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MARXISMO Y FILOSOFÍA NO MARXISTA

MARX EN LA PRIMERA MITAD DEL SIGLO

III. MARXISMO Y FILOSOFÍA NO MARXISTA

Marx y Engels respetaban plenamente a Aristóteles, Hegel y otros grandes filósofos del pasado, y sin embargo, ello no les impidió mantener una actitud crítica frente a sus obras filosóficas. El stalinismo por el contrario menosprecia todas las filosofías pre-marxistas, a las que considera como mera prehistoria, separada por una enorme brecha de la filosofía científica marxista, y les atribuye una importancia mínima para la comprensión y desarrollo ulterior del marxismo. Hegel, Feuerbach y otros filósofos premarxislas son, en comparación con gigantes como Marx, Engels y Lenin, simples “predecesores”.

A diferencia de la filosofía premarxista, que sólo es precientífica, toda la filosofía no-marxista posterior a Marx es, según Stalin, declaradamente acientífica, necesariamenteburguesay,porconsiguiente,socialmente reaccionaria.

Siendo al mismo tiempo acientífica y reaccionaria, no posee, claro está. interés alguno. En consecuencia, la actitud de los filósofos marxistas frente a la filosofía no marxista sólo puede ser la de una crítica despiadada... El que un marxista esté parcialmente de acuerdo con un no-marxista, se constituye como una razón suficiente para dudar de su marxismo.

A lo largo de nuestro desarrollo filosófico de postguerra hemos destruido, retornando a la auténtica actitud marxista hacia la filosofía no-marxista, todos estos dogmas stalinistas.

Lenin afirmó que “no se puede comprender plenamente El Capital de Marx y, en especial, su primer capítulo (particularmente filosófico) si no se estudia y entiende la totalidad de la Lógica de Hegel”16. Algo semejante puede afirmarse

respecto a otras obras, y especialmente de todas las obras filosóficas de Marx y Engels. Muchos aspectos del pensamiento de Marx son incomprensibles sin Hegel, Feuerbach y todo el desarrollo del pensamiento europeo que a ellos condujo.

Por esta razón, el estudio de la filosofía premarxista no es simplemente un trabajo especial y profesional de historiografía filosófica, también es una condición esencial para una comprensión plena y para un desarrollo más amplio de la filosofía marxista.

Es absurdo sostener que todos los filósofos no-marxistas posteriores a Marx tengan que ser necesariamente “acientificos” y reaccionarios. ¿Qué razones impiden a los filósofos no-marxistas descubrir un componente de la verdad filosófica? ¿Por qué hemos de cerrar los ojos frente al hecho de que la mayoría de los filósofos no-marxistas importantes del siglo XIX y XX no son apologistas de la sociedad burguesa, sino sus críticos? ¿Por qué hemos de irritarnos si algunos de ellos, a pesar de no partir de Marx, llegan a conclusiones semejantes?

Sin embargo, el rechazo de la actitud sectaria, dogmático-nihilista hacia la filosofía no-marxista no resuelve el problema de un análisis marxista concreto de todos los filósofos importantes y corrientes filosóficas del pasado y del presente. El stalinismo, que daba por sentado que toda filosofía no-marxista es o bien precientífica o acientífica, o bien, en parte, progresista o reaccionaria, reducía la tarea de la historia de la filosofía a una simple clasificación, de manera que la evaluación de todas las corrientes filosóficas no les supuso ninguna dificultad. Ni que decir tiene que un auténtico análisis marxista de la filosofía no-marxista supone una tarda mucho más compleja.

Durante los últimos años, se han publicado en Yugoslavia interesantes y valiosos estudios sobre los grandes filósofos del pasado. Y esto sólo es el comienzo. Hemos rechazado, por ejemplo, el dogma stalinista según el cual la filosofía de Hegel es una reacción aristocrática ante la Revolución Francesa. Sin embargo, no podemos citar ni un solo libro que contenga una elucidación detallada de la obra filosófica de Hegel en general, o de la relación de Hegel con Marx.

Realmente hemos escrito mucho sobre filosofía contemporánea no-marxista. No obstante...

La filosofía contemporánea del existencialismo trata de problemas humanistas que habían sido tratados por el joven Marx, pero que más tarde los marxistas abandonarían. La concepción existencialista del hombre, en su totalidad, difiere de la concepción marxista del hombre; sin embargo, ambas se aproximan en algunos puntos. No fue tan sólo un cumplido que Heidegger escribiera que la “concepción marxista de la historia (Geschichte) es superior a cualquier otra historia (Historie)”, y que:

“ni la fenomenología, ni el existencialismo (se refería al existencialismo de Sartre, pues él no se consideraba existencialista) alcanzan el nivel necesario para sostener una controversia fructífera con el marxismo”.17

No es una simple casualidad que Sartre haya llegado a la conclusión de que el marxismo es la única filosofía posible en nuestro tiempo y que él mismo, según su propia opinión, se haya convertido en marxista.

17M. Heidegger. Platons Lehre von der Wahrheit, Mit einem Brief über den “Humanismus”.

Sin embargo en la actualidad,apesardehallarnoslejosdeunrechazonihilista del existencialismo. así como de una identificación o “fusión” de esta corriente del pensamiento con el marxismo, no podemos preciarnos de haberla investigado suficientemente y de haber determinado su valor y relación con el marxismo.

Para los no versados, la teoría pragmática de la verdad coincide con las concepciones de Marx. Para evitar esta confusión, se sostuvo que el pragmatismo considera verdad todo aquello que es útil, “cualquier cosa que sea agradable y útil, desde el punto de vista del “negocio” y de la lucha contra el materialismo.”18

En la actualidad hemos llegado a distanciarnos tanto de una falsificación tan burda, como de la confusión del pragmatismo con el marxismo. ¿Pero podemos afirmar que hemos estudiado y explicitado suficientemente la relación entre el pragmatismo y el marxismo?

Los últimos cien años han constituido un período de gran desarrollo de la lógica simbólica. Por el hecho de tomar impulso después de Marx y de no haber sido elaborada por el, el stalinismo la declaró acientífica y reaccionaria. En la actualidad, incluso los stalinistas más ortodoxos han abandonado aquella actitud, y algunos de nuestros marxistas han llevado a cabo valiosos intentos de un análisis marxista de la nueva lógica. Con todo, no podemos jactarnos de haber solucionado el problema del valor de la lógica simbólica y de su ubicación (o exclusión) en la filosofía.