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Posibilidades y limitaciones de la Teoría de los Modelos Mentales

4 ¿Es una teoría de la mente adecuada explicativamente la Teoría de los Modelos Mentales?

5. Posibilidades y limitaciones de la Teoría de los Modelos Mentales

Se concluía en el apartado anterior que la teoría reúne los requisitos necesarios para su consideración como tal (explica los «cómo» y los «porqué» del funciona- miento de la mente), es una teoría científica del razonamiento humano y es una teoría adecuada explicativamente. Pero, también se ha dicho, es una teoría provo- cadora, incitante, discutible. Explicitar dudas y problemas surgidos a lo largo de su estudio, así como aspectos discutibles de la misma parece conveniente en aras de comunicar y compartir los significados que las reflexiones al respecto generen; su discusión en este nivel y en este contexto reforzaría su validez como teoría. En todo caso, como el autor afirma, una práctica semejante, un «procedimiento efec- tivo» como éste, a buen seguro generará aprendizaje, un aprendizaje que la propia teoría postula, defiende, argumenta y explica.

¿Cuáles son los elementos más controvertidos y conflictivos de la Teoría de los Modelos Mentales? No se pretende hacer un catálogo o inventario exhaustivo de todo aquello que suponga un problema en el ámbito de la teoría que, desde el punto de vista formal, es coherente y completa. Lo que sigue no es más que un conjunto de reflexiones sobre aspectos que, a priori, podrían generar los mayores rechazos y ser el centro de las más numerosas críticas.

Obligado es comenzar por la consideración de una mente computacional. Reducir el funcionamiento de la mente a un lenguaje de códigos binarios para muchos es una aberración que supone un rechazo tajante a la teoría; no en vano,

éste es el primer concepto clave que se ha considerado. Ya hemos visto que una

mente computacional no amenaza nada, como Johnson-Laird argumenta, pero la crítica está servida.

Y unida a la anterior, hay otra discrepancia que abanderan muchos psicólo-

gos y pedagogos relacionada con la metáfora del ordenador, metáfora que, según ellos, está trasnochada. La teoría, como todas las teorías, es una aproximación para comprender el funcionamiento de aquello que nos permite comprender. No se discute que somos bastante más que un ordenador, lo mismo que nuestra mente es, también, bastante más que cualquier teoría que intente o que pretenda explicarla, pero ahí hay otra polémica para el debate.

El innatismo es otro elemento controvertido. Es cierto que no se plantea un innatismo radical, pero es cierto también que hacer descansar determinadas explica- ciones sobre su base puede parecer una forma de eludir la responsabilidad de otras explicaciones o su ausencia. Johnson-Laird argumenta el sentido y el origen de los primitivos conceptuales y justifica su consideración de los mismos como innatos de manera convincente. Pero, ¿satisface a todos esta explicación? Habría que oír y ver las teorías de la mente adecuadas explicativamente que proponen aquéllos a quienes estos argumentos no les satisfacen. La discusión podría ser interesante.

La tipificación de los modelos mentales, si bien se propone como tentativa, es otro de los asuntos discutibles. No parece clara ni fácilmente aplicable, incluso, no parece aplicable de la misma manera en diferentes campos del conocimiento y disciplinas. Más inmediato parece solventarse el problema de considerar a los modelos conceptuales como «supramodelos» pues relacionarían modelos, si aten- demos al hecho de que operamos con modelos dentro de modelos por revisión recursiva. Pero la distinción entre modelos físicos y conceptuales, así como los distintos tipos en cada uno de ellos, parece que debe explicitarse y trabajarse más. Sería esto, por lo tanto, más una sugerencia que una diferencia de criterio y, de hecho, el mismo Johnson-Laird continúa su trabajo, entre otras, también en esta línea a la luz de la revisión que ha hecho de su teoría.

