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La posición familiar

En el ámbito familiar la prejubilación supone más tiempo potencial de convivencia y de dispo-nibilidad para las tareas domésticas. Los prejubilados de ordenanza minera con menor tiempo desde su cese laboral (más jóvenes) manifiestan haberse implicado bastante tanto en las tareas domésticas como en atender las demandas de la familia (ascendientes y descendientes). Esta cir-cunstancia se percibe de modo positivo por parte de los miembros de la familia.

“Están más contentas porque no tienen la sujeción de las comidas y los horarios de tra-bajo. Por supuesto les ayudas más. Aunque sea para ir a buscar al chico o a la chica a la escuela. Vas a por el pan mientras ellas hacen la faena. Ya no están sujetas al horario de las comidas” (GD-2, voz 3, p. 8).

La existencia de obligaciones familiares (hijos en edad escolar, mujeres asalariadas, padres mayores que necesitan asistencia…) se convierte en el eje que articula el día a día del prejubilado.

“[…] Yo por ejemplo, terminé, lo dejamos en junio y enseguida me apunté a unos cur-sos a distancia, quería hacer cosas de carrera. Luego te das cuenta de que tienes críos pequeños, que tienes que seguir la vida familiar. En mi caso mi mujer trabaja, entonces no puedes romper la familia. No te puedes ir a ningún lado. Al final a la vuelta de seis, siete meses ya te ves en la misma dinámica, y no puede ser…” (GD-2, voz 4, p. 6).

Por el contrario, los miembros del grupo ordenanza minera con mayor tiempo desde su cese laboral (menos jóvenes) y los de la ordenanza eléctrica prácticamente no hablan acerca de su vida familiar tras la prejubilación.

En el caso de las mujeres asalariadas, cuando el esposo se prejubila ellas se plantean la posibili-dad de seguir o no trabajando, motivadas por su deseo de compartir el tiempo con ellos. Además se observa en ellas una actitud de apoyo y de guía y un cambio de costumbres para adaptarse a la nueva situación de él.

“Si sigues trabajando o dejas tu vida para acompañarle a él en su tiempo libre porque va a tener todo el tiempo libre del mundo. La cría nos hizo tomar la decisión y como no tenía que salir de Andorra todavía por los estudios, decidí seguir trabajando mientras ella estu-viese en casa. La vida tenía que seguir un poco alrededor de ella ¿no?” (GD-4, voz 3, p. 5).

“Nos adaptamos a ellos, nos adaptamos a que ellos no encuentren ese vacío y que si él está a gusto tomando un café, pues yo estoy a gusto” (GD-4, voz 1, p. 13).

Las mujeres asalariadas piensan que la adaptación del prejubilado a su nueva situación es más difícil cuando la esposa no es asalariada puesto que el prejubilado pasa más tiempo en casa llegan-do a “estorbar” y “controlar” a la esposa en su propio llegan-dominio. Respecto a esta cuestión, las mujeres no asalariadas no suelen hablar en primera persona y siembre aluden a otros casos.

“Bueno y es que oyes esos comentarios de… es que voy a la cocina y él detrás, voy a la habitación y él detrás, es que estoy agobiada, agobiada, agobiada…” (GD-4, voz 4, p. 22).

“Que el hombre estorba en casa está clarísimo, es que como la mujer estaba acostum-brada a hacer las cosas a su manera… me voy a tomar un café y ahora tener al marido eso ya es otro cantar, es que es diferente” (GD-4, voz 1, p. 22).

“Yo reconozco que si mi marido no estuviera en la asociación pues tendríamos proble-mas. Porque es un hombre que no sale a ningún sitio, está en casa y entonces pues mal […] parece que te quita intimidad” (GD-5, voz 1, p. 2).

También los hombres hablan y comentan, en tercera persona, de posibles roces o conflictos en la pareja ocasionados por el hecho de estar más tiempo en casa.

“[…] ¿Y la gente que tiene problemas con la mujer porque está todo el día con ella?” (GD-3, voz 4, p. 11).

