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negocio, es posible que no vuelva a recuperarse nunca más

Tal como se observó con el declive del puerto de Kobe, para algunos negocios es imposible recu- perarse después de un desastre. Los impactos generales pueden durar por años, lo que menos- caba tanto la competitividad como la sostenibi- lidad a más largo plazo.

Tal como lo han aprendido los inversionistas, se po- dría perder la cuota de mercado después de un de- sastre. Asimismo, se podría dañar permanentemen- te la imagen y la reputación de la empresa, lo cual perjudicaría su sostenibilidad a más largo plazo. Po- drían encarecerse los seguros y su disponibilidad sería más limitada. Por ejemplo, en 2011, las inunda- ciones en Tailandia ocasionaron que diversas em- presas aseguradoras y reaseguradoras decidieran retirarse por completo del mercado tailandés (AON Benfield, 2012a).

Y estos impactos generales podrían menoscabar sectores enteros, tal como sucedió con la industria nuclear mundial después del terremoto y el tsunami en el este de Japón en 2011 (Recuadro 1.5).

Hay una dependencia mutua entre el destino de los negocios, las ciudades y el país donde estos se ubi- can. Por ejemplo, los negocios productivos y resi- lientes impulsan la prosperidad de las ciudades y los países que son atractivos para los inversionistas, que son competitivos y que tienen más posibilida-

des de mantener su crecimiento. Asimismo, las ciu- dades y los países resilientes y competitivos ofrecen un entorno propicio para establecer negocios pro- ductivos y competitivos.

Sin embargo, los desastres pueden repercutir nega- tivamente en los requisitos necesarios para lograr esta competitividad, tales como infraestructura en buen estado, estabilidad macroeconómica y una fuerza laboral educada y saludable (WEF, 2012). Por consiguiente, es probable que los países que no pueden gestionar sus riesgos de desastres sean me- nos competitivos a mediano y largo plazo. Por ejem- plo, en Costa Rica, las pérdidas que ocasionaron los desastres entre 2005 y 2009 equivalieron al 20 por ciento del total de sus inversiones públicas durante ese período. Los recursos asignados a la rehabilita- ción y la reconstrucción de infraestructura dañada pudieron haberse utilizado en la construcción de nuevos caminos, escuelas y planteles de salud y en el desarrollo de una economía más competitiva (Gobierno de Costa Rica, 2010).

Después de los desastres intensivos, podría ser más difícil que los países atraigan inversión extran- jera directa (IED), puesto que los inversionistas acuden a sus competidores geográficos. En Tai- landia, después de las inundaciones del río Chao Phraya en 2011, varias empresas de gran tamaño reubicaron sus plantas en zonas con un menor gra- do de exposición dentro del país o en otros países de la regiónxiii. Más del 60 por ciento de los fabri- cantes afectados directamente, principalmente del sector de la electrónica, reubicaron temporal- mente su producción en otros países asiáticos y varios incluso consideraron la posibilidad de una reubicación permanente (Ye y Abe, 2012; JCCB, 2012).

En Japón, una encuesta realizada tan sólo dos me- ses después del desastre de 2011, mostró que las empresas estaban preocupadas por los crecientes costos de producción debido a las interrupciones inducidas por los apagones y a la existencia de frá- giles cadenas de suministroxiv. Casi el 70 por ciento

Thailand floods

Recuadro 1.5 Impactos de los desastres en la industria nuclear

(Fuente: UNISDR)

El 11 de marzo de 2011, a menos de una hora de haber ocurrido el gran terremoto en el este de Japón, las olas de un tsunami llegaron hasta la central de energía nuclear de Fukushima Daiichi, las cuales rebasaron los parámetros del diseño de la planta en aproximadamente cinco metros y derribaron las plantas de emergencia y las bombas de refrigeración con agua de mar. En los días siguientes, tres reactores sufrieron explosiones de hidrógeno y la fusión de su combustible, lo que ocasionó la liberación de una cantidad importante de radioactividad. Se debió evacuar a unos 150.000 residentes de la zona, se estableció un área restringida de 20 kilómetros alrededor de la planta, se impusieron restricciones a los alimentos producidos en la región y se apagaron los reactores nucleares en todo el país, con lo cual se redujo inmediatamente la producción de electricidad hasta en un 30 por ciento aproximada- mente (Parlamento Nacional de Japón, 2012).