Hay también una cuestión metodológica sujeta a crítica. El propio autor reflexiona al respecto cuando analiza las vías o las formas de llevar a cabo la ex-

perimentación. Y efectivamente hablaba de procedimiento efectivo en un doble

sentido. La teoría tendrá que disponer de un mecanismo propio para validar su conocimiento, para contrastarlo. Se combinan procedimientos provenientes de múltiples campos y, fundamentalmente, se apoyan en «experiencias de laborato- rio» y en programas de ordenador. Desde esta perspectiva, ¿a qué es aplicable la Teoría de los Modelos Mentales? ¿A quiénes es aplicable? ¿Sostiene su aplicación a entornos naturales de aula, a personas en condiciones naturales, en mundos

naturales? Johnson-Laird no responde a estas cuestiones. ¿Y con qué protocolos

es aplicable la teoría para su investigación, para su contrastación? ¿Qué pautas metodológicas requiere? La definición de una metodología de investigación con- sistente con la teoría parece ser, también, un asunto pendiente.

Y al hilo de lo anterior, surge el último de los contrapuntos: ¿cuál es la evi- dencia empírica que tiene la teoría? Difícil es de aceptar la crítica de que Johnson- Laird no justifica sus argumentos y no los ejemplifica; la profusión de referencias en sus documentos es importante. Pero se trata, en muchos casos, de resultados y de ejemplos que provienen de estrategias de investigación psicologicistas propias, para muchos, de otro tiempo y de otros referentes teóricos. No son pocos los que consideran que la teoría como tal es potente, es una teoría de la mente adecua- da explicativamente, pero que debe ser contrastada, como antes se expresaba, al comentar los aspectos metodológicos, en aras de validar el sustrato teórico que la

constituye. Y en este sentido, lógicamente, se demanda investigación, validación

empírica en el seno de la teoría, una investigación en educación, queha tardado mucho en usar este marco teórico como referencia. Es curioso, en todo caso, que

«Cuando Craik (1943) argumentó que las personas razonan por desarrollo de expe-

rimentos de pensamiento en modelos internos, la idea pareció peligrosamente hetero- doxa. Ahora el rango de fenómenos en los que se usan modelos mentales para explicar

es rápidamente creciente» (Johnson-Laird, 1989, pág. 491).

Pero ¿qué ha supuesto, entonces, la Teoría de los Modelos Mentales? ¿Qué ha hecho Johnson-Laird al plantearla? Ha supuesto un enorme esfuerzo de sín- tesis, de integración de campos muy distintos del conocimiento que han dado consistencia a la Ciencia Cognitiva, ciencia con la que el autor explicita su com- promiso personal. Los modelos mentales son heurísticos y la teoría que los define también en el sentido de que ofrece una forma de abordar la producción de co- nocimiento en nuestras mentes y la producción de conocimiento sobre la men- te. Desde esta perspectiva, ha supuesto la superación de polémicas y de teorías anteriores, léase imagistas/proposicionalistas, leyes de la lógica formal, reglas de postulados de significados, leyes de inferencia, etc., etc. Fundamentalmente y por encima de todo, la Teoría de los Modelos Mentales de Johnson-Laird supone una teoría de la mente, como ya se ha expresado, adecuada explicativamente porque atiende tanto a la forma de la representación (proposiciones, modelos mentales e imágenes) como a los procedimientos que permiten construirla y manipular- la: mente computacional, procedimientos efectivos, revisión recursiva y modelos mentales, y todo ello construido sobre la base de un lenguaje mental propio, que da cuenta tanto de la forma de esa representación como de los procesos que con ella se producen, representación que trabaja sobre un contenido al que de este modo se dota de significado.

¿Qué es lo que aporta Johnson-Laird? Aporta una teoría,una base para la reflexión y para la discusión en el ámbito de la psicología cognitiva. Nos brinda un referente que permite entender las representaciones mentales producidas en el momento, en la hora, frente a nuevas situaciones. Nos ofrece un cuerpo teórico coherente y consistente con la misma,que hace gala de una estructura semántica y de una estructura sintáctica que les son propias y características y aporta, sobre todo, un marco teórico de referencia para la investigación, para la interpretación

no mágica de lo que son las producciones mentales, que permita generar conoci- miento acerca de los procesos mentales que los seres humanos ponemos en jue- go para comprender el mundo en el que nos movemos, nuestro propio mundo, nuestra propia magia, nuestra propia mente.

6. ¿Qué contribución hace la Teoría de los Modelos Mentales a