• No se han encontrado resultados

Entre los materiales arqueológicos recuperados durante la excavación de la Cova del Sardo, los restos líticos tallados ocupan un lugar destacado en la explicación del yacimiento, tanto a nivel cuantitativo como, sobre todo, a nivel cualitativo. Su estudio ha facilitado información muy relevante para la reconstrucción de la historia del sitio y de los modos de vida de sus ocu- pantes. De hecho, cuando hablamos de restos líticos tallados, nos referimos a un conjunto de artefactos, principalmente herramientas de piedra, que fueron transportados dentro del abrigo, donde posteriormente fueron transformados y/o manipulados de varias formas y eventualmen- te utilizados para actividades de diferente naturaleza. Al tratarse de desechos y de materiales abandonados, hoy en día la mayoría se encuentran rotos, fragmentados y a menudo quemados. Más allá de su aspecto actual, hay que imaginarse muchas de las piezas líticas recuperadas for- mando parte de instrumentos más complejos, junto con enmangues de hueso o de madera que el tiempo no ha conservado, dando forma así a cuchillos, hoces, flechas, etc. El estudio de estos restos a través de diferentes técnicas analíticas, macro y microscópicas, no solo nos permite reconstruir la forma y la función original del objeto, sino que también nos lleva a conocer as- pectos de la vida de las personas que manufacturaron, transportaron y utilizaron estos objetos.

El principio: la provisión de la materia prima

La primera cosa que se necesita para poder manufacturar útiles de piedra es, obviamente, la pie- dra. En el caso de la Cova del Sardo, conseguirla no era una necesariamente una tarea sencilla puesto que en el entorno de la cueva y a lo largo del valle de Sant Nicolau no se encuentran fuentes de apro- visionamiento de rocas silíceas homogéneas, como el sílex, aptas para la talla de soportes afilados y resistentes. Otras litologías menos adecuadas para la fabricación de instrumentos sí se pueden encontrar en el cauce del río Sant Nicolau, como la cuarcita, la roca filoniana o el esquisto. Estas rocas fueron utilizadas, aunque de forma esporádica, por los habitantes prehistóricos de la Cova del Sardo. Sin embargo, la mayoría de los instrumentos que llegaron al yacimiento fueron manufacturados sobre materiales exógenos, como el sílex procedente de formaciones geológicas que se hallan más al sur, en los Prepirineos y en el Valle del Ebro. El reconocimiento de las distintas variedades de sílex es posible gracias a la observación macro y microscópica (a través de la lupa binocular y del micros- copio de luz transmitida) de los caracteres petrográficos y micropaleontológicos de los materiales arqueológicos y de su comparación con las colecciones de referencia sobre muestras geológicas (en este caso, hemos utilizado la Litoteca de Rocas Silíceas de Catalunya – LitoCat, ubicada en la Institu- ción Milà y Fontanals delCSIC) (Terradas et al. 2012).

Figura 1. Útiles recuperados en los niveles prehistóricos de la Cova del Sardo; a-d) geométricos y puntas; e-i) láminas.

Los materiales de sílex llegaron al yacimiento en forma de instrumentos ya tallados o en forma de pequeños núcleos preparados ya conformados para la talla. Estos dos tipos de arte- factos se pueden considerar elementos propios y comunes del equipamiento habitual de las gentes del Neolítico. Seguramente se trataba de objetos que cualquier persona llevaba consi- go habitualmente al salir de su campamento o de su poblado. Como los núcleos (pequeños nódulos de sílex preparados especialmente para la talla laminar) que se podían utilizar para producir rápidamente láminas y laminillas para armar útiles diversos, según las necesidades concretas de cada actividad productiva (por ejemplo: puntas, taladros, objetos cortantes o raspadores). Los otros artefactos probablemente se acarrearon ya enmangados, en forma de cuchillos, hoces, flechas o como soportes de reserva, es decir, piezas de recambio. Con todo, a la Cova del Sardo se transportaron pequeñas cantidades de material, si tenemos en cuenta la recurrencia en las ocupaciones a lo largo del tiempo. En general, parece que no se consideró necesario llevar grandes cantidades de sílex al yacimiento para su utilización en la cueva. De hecho, la información que se desprende del material lítico de las fases prehistóricas del yaci- miento no muestra la existencia de un abastecimiento sistemático de materia prima, sino al contrario. Los materiales recuperados durante la excavación son el resultado de ocupaciones episódicas, aunque reiteradas en el tiempo, de la cavidad durante las cuales se abandonaron unos útiles, se repararon otros y se tallaron algunos soportes nuevos.

