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PAISAJE DEL ÁMBITO CONTINENTAL

In document Puerto Madryn (página 31-47)

DESCRIPCIÓN DE LAS UNIDADES LITOLÓGICAS

A) PAISAJE DEL ÁMBITO CONTINENTAL

PENEPLANICIE DESMEMBRADA Y EXHUMADA PRECRETÁCICA

Esta superficie de erosión regional se extiende en el sector occidental y noroccidental de la región de estudio, disponiéndose en forma de un triángulo rectángulo con su base en el límite norte, sobre el paralelo 42° 00´S y se proyecta exteriormente hacia las áreas adyacentes. Hacia el naciente desaparece progresivamente bajo la cubierta de formaciones más modernas.

Su consideración general como una unidad geomórfica "resurrecta" o

"exhumada" se relaciona con el hecho de

que el período del ciclo de erosión durante el cual se desarrolló la peneplanicie, es mucho más antiguo que aquel por el que esta geoforma fue nuevamente expuesta superficialmente.

En el "Bosquejo Geomórfico" de Haller (1981), la peneplanicie coincide arealmente con el paisaje de una de sus "dos grandes unidades geomórficas: su "Serranía Noroccidental". Esta

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CARTA DE PELIGROSIDAD GEOLÓGICA- HOJA N° 4566-II- PUERTO MADRYN consideración geográfica es extendida

hacia el norte por Cortés (1987) al distinguirla en su "Mapa de rasgos geomorfológicos" como un "Sector de Serranías". Por su parte Page (1987), la incluye en sus "Serranías Orientales", salvo en la porción sur de su estudio, donde plantea la posibilidad "de una planicie (peneplanicie?)". En estos casos no se hace ninguna mención concreta de su probable consideración como una superficie de erosión regional.

González Díaz (2001) ha destacado su continuidad morfológica hacia el norte y oeste y su proyección hacia las vecinas Hojas Geológicas 42h “Puerto Lobos", 43g "Bajo de la Tierra Colorada", 44g "Cañadón Iglesias" y 42g "Telsen".

Esta geoforma definida como una peneplanicie, está prácticamente labrada en forma exclusiva en el ambiente de las vulcanitas triásico-jurásicas de la Formación Marifil (Malvicini y Llambías 1972).

Con posterioridad, la teórica homogeneidad de su superficie fue desmantelada por un fracturamiento en bloques diferencialmente desplazados, una característica ya advertida por Page (1987), quien estima que este acontecimiento ocurrió con posterioridad "al Jurásico Medio y previo a la depositación del Grupo Chubut". Sugiere su relación con la "Fase Araucana", un diastrofismo del Jurásico superior. La configuración tectónica resultante, influyó notoriamente en la evolución y configuración del relieve regional, particularmente en su ámbito noroeste.

La cobertura de la Formación Marifil, según discordancia angular por las acumulaciones continentales del Grupo Chubut, es una relación estratigráfica

claramente reconocible en el ámbito de la Hoja Geológica 44g ("Bajo de la Tierra Colorada"; Page, 1987), que conduce a sugerir para la peneplanicie una edad precretácica.

Su historia evolutiva puede resumirse en los siguientes términos: su generación en imprecisos tiempos precretácicos → sepultamiento por una cobertura mesozoica-terciaria → fracturamiento y elevación → denudación → exhumación o "resurrección" → “degradación” por un nuevo ciclo fluvial. Su carácter de "peneplanicie exhumada" se relaciona con su reexposición superficial mediante un proceso de denudación, que conduce a la eliminación de una cobertura previa.

El proceso degradacional que llevó a su exhumación, se vincularía con movimientos tectónicos terciarios y cuaternarios ya considerados por Page (1987).

La interpretación de una "peneplanicie exhumada" tiene antecedentes en estudios geomorfológicos del territorio argentino. Polanski (1963) describe una geoforma de similares características evolutivas, a la que adjudica una edad mínima pre-terciaria, denominada "Peneplanicie Exhumada del Bloque de San Rafael". .

Un análisis detallado con el apoyo de la carta topográfica confeccionada a escala 1:250.000, con curvas de nivel de 5 metros, ha permitido extraer algunas conclusiones respecto del relieve de la propuesta peneplanicie exhumada.

La geoforma analizada no se caracteriza por exponer la superficie regular que teóricamente se adjudica a una

irregularidades que se destacan en su relieve en forma de aisladas elevaciones (cerro del Ingeniero, la sierra Negra y la loma Campo Los Álamos), aparentan responder a su composición por estructuras litológicas más resistentes a la erosión que el área que las margina.