Antes del desastre, la industria nuclear en el ámbito mundial estaba gozando de cierto renacimiento, con planes de ampliar su capacidad de generación en un promedio del 1 por ciento anual en los países de la OCDE y del 6 por ciento en los países que no pertenecen a la organización (Joskow y Parsons, 2012). Se tomaron en consideración diversos elementos que impulsaron estos planes, lo cual incluye el cumplimiento de las metas establecidas para la reducción de las emisiones de CO2 para los años 2020 y 2050, el aumento de los precios de los combustibles fó- siles, diversas mejoras tecnológicas y un entorno político más favorable. Por ejemplo, para el año 2020, China ha- bía planificado aumentar la cantidad de electricidad generada por la energía nuclear del 1 al 6 por ciento, mien- tras que Japón tenía pensado aumentar la contribución de la energía nuclear del 30 al 50 por ciento (Ibíd.). El desastre de Fukushima cuestionó la seguridad de la industria de energía nuclear. Antes del desastre, en conjun- to, Alemania, Suiza y Japón representaban el 20 por ciento de la producción de energía nuclear en el ámbito mun- dial (Joskow y Parsons, 2012). En setiembre de 2012, después de la publicación del Informe Oficial del Comité Inde- pendiente de Investigación sobre el Accidente Nuclear de Fukushima (Parlamento Nacional de Japón, 2012), Japón anunció que discontinuaría paulatinamente la producción de energía nuclear para el año 2040, pero poste- riormente la nueva administración declaró que, después de analizar asuntos económicos y energéticos, no acata- ría este compromiso. Cuatro días después del terremoto, el 15 de marzo de 2011, Alemania clausuró de forma permanente las 8 unidades nucleares más antiguas de un total de 17 y en junio de 2011, el Parlamento promulgó una ley para cerrar gradualmente las plantas restantes para el año 2022 (Joskow y Parsons, 2012). El Consejo Fe- deral Suizo también recomendó que se cierren los reactores existentes al finalizar sus licencias actuales y que no se reemplacen. El último reactor se cerraría en 2034 (Ibíd.).

de las empresas encuestadas consideró la posibili- dad de reubicar parte o toda su producción y a sus proveedores en el exterior (Ibíd.). Debido al desas- tre, al menos en parte, el gobierno pospuso una serie de importantes decisiones de políticas, tal como su participación en el Acuerdo de Asocia- ción Transpacífico (TPP, por sus siglas en inglés) y propuso una reducción al impuesto sobre la renta corporativa, el cual hubiera mejorado la competi- tividad (Funabashi y Takenaka, 2012).

Los desastres también generan importantes con- secuencias en el empleo ya que repercuten direc- tamente en el mercado laboral para los negocios,

especialmente las PyMEs, al igual que en las eco- nomías domésticas y el entorno macroeconómico. El Recuadro 1.6 destaca la forma en que los desas- tres incidieron en el mercado laboral y en las Py- MEs después del gran terremoto en el este de Ja- pón y de los sismos en Canterbury, Nueva Zelandia. Aunque resulta difícil cuantificar estos impactos ge- nerales de los desastres, en última instancia y más allá de las pérdidas directas e indirectas experimen- tadas, éstos pueden definir el desastre, tanto para los negocios y sus empleados como para los países y las ciudades que compiten para atraer inversiones empresariales.

