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Los niños disfrutan y los adultos analizan

In document No Es Cuestión de Leche (página 79-81)

Todos hemos tenido la oportunidad de presenciar una fiesta para niños. En estas reuniones se da un encuentro entre dos mundos: el delos adultos que con su gran experiencia y conocimiento, creen tener la capacidad para juzgar y calificar la fiesta. Son capaces de compararla con otras fiestas a donde han sido invitados anteriormente y se muestran a veces quejumbrosos, evaluadores y hasta criticones. Con frecuencia nada les gusta y nada les satisface.

Por otra parte están los niños, a quienes todo les parece divertido, a todo le encuentran algo bueno, disfruta de un payaso y no se fijan en cómo está vestido, no lo critican, simplemente juegan. Aceptan con absoluta emoción un helado o un perro caliente, hot dog. Cada cara exhibe alegría y el bienestar que le produce la fiesta. Los niños no lo analizan y tampoco se fijan en las cosas que faltan, todo lo contrario: disfrutan la fiesta y su atención está en las cosas que suceden. Por eso todas las fiestas de los niños resultan para ellos de las mejores, porque se conectan desde el corazón y la pasión. Todo lo ven de colores vivos y felices.

Una vez asistí a una piñata, una fiesta infantil, y cuando estaba ya avanzada, los niños disfrutaban de todo lo que sucedía, mientras los adultos conversábamos. Yo me encontraba al lado de Luis, un gran amigo, quien mientras compartía conmigo no dejaba de vigilar a su pequeño de cinco años. En la fiesta armaron un colchón inflable, de esos que se usan para que los niños falten. Luis no le quitaba la vista a su niño, quien parecía estar pasándola bien. De repente Luis me dice con tono de preocupación:

—Sales algo Carlos Saúl, eso no puede ser… —¿Qué no puede ser?

—Eso de que haya tantos niños para un solo colchón… ¿sabes?..., eso me parece un abuso, aquí hay como 50 niños y ese colchón, tendrá una medida de 3x4 metros cuadrados, es decir 12 metros de superficie, por lo tanto no caben todos los chamos, debieron traer al menos dos colchones… y además separar a las niñas de los niños.

—No te preocupes —le dije— los niños se adaptan, ellos no son como nosotros los adultos, no tiene rollo o problema, quédate tranquilo. Pero él seguía con el tema.

—Pero mira Carlos Saúl, si lo montan así se puede lastimar…, son muchos…, y mi hijo es muy pequeño, qué locura, —exclamaba, y yo le repetí:

—Tranquilo, ellos están gozando un montón.

Y permaneció callado por un rato, hasta que empezaron a repartir los helados. Había un solo heladero para atender a todos los niños. Mi amigo Luis volvió sobre sus críticas. Ahora la preocupación era que los niños se le estaban coleando, adelantando, a su hijo y se iba a quedar sin comer helado. Se dirigió a su esposa y le dijo:

—Ve a ayudar al chamo, porque si no, se va a quedar sin helado. —No te preocupes, —le contestó ella— deja que él aprenda.

Mi amigo estaba a punto de meterse en la cola, fila, de niños. Mientas hablábamos se acercó su hijo y con una cara de total emoción le dijo:

—Papá, papá, se han coleado como cuatro niños y yo los vi…, ¡jajaja! —e inmediatamente salió corriendo y se metió de nuevo en la cola para los helados, muerto de la risa. Mi amigo con esa cara de asombro, me dijo:

—¿Tú puedes creer eso, Carlos Saúl, que mi hijo esté disfrutando, contando los coleados? Esto es increíble.

—Así es amigo, —le dije inmediatamente— los niños disfrutan con lo que los adultos sufren.

Unas semanas más tarde, me encontré a mi amigo y m comentó que su hijo había llegado a contarle todos los detalles de la fiesta a su abuela, que le decía todo con tanto entusiasmo, que parecía que hubiera ido a una fiesta distinta. Inclusive refería el colchón como si él se hubiese montado. Lo que sucede en estos casos, es que la pasión y el entusiasmo de los niños llegan al punto de transformar en cosas supe especiales, todo aquello que viven. En la mente de un niño todo está lleno de fantasía y así son todos sus días. Para un niño cada día es una aventura, cada espacio es un mundo construido para la alegría.

Cuando eres un niño, todo es apasionante. Cuando éramos pequeños convertíamos las cosas ordinarias en eventos extraordinarios. Nos podíamos aburrir, pero recuperábamos el entusiasmo en un segundo. De niños disfrutábamos más, porque razonábamos menos y de adulto disfrutamos menos, porque razonamos más.

La curiosidad natural del niño, lo lleva a descubrir cosas que los adultos no descubren y a disfrutar de momentos que los adultos desprecian; entonces la fórmula de la vida está en combinar lo impresionables que son los niños, con la capacidad de razonamiento que poseen los adultos.

Si dejamos fluir ese ser libre que fuimos, seguramente exploraremos el mundo con los ojos de la inquietud, del disfrute y nos convertiremos en seres apasionados, que viviremos con total intensidad cada momento. Con ello la vida cobraría más sentido, viviríamos más felices, liberados de la rutina y de los convencionalismos que tanto limitan al ser humano. Friedrich Nietzsche, el gran filósofo alemán, tenía razón cuando decía que ―la madurez del hombre es haber vuelto a encontrar la seriedad con la que jugaba cuando era niño‖.

Capítulo XI

Primero lo primero

Una característica esencial de las personas que logran sus metas, es que

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