También suele aparecer perturbada, fragmentada en alargados bloques norte- sur, dispuestos a diferentes niveles, con evidencias de “vuelco”, carentes de continuidad física y marcada disección. Se los observa en el sector noroeste, donde localmente se distinguen cuatro bloques principales, separados por "fajas de fracturamiento" (Cortés 1987). Sus frentes son interpretados como escarpas de falla degradadas.

El bloque oriental, situado en una posición inferior, aparentemente ha sido basculado suavemente hacia el este. Muestra el mayor grado de disección. Los bloques ganan altura progresivamente hacia el oeste. El bloque ubicado entre la "depresión marginal" y la "faja de fracturamiento Guanacote" (Cortés 1987), pese a su marcada disección, expone sectores cumbrales concordantes en la cota de los 325 m.s.n.m.

El bloque más noroccidental ("Estribo de Santa Isabel"; Cortés 1987), muestra menor disección (lejanía del nivel de base regional ?), pudiéndose reconocer cierta concordancia de cumbres alrededor de los 375 m.s.n.m.

En el ambiente de la peneplanicie exhumada, la red de avenamiento tiene un régimen efímero, una respuesta directa a ocasionales precipitaciones.

Carece de integración a nivel regional y la compone un conjunto de pequeñas cuencas locales, con cursos de corto recorrido, cuyas aguas se vuelcan

distalmente en niveles de base representados por cuencas endorreicas (“bajos”) de diversas magnitudes, las que suelen alojar pequeñas lagunas de aguas efímeras.

Haller et al. (2005) mencionan

tamaños que varían entre 100-2000 metros. Entre estos últimos destacan los de Hernández y de Las Salinas. Los “bajos” se caracterizan en general por la rectitud y lo escarpado de sus márgenes, rasgos que denotan un control estructural.

Las características de sus "pisos" responden tanto al tipo "playa seca" (con piso arcillo-limoso) como al de "playa húmeda" (salinas). Tienen la particularidad de disponerse aisladamente, a diferentes cotas, siendo el nivel de base de un diseño de drenaje regional del tipo centrípeto.

Los "valles" principales del noroeste corresponden a depresiones de fundamental origen tectónico ("de rumbo”, "longitudinales" o "de falla"), controlados por las "fajas de fracturamiento" de Cortés (1987). Se destacan aquellos de la "Depresión Marginal de la Fosa de Cochicó" y el de la "Faja de Fracturamiento de Guanacote" (Cortés 1987).

En ellos se observa la disposición de pequeñas y discontinuas cuencas centrípetas, probablemente desarrolladas por la interferencia producida por las acumulaciones de pequeños abanicos aluviales locales. Esta situación se habría visto favorecida por el pasaje hacia condiciones climáticas más secas y áridas postpleistocenas y una consiguiente desaparición de cursos permanentes.

El drenaje de la peneplanicie exhumada, expone un distintivo control estructural, regido por diversos sistemas de fracturas o diaclasas, que condicionan la

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CARTA DE PELIGROSIDAD GEOLÓGICA- HOJA N° 4566-II- PUERTO MADRYN disposición espacial de los cursos.

Predomina el diseño rectangular y rectangular-angular, con pasajes a dendrítico-angular en las cabeceras. La llamativa orientación o alineación de las cuencas endorreicas, también respondería a ese factor

Haller (1981) señala la presencia de "tors" en el área de la Formación cerro del Ingeniero, de hasta 2 metros de altura. Su génesis es atribuida al clásico esquema evolutivo en que aparecen asociados el proceso de meteorización, un necesario control estructural previo (diaclasas) y la subsiguiente remoción del material meteorizado, quedando un relicto con el característico "apilamiento" de los "núcleos " no alterados. La posterior consideración que hace de las citadas geoformas (pág. 32) como "rocas- pedestales", no guarda relación con el proceso genético de los “tors”.

Ocasionales “montes testigos” como el cerro La Parva y la Sierra Chata, correspondientes a la paleógena Formación La Colonia, emergen aisladamente sobre la superficie de la peneplanicie, como testimonios de una previa y mayor extensión de dicha unidad. "MONTES - ISLAS" ("mountain islands")

Su consideración a continuación del tema de la peneplanicie exhumada - desechando así el orden propuesto en las primeras páginas- se debe a que estas geoformas menores se hallan compuestas por rocas volcánicas de la Formación Marifil.

