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La interpretación monetarista sobre la curva de Phillips no fue compartida por la nueva escuela clásica, cuyos principales exponentes son Robert Lucas Jr., Thomas Sargent y Neill Wallace -entre otros-, que consideran que el mencionado “trade-off” entre inflación y desempleo no existe ni a corto ni a largo plazo en una economía con perfecta información. Afirmando que el aumento en el nivel de precios deteriora los salarios reales solamente en el caso de que la inflación no sea correctamente anticipada. Si las expectativas son racionales y la información es perfecta, los trabajadores introducirán en los convenios salariales porcentajes de aumentos programados de antemano según sus expectativas sobre la inflación, que serán iguales a la inflación observada con perfecta información. Así, el salario real no es influenciado por la variación de los precios y la tasa de desempleo es totalmente independiente de la tasa de inflación.

Durante la década que comenzó en 1970 gran parte de los países centrales sufrieron lo que se denomina “estanflación”, que es una situación económica atípica en la cual el alza de precios, el aumento del desempleo y el estancamiento económico se dan simultáneamente. Esto hizo que la relación entre inflación y desempleo se desestimara y que la mayoría de los países asignaran a la política monetaria el objetivo de luchar contra la inflación. Mientras que los problemas de desempleo serían resueltos en los respectivos mercados de trabajo.

En esta línea, R. Lucas en diversos e influyentes artículos de principios de los años 1970, remarca que la relación entre inflación y desempleo se debe a la falta de información de los oferentes sobre las fluctuaciones en la demanda agregada. En palabras del propio autor:

“...las rigideces que dominan el comportamiento de la oferta se deben a la carencia de información de los oferentes sobre los precios relevantes para sus decisiones” Lucas (1973) p. 326.

De esta manera, Lucas separa su análisis de la relación de Phillips entre salarios nominales y precios y se focaliza en los problemas de información y expectativas.

Para desarrollar su idea Lucas (1973) parte de la hipótesis de que si los productores tuvieran información perfecta aumentarían su producción ante un incremento en el precio relativo de su producto y la mantendrían constante ante un incremento en el nivel general de precios, lo cual mantiene constante el ingreso real al nivel de su “tasa natural”.

Pero como los oferentes del mercado manejan información actualizada del precio de su producto y no respecto al nivel general de precios, estiman este último de manera “óptima” o racional a la luz de la característica de la economía, haciendo uso de la información de la cual disponen, que es el precio de venta de su propio producto y la información disponible sobre el pasado. En el recuadro 12.1 se detalla brevemente la hipótesis de expectativas racionales. En función de dicha carencia de información, los oferentes reaccionan a una suba inesperada del precio en su mercado incrementando la producción en menor cantidad de lo que lo hubieran hecho en caso de estar seguros de que la modificación es en los precios relativos; pero en mayor proporción de lo que lo hubieran hecho como respuesta a una suba en el nivel general de precios.

De esta manera, la oferta de productos para Lucas tiene un componente secular (que refleja la acumulación de capital y el cambio poblacional) y un componente cíclico (que obedece al cambio en precios relativos). Extendiendo este comportamiento a todos los mercados obtenemos una función de oferta agregada de corto plazo como la siguiente12:

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yt = Y + α (pt –Et-1pt) (3)

Donde yt es la oferta agregada en t; Y es el promedio normal de oferta de la economía o

componente secular; α es una constante positiva; Pt es el nivel general de precios en t y Et-1Pt

son las expectativas racionales sobre el nivel general de precios en t con la información disponible en el período t-1.

Respecto de la pendiente, R. Lucas menciona que es mayor cuanto mayor es la volatilidad en el nivel general de precios poniendo como ejemplo que:

“...en un país con precios estables, como Estados Unidos, las políticas que incrementan el ingreso nominal tienden a tener un gran efecto inicial en el ingreso real junto con un pequeño efecto inicial positivo en la tasa de inflación (elevada elasticidad de la oferta). En contraste un país con precios volátiles, como Argentina, los cambios en el ingreso nacional son asociados con incrementos simultáneos en el nivel general de precios sin un efecto discernible en el producto bruto real (oferta inelástica)”. Lucas. (1973) p. 333.

En una primera aproximación, el modelo presentado aquí parece similar al de Phelps- Friedman aunque existe entre ambos una diferencia fundamental, mientras el modelo monetarista destaca la existencia de un rezago entre el periodo en el que se forman las expectativas sobre el precio y el momento en el que se realiza el valor del precio, en el modelo de Lucas la variable clave es la discrepancia entre cada precio local y la percepción sobre el nivel de precios agregado.

Recuadro 12.1: Expectativas racionales

La hipótesis de que los agentes económicos forman sus expectativas sobre el futuro de las variables económicas de manera racional fue propuesta por Muth J. (1961), aunque adquirieron relevancia por los trabajos de R. Lucas (1973) y Sargent y Wallace (1975; 1976).

