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Sobre la interpretación del arte

De entre todos los signos, seguramente, los más complejo y complicado de interpretar ha de ser el signo artístico. En el clásico El arte como hecho sígnico, Jan Mukarovski ante el interés de diversas ciencias por los problemas del signo, así como por la estructura y el valor que se hallan estrechamente vinculados a estos, observaba que la obra de arte presenta una triple naturaleza porque es al mismo tiempo signo, estructura y valor (En Jandová y Volek, 88).

A continuación, anotaremos algunos fundamentos semióticos básicos, tomados del Arte como hecho sígnico de Mukarovski (En Jandová y Volek, 2000) y de la Definición del arte (Eco, 1970) de los cuales nos guiaremos para el análisis de nuestros objetos.

a. El arte no resulta de la expresión personal del autor ni su interpretación depende de los estados anímicos que la obra produzca en el receptor. La obra de arte, dice Mukarovski, no puede ser identificada, como pretendía la estética psicológica, con el estado psicológico del autor ni con los diversos estados psicológicos suscitados por ella en los

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―La transgresión como forma específica del mundo criollo‖ en Estudios Culturales (2001). Red para el desarrollo de las ciencias sociales en el Perú.

sujetos receptores. Toda impresión anímica es subjetividad, momentánea e inasible. Eso la hace incomunicable en su conjunto, mientras que la obra de arte está destinada a comunicar. ―Su carácter sígnico se fundamenta en la doble existencia que posee en el mundo de los sentidos y en la conciencia colectiva‖.

b. La obra de arte es un signo autónomo. Según el teórico checo, esa independencia de la obra de arte de la subjetividad del autor y del receptor no debe llevarnos a creer en una ―obra-cosa‖, porque ocurre que una obra ―al desplazarse en el tiempo y el espacio, cambia completamente de aspecto y de estructura interna‖. Es decir, si sus significados son susceptibles de cambiar, y de hecho cambian, a través del tiempo y el espacio es debido a que estos se activan en los estados subjetivos, pero se configuran solo en la conciencia colectiva.

―Como todo signo, la obra artística puede tener una relación indirecta con la cosa designada, por ejemplo, metafórica o de algún otro modo oblicua, sin dejar de apuntar a esa cosa. De la naturaleza sígnica del arte se desprende que la obra artística jamás debe ser utilizada como documento histórico o sociológico sin interpretación previa de su valor documental, es decir, de la calidad de su relación con el contexto dado de los fenómenos sociales‖ (91).

c. La obra de arte como signo comunicativo. A diferencia de quienes sostienen que las obras comunicativas son solo aquellas que tienen un ―asunto‖ o ―tema‖, por ejemplo, la música o la arquitectura, Mukarovsky deja en claro que ―todos los componentes de la obra de arte, hasta los más ―formales‖ poseen un valor comunicativo propio, independiente del tema. Así, las líneas y los colores de un cuadro significan algo, aún en la ausencia de un tema‖. Es decir, toda la estructura artística funciona como significado comunicativo. El tema de la obra, desempeña más bien un papel de cristalización sin el cual el significado se hace ambiguo, pero no ausente. Al entender la obra de arte como un signo comunicativo es preciso entender también que su relación con la cosa designada es particular. Se trata de una relación diferente de aquella que vincula cada arte en su calidad de signo autónomo con el contexto de los fenómenos sociales, ya que, como signo comunicativo el arte apunta a una realidad determinada. Por ejemplo, un suceso o personaje histórico e incluso un pasaje de la vida del autor. En ese caso la obra estará más próxima a su función comunicativa. Sin embargo, y esta es

la diferencia fundamental con los otros signos, la relación entre la obra de arte y la cosa designada no tiene valor existencial, ni aun cuando la obra afirme algo ni cuando el autor afirme su obra se trata de su propia vida. La obra, en tanto arte, no puede ser interpretada como un documento histórico o biografía del autor. No quiere decir esto que la relación con la cosa designada carezca de importancia ni que se pueda prescindir de esta, pues funcionan como factores de su estructura y para la interpretación es muy importante saber si el autor trata a la cosa designada como ―real‖, incluso documental o ―ficcticio‖ o si oscila entre estos polos o juega con estos paralelismos. Los diferentes tipos de relación con la realidad son de mucha importancia en la estructura de la obra, es especial de las artes temáticas. Pero la interpretación a nivel teórico nunca debe perder de vista la verdadera naturaleza del tema. Es decir, saber que se trata de una unidad de sentido y no una copia pasiva de la realidad, aun cuando se trate de una obra realista, naturalista o hiperrealista.

En resumen, solo el enfoque sígnico permite una interpretación apropiada de la obra de arte. Al reconocer su existencia autónoma, reconocemos que la obras trasciende la expresividad personal del autor, esto es evitar caer en el ―biografismo‖; así también evita las interpretaciones subjetivas o caprichosas del receptor. Por otro lado, al reconocer la función comunicativa de la obra de arte se entiende que sus significantes articulan, permanentemente, significados en la conciencia colectiva, comprende el desarrollo del arte como un movimiento inmanente, pero en relación dialéctica constante con la evolución de los demás dominios de la cultura.

La obra de arte es un producto que tiene múltiples significados, ello genera que su interpretación trascienda al autor. Esto debido a que parte de su naturaleza, en cuanto a la producción de sus sentidos, es la ambigüedad y la capacidad de sugerencia. Por lo tanto, su interpretación también es de carácter particular. Es decir, se trata de la recepción de un tipo de construcción cultural cuyos significados son múltiples y renovables. Por esta razón, es en el espectador (o lector) de la obra en quien recae el trabajo interpretativo. Esto no quiere decir que la interpretación pueda ser arbitraria o totalmente subjetiva, ya que se precisa, de parte del interpretante, un conjunto de asociaciones coherentes entre los elementos internos de la obra y los externos, para generar la interpretación. Por ello, para apreciar el arte, es

preciso reconocer que la interpretación del autor vendría a ser una más. Y no es la principal ni mucho menos, la única.