Aparecen con distribución dispersa como elementos morfológicos individuales aislados ("islas"), en medio de una cubierta sedimentaria moderna. Son evidencias

superficiales de un relieve previo hoy sepultado.

Fueron inicialmente descriptos por Bryan (1922) en Papago County, Arizona (USA). En nuestro país son formas bastante comunes en la región de la Patagonia extraandina, siendo los “montes” Triste y Triste Chico, dos de sus mayores representantes.

Ejemplos típicos en el área de estudio son las lomas de los cerros Torrejón (158 m.s.n.m.) y Guacho (151 m.s.n.m.), que apenas emergen sobre un "mar" sedimentario compuesto por las gravas y rodados cementados del “nivel inferior” de las “Planicies Regionales”, un componente de los "rodados patagónicos" de otros autores.

También el cerro Avestruz sobresale como tal, en el ámbito de la Formación El Porvenir (Cortés 1987) o “nivel superior” de los “Abanicos aluviales antiguos”.

Otros, que han sido interpretados en el extremo sur de la "Depresión Marginal de la Fosa de Cochicó", aparecen aislados en medio de su planicie aluvial pedemontana local.

No deben ser confundidos con los

montes-testigos (outliers), tan frecuentes

en el relieve mesetiforme de la Patagonia Extraandina. Allí componen remanentes aislados y separados de las extensas, homogéneas y continuas planicies estructurales ("mesetas"), coronadas por mantos de basaltos (lávicas) o por los

cementados e informales “Rodados Patagónicos” (“sedimentarias”) o las del

tipo "por arrasamiento" (stripped plains).

El reconocimiento de "montes- testigos" facilita la determinación de la primaria extensión de una unidad geológica.

PLANICIES REGIONALES

Se interpreta que las mismas son parte integrante de la historia y evolución geomorfológica del abanico aluvial del río Chico, situado inmediatamente al sur.

Su distribución abarca la porción sur y este de esta Hoja Geológica y guarda ajustada correspondencia con aquellas unidades que fueran denominadas "Meseta Central" por Haller (1981) y "Pedimento plioceno encubierto" por Cortés (1987).

En ambos casos, los citados autores no han reconocido distintos niveles en estas planicies (superior, medio e inferior),

los que aquí son definidos por primera vez. Para ello no sólo se tomó en cuenta su dispar distribución altimétrica, sino también su dispar génesis (agradacional o erosiva).

Escarpas de erosión de diversas alturas y grados de disección, señalan los límites entre ellas; su nitidez suele esfumarse entre el “nivel medio” y el “inferior”, en la longitud de los 42° 45´ O.

Sus depósitos normalmente cubren a las formaciones previas, pero ocasionalmente estas suelen presentarse como remanentes aislados (Formación Marifil), que emergen sobre la superficie de las planicies, como “islas” en el ámbito de las últimas.

El paisaje de “suaves lomadas” en la "Meseta Central" del “Bosquejo Geomorfológico” de Haller (1981), coincide con el área cubierta por las “Planicies Regionales”.

Considera a la citada “meseta” como “una superficie de agradación de

notoria continuidad regional” ("Rodados Patagónicos"), cuyas acumulaciones se

disponen sobre previas sedimentitas marinas terciarias. Propone su origen fluvial y desestima aquel "glacial", basándose en opiniones de Cortelezzi et al.

(1968).

El hallazgo de crioturbaciones (Liss 1969, en Haller 1981) en su sustrato (zona de Puerto Madryn), ha llevado a sugerir un previo ambiente a la depositación de los “Rodados Patagónicos”, bajo condiciones periglaciales (permafrost).

Por su parte Cortés (1987), distingue en la Hoja Geológica 42h (“Puerto Lobos”) un extenso tramo de su "Sector de Mesetas", compuesto por una única y extensa superficie de erosión subhorizontal, a la que define como “Pedimento plioceno encubierto”.

Desarrollada sobre sedimentitas marinas terciarias, su extensión concuerda con las “Planicies Regionales”. Su cobertura de material psefítico -“gravas bien seleccionadas”- que alcanza entre dos y cinco metros de espesor y que cubre a la propuesta superficie erosiva, la define como Formación Dos Naciones.