- 2 4 6 8 10 12

Construcción- Japón en general

Construcción- Miyagi Procesamiento de alimentos- Japón en general Procesamiento de alimentos- Miyagi

1

Más puestos de empleo que postulantes Más postulantes que puestos de empleo

Pr

op

orc

ión

Mar 11 Abr 11 May 11 Jun 11 Jul 11 Ago 11 Sep 11 Oct 11 Nov 11 Dec 11 Ene 12 Feb 12

Recuadro 1.6 El impacto de los desastres en el empleo y las PyMEs

(Fuente: UNISDR)

Tanto la crisis financiera mundial a inicios de 2008 como el gran terremoto en el este de Japón en 2011 repercutie- ron en el empleo en la región de Tohoku, Japón. Aunque el empleo se recuperó de forma rápida después de ambos acontecimientos, hubo cierta incongruencia entre la demanda y la oferta de mano de obra. Por ejemplo, en el sec- tor de construcción, había 10 puestos disponibles por cada solicitante, pero en el sector de procesamiento de ali- mentos, que reviste una gran importancia local, había dos solicitantes por cada puesto disponible (Gráfico 1.6). El empleo de las mujeres se recuperó a un ritmo más lento que el de los hombres. Ello obedeció en parte a que el sec- tor de procesamiento de alimentos, predominantemente femenino, se recuperó más lentamente, mientras que las nuevas oportunidades que surgieron en el sector de construcción fueron principalmente para los hombres.

El desastre estremeció con especial fuerza a las PyMEs. A enero de 2012, un tercio de éstas no habían logrado reini- ciar sus operaciones, aún diez meses después de haber ocurrido el desastre (Gobierno de Japón, 2012a). El tsunami perjudicó especialmente a las PyMEs dedicadas al procesamiento de productos marítimos. A enero de 2012, el 50 por ciento no había reabierto sus puertas, mientras que el 30 por ciento había reducido su fuerza laboral (Ibíd.). Una vez finalizado el proceso de reconstrucción, disminuirá la demanda laboral en el sector de construcción en To- hoku. Un centro de estudios de Japón calcula que al menos que se generen nuevas oportunidades de empleo, para el año 2017, 14.000 empleados habrán tenido que cambiar de trabajo y 82.000 se verán obligados a emigrar a otras regiones. Si bien el proceso de reconstrucción respalda el empleo de forma temporal, será necesario dedicar esfuer- zos para impulsar y fortalecer nuevas industrias promisorias, al igual que la inversión en la reducción del riesgo de desastres.

A febrero de 2011, en las zonas afectadas por los terremotos de Canterbury, Nueva Zelandia en 2010 y 2011, el 97,2 por ciento de todas las empresas eran PyMEs.xvi En este país, el 75 por ciento de las empresas en todos los sectores

son PyMEs, las cuales emplean el 30 por ciento de la población laboral y se calcula que generan el 40 por ciento de la producción total con valor agregado. Si bien no se sabe cuántas PyMEs cerraron sus puertas permanentemente, en abril de 2012, el 37 por ciento de 128 pequeñas y medianas empresas encuestadas en Christchurch informaron que estaban percibiendo menos ingresos. En otra encuesta, el 51 por ciento de los negocios reportó una disminución de sus ingresos.

El empleo se redujo considerablemente. Por un lado, en los sectores de alojamiento, servicios alimentarios, y co- mercio al detalle, dominados por las mujeres, se redujo de 54.100 puestos en junio de 2010 a 41.600 en junio de 2012 (Parker y Steenkamp, 2012). Por otro lado, el empleo en el sector de construcción creció de 25.900 a 32.800 puestos en ese mismo período (Ibíd.). Estos fenómenos muestran que, de forma similar a Tohoku, Japón, surgieron proble- mas en cuanto a ciertas discordancias con respecto a los puestos de empleo, lo cual supuso nuevos retos para las mujeres en el mercado laboral.

(Fuente: UNISDR, con base en la Dirección del Trabajo de Miyagi)xv

Recuadro 1.6 Proporción de la apertura de puestos de empleo por postulante en la rama de la construcción y la industria del procesamiento de alimentos en la prefectura de Miyagi y en general en el resto del país, después del gran terremoto del este de Japón.

1.6