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1.3. El florecimiento de la revolución del pueblo sirio

1.3.1. Influencia de la Primavera Árabe

Un estudio íntegro del conflicto civil que ha azotado a Siria desde el año 2011, no podría pasar por alto una de las más importantes causas externas que despertó la vena revolucionaria de un sector de la población del país de Medio Oriente, objeto de esta investigación. El fenómeno en cuestión ha sido denominado “Primavera Árabe”.

Este portento se gestó en la región de Medio Oriente a finales del año 2010. El primer país que se levantó en protesta contra el autoritarismo fue Túnez. La vida de los tunecinos estaba marcada por la dureza; el desempleo y la corrupción eran sucesos arraigados en esta sociedad y los revolucionarios culparon al gobierno autoritario de Zine El Abidine Ben Ali15 de los males inflingidos a la

población. (SANDELL, 2012)

15 El dictador tunecino Ben Ali, fue presidente de la república desde 1987, gracias a un golpe de estado en el que derrocó al presidente Habib Bourguiba. Su estadía en el Palacio de Cartago se extendió hasta el 14 de enero de 2011, cuando se vio obligado a escapar del país por la rebelión de su pueblo. El

mandatario dirigió un gobierno en el que primaba la corrupción y el beneficio a los sectores de la población que ostentaban el poderío económico. Las revueltas de 2010 iniciaron por el aumento excesivo de los alimentos y bienes de primera necesidad.

33 Tras esta sublevación se desencadenaron reacciones en serie en las que los habitantes de países que atravesaban una situación social similar a la de Túnez lucharon contra el orden despótico vigente. En una visión general, las protestas lograron con frecuencia derrocar a los gobiernos tiránicos e incluso, en contados casos como el de la misma Túnez, se han conseguido leves mejoras en las políticas sociales y su relación con el Estado gracias a la creación de nuevos cuerpos legales nacionales que devuelven a los habitantes la confianza en un Estado democrático. No obstante, estas transiciones han tomado tiempo y esfuerzo, sin nombrar el alto costo humano que los revolucionarios tuvieron que pagar por acceder a un desarrollo más digno. (SANDELL, 2012)

Por otro lado, la revolución democrática árabe no ha sido siempre efectiva, puesto que ciertos países aún no han podido superar la adversidad y en giros inesperados, su futuro se ha visto oscurecido por el fantasma de la guerra y el intervencionismo extranjero. Internamente, la escasa cultura democrática en estos países no ha permitido el empoderamiento de las estructuras políticas, y por lo tanto, la transición está al borde del fracaso. (SANDELL, 2012)

Cómo era predecible, este inusual acontecimiento socio-político alcanzó a la república monarquica fundada en Siria por Hafez Al Assad.

El historial del gobierno sirio de hermetismo e intolerancia ante cualquier tipo de expresión de oposición, a más de su transigencia hacia la procaz corrupción que infestó a todos los mandos del Estado y la brutalidad con que los Servicios de Inteligencia se imponía sobre la población civil, fueron causa de descontento entre algunos círculos de la sociedad siria. La ausencia de garantías de desarrollo humano y la coartación de las libertades de los ciudadanos implantó una idea en las nuevas generaciones que tomarían la posta de la revolución: El régimen sirio estaba lejos de perder su directriz autoritarista, y mientras el pueblo lo permitiese, la represión se fortalecería. (RAMÍREZ DÍAZ, 2011)

En contestación a la tiranía política, y emulando los sucesos acaecidos en sus países vecinos, grupos de manifestantes se toman las calles exigiendo reformas que les permitiesen garantizar la igualdad de todos los sirios.

34 El profesor Ignacio Álvarez-Ossorio, catedrático de la Universidad de Alicante, señala que las exigencias de los grupos manifestantes “exteriorizaron el descontento social por la “corrupción endémica” de ciertos clanes familiares que mantienen el

gobierno y la falta de oposición alternativa al régimen gobernante causada por la ausencia de libertades”. (ÁLVAREZ-OSSORIO, 2011)

Las protestas del pueblo sirio tomaron cuatro décadas en ver la luz, mas su lenta germinación no quiere decir que los bríos de la oposición estuvieron dormidos. Lideraron las manifestaciones iniciales los mismos intelectuales que acaudillaron la “primavera de Damasco”; la disidencia tuvo como abanderados no sólo a estos intelectuales sino a los jóvenes que se forjaron al calor de la opresión y cuya prerrogativa era dar a la sociedad siria el lugar que se merecía, es decir, como mandantes y no sumisos seguidores. (RAMÍREZ DÍAZ, 2001)

El efecto dominó que logró penetrar en las sociedades árabes puede ser explicado por la teoría de la sociología del poder de Ferran Izquierdo, quien asegura que “la ética de la felicidad de la población se opone a la ética de la acumulación de las élites. Estas élites conforman la estructura del sistema en una dinámica de relaciones circulares guiadas por la lógica de la acumulación diferencial de poder solo interrumpida cuando

la población exige cambios”. Todos los países que se vieron inmersos en el fenómeno de la Primavera Árabe compartían esta caracterísitica. Los grupos que ostentaban el poder en el mundo árabe perciben las pretensiones democráticas y de transformación en las que interviene el pueblo como foco de caos. (IZQUIERDO, 2008: 149)

Gracias a su historia en la que la supervicencia de los poderosos ha importando más que la justicia e igualdad entre los individuos, la imagen que los disidentes tienen del Estado es la de un mecanismo utilizado por la “mafia gobernante” para arrebatar no sólo la dignidad de la población sino para apropiarse de sus recursos. (ARTETA, 2008: 121)

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