Una referencia de Haller (1981) acerca de crioturbaciones, lo ha llevado a sugerir la depositación de esta formación en un ambiente periglaciario, manifestando que apoya un origen fluvioglacial para esas acumulaciones.

Los depósitos que coronan las distintas “Planicies Regionales”, están integrados por ortoconglomerados de gravas (guijoso) con matriz arenosa, groseramente estratificados con estructuras del tipo masiva y entrecruzada pobremente definidas. Los diámetros de los clastos oscilan normalmente entre los 10 y 4 centímetros, generalmente redondeados y correspondientes en su “totalidad” (Haller 1981) a las vulcanitas ácidas de la

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Posteriormente Haller et al.

(2005), señalan también la participación de clastos de basaltos y andesitas.

Generalmente se hallan cementados por un cemento calcáreo blanquecino y suelen aparecer cubiertos por una pátina del mismo. El grado de cementación se reduce progresivamente hacia los niveles inferiores.

Cortés (1987) menciona la principal presencia de clastos de vulcanitas ácidas en la Formación Dos Naciones, una unidad integrante de las presentes “Planicies Regionales”.

El análisis de la región mediante fotogramas e imágenes expone una estrecha relación genética entre el proceso fluvial (glacifluvial para otros) y los depósitos de los diferentes niveles. El hábito de sus paleocauces, de las diferentes planicies, es del tipo anastomosado, el que suele ser dificultosamente reconocido por su enmascaramiento por posteriores acumulaciones (eólicas, fluviales).

Los activos y efímeros cursos actuales muestran un diseño insecuente. Se acepta que el proceso fluvial involucrado, se desenvolvió bajo condiciones climáticas más húmedas que las presentes.

El notable predominio de clastos de la Formación Marifil en sus acumulaciones, ha llevado a la mayoría de los autores a considerar como principal fuente de proveniencia a la Formación Marifil, aflorante al poniente de las planicies.

Sin embargo, la observada disposición prácticamente transversal entre los afloramientos de esta última y la orientación noreste del drenaje responsable de la distribución de los informales “Rodados Patagónicos” locales, conduce a

sugerir otras fuentes de proveniencia de sus materiales componentes.

El Grupo Chubut, caracterizado por facies conglomerádicas esencialmente compuestas por clastos de la Formación Marifil, sería un ejemplo. Esta idea conlleva la alternativa de un reciclado inicial de los rodados de las psefitas, que componen las acumulaciones de las “Planicies Regionales”, un proceso que se ve reiterado en los niveles inferiores.

Esta última opinión se ve avalada por la consistente relación altimétrica observada entre el nivel de las acumulaciones de los remanentes asignados al “nivel superior” y aquel de los depósitos que coronan dicho abanico aluvial (González Díaz 2001).

La superficie agradacional del abanico aluvial del río Chubut -al sur de este estudio y a la latitud de los “montes islas” del cerrito Negro y la Loma Bola (Hoja Geológica 44h “Rawson”)- muestra alturas absolutas del orden de los 200 m.s.n.m. Exhibe un progresivo y gradual descenso hacia el noreste, que coincide con aquel de los remanentes locales del “nivel superior” de las “Planicies Regionales”, particularmente con aquel relicto sur oriental.

Una similar y regular pérdida de los valores de las pendientes regionales de los distintos “niveles” se observa en dirección noreste, hacia los golfos de San Matías y Nuevo, acorde con lo expresado por Haller (1981) y Cortés (1987). Esta orientación se corresponde con las direcciones asumidas por parte del drenaje distributario del abanico aluvial del río Chubut en tiempos de la formación del paisaje de las planicies.

Ocasionales cursos de régimen efímero y diseño insecuente se extienden

en las planicies a partir de los bordes de los principales "bajos", hacia los cuales drenan sus aguas.

La interpretación geomórfica de fotogramas y de imágenes, asociada a un detallado análisis de la citada carta topográfica, permitió diferenciar tres niveles principales en estas planicies (="Rodados Patagónicos"), dispuestos a dispares alturas y de variado grado de conservación. De este modo se han identificado: Nivel superior (I), Nivel medio (II) y Nivel inferior (III). Hay otros

que por su escasa relevancia en el paisaje e historia evolutiva geomorfológica de las planicies, ha llevado a no considerarlos, vista la escala del estudio.

Súñico (1996) consideró que los “Rodados Patagónicos” de las mesetas al norte del río Chubut, componían un “sistema de los antiguos niveles aterrazados de rodados”. Reconoció cinco niveles y definió cada uno de ellos como una unidad geomórfica.

