Es un ejercicio muy bueno para todo el mundo, pero sobre todo para aquellas personas que se sienten mayores, deprimidas, fatigadas o hartas de la vida y que desean abrirse más al mundo. También es muy útil para mejo rar la comunicación en una relación si a usted o a su pareja les resulta difí cil abrirse el uno al otro. Lo ideal es que ambos lo realicen.
Haga el ejercicio cada mañana durante 10 minutos como mínimo. Ten ga a mano una libreta en la que pueda escribir y guardarla como la libreta de nacimiento.
Siéntese en una postura cómoda. Cierre los ojos. En su mente, imagí nese una luz clara y cálida que vaya adoptando la forma de la clara de un huevo. Cada vez se hace más y más grande hasta que le rodea por completo. Usted ha quedado en el centro de la clara, cual yema. Se siente renovado; un sentido de rejuvenecimiento recorre su cuerpo y se siente más joven cada día, cada hora, cada minuto hasta que lo úni co que le queda es la energía de pensamiento, tal y como ocurrió du rante las primeras horas de su concepción. En este lugar especial, pue de contemplar toda la vida y experiencia humanas.
Toda la humanidad pasa a su lado; desde su remanso de paz puede di visar y oír el murmullo de la humanidad. Entonces, desde dentro del huevo aparece una luz roja que le llama la atención. Sigue la luz y ésta le lleva al momento en el que se gestó en el útero, a cada día de su vida que pasó dentro de su madre, a su parto y a cada día hasta llegar al mo mento presente.
A medida que revive cada uno de los días de su existencia ocurre algo importante. Empieza a notar la energía del nacimiento día a día. Em pieza a sentir la vitalidad, las oportunidades aprovechadas y las oportu nidades perdidas, los momentos tristes, malos, buenos y excelentes de su vida, revelándole cada uno de ellos el nacimiento de la vida. Sabe por qué es así su vida y comprende que posee el poder para cambiarla. En este momento, ha de inspirar por la nariz y espirar lentamente por la boca.
Descanse unos minutos. A continuación, escriba su experiencia en un papel y lo que le ha parecido más relevante.
Al realizar este ejercicio cada mañana advertirá todo tipo de descubri mientos que surgirán de él y que inundarán su mente en los momentos de descanso del día y la noche. Anótelos en la libreta, ya que el ejercicio le re velará la belleza y el poder del nacimiento. Según vaya practicando notará que sus hábitos y costumbres negativas se evaden gracias a la energía de pensamiento, otorgándole mayor claridad mental. Sentirá que se vincula más con las partes más profundas e interiores de su conciencia y que siente un renacer. Se convertirá en un explorador y buscará y encontrará el verda dero significado de la vida. Al aprender a reconocer los momentos clave del nacimiento, su vida adoptará un significado mucho más hondo y de ma yor calidad.
Durante toda la vida Marcia sintió que luchaba contracorriente pero no sabía por qué. A la edad de 84 años seguía sin tener ni idea de la naturaleza de su lucha y de sus limitaciones para ser feliz. Tenía hijos, nietos y un mari do que la adoraba, pero sentía que había una barrera entre ella y el mundo. Había experimentado la presencia de esa barrera desde la niñez y se sentía como en una isla desierta, incapaz de vivir plenamente sus emociones. Mar cia se sentía completamente aparte del mundo.
Cuando acudió a mi clínica noté que no era muy conversadora, así que decidí no agobiarla hablando y me limité a explicarle el ejercicio que debía realizar y a ofrecerle toda mi ayuda.
Marcia empezó a realizarlo a diario y, al cabo de unas semanas, ya empe zó a hablar más.
Me explicó que toda su vida había estado muy protegida. Primero por sus padres y después por su marido. De pequeña había sido una niña pre ciosa, como una muñequita, y sus padres siempre la habían protegido en exceso. Después, de adulta, eligió a un marido que la trataba del mismo modo y que siempre la mantenía «a salvo» y alejada de la vida. Marcia se ha bía pasado la vida alejada del mundo.
«No sabía lo que era la vida», me explicó. «Pensé que era lo que hacía y no lo que era. Empecé a darme cuenta de que, pese a que las cosas que ha cía influían en mí y me producían cambios, no representaban mi verdadera personalidad. Me había escondido tras mi familia y no había aprendido lo básico de la vida.»
«Ahora ya sé que todo tiene una vida independiente. Me he descubier to a mí misma y estoy feliz por ello. He descubierto la capacidad para aprovechar las oportunidades y querer a mi familia mucho más de lo que jamás había pensado. La relación con mi marido ha experimentado un re
Marcia les enseñó a su marido y a sus hijos adultos cómo llevar a cabo este ejercicio. Empezó a compartir con ellos sus percepciones y a dejar tras de sí sus preocupaciones y cargas emocionales. Se sentía más joven, más co nectada con el mundo y vivía al máximo las emociones.
FAMILIA
Todos buscamos una familia, un sentido de pertenencia y de vincula ción con los demás. La familia en la que nacemos es la primera experiencia de comunidad que tenemos y, por ello, moldea nuestra visión del mundo y la posterior creación de nuevas familias, amigos o compañeros. La familia nos aporta un sentido de pertenencia al mundo e influye mucho en nues tra forma de pensar. Si sabemos participar en la energía de pensamiento de la familia, que ocurre en las experiencias cotidianas, enriqueceremos ins tantáneamente nuestras relaciones. Podemos compartir la energía de pen samiento de la familia con cualquier persona, tanto si es un desconocido, una dependienta de una tienda o un compañero de trabajo.
En la vida cotidiana mucha gente se cierra a los demás, disminuyendo las interacciones y reduciendo así la calidad de pensamiento. Muchas opor tunidades para experimentar el poder de la familia se nos pasan de largo cuando nos cerramos así. Por el contrario, si nos abrimos a la energía de pensamiento familiar conseguimos mayor unión, un sentido de bienestar, ganas de compartir y de estar juntos. Así aprendemos el valor de estar con personas no por lo que puedan hacer por nosotros sino por quiénes son.
El momento más bello de unión familiar se produce cuando sentimos el amor en todas sus formas. Puede ser amor sexual, romántico, espiritual, platónico, amor por los amigos o por los actos de bondad de desconocidos. En cada uno de esos momentos clave nos sentimos conscientemente vincu lados a los vínculos de la familia humana y podemos experimentar uno de los mayores goces espirituales de la vida. Esos momentos ocurren con fre cuencia, pero muchas veces no somos conscientes. En vez de disfrutarlos estamos sumergidos en la energía de pensamiento de la vida cotidiana, del hábito y la rutina.
Somos una familia para los demás y podemos experimentar ese senti miento al ser conscientes de los momentos cruciales de la familia y de todos los regalos que nos brinda.