Este comportamiento se observa a lo largo de toda la secuencia de ocupación prehis- tórica del sitio, que de forma recurrente estuvo habitado a lo largo de unos 3 mil años, durante los distintos periodos de Neolítico (entre el 5400 y el 2400 calANE). Dentro de este patrón recurrente en la explotación de los recursos líticos, el uso de materias primas locales (rocas metamórficas y volcánicas, no muy aptas para la talla de soportes laminares, ni de elementos finos y regulares) sirvió solamente de complemento en algunos momen- tos de necesidad, cuando probablemente los útiles y/o los núcleos de sílex ya se habían agotado. Algo fácil de entender si tenemos en cuenta que los afloramientos de sílex más cercanos a la Cova del Sardo se hallan a una considerable distancia: entre un mínimo de 30 kilómetros, en la cuenta de Graus-Tremp, hasta unos 100-150 kilómetros, en el caso de las formaciones más lejanas, situadas ya en el Valle del Ebro. Esta situación hacía que en época neolítica resultara complicado o muy poco práctico volver a abastecerse de sílex una vez que éste se había terminado.

Figura 2. Mapa de la localización del sitio y de los principales afloramientos de sílex de la región. La zona resaltada indica el territorio mínimo frecuentado por los habitantes de la Cova del Sardo. Las flechas rojas muestran las formaciones de sílex más probablemente explotadas.

Este patrón de explotación de las materias primas líticas nos ofrece también una interesante información espacial: nos indica que los habitantes prehistóricos de la Cova del Sardo vinieron del sur. Esta inferencia viene facilitada por el hecho de que la gran mayoría de los artefactos que se llevaron a la cueva fueron fabricados a partir de sílex del Prepirineo, especialmente de la cuenca de Graus-Tremp y, en menor medida, de la cuenca de Sopeira y del valle del Ebro. Por esta razón parece razonable pensar que las personas que lo transportaron y lo utilizaron habitualmente habitaran y se desplazaran por esas mismas zonas. El rango hipotético de movilidad Norte-Sur muy probable- mente siguió tanto las cuencas de ambas nogueras (Ribagorçana y Pallaresa) como las sierras prepirenaicas inferiores. Con la información geológica y de afloramientos de sílex disponible actualmente es imposible determinar exactamente si las materias pri- mas silíceas vinieron de las sierras más interiores del Prepirineo, de sus relieves más externos o, incluso, de las llanuras del Ebro. Considerando la morfología del territorio y teniendo en cuenta lo que se conoce acerca de la organización social y espacial de las primeras poblaciones neolíticas, es factible suponer que los grupos que ocuparon la cueva a lo largo de tres mil años pertenecían a comunidades que habitaban y se movían por las cuencas prepirenaicas de la Noguera Ribagorçana y de sus afluentes (Mazzucco

et al., 2013a; Mazzucco et al., 2014).