“Pasa una cosa muy curiosa, cuando estás en la vida laboral y yo concretamente en el tra-bajo que estaba acostumbrado a mandar a gente, llegas y te prejubilas y estás en casa para

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que te manden. Además has podido ser todo lo espabilado del mundo y vuelves a ser el más tonto del mundo porque no sabes escobar, no sabes hacer la comida, bueno, no sabes ni dónde tienes las zapatillas ni qué ropa ponerte, eres un desastre …” (GD-3, voz 1, pág. 11). La mujer no asalariada reconoce que el prejubilado ayuda más en casa, pero mayoritariamente señalan que no hay una verdadera implicación dado que no asumen tareas como propias. Sólo pro-porcionan ayudas puntuales como ir a por el pan, llevar o recoger a los niños del colegio, llevar la carga de la compra que han realizado ellas, etc. No hay inversión de roles. Además surge la necesi-dad de establecer nuevas normas en el hogar como por ejemplo “la hora de levantarse del prejubila-do” y de definir los tiempos “fines de semana”, “vacaciones”, etc., de forma diferencial.

“Antes no íbamos a comprar juntos y ahora te acompaña porque siempre vas atosigada con la compra” (GD-5, voz 3, p. 4).

“Yo es una de las normas que pusimos. Que no se levantara más tarde que la cría. Que no me parece lógico que la cría se levante o se vaya al cole y …” (GD-5, voz 5, p. 9). La cuestión de la emigración se debe a que en el municipio se tenía un temor a que se diera un descenso poblacional con la llegada de las prejubilaciones. En un pueblo de pocos habitantes como Andorra, muy dependiente de la actividad minera, esta circunstancia se veía como una amenaza.

En cambio este tema sólo ha surgido en dos grupos de discusión: el de ordenanza minera con menor tiempo desde su cese laboral (más jóvenes) y el de mujeres no asalariadas. Por los comenta-rios realizados parece ser que la prejubilación y el hecho de tener la vivienda cedida por la empresa durante la vida laboral han influido en cierta emigración hacia tres tipos de destinos: la capital (cuando los hijos están estudiando), la costa (cuando los hijos necesitan trabajar) y los lugares de origen de los prejubilados (principalmente Asturias y Andalucía).

“[…] Porque hay que entender que irse a vivir a la costa porque sus hijos encuentren tra-bajo o bien a Zaragoza porque los chicos están estudiando. Y ahí sí se encuentran ellos un poco desplazados ya, por la independencia que tenía porque ya no tienes tampoco que traba-jar ni actividades y ahí sí he visto yo algunas malas caras en algunos…” (GD-2, voz 4, p. 11).

“[…] la gente prejubilada…, sobre todo la de la primera tanda o la segunda y puede que hasta la tercera, se marcharon todos […]. Los pisos son cedidos, alquilados mientras estás trabajando, y en el momento que te jubilas te tienes que marchar […]. La gente se ha ido a Vinaroz, porque Vinaroz está lleno de gente de Andorra” (GD-5, voz 3, p. 4).

La salud

A lo largo de los distintos grupos de discusión cabe destacar que el tema de salud no aparece en todos los grupos. El grupo de prejubilados de minería que llevan menos tiempo en esta situación destacan que la prejubilación les está proporcionando una mayor calidad de vida, que influye tam-bién en la mejora de su salud en general.

“Cuando más te machacas es en los últimos años. Marcharnos antes nos ha beneficiado mucho. El trabajo es duro. Y según dicen a partir de los cuarenta y cinco para adelante, los que han estado trabajando hasta los cincuenta y dos, es cuando más te machacas. La cosa ha ido bastante bien. Estarías cuatro o cinco años para seguir allí” (GD-2, voz X, p. 5).

Sin embargo, en el grupo de prejubilados de ordenanza minera que llevan más tiempo prejubi-lados apenas hay referencias a su propia salud. Salvo uno de los participantes que percibe la preju-bilación como un alivio al estar en un trabajo duro.

“Yo lo más positivo es que nos cogió en una edad cuando ya empezaba un poco la deca-dencia, estoy hablando de 45, 46, 48 años. Esta es una edad en la que aunque físicamente estás bien, a la hora de esos trabajos que estamos hablando que son trabajos duros, quieras o no quieras ha empezado ya la decadencia, entonces al dejar de trabajar, la mayoría nos conocemos y hemos visto, nos ves ahora y nos hemos visto antes y hemos rejuveneci-do…” (GD-1, voz 6, p. 7).

En el grupo de mujeres asalariadas no hablan directamente de la salud, aunque sí aparecen dife-rentes estados emocionales por los que pasa el prejubilado según manifiestan sus esposas.

