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La mediación: un rasgo discursivo e ideológico

III. La función testimonial en la literatura y su repercusión en Redoble por Rancas

2. Redoble por Rancas : un discurso híbrido

2.4. La mediación: un rasgo discursivo e ideológico

La gran diferencia que existe entre un discurso oral y uno escrito radica en que este último posee mayor validez y autoridad social entre las clases letradas. Puede ser debido a su carácter de discurso público o por suponer que es un mensaje mucho más definitivo, en contraposición con la fluidez y falta de concreción del mensaje oral. La escritura es un

código occidental que sigue las normas y los caracteres que una tradición le ha heredado. El código también es una forma de comunicación y de entendimiento entre los individuos de una sociedad. El código le otorga a la escritura mayor valía social y, por ende, mayor credibilidad.

Una de las características que comparten los textos testimoniales es que necesitan de la participación de un mediador intelectual que produzca y edite el texto oral que le fue transmitido. Con la novela de Scorza sucede un ejercicio similar. Podemos decir que Manuel Scorza es el intelectual comprometido con movimientos de liberación y de filiación política, y que los hechos contados en Redoble por Rancas son los sucesos ocurridos a la comunidad indígena silenciada por la historia oficial.

Dado que en el caso del testimonio lo que se pretende es proyectar una voz indígena que había permanecido en el anonimato, una de las funciones del mediador es transmitir ese discurso oral. La obra de Scorza realiza básicamente esta labor, sin utilizar de manera total la voz narrativa en primera persona del indígena. Lo que se puede resaltar en su ejercicio de mediación, que creo es el más importante en cualquier obra testimonial, es que busca afirmar el valor de la palabra de los indígenas, de revalorar su sentido en la esfera social, y por supuesto de hacer público un estado de injusticia y violencia que padecen los peruanos.

En su obra podemos percibir dos formas discursivas testimoniales: la voz de los indígenas, estudiada anteriormente, y el ejercicio ideológico y discursivo que realiza el autor para revelar una realidad.

La mediación del intelectual entabla el primer contacto entre la realidad y el público receptor. En Redoble el narrador en tercera persona es una voz narrativa que se apiada de los personajes indígenas, que se hermana a su causa y que les permite, en determinados momentos, hablar. Como mediador entre un mundo y una forma escrita el narrador en

tercera persona no sólo nos presenta los avatares de la lucha, sino que cimienta todo un argumento ideológico y social de las peripecias de la vida indígena porque la conoce a la perfección:

En casi todos los pueblos de Cerro de Pasco, y en casi toda la República Peruana, los mejores terrenos del pueblo son solares insultados por malolientes lluvias de las necesidades públicas. Esos terrenos son monumentos a la esperanza. La Municipalidad los reserva para prometidos, imaginarios edificios públicos. Cada vez que el Prefecto o el Diputado prometen una escuela o una posta sanitaria, el optimismo de la Municipalidad reserva un terreno. El Ayuntamiento y el pueblo asisten a la solemne colocación de la “primera piedra” de los edificios públicos. Nunca se coloca la segunda. (193)

El narrador reconoce las mentiras y los múltiples abusos de que han sido objeto los nativos de Pasco. A medida que va narrando los acontecimientos, el narrador va introduciendo párrafos como el anterior, donde por una parte demuestra su conocimiento sobre el mundo narrado, y por el otro construye un argumento ideológico basado en la igualdad, la defensa del más pobre, el apoyo a la economía popular, la no intervención de potencias extranjeras, el reconocimiento de la historia peruana indígena como una línea de masacres y abusos. Por ejemplo en el siguiente fragmento:

La carta que Harry Troeller, superintendente de la “Cerro de Pasco Corporation”, releía, viajaba con estremecedoras noticias. En Clevelandre rumoreaba que la “Cerro de Pasco corporation” y la “Picklands Mathers Company” se fusionaban para consolidar un gigante: uno de los más grandes productores mineros de América Latina. Troeller calculó: las ventas de la nueva compañía superarían los

500 000 000 de dólares… el mundo vivía la época de los megaterios. En el universo de los gigantes, los débiles no tienen derecho a la hierba. (201-202)

La novela se caracteriza por poseer una prosa poética y melodiosa. Sin embargo, en estos párrafos sobresale el interés ideológico, por lo cual son muy distintos al resto de la novela. En estos fragmentos lo que interesa es exponer una circunstancia cruda, por este motivo la voz del intelectual se percibe con mayor claridad. Estos párrafos pueden considerarse un espacio discursivo de análisis político, histórico o económico.

