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La conquista romana y la República Tardía

DEL ARDILA

3. La conquista romana y la República Tardía

La derrota de Cartago en la II Guerra Púnica supuso el ascenso de Roma como potencia hegemónica en el Suroeste peninsular. En el 197 a.C. se produjo el primer conflicto bélico directo documentado entre esta y las poblaciones de la región (García Moreno 1989, 88), en las que pudieron incluirse las asentadas en el Ardila. Durante más de una década las accio- nes militares de los ahora llamados lusitanos en tierras controladas por

a.C. una incursión, en la que participan los gobernadores de las provincias

Ulterior y Citerior (Livio, xxxix, 30-31), parece limitar su llegada al valle

del Guadalquivir2.

Figura 3. Asentamientos republicanos de la cuenca del Ardila.

A mediados del siglo II a.C., tras un período de aparente tranquilidad, co-

mienzan a aparecer en las fuentes clásicas referencias a caudillos lusita-

nos como Púnico, Césaro y Cauceno. Bajo el liderazgo de estos jefes las

acciones militares parecen cambiar en objetivos e intensidad y a partir del

caudillaje de Viriato todo indica que se desarrolla una auténtica guerra 2 La tradicional visión de los lusitanos como tropas invasoras dedicadas al pillaje de las fértiles

tierras del Guadalquivir ha quedado matizada a partir de la lectura crítica de las fuentes que ha

permitido dar una visión más realista de estas poblaciones y plantear alternativas al porqué de

su presencia en los territorios meridionales relacionadas con el movimiento de rebaños propios

(Gómez-Pantoja 2001; Sánchez Moreno 2006) o con el cumplimiento de pactos militares (García Moreno, 1989, 88; Pérez Vilatela 2000, 130 y 236-238).

hegemónica en el valle del Guadalquivir (Pérez Vilatela 2000; García Mo-

reno 2001, 122). Sin entrar en detalles sobre esta, baste decir que la inicia-

tiva que parece haber llevado el ejército lusitano hasta la firma del tratado de paz del año 140 a.C. queda desactivada a partir de esta fecha y hasta la muerte de Viriato las acciones bélicas se concentran en lo que fue la reta-

guardia y base de operaciones de los lusitanos: la futura Baeturia. Una vez

rendidos los restos del ejército de Viriato (138 a.C.) se puede considerar

que la cuenca del Ardila pasa a estar bajo el control de Roma.

Esta conquista, sin embargo, no supuso la pacificación del territorio pues continuarían existiendo hostilidades con las poblaciones celto-lusitanas a la vez que la comarca se vería inmersa en los conflictos internos de la República romana como las guerras sertorianas y el enfrentamiento entre Pompeyo y César. De hecho, se ha relacionado el primero de ellos con un proceso de transformación sustancial en cuanto a la influencia romana en

el Ardila.

3.1 Primera etapa

La conquista romana no supuso el abandono de los asentamientos y, de

hecho, en poblados como Capote, sobre los niveles de destrucción que se han asociado a las guerras de conquista se constata un nuevo período cons-

tructivo. Esta continuidad se documenta además en otros enclaves como La Martela, Castillejos II de Fuente de Cantos, San Sixto y Castelo Velho de Safara. En el resto de sitios no hay evidencias, aunque para el caso de Cantamento de la Pepina sí que se ha valorado esta posibilidad (Berro-

cal-Rangel 2003, 203).

Esta primera fase de la ocupación republicana no está acompañada por la presencia masiva de formas y tipos cerámicos importados, sino que se

aprecia una continuidad respecto al período inmediatamente anterior al que se incorporan determinadas piezas que ciertos autores no dudan en

ellos, sino mayoritariamente, serían tropas auxiliares, muchas de origen celtibérico (Berrocal-Rangel 1995). De hecho, el primer documento epi-

gráfico constatado en la cuenca del Ardila, en Capote, se ha vinculado con un individuo de la élite de esta procedencia (Berrocal-Rangel 1992, 115). Por otro lado, algunos de los relativamente abundantes sitios fortificados existentes en la cuenca del Ardila podrían relacionarse con este primer mo- mento, aunque la ausencia de estratigrafías verticales complica su identi-

ficación. Un ejemplo sería el Castrejón de Valencia del Ventoso, que cree- mos se puede interpretar como un establecimiento militar estable donde

abunda la vajilla de procedencia extrapeninsular.

De confirmarse que esta primera fase de ocupación republicana en la re-

gión se limitó casi exclusivamente a contingentes militares, muchas veces

de origen hispano, podría aceptarse la hipótesis de una especie de «domi-

nio indirecto» de Roma sobre la comarca, más interesada en controlar la región que en colonizarla y explotarla de forma directa.

3.2 Segunda etapa

Tradicionalmente se ha vinculado al conflicto sertoriano el cambio en los

objetivos romanos de la región. Sería a partir de este cuando se acreciente sustancialmente el interés por este territorio y se produzca un cambio cua-

litativo en las relaciones existentes. De esta forma, se multiplicarían los

asentamientos y aumentarían cuantitativamente las importaciones. Asocia-

da a este momento parece que está la proliferación de la cerámica gris que imita formas romanas e itálicas y que coincide con el Grupo III definido por Hernández Carretero (1993).

Aunque tímidamente, se empieza a apreciar el definitivo impulso romano por reorganizar el territorio que tendrá su culmen en el Principado de Au- gusto. Así, es posible que de estos momentos date la fundación de Nerto- briga (Berrocal-Rangel et al. 2017), lo que la convertiría en el primer oppi-

dum constatado en la región y que supondría el inicio de una política de fundaciones urbanas en la comarca. Se vincula con esta ciudad el epígrafe

(ERBC 41) que Canto (1997, 70) data del año 46-45 a.C., lo que lo haría el más antiguo documentado en el Ardila, aunque revisiones posteriores

proponen retrasarlo a cronologías augusteas.

De esta forma, y con ciertas dudas debido al estado embrionario de la

investigación sobre la implantación romana en la región, el período repu- blicano que sigue a la conquista se caracteriza por un «dominio indirecto» y la perduración de los castros, en los cuales posiblemente se asienten,

temporalmente o no, contingentes militares. Este período de «dominio in-

directo» duraría aproximadamente medio siglo y podría asociarse a la lle-

gada de poblaciones celtibéricas. La segunda fase implicaría una mayor y más directa presencia romana en la región pudiéndose vislumbrar algunas de las políticas que se desarrollarán a partir del Principado de Augusto

como la fundación de centros administrativos urbanos como es el caso de

Nertobriga. Asimismo, parece haber cierta proliferación de asentamientos

fortificados en toda la comarca. Sin embargo, estos cambios no se asocian a un aumento de la documentación epigráfica y al epígrafe fechado en

época cesariana de las inmediaciones de Nertóbriga, que probablemente sea augusteo, solamente podemos sumar los glandes de plomo asociados

al conflicto sertorianos recuperados de San Sixto (Chic 1986). Por otro lado, algunos autores han considerado ciertos documentos epigráficos del período de transición al Principado como el de Casas del Sejo (Berro-

cal-Rangel, Oyola 1997) o El Repilado en Vadelacanal (González Fernán-

dez 1989, 67-70) que, sin embargo, deben ser más tardíos. Esta ausencia de registro epigráfico se puede vincular con la relativamente tarde y débil

implantación romana-republicana en comparación con otras zonas, la au- sencia de una tradición escrita y el tipo de presencia romana en la región,

aunque, sin embargo, este comportamiento epigráfico tan exiguo no es ex- clusivo de esta comarca.