De una manera general la hipótesis de expectativas racionales significa que los agentes pronostican el futuro de manera de minimizar sus errores de pronóstico, tomando en cuenta la información sobre la que disponen y el costo de las decisiones. Esto no implica que los agentes nos se equivoquen, sino que no lo hacen de manera sistemática o, dicho de otra manera, que no comenten errores evitables en función de la información disponible ya que los mismos se encuentran correlacionados serialmente con errores anteriores (Scarth, 1996).

Los supuestos que se realizan para modelizar este tipo de expectativas en macroeconomía se basan en que los costos de decisión son despreciables y en que los agentes conocen perfectamente la estructura o modelo de la economía, excepto ciertos términos de perturbación. Este último supuesto es el más irreal y controversial de todos.

Bajo estas condiciones las expectativas racionales pueden definirse como:

        Ω + = +j E pt j t e p

En pocas palabras, la formula dice que las expectativas subjetivas que los agentes económicos tienen en t sobre el nivel de precios en t+j [Pe

t+j] son iguales a las expectativas objetivas (esperanza matemática) en t sobre p t+j condicionada al conjunto de información con la que disponen los agentes en t representada por Ω.

Otras críticas a la curva de Phillips

Desde perspectivas no neoclásicas también se encuentran diversos cuestionamientos tanto empíricos como teóricos a la relación propuesta por Phillips.

En el terreno empírico, se señala que los diversos métodos econométricos utilizados en las décadas de 1960 y 1970 para aislar los efectos de la tasa de desempleo, sus variaciones y las expectativas de inflación, sobre la inflación de salarios y estimar así la curva de Phillips, tienen al menos dos errores metodológicos fundamentales.

- El primero tiene que ver con que las ecuaciones utilizadas identifican la inflación de precios como causa de la inflación de salarios, a través de los efectos en las expectativas, y no toman en cuanta que la inflación actual de salarios afecta la inflación actual de precios a través de los costos. Este es el “problema de simultaneidad” que significa que:

“...una ecuación que postule a la inflación de precios como causa de la inflación de salarios debe tener como contrapartida simultanea e inevitable la inflación de salarios como causa de la inflación de precios”. Wheeler (1979,) p. 103.

- El segundo problema tiene que ver con que la tasa actual de inflación de salarios está

determinada por sus propios valores rezagados, lo cual hace que exista un efecto de inercia inflacionaria que generalmente no se toma en cuenta.

Tomando en cuenta ambos errores, Wheeler (1979) muestra que en la estimación de la curva de Phillips para Estados Unidos en los años 1965-1975, la tasa de desempleo no tuvo un efecto significativo en la explicación de la inflación salarial.

En el terreno teórico las críticas provienen de autores institucionalistas y poskeynesianos que niegan la existencia de un “mercado de trabajo”, en el cual la tasa de salario cumple la función de igualar la oferta y la demanda de trabajo. Alternativamente afirman que los salarios y el desempleo se determinan independientemente uno del otro. Por ejemplo, para institucionalistas como Dunlop en los años 1950 y Piore en los años 1970, las tasas salariales:

“definen la relación social e institucional entre los trabajadores y empresarios, entre un grupo de trabajadores y otro, entre diferentes entidades institucionales (…) y establecen el lugar que ocupa cada individuo en la comunidad del trabajo, en el barrio y en la familia”. (Piore 1979) p.43.

Los autores destacan la existencia de ciertos contornos de salarios, definidos como espacios donde se generan relaciones fijas entre las tasas salariales de determinados grupos de puestos de trabajo respecto de otros. Estos contornos son más o menos independientes entre sí y se encuentran relativamente fijos en el corto plazo.

“...cuando un salario rompe la armonía y distorsiona una de estas relaciones fijas, se produce una gran presión para reestablecerla (…) a través de acciones en el trabajo y huelgas”... “los trabajadores tienden a ver la determinación de los salarios desde un punto de vista moral o ético. Y están dispuestos a ir a huelgas para garantizar que se reciba el salario justo.” Ibid p. 43.

Si bien las condiciones del mercado de trabajo pueden motivar o desanimar las reivindicaciones laborales, el precio justo es un patrón que guía los comportamientos tendenciales y que se encuentra determinado por factores históricos, culturales y sociales sobre justicia.

Por último, habiendo llegado hasta esta instancia podemos dar un paso más y destacar que para la corriente institucionalista la inflación es un fenómeno estructural y surge por algún factor exógeno relacionado, por ejemplo, con el estrangulamiento en la oferta de ciertos productos, la aparición de nuevos líderes sindicales o de otro sindicato que disputa el poder político, la creación de monopolios que intentan mejorar el precio relativo de sus productos, etc. Estos hechos afectan las relaciones vigentes en los diferentes contornos haciendo que el salario de un sector determinado aumente respecto de los demás; lo cual trae como consecuencia que el resto de los individuos e instituciones reaccionen para reestablecer las condiciones anteriores, incrementando sus salarios e impulsando un efecto inflacionario que se desparrama por toda la economía.

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