En general, la voz narrativa en tercera persona deja ver la presencia de un intelectual preocupado por causas sociales. La presencia del letrado es mucho más nítida y contundente cuando enmarca los incidentes que llevaron a los indígenas a su estado de opresión. Por ejemplo, cuando hace un repaso histórico sobre las guerras que han azotado a las comunidades andinas:

Once guerras ha tenido el Perú… la guerra de 1827 con Bolivia la ganamos… la guerra de 1828 con la Gran Colombia la perdimos: un general que llegó a presidente traicionó a otro genera… la guerra de 1838, de nuevo con Bolivia, la perdimos…la guerra de 1837 contra los chilenos la ganamos…la guerra de 1839, de nuevo con Chile, la perdimos… la guerra de 1841, de nuevo con Bolivia, la volvimos a perder: alguien le disparó por la espalda al presidente Gamarra en plena batalla de Ingavi… la guerra de 1859 la ganamos sin disparar un tiro. Ecuador pagó el pato…la guerra de 1879, iluminada por la solitaria antorcha del “Huáscar”, la perdimos…la guerra de 1930, con Colombia, la perdimos… pero entre 1900 y 1911 en el Putumayo se extrajeron 4 000 toneladas de caucho a costa de 30 000 huitocos… la guerra del 41 con Ecuador la ganamos… la no declarada guerra contra el indio Atusparia la ganamos: mil muertos. No figuran en los textos.

Constan, en cambio,los sesenta muertos del conflicto de 1866 con España. El 3ro. de Infantería ganó solito, en 1924, la guerra contra los indios de Huancané: cuatro mil muertos… en 1924 el Capitán Salazar encerró y quemó vivos a los trescientos habitantes de Chaulán… en 1932, el Año de la Barbarie, cinco oficiales fueron masacrados en Trujillo: mil fusilados pagaron la cuenta. Los combates de Manuel Prado también la ganamos: 1956, combate de Yanacoto, tres muertos; 1957 combates en Chin-Chin y Toquepala, doce muertos; 1958, combates con Chepén, Atacocha y Cuzco, nueve muertos; 1959, combates de Casagrande, Calipuy y Chimbote, siete muertos. Y en los pocos meses de 1960, combates de Paramonga, Pillao y Tingo María, dieciséis muertos. (215-218)

Fragmentos como éste muy bien podrían caber en un libro de historia. En su imbricada función social Redoble reconstruye una versión de la historia popular, una parte ignorada por carecer de importancia para las autoridades. La novela busca develar esa historia silente, siendo al mismo tiempo un discurso tanto testimonial como histórico. El mediador es quien realiza esa labor, primero por poseer el conocimiento y segundo por poseer las herramientas retóricas.

El narrador es quien nos informa sobre los movimientos de la “Cerro de Pasco Corporation”, y de los asuntos llevados a cabo en la capital o en los juzgados, nos va dando fechas, datos históricos y ubicaciones geográficas que refuerzan los sucesos y que los personajes indígenas desconocen, por ejemplo las transacciones de la compañía:

Efectivamente, compró la hacienda Las Nazarenas del convento de Las Nazarenas: 16 000 hectáreas. Así nació la “División ganadera” de la “Cerro de Pasco corporation”. Pero el cerco de alambre de Las Nazarenas no se quedó quieto: pronto encerró a la hacienda Pachayacu, y luego a la hacienda Cochas, luego a la

hacienda Puñascochas, y luego a la hacienda Consac, y luego a la hacienda Jatunhuasi, y luego a la hacienda Paria, y luego a la hacienda Atocsaico, y luego a la hacienda Puñabamba, y luego a la hacienda Casaracra, y luego a la hacienda Quilla. La división “Ganadera” crecía y crecía.

Hacia 1960, la “Cerro de Pasco corporation” poseía más de mil quinientas hectáreas. La mitad de todas las tierras del departamento. El mes de agosto de 1960… el Cerco ya no se puedo detener (104)

El mediador de Redoble no centra su atención en un personaje indígena, sino en una comunidad, ya que es todo el grupo indígena el que sufre las injusticias y atropellos. Tal vez por eso no hay una sola voz indígena, sino varias en consonancia y armonía. Scorza pone en voz del narrador en tercera persona el conocimiento de una comunidad, y reconoce que la letra es una forma válida de poder. Cuando el Juez Montenegro lee una notificación que le fue enviada reconoce el poder del documento y el narrador argumenta lo siguiente: “El magistrado conoció entonces el poder de la literatura” (148). Scorza utiliza la novela como arma de combate para testimoniar sobre las atrocidades y guerras clandestinas que sufren las comunidades andinas.

