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2. ESPACIO, PERSONAJES Y LENGUAJE: UNA ESTÉTICA EN

2.2 La máscara y su potencial de apariencia

2.2.2 La máscara y el travestismo simbólico de Sor Juana Inés

El travestismo, con sus mecanismos de enmascaramiento y apariencias, esparte importante del teatro de Sor Juana Inés, dado que ésteincorpora dentro de sí una carga simbólica en la medida en que contiene un discurso contra dogmático. En Europa, el travestismo y sus mecanismos se convirtieron en la adaptación que el teatro hizo frente al Topos de la época,mientras que en América, ese Topos de la máscara se ajustó a los fines dogmáticos que impugnaron las artes, entre ellas, el teatro de Sor Juana, en el cual el enmascaramiento se presentó como un mecanismo para darle representación a las voces marginadas de la sociedad.

Así bien, en su ensayo “De palestras, disputas y travestismos: la representación de América en el teatro de Sor Juana Inés de la Cruz”, Carmen Zanelli, observa que en Los empeños de una casa28, los personajes protagonistas, hilarantes de la trama y, sobre todo, sumidos en conflictos amorosos, eran las mujeres (215). Quiere decir entonces, que esta característica es una reinterpretación y modulación que la creación criolla le da a la influencia española para manifestar, asimismo, un discurso propio que alude a la marginalidad de las mujeres

28 En la obra, como suelen tener las tragicomedias de capa y espada, hay un enredo amoroso entre Doña

Leonor y Don Carlos, a quien se les impide su relación porque Don Pedro y Doña Ana, hermanos ambos, sienten amor, uno por Doña Leonor y la otra por Don Carlos. La casa de ellos, se convierte en el lugar donde suceden los enredos, así como es el lugar donde Don Carlos y su criado son alojados por Doña Ana, y además es el lugar donde Carlos y Leonor se reencuentran. Sin embargo, por artimañas de Celia, criada de Ana, se crean malentendidos entre Don Carlos y Doña Leonor. Preocupado ante la necesidad de aclararlos, Don Carlos decide enviar a Castaño para que le entregue una carta al padre de Doña Leonor. He ahí donde Castaño rompe con la ficción para reflexionar sobre lo que ha de hacer. Entonces, llega a la conclusión de que para evitar ser reconocido al salir de la casa de los hermanos debe vestirse con las ropas de Leonor.

dentro de la sociedad colonial29. Vale la pena destacar, que la obra de Sor Juana es un buen ejemplo para evidenciar la particularidad que tiene la estética Barroca hispana, no sólo por la teatralidad que incorpora del Barroco español, sino también, por ese discurso identitario que lo caracteriza30.

Además de conservar los típicos personajes de la comedia española y de destacar la figura de la mujer, Sor Juana introduce en esta obra de teatro un personaje que, por su origen indiano, dice Zanelli, le da a la obra su toque americano (216). Este personaje es un criado, de nombre Castaño31 (que sin lugar a dudas, es una alusión al color de su piel) que, ante todo, es el único personaje que se trasviste de mujer.

Cabe mencionar de nuevo, que en la novela de Cuestión de hábitos el otro personaje que se traviste es Sor Juana Inés, dicho travestismo, dentro de la novela, alude a la marginalización de la mujer en la sociedad colonial y a su necesidad de sobreponerse a ello vistiéndose de hombre, por lo que, entonces, el travestismo de Sor Juana Inés, de la misma manera que sucede con el travestismo de Castaño, permite tejer un discurso en función de la voz femenina y sus condiciones sociales, pues no debemos olvidar que, de algún modo, Moreno Durán recoge en la novela no sólo el imaginario de una época colonial, sino también la experiencia estética del Barroco hispano y, asimismo, las condiciones y las visiones de Sor Juana Inés.

