3 SITUACIÓN LEGAL DEL CONFLICTO
3.3 POSICIÓN OFICIAL DE ESTADOS UNIDOS
La participación de Washington en este conflicto se remonta a varias décadas y sólo hasta hace poco Estados Unidos había mantenido un bajo perfil, mostrando una clara neutralidad. La primera participación fue en 1951 durante el Tratado de Paz de San Francisco. Después del tratado de paz, la Administración de los Estados Unidos designó los límites geográficos de las islas de Okinawa (Moteki, 2010). En 1960, el Tratado de Seguridad entre Estados Unidos y Japón fue revisado, en el cual en su artículo 5 se establece que los Estados Unidos están obligados a proteger a "los territorios bajo la administración de Japón" (MOFA).
Posteriormente, el Tratado de Reversión de Okinawa entre los Estados Unidos y Japón el 17 de junio de 1971 incluyó una disposición para la devolución a Japón de "todas y cada una de las facultades de administración, legislación y jurisdicción" sobre las islas Ryukyu y Daito. El artículo I del Tratado de Reversión de Okinawa define el término "las islas Ryukyu y las islas Daito" como "todos los territorios con sus aguas territoriales con respecto a los cuales el derecho a ejercer cualquier facultad de administración, legislación y jurisdicción fue acordado por los Estados Unidos de América en virtud del artículo 3 del Tratado de Paz con Japón..." (Mayin, 2013) Procurando que las islas Senkaku/Diaoyu fueran incluidas en el Artículo 3, en 1971 los Estados Unidos resolvieron finalmente la cuestión de la administración japonesa sobre las islas, reconocida en el Tratado de Reversión de Okinawa, la cual tuvo que ser ratificada por el senado de los EE.UU.
La posición oficial de Estados Unidos ha descansado en tres pilares: "(1) neutralidad estricta; (2) un fuerte apoyo a la solución pacífica; y (3) una disposición limitada para verse pública o activamente involucrado en las disputas o en su resolución (Don keyser, 2013). Sin embargo, Washington ha evaluado algunos de estos principios, en primer lugar porque la implicación general de Estados Unidos en la región Asia-Pacífico es ahora más abierta y visible como parte de la política de la administración Obama. En segundo lugar, los cambios sutiles se han producido en parte como una reacción de un aliado de Japón en vista de una presencia china más contundente en la zona. Finalmente, el gobierno de Estados Unidos parece haber llegado a la conclusión de que la inacción envía el mensaje equivocado a China, generando una conducta agresiva por parte de esta Nación. El 27 de octubre 2010 la Secretaria de Estado, Hillary Clinton dejó claro que las islas son parte del Tratado de Cooperación Mutua y Seguridad entre Estados Unidos y Japón firmado en 1960, afirmación confirmada en 2012 por el gobierno Obama (Mayin, 2013). En enero 2013 Clinton señaló que "aunque Estados Unidos no toma una posición definitiva sobre la soberanía de las islas, reconocen que
están bajo la administración de Japón y se oponen a cualquier acción unilateral que trate de debilitar la administración japonesa..." (Mayin, 2013) Adicionalmente y con el fin de buscar reducir las tensiones, el gobierno estadounidense ha reiterado que el diálogo es la mejor forma de conducir las relaciones entre China y Japón en torno al tema de las islas.
China, por su parte, ha reconocido que la relación bilateral con los Estados Unidos es la más importante en la región, por lo tanto, los esfuerzos para mantener diálogos de alto nivel sobre varias cuestiones, entre ellas las discusiones territoriales entre China y sus vecinos, es de suma importancia. En cuanto a Japón, sin embargo, la respuesta de China ha sido particularmente fuerte. Pekín promulgó las directrices para la administración del mar territorial de las islas el 10 de septiembre de 2012 y posteriormente publicó una lista de coordenadas geográficas (Drifte, 2012). Pekín ha comenzado desde el otoño de 2012 a implementar actividades de vigilancia marítima y la implementación de la Ley de pesca en la cual patrullas chinas deben circular en proximidad de las islas.
