luego agrisándose en la oscuridad cada vez m ás profunda. Era el cam ino a Los Gam os, que subía desde el Cam ino del Este en el Valle del Agua, y zigzagueaba por las laderas de las Colinas Verdes hacia el extrem o sudeste de la Com arca, el Boscaj e Cerrado, com o lo llam aban los hobbits. Eran m uy pocos los hobbits que vivían en esa región.

Siguieron avanzando por ese cam ino. Poco después se hundía en una senda profunda, abierta entre árboles altos con hoj as secas que susurraban en la noche. Estaba m uy oscuro. Al principio hablaban, o entonaban una canción a m edia voz; luego continuaron en silencio, y Odo em pezó a rezagarse. Al fin se detuvo y lanzó un gran bostezo.

—Tengo tanto sueño —dij o— que pronto m e caeré en el cam ino. ¿Por qué no buscam os un lugar donde pasar la noche? ¿O pensáis dorm ir de pie?[28]

—¿Cuándo nos espera Marm aduque? —preguntó Frodo—. ¿Mañana en la noche?

—No —dij o Bingo—. No podríam os llegar allí m añana en la noche, aunque cam ináram os m uy de prisa, a m enos que avanzáram os m uchas m illas m ás ahora. Y debo decir que no deseo hacerlo. Falta poco para la m edianoche. Pero está bien. Le dij e a Marm aduque que nos esperara pasado m añana en la noche; de m odo que no corre prisa.

—El viento sopla del oeste —dij o Odo—. Si baj am os por la ladera opuesta de esta colina encontrarem os un lugar bastante seco y resguardado.

En la cim a de la colina por la que atravesaba el cam ino llegaron a un lugar donde crecían abetos, que era seco y olía a resina. Dej ando el cam ino, se internaron en la profunda oscuridad del bosque, y j untaron ram as secas y piñas para hacer fuego. Pronto las llam as crepitaron alegrem ente al pie de un [71] gran abeto y se sentaron alrededor un rato, hasta que com enzaron a cabecear de sueño. Cada uno se acom odó en otro rincón de las raíces del árbol, se envolvieron con las capas y las m antas, y pronto cay eron en un sueño profundo.

acercaron a observarlos luego que el fuego se apagó. Un zorro que pasaba por el bosque, ocupado en sus propios asuntos, se detuvo por varios m inutos y olfateó. « ¡Hobbits!» pensó. « Bien, ¿qué pasará ahora? He oído m uchas cosas extrañas de la Com arca, ¡pero nunca de un hobbit que duerm a a la intem perie baj o un árbol! ¡Tres hobbits! Hay algo m uy extraordinario detrás de todo esto.» Estaba en lo cierto, pero nunca descubrió nada m ás sobre el asunto.