• No se han encontrado resultados

LAS LIMITACIONES DE LA FLOTA ARGENTINA

Según las declaraciones de la época del contralmirante Lombardo, nuestros buques en conjunto desarrollaban una velocidad de 20 nudos, es decir unos 37 kilómetros por hora. En la ARA había solo dos navíos que desarrollaban 30 nudos: los novísimos destructores tipo 42 Santísima Trinidad y el Hércules. El problema era la velocidad en conjunto a diferencia de las potencialidades de los navíos ingleses que desarrollaban velocidades de 30 nudos, es decir unos 50 kilómetros por hora, además de la presencia de cuatro o cinco sumergibles de propulsión nuclear y de tipo convencional. Según las apreciaciones del contralmirante Lombardo del porqué la flota debió regresar a Puerto Belgrano, ya que él era conciente de las pérdidas o el posible “aniquilamiento” que hubiera sufrido la flota al entrar en los dominios de los radares del enemigo.

Esos datos se los había informado muy bien al gobernador en las islas, el Gral. Menéndez, que la flota no participaría de las hostilidades en el mar (capítulo aparte de sus submarinos). Se dispuso mantener la denominación de “Flota en Reserva”. Más prudente se tomó la decisión de dividir a la flota en tres partes: un grupo al Norte, integrado por las tres corbetas (las ARA Guerrico, Granville y Drumond), otro grupo en el centro1 conformado por el portaaviones, los dos destructores de tipo 42 y un submarino y otro grupo al sur conformado por el crucero ARA Gral. Belgrano y sus escoltas, dos destructores de la clase Alann Summer. Entonces conformada básicamente de esta manera el plan de flota argentina, quedaba por esperar el momento de entrar en acción – de que algún buque del enemigo se desprendiera del resto y poder así atacarlo.

Este plan Representaría, lo que en táctica naval se llamo una maniobra “en pinza”. Con respecto al armamento, los buques contaban con medios razonables para los submarinos: las cargas de profundidad y helicópteros. Pero no se podía hacer nada contra los sumergibles a propulsión nuclear (SSN) y convencional, como en la práctica lo demostrarían el naufragio del crucero ARA Gral. Belgrano, hundido por los torpedos Mark 24 del submarino nuclear HMS Conqueror2. Se llevó a la flota argentina a aguas menos profundas en donde los submarinos tienen dificultad de operar.

1 El grupo que se encontraba en el centro era el más numeroso y mejor equipado de la flota. Además del submarino ARA San Luis, encargado de permanecer sumergido por debajo de la flota enemiga y cumplir su misión, de infringir el mayor daño posible que se pueda.

2 El HMS Conqueror había seguido al viejo crucero en el sur y recibió órdenes de Londres en no vacilar y torpedear al crucero, debido a que representaba una amenaza para la flota. Esto representó un crimen de guerra, ya que el vetusto crucero se encontraba fuera de la zona de exclusión. Se debió a una jugada política desde Londres.

La Armada Argentina

“Aun cuando un pueblo no fuera comerciante ni conquistador,

es difícil no concebir que pudiese conservarse sin marina contra la ambición de sus vecinos, si estas tuviesen alguna; y es cierto que un Estado sin pesca, sin comercio exterior, nada puede sobre el mar.”

Manuel Belgrano.

Una de las tres armas de nuestra defensa, en especial la encargada de los mares es la armada argentina (ARA). En sus gloriosas páginas como institución encargada de los mares no hay que olvidarse de naves históricas y de nombres como el almirante Guillermo Brown, padre de nuestra armada. Hicieron el orgullo de esta arma buques como la “Patriota”,”Cívico”, “Tupac Amaru”, “Constitución”, la “Halcón” (de Hipólito Bouchard), la fragata Sarmiento, entre otras. Y es seguramente la más profesional de las tres armas. Es así que la armada contaba al momento del conflicto con sus medios, razonables en cuanto al número de componentes de la flota. Estaba equipada entre las mejores de América del Sur, junto con la del Brasil.

En 1977 había adquirido el poderoso y novísimo destructor tipo 42 “Hércules”, armado con los temibles misiles de protección aérea Sea Dart y de potentes medios de detección como así también de adelanto tecnológico en cuanto al uso de la electrónica y la robótica en su configuración. Algo inédito entre las marinas de Latinoamérica. En 1980 se le sumaria su gemelo, también de tipo 42, el ARA “Santísima Trinidad”, construido en los astilleros navales de Río Santiago. Esos buques, lógicamente componían los escoltas principales de nuestro buque más importante: el portaaviones ARA “25 de Mayo”, el orgullo de la flota, ya que éste era capaz de movilizar una fuerza de unos dieciséis aviones Skyhawk, en donde sea necesario. Esos tres buques representaban la primera línea de nuestra Armada.

Estaban también entre sus componentes con tres corbetas A-69, ARA “Granville”, “Guerrico” y “Drumond”, de fabricación francesa, que resultaron muy “marineras” dotadas con misiles “Exocet”, (de su versión naval). Dichas corbetas fueron

* Entre los sumergibles estaban los submarinos ARA Santa Fé, de clase “Guppy”, fabricado en los EEUU, ARA San Luis y ARA Salta, éstos de clase 209.

adquiridas a raíz del conflicto por la disputa con nuestros vecinos, los chilenos en disputa por el canal de Beagle, y por fortuna no entramos en guerra con Chile por poco. El resto de la flota estaba constituida por destructores obsoletos- pero modernizados- y adaptados con misiles Exocet y radares más afinados. Esas naves básicamente constituyan el “caballito de batalla” de nuestra flota, y cabe destacar que fueron adquiridos en la década de los sesenta a los EE.UU. los destructores excedentes de la clase Summer y uno de la clase Gearing: Los ARA “Comodoro Py”, “Segui”, “Piedra Buena” y “Bouchard”. Además la armada contaba con el Crucero “ARA General Belgrano, un veterano buque de 13.000 toneladas y potente artillería; era el ex USS “Fénix”, que tuvo la suerte de escapar del desastre de Pearl Harbor, y era uno de 14 buques de su misma clase y fue adquirido durante el segundo periodo de Perón.

Esos buques son los catalogados de primera línea, bélicos. Pero en una flota también es necesaria otra clase de buques. Teníamos además el buque de desembarco anfibio el BDT “ARA Cabo San Antonio” que transporta en su interior en su bodega los vehículos anfibio LVTA elementos de campaña para la infantería de marina.

El resto de nuestra flota lo constituía lanchas rápidas, las tipos Indómitas, los buques Baradero, Muratore y King como así también los buques encargados reaprovisionamientos (buques tanqueros) y uno de nuestro orgullo, la fragata “Libertad” que servia para la instrucción de los futuros guardiamarinas de la armada. Básicamente de esos medios, como así también las dotaciones que lo tripulaban, el factor humano, y su apego por la vida de mar, constituían nuestro poder naval.

Entre los mandos de nuestra armada, en 1982, se encontraba el Comandante de operaciones navales, el Vicealmirante Juan José Lombardo, y sus subordinados los Comandantes de la flota de mar y de infantería de marina Contralmirante Gualter Allara y Carlos Busser, respectivamente.