En cuanto a sus orígenes, se considera que el “nivel superior (I)” se debe a un proceso agradacional, contemporáneo con el desarrollo del abanico aluvial del río Chubut, a diferencia de los más inferiores (niveles II y III), que tienen una génesis erosional.

Los desniveles de las escarpas de erosión que separan los distintos “niveles”, alcanzan tasas diversas. Una de las mayores (más de 20 m), ha sido observada a la latitud de la Ea. La Aurora (Laguna La Escondida), entre el “nivel superior” y la depresión longitudinal que acompaña en su borde oeste a un remanente de aquel.

Valores del orden de los 7-10 m aparecen entre el “superior” y el “medio” frente a la Ea. El Triunfo y de 9-10 m en la “barda” de la Ea La Cruz del Sur. En el

noreste (Laguna de las Brujas), la escarpa del reducido relicto del “superior” alcanza los 15 m con respecto al “inferior”. Valores similares se dan frente a la Playa El Doradillo (unos 12 m) y la Playa Gaviota (entre 15-17 m).

Entre el “medio” y el “inferior” sus desniveles han sido estimados en 10 m en las cercanías de la Ea. Las Dos Naciones (Laguna del Medio) y entre 12 y 13 m en el delgado extremo sur del remanente oriental del “nivel medio”.

Más acotadas son sus diferencias hacia el suroeste, en las proximidades del borde oriental de la “Peneplanicie Exhumada”: 5-6 m a la latitud de la Ea. Ledesma y entre unos 2-3 m en las vecindades del puesto Chileno Rico.

a) Nivel superior (I): su distribución es

discontinua. Configura remanentes en forma de alargadas "mesetas" individuales dispuestas a mayores alturas que los posteriores. Tienen dispar extensión, con una general elongación noreste-suroeste.

La más extensa se halla al este y sur de la localidad de Puerto Madryn. Localmente sus alturas varían aproximadamente entre los 165 m.s.n.m. al sur y los 130-125 m.s.n.m., en su extremo norte. Un resto de la misma (140 m.s.n.m.) -separado por un pequeño paleovalle- aparece aisladamente sobre el ambiente del “nivel medio”.

Un delgado remanente occidental situado al este del extremo distal del amplio abanico aluvial de la estancia El Oasis, alcanza los 120 m.s.n.m. al sur y los 100 m.s.n.m. al norte

El nororiental, separado del anterior por un paleovalle (“de la estancia La Paz”), discurre entre los 110 m.s.n.m. y los 100 m.s.n.m. Por último, una estrecha

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CARTA DE PELIGROSIDAD GEOLÓGICA- HOJA N° 4566-II- PUERTO MADRYN y reducida "meseta", que aloja dos

pequeños bajos (lagunas de las Brujas), se ubica más al este y adyacente a la costa del golfo de San Matías. Está limitada por la curva de nivel de los 95 m.s.n.m.

Netas y abruptas escarpas de erosión, sólo suavizadas por depósitos marginales de taludes y conos de deyección (coluvio) y más ocasionales de abanicos aluviales, diferencian morfológicamente este nivel de los otros dos inferiores. Alberga algunas de las más importantes depresiones o “bajos” (de la estancia San Pedro, de los Gauchos)). Al pie de sus escarpadas márgenes es corriente la presencia de “bajos” menores.

La cementación de sus rodados componentes por translocación hacia arriba o hacia abajo de carbonato de calcio, ha incrementado su natural resistencia a la erosión y determinado la persistencia de esta geoforma en el paisaje, a veces en forma desmembrada.

El marcado control que ha ejercido el cemento calcáreo intersticial (tenacidad) para el logro de tal situación, permite la interpretación del “nivel superior” como un ejemplo de planicie estructural.

González Díaz (2001) al tomar en consideración las cotas de la regular planicie de acumulación que coronan el abanico aluvial del río Chubut –situado al sur de la región de estudio- ha interpretado que el desarrollo del “nivel superior” se relaciona genética y temporalmente con la fase agradacional que generó ese abanico.

Por su disposición altimétrica y estratigráfica en la secuencia de estas planicies y lo establecido para el análisis tipológico de las terrazas aluviales, el “nivel superior” compondría una superficie de agradación primaria (fill top)

de similar origen y disposición que el tipo

de terrazas “depositacionales” (Fairbridge 1968).

b) Nivel medio (II): situado a cotas

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