Aunque Estados Unidos posee grandes vínculos e intereses económicos con
China, por ahora mantiene un incondicional apoyo a Japón ante este conflicto. No
en vano, lo incluye dentro del Tratado de Seguridad de 1960 firmado por ambos países. Sin embargo, esta postura se puede ver mermada por el increíble ascenso chino, así́ como por una nueva lectura de las relaciones entre Japón y Estados Unidos, dadas las transformaciones de la política exterior y de seguridad japonesas. Actualmente EEUU ha demostrado con hechos y palabras su apoyo a
Japón. Estados Unidos se ha declarado públicamente como un país neutral en la disputa sobre las islas Senkaku/Diaoyu, al no adoptar una posición sobre su soberanía (Long 2013), y abogando a que ambos países lleguen a un acuerdo bilateral para solventar el conflicto de una manera pacífica. No obstante, dicha “neutralidad” es incompatible con el Tratado de Seguridad que posee con Japón,
pues el artículo 5 obliga a EEUU a defender a Japón ante cualquier ataque exterior:
"Cada Estado reconoce que un ataque armado contra una de las partes en los territorios bajo la administración de Japón podría ser peligroso para su propia paz y seguridad y declara que actuaría para cumplir con el riesgo común, de conformidad con sus disposiciones y procesos constitucionales" (MOFA).
No obstante su postura de apoyo a Japón, Washington no está impedido de invitar a que Tokio no ejecute acciones que supongan una escalada en las tensiones con China. Washington desea mantener una relación estrecha y fluida con Pekín. No en vano, todavía persiste con la idea de “orientar” a China hacia la plena aceptación en el actual orden internacional. Aun tratando de mantener una posición equidistante en el conflicto, EEUU mantiene su advertencia a China de que defenderá a Japón ante un hipotético conflicto armado. De este modo, EEUU se erige como el garante de la paz en Asia oriental, por lo que justifica su presencia en la zona.
Hay que destacar que a medida que pasa el tiempo crecen las dudas sobre la voluntad y capacidad de Washington de seguir manteniendo su rol de “policía del mundo” (Rachman, 2013). En este sentido, se prevé una postura china cada vez más dura frente al conflicto si Tokio no logra reconducir sus relaciones con Pekín. Sin embargo, por ahora Washington es un aliado incondicional de Japón y el máximo garante de su seguridad a corto y medio plazo, por lo que si se produce una hipotética decadencia estadounidense, aun habrá́ tiempo para que Japón se ponga al día en materia de seguridad. Aunque, como veremos, ciertamente ya lo está haciendo.
El Ministro de Relaciones Exteriores Kishida dejó claro que la "reinterpretación" de la Constitución de Japón anunciada en 2014 por el gabinete del Primer Ministro Shinzo Abe, le permitiría a Japón aliarse a EEUU en una guerra en contra de China (u otros). Pero Abe prefirió no presentar el tema ante la Dieta (parlamento) sino hasta el próximo año, por no tener la certeza de que se aprobara (incluso muchos de su propio partido no quieren deshacerse de la Constitución pacifista de Japón posterior a la guerra). La reinterpretación requiere de cambios legislativos que están muy lejos de ser aprobados (RT News, 2015). El secretario de Estado John Kerry reconoció este potencial desarrollo al afirmar que "Hoy presenciamos el establecimiento de la capacidad de Japón de defender no solo su propio territorio sino también el de Estados Unidos y de otros aliados si fuera necesario" (RT News, 2015). Pareciera que la aprobación por parte de EEUU es más importante que los propios procedimientos constitucionales de Japón.
En noviembre de 2013, el Departamento de la Defensa de Estados Unidos reafirmó su reconocimiento de que las Islas Senkaku son territorio japonés y caen bajo el Tratado de Cooperación y Seguridad Mutua de EEUU y Japón (U.S. Department of Defense, 2013). Esto contradice totalmente la posición oficial de EEUU de que no tomaría partido en las disputas territoriales. En 2014 el Presidente Obama afirmó que él consideraba que las islas en disputa caían bajo el paraguas nuclear de Estados Unidos, pero alegó que se debía a que las islas en disputa eran gobernadas por Japón, no porque él tomara partido en el tema de la soberanía. Sin embargo, y pese a otras afirmaciones del Secretario de Estado, la postura oficial revelada por el Departamento de Defensa se ha constituido en una flagrante provocación para China.
Por su parte Estados Unidos anunció la expansión de su sistema antimisiles en Japón, informando que se van a ubicar en Japón otros dos destructores de defensa balística y que seguirán adelante con la construcción del ya anunciado segundo radar de Banda X, un elemento central en la detección de armamento
estratégico. Estos sucesos constituyen una amenaza militar directa para China en el contexto de una posible reformulación de la doctrina de defensa estadounidense en Asia, combinada con la nueva aproximación estratégica formulada por el Pentágono en los últimos años (LaRouchePAC, 2015).
4 FACTORES POLÍTICOS INVOLUCRADOS EN LA DISPUTA POR LAS