Antes de iniciar la situación de prejubilación aparece cierto nerviosismo e inseguridad. Una vez prejubilados se sienten liberados de una obligación y al mismo tiempo frustrados por terminar la actividad laboral cuando son capaces de aportar mucho a la empresa. Después aparece la sensación de agobio (la familia reclama la ayuda del prejubilado dado que “tiene mucho tiempo libre”) o de vacío (no saben cómo llenar su nuevo tiempo). Una vez adaptados, han organizado su tiempo, comienzan a disfrutar de la prejubilación.

“[…] mi marido después del primer año de jubilación pasó una temporada que le costó asimilar que estaba prejubilado, que se veía muy joven y que no tenía trabajo y que él empezó a pensar que era cuando más podía dar a la empresa… Llegó septiembre empezó a organizarse con la Casa de Cultura, a él le gusta mucho leer y tal y entonces sí, llenó su tiempo…, pero llegó el mes de mayo-junio y se encontró con que no tenía con qué llenar todas las tardes larguísimas de verano y fue cuando empezó… gracias a Dios fue un perío-do de tiempo” (GD-4, voz 3, p. 11).

“[…] yo creo que llega un momento que lo pasan mal, piensan que su vida se ha supedi-tado, yo que sé… De la noche a la mañana se encuentran con que sus obligaciones eran atender la casa, a su hija y a su mujer, entonces yo creo que eso…” (GD-4, voz 3, p. 12). A lo largo de este proceso las mujeres asalariadas van modificando sus costumbres para apoyar al esposo y ayudarle a encontrar las actividades en las que invertir el tiempo de un modo satisfactorio.

Dentro del grupo de prejubilados de ordenanza eléctrica, con diferencias importantes en cuanto a las condiciones de trabajo previas a la prejubilación respecto al colectivo de minería, tampoco se habló mucho de este tema a nivel global pero se señaló como la principal mejora romper el ritmo de trabajo a turnos y poder tener unos horarios más “normalizados”.

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“…desde que me he prejubilado yo he cambiado de carácter y de salud, el comer ahora a mis horas […] he ganado el 100% porque al ir a turno cerrado (hay que ir a turno cerrado para saber lo que es) se gana en libertad, el 100% he ganado” (GD-3, voz 6, p. 10).

Cabe señalar que se entabló una conversación sobre la depresión. Se relacionaba esta enferme-dad con dejar el puesto de trabajo. Sin embargo, no hubo acuerdo entre los interlocutores sobre si esto es cierto o no lo es, cada uno tenía su opinión.

“…las depresiones empiezan precisamente por hacerte preguntas y por hacerte histo-rias de que no vales […] Ya hay gente que las ha cogido” (GD-3, voz 2, p. 3-4).

“¿Sabes cómo entra la depresión? Si yo gano 200.000 pesetas y me dejan con 80, sí que cogeré depresión” (GD-3, voz 6, p. 4).

“…es saber cambiar de chip, que hay que cambiar del trabajo a pasar a otra forma de vida y si no sabes asimilar eso es cuando lo pasas mal” (GD-3, voz X, p. 5).

Sin hablar de depresión otro participante comentaba que había gente que lo pasaba mal. “Yo he encontrado personas que me han asegurado que lo han pasado mal porque no sabían qué hacer” (GD-3, voz 7, p. 4).

También dentro del grupo de prejubilados de la minería de menos tiempo en esta situación apa-reció el tema de las posibles depresiones adquiridas a partir del momento de la prejubilación. Los entrevistados comentan que conocen solamente un caso de una persona que ha tenido graves pro-blemas psicológicos aunque no puede considerarse como consecuencia directa de la nueva situación. “Yo de oídas porque realmente no conozco a nadie porque me han dicho: pues ha habi-do mucha gente que les ha dahabi-do depresiones por no ir… Me lo han dicho muchas veces, pero yo no conozco a ninguno que…Yo no conozco a ninguno” (GD-2, voz X, p.10).

“Habla mucho la gente” (GD-2, voz X, p. 10).

“Hombre siempre hay alguno. Tiene que haber de todo” (GD-2, voz X, p. 10).

“Yo particularmente conozco una persona que empezó a complicarse la vida, pero eso no quiere decir que el hombre. De 500 que haya habido uno. O sea entre 500 uno… eso tampoco es…” (GD-2, voz 3, p. 10).

