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Otros modelos teóricos

CAPTULO I: BULLYING, INTIMIDACIÓN Y ACOSO ESCOLAR

3. Modelos Teóricos relacionados al Acoso escolar

3.3. Otros modelos teóricos

En este punto se desarrollarán algunas teorías que por su planteamiento no se pueden definir completamente como innatistas o ambientalistas y tampoco plantean una relación de interacción entre ambos tipos de influencia. Finalmente, se describirá al acoso escolar desde la perspectiva de Yubero, Larrañaga y Navarro (2017) como un proceso grupal.

3.3.1. Teoría Interaccionista

Esta teoría marca un punto intermedio entre las teorías innatistas y ambientalistas, indicando que existe una interacción entre los factores innatos y ambientales y de esta interacción resulta la respuesta de agresión. Se sustenta en la evidencia encontrada en estudios de gemelos que sostienen la heredabilidad del comportamiento antisocial. Las investigaciones postulan, que del mismo modo que una semilla necesita de un entorno que le proporcione nutrientes para que se ponga en marcha su programa genético y germine, necesita un ambiente óptimo para alcanzar su máxima expresión.

Uno de los estudios clásicos de esta teoría es el realizado por Cloninger, Sigvarsson, Bohman (1982) en el que se dividió a varones adoptados en cuatro grupos en función de la presencia o ausencia de: una predisposición genética (por ejemplo, padres biológicos criminales) y una predisposición post-natal (crianza negativa por parte de los padres adoptivos). El primer grupo relacionaba ambas predisposiciones, el segundo solo la predisposición genética, el tercero únicamente la post natal y el último grupo no presentaba ninguna predisposición.

El resultado fue que, al relacionar ambos tipos de predisposición, el 40% de los adoptados eran criminales, pero cuando respondían solo a una predisposición genética se reducía al 12% y a una predisposición post-natal al 6,7%.

66 3.3.2. La Teoría del Apego

Desde esta teoría, la díada relacional madre-hijo va creando un modelo interno para la interpretación de las relaciones interpersonales que se edita a lo largo del ciclo vital y que se reproduciría fuera del contexto social en el que se creó, caracterizando un cierto estilo relacional que predispone al sujeto de forma más o menos estable. Se trata de un factor personal que no conviene olvidar a la hora de interpretar la violencia interpersonal que viene definida, dinámicamente, como un juego de dos roles: el agresor y su víctima. La teoría del apego, también llamada del vínculo, explica los distintos matices emocionales de vinculación afectiva, lo que haría a las personas más o menos seguras y estables en la gestión de su vida de relaciones sociales próximas.

Aspectos básicos de la personalidad, como la confianza en nosotros mismos, en los demás y en el tipo de vínculo que cada uno se considera capaz de construir con los otros, dependerían de estos modelos de trabajo mental. Esta teoría explicaría la indefensión psicológica de la víctima y la agresión reactiva e injustificada del agresor en términos de activación de modelos mentales internos inseguros, irritables e impredecibles, a partir de los cuales el sujeto tiene verdaderas dificultades para evaluar la situación social tal y como acontece. La mayoría de los autores han puesto de relieve la importancia de los estilos emocionales para comprender e interpretar los riesgos personales de verse involucrado como víctima o agresor de otros a lo largo de la vida (Ortega y Mora, 2015).

3.3.3. La Teoría de la Mente

Esta aproximación teórica tiene un carácter psicoevolutivo y ofrece una interpretación sobre las características personales como factor desencadenante o decisivo en el mantenimiento de la violencia y permite comprender parte de la dinámica del maltrato. Tiene su origen en la psicología cognitiva. Desde esta teoría, las personas desarrollamos al mismo tiempo que el concepto de nosotros mismos, una interpretación psicológica de los demás.

67 Es un esquema mental de carácter cognitivo que incluye la representación temprana sobre el ajeno como un ser con su propia y activa mente, sus intenciones y deseos y, sobre todo, con capacidad de engaño. La interpretación psicoevolutiva explica que, desde muy pequeño el sujeto sabe que el otro es un sujeto psicológico; un objeto con mente. Un ajeno –y un semejante– que es al mismo tiempo igual y diferente a uno mismo; otro semejante del que se aprende y al que conviene vigilar atentamente, porque nos aporta beneficios y puede dañarnos; que puede decir la verdad o mentir. Esta es una compleja teoría que ha orientado interesantes trabajos de investigación sobre la mente de víctimas y agresores. Así, más allá de las creencias que señalaban hasta muy recientemente que los agresores consideran que sus compañeros son torpes o rudos pero bien intencionados, algunos autores han mostrado que los maltratadores son buenos estrategas cognitivos, hábiles manipuladores de sentimientos ajenos, capaces de percibir los detalles de sus actos y, en consecuencia, de reconocer el dolor de los demás, si bien con escasa capacidad de empatía sentimental (Ortega y Mora, 2015).

3.3.4. El acoso escolar como proceso grupal

Desde que Salmivalli, Huttunen y Lagerspetz (1996) comenzaron a indagar sobre los diferentes roles que juegan los estudiantes dentro de las dinámicas de intimidación y cómo estos influyen en el desarrollo de las relaciones agresivas, comenzó a entenderse el acoso escolar como un fenómeno grupal, no limitado a la relación entre agresor y víctima. Así debemos entender el acoso escolar como una conducta colectiva, ya que, aunque los agresores pueden ser un individuo o un grupo de ellos, hay otras personas que actúan como observadores y con su actitud están apoyando la situación violenta, si no tratan de defender a la víctima. El acoso escolar debe estudiarse como una estrategia que puede ser utilizada por determinados grupos de estudiantes para aumentar la distancia intergrupal y la diferenciación con los otros, considerando la intimidación como la expresión de comportamientos competitivos con los que se trata de aumentar el prestigio y el estatus de un determinado grupo de alumnos.

De acuerdo a esto, los estudiantes mostrarán una actitud más positiva hacia el

68 acoso escolar si perciben que puede servir como medio para incrementar su diferenciación con otros grupos. Aquellos estudiantes que deseen pertenecer a un determinado grupo de iguales, mostrarán actitudes hacia el acoso escolar de acuerdo con las que posee su grupo de referencia. Por otra parte, cuando la pertenencia al propio grupo no está suficientemente satisfecha, se incrementan las probabilidades de problemas sociales y de conductas agresivas y violentas en las escuelas.

Las víctimas se caracterizan por una situación social de aislamiento y, como ya sabemos, perciben niveles más bajos de apoyo social que otros alumnos. Se ha observado que tener amigos protege contra la victimización, ya que las relaciones con el entorno son fundamentales y marcan nuestro bienestar.

Es, por ello, por lo que uno de los principales factores psicosociales del contexto que guarda relación con la prevención del acoso es el apoyo social (Yubero, Larrañaga y Navarro, 2017).