La opción que actualmente parece más realista es que existiera un patrón de movilidad más bien reducido, entre las áreas de fondo de valle y las zonas subalpinas y alpinas, que parece de momento la opción más realista, sobre todo en las fases de ocupación más anti- guas de la cueva. De hecho, el análisis de las materias primas líticas empleadas en durante la Prehistoria en la Cova del Sardo indica que, en términos globales, las formaciones silíceas del Prepirineo fueron las más explotadas entre aproximadamente el 4800 y el 3000 calANE. A este factor se le añade que, para esas mismas cronologías, se conoce una cierta variedad de asentamientos localizados en el interior de la cordillera pirenaica en sentido amplio, en los pisos montanos de entre 800 y 1.500 m de altitud. Se trata tanto de cuevas rediles, asociadas a prácticas ganaderas de estabulación y matanza del ganado (Baldellou, 1985; Oms et al., 2008, Rojo et al., 2013; Utrilla y Baldellou, 1996; Utrilla y Mazo, 1994) como de poblados al aire libre con evidencias de agricultura, ganadería y estructuras domésticas, de almacenamiento y funerarias (Mercadal et al., 2009, Remolins et al., 2016) . Además de los ya mencionados Els Trocs (Rojo et al., 2013) y Coro Trasito (Clemente et al., 2014b), podemos citar la Espluga de la Puyascada, cueva localizada en la Sierra Ferrara a 1.300 m de altitud y ocupada entre 5000 y 4400 calANE (Mazzucco et al., 2013b); la Balma Margineda de Andorra, localizada a 800 m de altitud y con una ocupación (la más reciente de la serie estratigráfica) fechada entre el 4800 y 4600 calANE (Oms et al., 2016); el poblado al aire libre de Sanavastre, localizado en la valle del Segre a 1.100 m de altitud y ocupado entre el 4800 y 4500 calANE (Mercadal

et al., 2009); el asentamiento de Camp de Colomer, fechado entre 4500 y 3900 y localizado

en Juberri a 1.300 m de altitud (Fortó y Vidal, 2016); así como la necrópolis de la Fecha del Moro, siempre en Juberri, utilizada entre el 4000 y el 3400 calANE (Remolins et al., 2016). Este escenario, a pesar de estar basado en datos todavía extremadamente lagunosos, parece sugerir que durante el Neolítico hubo comunidades que explotaron y ocuparon (tal vez de forma complementaria) los diferentes ecosistemas existentes en el interior de la cordillera pirenaica.

Un rango de movilidad más amplio puede ser hipotetizable para la última fase de ocupa- ción prehistórica de la Cova del Sardo, alrededor del 2900-2500 calANE, cuando el número de materiales silíceos de origen prepirenaico desciende considerablemente en favor de un mayor porcentaje de útiles fabricados con el sílex procedente del valle del Ebro. De todas

formas, a pesar de que el sílex proporcione una información espacial, sugiriendo la pro- cedencia de las personas que transportaron y utilizaron estos mismos útiles, no se puede asumir la ecuación «procedencia de los útiles = procedencia de las personas» como per- fecta. De hecho, es posible imaginar que el sílex del valle del Ebro llegó antes en forma de núcleos, a través de prácticas de intercambio y no por un abastecimiento directo, a hipo- téticos asentamientos localizados en el interior del Pirineo (hoy en día aún desconocidos). Allí habría sido tallado en forma de láminas y útiles y, luego, transportado hasta la Cova del Sardo, reflejando finalmente una movilidad de rango más corto y no de larga distancia, como antes se ha planteado. Es verdad que, basándonos en la información actual, el III milenio calANE parece un momento en el cual hubo un aumento de la presión antrópica sobre los pisos alpinos del Pirineo Axial, con un incremento del número de yacimientos y, a la vez, un desarrollo de los indicios paleoecológicos de una alteración del paisaje alpino por acción antrópica (Gassiot et al., 2014a; Gassiot et al., 2014b; Gassiot et al., 2015). Pero en un sentido opuesto, el Prepirineo padece un despoblamiento, con el abandono de muchas de las cuevas antes habitadas y la ausencia de nuevos hábitats (Mazzucco, 2014). A diferencia del periodo anterior, los poblados parecen ahora localizarse únicamente en las franjas más exteriores del Pirineo, a poca distancia o en las mismas llanuras del Ebro. Un buen ejemplo es el yacimiento Collet de Brics d’Ardèvol (Castany i Llussà et al., 1992) que se localiza a los pies de la Serra de Pinós, en el Solsonés. Sin embargo, podría tratarse de un vacío aparente, producido por la falta de prospecciones sistemáticas e intervenciones arqueológicas en los valles prepirenaicos. La escasez de datos actual sobre la Prehistoria del Prepirineo impide formular modelos de movilidad definitivos, de forma que es necesario considerar única- mente estas hipótesis como preliminares.