En Redoble la forma de “poder de la literatura”, como la denomina Scorza, se da como forma de representación de un referente directo; pues, todo texto testimonial convive con un referente inmediato y no con un referente creado o indirecto como en los textos ficcionales. El discurso de Scorza es juega con los parámetros del testimonio y de la ficticción. En la medida en que su referente reside y afecta a un presente inmediato puede ser interpretado como testimonio, más que ficción. Sin embargo, no puede descartarse que la visión de mundo creada por la narración esté bajo el pacto de ficción. Sí es testimonial, pero es un testimonio traspasado por la ficción, regido por sus códigos.

Todo discurso está explícita o implícitamente alimentado por una ideología, ya sea de liberación, pacifista, feminista, partidista o demás que tenga el autor del texto. En la obra de Scorza es evidente que la ideología izquierdista y de liberación indígena es el componente ideológico que sustenta la novela. El compromiso ideológico del “Cronista” y narrador, respalda y explica la naturaleza testimonial del texto y del carácter histórico que tiene su representación. La forma de representación ficcional de la novela intercepta, gracias al mediador intelectual, una forma de elaboración testimonial que se propone desenvolver un proyecto literario que tiene como plan de acción transformar una realidad social a partir de su reconstrucción literaria, es decir, incide en el escenario histórico real de la narración para modificar las versiones sobre esa historia.

La mediación como rasgo ideológico es fundamental para comprender la función testimonial. Más que sólo ser la ideología que sustenta el cuerpo textual de la historia, es una forma de pensamiento que modula y manipula las acciones, personajes y palabras del discurso. Así, por ejemplo, la ideología le da representación a la voz indígena. Con esto quiero decir que quizá la disciplina de pensamiento a la que se adjunta el texto tiene mucho que ver en la manera en cómo es contada la historia y en el sentido que tienen las palabras de los personajes en su contexto narrativo. Esta manipulación ideológica es a la que Volek interpreta con cierto grado de ficción, pues se está contando algo teniendo un objetivo particular. Un testimonio jamás será un texto totalmente verídico porque en el ejercicio discursivo y literario los sucesos reales y las palabras son emitidas con otra condición: la novelesca. Lo importante de esta manipulación es su forma de representación literaria, que en el caso de Scorza lo hace manteniendo una temática indigenista, pero con recursos discursivos del testimonio.

Es así, que la novela pretende perturbar la historia oficial develándole que existe un grupo social en marginación y pobreza que ha sido expulsado del centro histórico nacional, y lo hace dándole a su discurso un carácter de verosimilitud similar al de la Historia y la Crónica, con mecanismos discursivos equivalentes. Este desafío a la historia oficial es un desacuerdo con las clasificaciones autoritarios de lo que debe ser reconocido como latinoamericano, como nacional, como cultural o como histórico. El descubrimiento de una historia no oficial corrobora esa desigualdad sociohistórica.

Este develar de una historia no oficial es mucho más problemática de lo que aparenta. Es un conflicto cultural que viene desde el indigenismo: es la falta de reconocimiento del otro llevada a cabo por las autoridades que rigen la historia nacional. Si la novela testimonial y Scorza recuperan la presencia y la voz indígena es para demostrar que esa parte que quiere ser olvidada sigue vive. La cultura indígena es recuperada por estas dos formas novelescas porque buscan colocar la cultura indígena en el debate de la identidad latinoamericana. El mediador es el dispositivo literario e intelectual necesario para recuperar esas tradiciones orales y para colocarlas en el devenir de la vida social.

Por este motivo, las novelas testimoniales e indigenistas sustentan su pragmática convicción de que la literatura tiene un efecto político en la sociedad y a la obra se le concibe como un instrumento político. Estas tendencias tienen la convicción de que una vez esclarecidas las diferencias de cultura a nivel nacional la sociedad, en sus diferentes estratos raciales, y los gobiernos puedan tener una especie de reconocimiento político de que existe una problemática social que sigue sin resolverse. Estas novelas funcionan como concientizadores políticos. Esta particularidad une a la narrativa social latinoamericana. Buscan despertar proyectos políticos que han sido archivados por los gobiernos autoritarios.