Observa Zanelli que para algunos teóricos, como Germán Campos, el travestimiento del personaje de Castaño se considera una manera en que Sor Juana Inés alude a que el mayor

29 Bien lo confirma Moraña, cuando observa que en el travestismo de Sor Juana hay una carga de simbólica

“simetría” donde, en primer lugar, se trasgrede el modelo de las comedias españolas y en segundo lugar, se

propone una crítica que busca revalorar el papel social que tiene la mujer y su consecuencia, de convertirse en un objeto de deseo masculino en lo que respecta al papel de la mujer en la comedia (171).

30 El discurso identitario que establece Sor Juana en sus obras no sólo gira en torno a la marginalidad de la

mujer, cabe aclarar que este discurso femenino se presenta particularmente en Los empeños de una casa, sin embargo en otras obras como El divino narciso, dice Zanelli que el travestismo de los personajes tiene de trasfondo una connotación alegórica del mundo indígena (201), por tanto, el discurso se teje en función de un pasado que hace parte de la identidad criolla.

31Dice Zanelli, que a este personaje se le ha establecido un fuerte paralelo con Sor Juana Inés dado la

conflicto de ser mujer, radica en una cuestión de vestimenta, por lo que, para resolver ese conflicto, basta con crearse una apariencia:

“(…) este velo, real y simbólico, al que se somete el indiano, ¿no es mutatis mutandis, el mismo al que se somete la propia Sor Juana Inés de la Cruz? ¿No es el conflicto de Castaño, dentro de este mundo caótico, pues, una segunda dramatización (la primera es Doña Leonor) de los conflictos de la

propia dramaturga? (…) los hábitos de Sor Juana Inés son como los vestidos que se coloca Castaño: un refugio que posibilita la supervivencia” (Zanelli,

citando a Campos, 37-39).

Y adiciona, que es por medio de estos vestidos que se llega a la trasgresión, porque, tanto Castaño como Sor Juana también levan a cabo un acto transgresivo: Castaño al estar vestido de mujer, rompe de algún modo, con las convenciones de los personajes de la tragicomedia,como habíamos mencionado anteriormente y Sor Juana, por su parte, trasgrede las normas al escribir desde su posición de mujer (222).

No hay que dejar pasar del largo, la apreciación que hace Germán Campos frente a la connotación que tuvo el vestuario para Sor Juana Inés, puesto que este elemento se vuelve un mecanismo de enmascaramiento, pero sobre todo, de protección ante una sociedad que marginaba a la mujer. Este elemente también permite revelar una concepción de la época: el cuerpo y la vestimenta eran los dos aspectos que determinaban lo femenino, el simple hecho de ocultar su cuerpo con otras vestimentas, que no hacían parte del uso femenino, cambiaba por completo las condiciones de la mujer.

En la novela de Cuestión de hábitos, es a razón del travestismo de Sor Juana, entre otras razones, por la cual los personajes del clero especulan frente a su verdadera identidad sexual y, por consiguiente, frente a sus capacidades intelectuales como mujer. Sin embargo, ese travestismo le sirve a Sor Juana para demostrar que la mujer debe ser juzgada por dichas capacidades y no por su apariencia o su condición biológica. Un hecho que resalta la visión errática de los personajes del clero frente a la concepción de la mujer, se da cuando Sor Juana se despoja del disfraz de Don Juan ante los demás personajes, pero a pesar de eso, el clero sigue empeñado en dudar sobre la identidad sexual de Sor Juana, debido a que

para ellos, pesa más la idea de que el intelecto hace parte sólo de los hombres y, en ese sentido, es preferible creerle a la apariencia masculina de Sor Juana que a su verdadera identidad.

Esta filiación que tiene el clero a creerle a las apariencias que se proyectan en una falsa imagen de un vestuario, es una de las razones por las cuales la novela lleva el título de

Cuestión de hábitos, porque si bien, la identidad de un personaje se define según lo que se lleva puesto, en este caso, la identidad de Sor Juana se vuelve más confusa cuando se desapropia del hábito para disfrazarse de Don Juan. Asimismo, el Obispo de Puebla es burlado y tratado, por algunos personajes, como mujer, aun sabiendo su verdadera identidad, dado que pesa más la ofensa de que un hombre lleve puesto un hábito.