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humano, y que se produce en el alma según el orden y concatenación de las afecciones del cuerpo

humano.» Spinoza (1987: 125). Definirla como un singular encadenamiento de ideas nos permite comprenderla en su radical distinción del entendimiento: 1º) porque la memoria es un encadenamiento de ideas que envuelven, pero no explican, la naturaleza de las cosas exteriores (debido a que las afecciones del cuerpo humano percibidas por esas ideas envuelven a la vez la naturaleza del cuerpo humano y las de los cuerpos exteriores) mientras que el entendimiento, al contrario, encadena ideas que revelan la naturaleza de las cosas; 2º) porque es un encadenamiento de ideas según el orden y encadenamiento de las afecciones del cuerpo mientras que, al contrario, el entendimiento encadena las ideas de tal modo que permite al alma concebir las cosas por sus primeras causas y según el orden racional de su génesis. Estos dos caracteres fundamentales del encadenamiento de las ideas según la memoria actúan a modo de fuente de un doble conflicto práctico entre los hombres: la disputa de las opiniones y el enfrentamiento de las pasiones. Cada hombre crea encadenamientos asociativos, primero, según la complexión de su cuerpo (provocando un conflicto de opiniones como por ejemplo qué es lo dulce o lo amargo, lo frío o lo caliente) y, segundo, según sus costumbres, hábitos, oficios o biografías (generando un conflicto de pasiones, como en el ejemplo spinoziano del soldado y el agricultor a propósito de la huella de caballo). La peculiaridad de la memoria, frente a la cadena asociativa de ideas del entendimiento que funda la concordia humana, es que establece múltiples series cuya peculiaridad estriba en definirse como “asociaciones por contigüidad temporal”. Dentro de un estricto spinozismo surge un problema: ¿cómo es que la memoria, siendo corporal y pasiva, puede llegar a tratar con productos del entendimiento y hacerse activa? Como veremos más adelante, sólo recurriendo a la noción de salto entre memoria (o imaginación) y entendimiento será posible pensar, para Deleuze, tal devenir-activo de la memoria. Sobre todos los matices de la memoria en Spinoza

afectándonos en tales condiciones que siempre lo veremos a doscientos pies. El error podrá ser suprimido pero no la imaginación. Hay pues algo positivo en la idea inadecuada, una especie de indicación que puede aprehenderse claramente. Incluso así podemos tener alguna de la idea de la causa: después de haber aprehendido claramente las condiciones bajo las que vemos el sol, inferimos de ello que es un objeto lo suficientemente alejado para parecer pequeño, no un objeto pequeño que sería visto de cerca. Según Deleuze si no tomamos en cuenta esta positividad no se comprendería, por una parte, que se pudiera tener naturalmente una idea verdadera, conforme a lo que el método exige antes de su ejercicio y, por otra parte, que la idea inadecuada dé lugar ella misma a una idea de la idea, es decir, tenga una forma que remita a nuestra potencia de pensar. La facultad de imaginar se define por las condiciones bajo las que tenemos naturalmente ideas, ideas inadecuadas, aunque no por ello deja de ser una virtud en el aspecto en que envuelve nuestra potencia de pensar, si bien no se explica por ella: la imagen envuelve su propia causa a pesar de que no la expresa.

Esta utilización de lo que hay de positivo en la idea inadecuada va a ser muy importante en la formación de las nociones comunes151. Pero para comprender plenamente la relación entre la idea inadecuada y la noción común hay que dar antes un pequeño rodeo por la afectividad spinoziana tal como la presenta Deleuze.

2.3.2. La afectividad ética

2.3.2.1. El poder de ser afectado

Nos preguntábamos más arriba cómo podíamos llegar a formar ideas adecuadas, cómo podíamos arribar a nuestra potencia, cómo podíamos hacernos con el poder que nos es propio y del que estamos expropiados. Para ello Deleuze recurre a ciertos aspectos de la teoría del modo finito en Spinoza152. El modo finito se puede definir a partir de dos tríadas equivalentes.

«La triade expressive du mode fini se présente ainsi : l’essence comme degré de puissance ; le rapport caractéristique dans lequel elle s’exprime ; les parties extensives subsumées sous ce rapport, et qui composent l’existence du mode. Mais nous voyons que, dans l’Ethique, un strict système d’équivalences

151 Cf. S, 136. Sobre la positividad inscrita en la idea inadecuada también puede verse lo dicho en Sp, 108: «Ce qu’il y a de positif dans l’idée inadéquate doit se définir ainsi : c’est qu’elle enveloppe le plus bas degré de notre puissance de comprendre sans s’expliquer par elle, et indique sa propre cause sans l’exprimer.».

152 La teoría del modo finito abarca la tercera y última parte de S constituyéndose así como el núcleo, por contenido conceptual y número de páginas, de todo el conjunto del libro.

nous conduit à une seconde triade du mode fini : l’essence comme degré de puissance ; un certain pouvoir d’être affecté dans lequel elle s’exprime ; des affections qui remplissent à chaque instant ce pouvoir.» (S, 197)

Podemos ilustrar las palabras de Deleuze sobre la existencia del modo finito por medio de esta tabla de equivalencias horizontales entre los tres elementos del modo.