La utilidad pragmática de la literatura se refuerza con estas dos formas narrativas, por eso buscan ser más que ficción: quieren ser historia, crónica, testimonio real:

Estas novelas (las novelas de la tierra como las llama el autor) se remontan a los orígenes jurídicos de la narrativa para hurgar en la relación entre el poder y el conocimiento, o mejor dicho, la concesión de poder al conocimiento por el lenguaje en el acto legalista y, por ende, ritualista, de la escritura. (González 241) Este rasgo particular de la narrativa latinoamericana identificado por González Echevarría puede muy bien ser la clave para comprender la función pragmática e ideológica de la literatura testimonial e indigenista: busca ser una forma de poder escritural lo mismo que los documentos legales y que la narrativa oficial. Al retar a la historia oficial están utilizando sus propias herramientas para derrotarla: la escritura como sustento de autoridad.

Siguiendo con los componentes del testimonio, cabe aclarar que aunque la novela no está escrita en la forma tradicional del testimonio, sí existe un ejercicio de reconocimiento entre Testigo y Mediador. La gran diferencia con la forma tradicional es que en Redoble ambas formas se expresan en dimensiones diferentes. El autor se nos presenta como mediador y como testigo, puesto que él mismo vio y actuó en los hechos guerrilleros. Es así que no sólo los comuneros son el testigo inmediato del acontecer narrativo, sino también el propio productor de la obra. Lo que sucede con este tipo de mediador-testigo es que las formas de focalización de la obra están dirigidas a dos sujetos narrativos diferentes: El Yo y el Nosotros.

Cuando el narrador en tercera persona está emitiendo algún comentario o juicio sobre los hechos lo está haciendo desde la posición del Yo testigo y del Yo mediador-entendidos ambos como el autor real del texto-, es decir, Manuel Scorza. En cambio, cuando se nos presenta alguna visión sobre los acontecimientos desde la perspectiva de los comuneros, la

visión no es sólo la de Scorza, sino que es la trascripción de lo que los comuneros piensan y sienten sobre determinado acontecimiento. Con esto quiero decir que tanto el autor como los comuneros tienen su propia opinión sobre los hechos, y que aunque la obra está escrita casi en su totalidad en tercera persona esto no quiere decir que toda ella es la opinión de Scorza; la visión de los comuneros se deja ver en la propia perspectiva de los acontecimientos. Para ser más clara me explicaré con un ejemplo.

Los hombres ya lo sabían. Hacía semanas que el Cerco había nacido en los pajonales de Rancas. Corría temeroso de ser alcanzado por ese gusano que sobre los humanos poseía una ventaja: no comía, no dormía, no se cansaba. Los ranqueños, los yanacochanos, los villapasqueños, los yaruscayanos, supieron, antes que los búhos o las truchas, que el cielo se desfondaría. Pero no podían huir. El Cerco clausuraba los caminos. Sólo podían rezar en las plazas, aterrados. Ya era tarde. (Scorza 22)

Esta visión de fatalismo y de temor exacerbado sobre el cerco y el “gusano” incomprensible que era el tren cargado de materiales de construcción, son la expresión de lo que sienten los comuneros sobre el Cerco. Más que sólo ser visto como un problema, el Cerco se vuelve un personaje dentro de la trama de la novela, un personaje carnicero y monstruoso, y es expresado así porque de esa manera se sintió y afectó a la comunidades andinas. Esta configuración está dada desde la visión del Nosotros. No es sólo la visión de Scorza, sino la del testigo comunero que presencia el hecho.

Scorza reproduce la visión que tenían los comuneros sobre su propia guerra, sobre sus enemigos y sobre su destrucción. La focalización desde ambas tribunas narrativas explica esta doble visión de la novela. Una vez más se muestra el trabajo del mediador, el cual es la herramienta instrumental que traduce la opinión de los comuneros. En eso radica también

su estrategia testimonial: en ser la voz de la opinión popular que no puede hablar por sí misma. Autor-testigo comuneros-testigos Cerco Yo Nosotros Juez La guerrilla Da su opinión sobre

Los hechos y los datos Históricos que él Conoce sobre la Guerrilla.

De esta manera, se entiende la interpretación de Redoble como un texto testimonial en la medida en que sus funciones y técnicas de construcción de mundos y realidades narrativas y discursivas provienen de la tradición testimonial. Aunado a ello, tiene como interés configurar un discurso que sea entendido como un texto de temática indigenista y neoindigenista con funciones testimoniales.