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Teología y pedagogía de la ERE en los Colegios Maristas de Colombia

1.2. La antropología en la ERE en los Colegio Maristas de Colombia

1.2.2. Marco antropológico de la fe

Se decía en los párrafos anteriores, que el ser humano está abierto a la trascendencia en esa infinita búsqueda de respuestas para la construcción de su propio sentido. Ésa dimensión de sentido tiene una concreción en la fe del sujeto, sea ésta de carácter genérico como aquella capacidad del ser humano de dar sentido a su vida en relación con la trascendencia dada, o una fe explicita en una cosmovisión religiosa.71

Precisamente es el hombre el que tiene la necesidad natural de relacionarse con una realidad que le trasciende. Siempre esta en apertura a un ser superior para que le de sentido a su propia existencia. Por eso busca en el mundo, realidades catalogadas como sagradas, desde las cuales configura un estado de fe, es decir, una forma concreta de relacionarse con la divinidad. Pero ¿cómo se puede definir ese ser que se pregunta por el sentido de su existencia? ¿Qué es el hombre y sus dimensiones que le configuran?

Es necesario encontrar posibles respuestas que permitan aproximarse a la comprensión del único ser en el mundo ser capaz de configurar una realidad de fe. Autores como Carlos Bravo, sostiene que para una comprensión acerca del hombre, es necesario asumirlo en su totalidad, si bien resulte una tarea inabarcable. Esto evitará inferir definiciones fragmentadas como lo han hecho las parcelas de la ciencia. En ese sentido, a partir de los planteamientos de Carlos Bravo, se enuncian las siguientes categorías acerca del hombre.

El hombre es un ser inserto en el mundo. Está en relación con su entorno, este lo adapta a sus necesidades. En esa realidad concreta se constituye mediante relaciones complejas en las que entra en juego todas las dimensiones que le configuran: lo fisiológico- biológico, lo ontológico, lo intelectual, lo emocional, lo trascendente; lo comunitario, lo cultural, lo simbólico, la historia y toda la sociedad en general. Todo ello hace del ser humano una realidad multidimensional en relación, es decir todas sus dimensiones en constante articulación72.

       71

Bravo, Carlos E. S.J. El marco antropológico de la fe, 19. 

72

El hombre es un ser comunitario. Necesita comunicarse con sus congéneres, el hombre es en la media que entra en relación pues “mediante el reconocimiento del otro llega a ser uno mismo”73 en esa dinámica de relación se forma el lenguaje desde el cual se desarrolla la experiencia del mundo y la capacidad de comprenderlo. Comprensión que le permite ubicarse en un lugar determinado frente a la diversidad de su entorno con quien establece la relación. El hombre necesita estar comunicado, ligado a la comunidad social la cual es la condición de posibilidad para forjar una identidad propia, pues es ahí donde se cualifica y aprende los roles y valores necesarios para desenvolverse en su vida. “Sin la sociedad el hombre no puede ser para el hombre sino un monstro puesto que no se da un estado pre cultural”.74

Hombre ser histórico. El hombre se desarrolla y se desenvuelve en el mundo. Esa acción o dinámica de vida es conocida como historia. Todos los aconteceres, en los que él ha sido el protagonista principal, dados ya en el pasado75 ejercen influencia en su presente, el cual está influenciado por el influjo pretérito, es decir, por la herencia del ayer.

El hombre ser que trasciende. Es una nota distintiva que plenifica al sujeto en la medida que sale de sí hacia el encuentro con el otro, con lo otro y con el Otro totalmente Otro. Es ese “despliegue existencial del hombre con todo lo que él arrastra en su dinamismo más profundo […] una trascendencia que abre al ser humano a su entorno, a los demás y más allá de todo ello”.76 Esa trascendencia se hace concreta en lo intelectual cuando conoce y comprende las cosas; se concreta en lo moral en cuanto que está regido por valores en orden a una praxis de vida positiva; y se concreta en el amor cuando de manera libre opta por la acogida del prójimo.77

      

73 Ibid, 20.

 

74 Ibid, 22.

   

75 “Entiende por pasado humano el comportamiento susceptible de comprensión directa, de captación interior,

acciones pensamientos, sentimientos y también todas las obras del hombre, las creaciones materiales y espirituales de sus sociedades y de sus civilizaciones, efectos a través de los cuales podemos llegar hasta sus realizadores, en una palabra, el pasado del hombre en cuanto hombre en oposición al pasado biológico”.

Bravo, Carlos E. S.J. El marco antropológico de la fe, 31.

 

76 Esteban Carlos y otros.

Claves Teológicas de la ERE, 39.  

Ahora bien, esa dimensión trascendente es la que está directamente vinculada con la fe. Ella, como la experiencia de encuentro del hombre con Dios, se torna evidente en estilos de vida concretos tales como los actos celebrativos dados en las prácticas religiosas. La trascendencia se canaliza a través de lo religioso. En la religión se hace manifiesto la relación con el Misterio, con el trascendente, con la divinidad; en ella se da la comunicación con lo totalmente Otro. Tal comunicación está medida por el lenguaje78, desde el cual, se ha forjado y configurado realidades de fe arraigadas a la existencia y exteriorizadas por medio de la capacidad simbólica dada en gestos, palabras, acciones celebrativas etc. Así pues, desde la base de esa experiencia79 de trascendencia surge en el ser humano una conciencia religiosa desde la cual vive su capacidad de fe en apertura a la revelación.

De manera que, comprender al ser humano en todas sus dimensiones implica acercarse a su vida y en ella a su experiencia de fe. La comprensión del sentido de la vida constituye también la fe del sujeto. La fe como categoría y conocimiento experiencial de la persona, es la palabra y experiencia de vida que mejor relaciona la dimensión de sentido con Dios. Es a través de la vivencia de fe como experiencia de Dios mediada por la capacidad simbólica contenida en el lenguaje, cómo se van constituyendo los seres humanos en su dimensión trascendente.

Pues bien, una de las maneras cómo el hombre hace explícita la vivencia de la fe es la religión. Es ahí donde manifiesta su experiencia religiosa mediada por una simbología de carácter sagrado: celebraciones, ritos, objetos, oraciones, gestos corporales etc80. En esas acciones religiosas entra en comunión consigo mismo con Dios y con los otros. En la religión puede asumir valores que caracterizan un estilo particular de vida y una identidad propia. En el siguiente punto se amplia un poco mas el sentido de la dimensión religiosa connatural al ser humano.

          78 Ibid, 41-44.   79 Ibid, 23-26. 80

 Sahagún Lucas, Juan de. “El fenómeno religioso. La religión como actitud específica del hombre”.

Pensamiento, vol. 36 (1980) 187-210