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P ARTE II T RABAJO DE CAMPO

2.1 Planteamiento del problema

Al ingresar a la vida de una organización escolar es necesario primero establecer un enfoque o punto de vista desde el cual comprender tanto su

estructura como la función de sus participantes. Es así que para efectos de este estudio, y tomando como base nuestra experiencia en el campo educativo, consideramos la escuela como un campo de lucha (Ball, 1989), en el que interactúan numerosos grupos de personas que conforman la organización y que persiguen intereses diversos, lo que genera conflictos constantes que son parte de la realidad cotidiana escolar. Estos grupos y sus respectivos intereses están mediados generalmente por relaciones de poder que existen entre ellos; es decir, que aquel grupo que posea mayor poder o que esté más cerca de la persona que lo posea, estará más próximo a conseguir sus propios intereses y objetivos que pueden no ser necesariamente los mismos de la institución o afines a ellos (Bardisa, 1997).

Bajo este contexto, identificamos a los diferentes actores que forman parte de la organización escolar, tales como directivos, docentes, administrativos, auxiliares y alumnos. Sin embargo, en los diferentes estudios y enfoques sobre la escuela, se centra la atención principalmente en directivos y docentes por poseer un poder atribuido y reconocido formalmente por los demás miembros de la organización; pero qué es lo que sucede con los otros actores, para nosotros los alumnos, que aunque operan en espacios no formales, son también poseedores de cierto poder que es empleado bajo ciertas circunstancias o para conseguir ciertos objetivos (Contreras, 2005).

Además, existen también numerosos estudios en el campo de la sociología escolar (Giroux, 1997; Dubet y Martuccelli, 1997; entre otros) que se centran principalmente en los alumnos y en su experiencia en la escuela; en donde el contexto en el que se desarrollan, es decir, la cultura que se transmite y se vive en la escuela es fundamental para la comprensión de ciertas actitudes y comportamientos que ellos pudieran tener en y fuera de la institución así como en las aulas y fuera de ellas.

De este modo, basándonos en ambos enfoques y a partir de nuestra experiencia en el trabajo en espacios no formales, surgió la necesidad de identificar a los alumnos como actores centrales del proceso escolar quienes poco o nada

intervienen en la toma de decisiones, y es precisamente sobre ellos donde recaen directa o indirectamente dichas decisiones tomadas por directivos o docentes.

Para ello, llamamos “espacios de descanso o no formales” a espacios tales como los recreos, recesos en los cambios de hora, la hora de salida, la cafetería, etc., que no son formalmente reconocidos por la institución escolar y en los que los alumnos tienen la oportunidad de reunirse y expresarse libremente, e intercambiar sus experiencias o inquietudes. En una investigación realizada por Peter McLaren (1998) en una escuela católica de Estados Unidos, denomina a estos espacios como “estados de bocacalle”, en donde los alumnos actúan siguiendo sus propias reglas y ya no las impuestas en las aulas de clase.

A decir de Ball (1989), es en los espacios informales en los que se difunde información que refleja la diversidad de intereses de cada grupo y la estructura micropolítica de la escuela. En el caso de los alumnos no son reconocidos por las autoridad escolar como grupo influyente o de poder, motivo por el cual decidimos centrarnos en ellos e investigar sus actitudes y comportamientos en los lugares en donde gozan de mayor libertad para formar grupos y ejercer su poder ante cualquier situación, poder que muchas veces no es concientemente reconocido por ellos mismos, ni por directivos o docentes.

En muchos casos, los alumnos reaccionan de diversos modos ante situaciones que ellos consideran injustas o cuando quieren algo. A estas acciones las llamamos “estrategias”, en otras palabras, lo que hacen los alumnos para cumplir y lograr lo que se proponen. Estas estrategias desde el enfoque estratégico de Crozier y Friedberg (1990) son producto de las relaciones de los sujetos en colectividad y atribuye a cada actor, llamado actor estratégico, autonomía y libertad de accionar, lo que da vida al sistema escolar y sobre el que puede generar cambios.

En nuestro estudio las estrategias empleadas por los alumnos serán consideradas como estrategias de participación porque según Gento (1994: 11) “la participación implica la integración colectiva en un grupo, al objeto de alcanzar determinados objetivos”. En tal sentido, los alumnos hacen uso de su poder a través de

estrategias que ellos mismos crean, las cuales bien identificadas y reconocidas por la dirección de una institución educativa, podrían contribuir a mejorar la gestión escolar en favor del bienestar y rendimiento de los mismos alumnos dentro de la escuela.

Ante lo expuesto, consideramos necesario conocer el rol participativo que cumplen los alumnos de secundaria en la escuela a partir de la descripción de hechos que forman parte de la rutina diaria de la vida escolar en una institución educativa bicultural privada de Lima, y para ello planteamos 3 objetivos a los que buscaremos llegar al final de nuestro análisis:

1. Reconocer las estrategias y mecanismos de participación que utilizan los alumnos para ejercer poder en la I.E.

2. Identificar los espacios en los que los alumnos aplican las estrategias detectadas para ejercer poder; y

3. Conocer las situaciones ante las cuales los alumnos utilizan sus estrategias de poder.