“Pero porque lo llevaba desde atrás arrastrando. Es lo que hemos hablado antes del juego, esto de jugar a las máquinas es porque ya lo tenía pillado no porque lo haya pillado ahora. Lo que pasa que ahora tiene más horas para dedicarse a eso. Ha llegado a eso porque para quitarse uno la vida… Pero es alguien que ya era… está amargado de… yendo a tra-bajar. Y al verse con más tiempo libre y siguiendo por el mismo camino pues… pero para llegar a eso hace falta… Yo conozco una persona” (GD-2, voz 3, p. 10).

Si bien en un principio se pensaba que esta nueva situación podría traer problemas relacionados con la adquisición de nuevos hábitos que pudiesen influir negativamente en estas personas, según los comentarios del grupo puede decirse que no hay problemas derivados directamente de la prejubilación. “Es como una encuesta que hicieron aquí en el pueblo sobre qué hacen los prejubilados, que comentaban que ahora había más gente que echaba a las máquinas por estar prejubila-do, pero eso, el que echa ahora a las máquinas echaba antes también. Lo que pasa es que ahora tiene más tiempo que antes” (GD-2, voz 3, p. 3).

A

MODO DE CONCLUSIÓN

En primer lugar, queremos señalar el impacto de las prejubilaciones sobre las bases demográficas de la población de Andorra. Se produce una pérdida de población en la década de los 90 del siglo pasado por el impacto de las migraciones de los prejubilados. También conllevan un proceso de desindustrialización en el municipio debido a la pérdida de empleo en el sector industrial. Y por últi-mo, se incrementa la población inactiva subsidiada (a través de los dispositivos de prejubilación, etc.). En síntesis, los prejubilados de Andorra valoran positivamente su situación a nivel individual y familiar. El sentido que la prejubilación tiene para sus protagonistas viene marcado por sus experien-cias pasadas, su situación actual y su visión del futuro. En general, el trabajo ha tenido un significado instrumental para estas personas. No obstante, la valoración de su experiencia laboral viene determi-nada por diversos aspectos: el puesto de trabajo desempeñado, el tipo de ordenanza donde desarrolla-ba su tradesarrolla-bajo (eléctrica o minera) y por la posición jerárquica que se ocupadesarrolla-ba dentro de la empresa.

Además, en el presente, esa percepción positiva se ve reforzada por las condiciones materiales de nuestros protagonistas: las condiciones económicas, en general, se valoran positivamente. Si bien es un tema que genera ciertas discrepancias: debido a una cuestión interna (las diferencias dentro del propio grupo de prejubilados) y a un aspecto externo (la valoración que el fenómeno suscita por parte del resto de la población).

A su vez, en el discurso de algunos protagonistas se observan aspectos negativos de las prejubila-ciones, por ejemplo: la ruptura de una trayectoria profesional, la percepción negativa de la población no afectada por las prejubilaciones, la falta de expectativas para los jóvenes y la pérdida de población.

En los elementos configuradores de la percepción de la prejubilación aparece, como un elemen-to clave, el uso del tiempo, considerándose fundamental para una buena adaptación a la prejubila-ción el desarrollo de actividades que llenen su tiempo.

En cuanto al tipo de actividades realizadas destaca la continuidad con las que venían realizando y se valora especialmente la libertad para organizarse, esta cuestión está sobre todo condicionada por la situación familiar. La existencia de obligaciones familiares se convierte en el eje que articula el día a día del prejubilado, aunque no se produce una inversión de roles familiares.

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Una de las aportaciones de las prejubilaciones es que proporciona una mayor calidad de vida, que influye también en la mejora de su salud en general (estabilidad en el horario de dormir, estruc-tura regular de comidas, eliminación del estrés o esfuerzo físico según los puestos de trabajo, etc.).

Para terminar parece necesario tener en cuenta el contexto donde se han producido las prejubi-laciones. En este aspecto se considera que la concentración de los prejubilados en el mismo munici-pio (y su volumen) juega un papel facilitador de acoplamiento a la nueva realidad, ya que posibilita el mantenimiento de las redes sociales previas. Por tanto, resultaría de interés analizar este mismo fenómeno en situaciones de mayor dispersión.

B

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Recibido el 30 de enero de 2009 Aceptado el 16 de julio de 2009

TERUEL HACIA LA SOCIEDAD DE